Capítulo 41. Límites.

Después de haber sido evaluado por un médico, diagnosticándole solo heridas menores, David salió del centro de salud acompañado por su amigo Gonzalo.

Él comprendía que había tenido suerte de que el castigador hubiera sido el cincuentón y no el gorila. De haber sido al revés, quizás en ese momento estuvieran trasladándolo en helicóptero hacia Caracas para ser atendido en un hospital.

El humor lo tenía perdido. Minutos antes Jimena le había comunicado que Tomás Reyes no se hallaba en las cercanías del pueblo, por tanto, la conversación con él no se llevaría a cabo hasta que regresara de su viaje.

Por otro lado, en uno de los terrenos que trabajaba se habían presentado ciertos inconvenientes que requerían de su presencia. Estaba tan agotado física y mentalmente que actuaba casi por inercia.

Al salir a la calle, una brisa fría lo recibió. La lluvia se había detenido, pero aún podían divisarse nubes grises en el cielo y se escuchaban lejanos truenos que auguraban una pronta tormenta.

—Habl
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