XL Cucaracha favorita

El edificio de la filial de empresas Grandón en Obanda era viejo y lúgubre, con grandes arcos en la fachada y pilares con acabados neoclásicos. Entrar en él fue para Magnus como entrar en un mausoleo.

Y los muertos se dispusieron en fila india para recibirlo, liderados por su gerente general.

—Estamos encantados por su visita, señor Grandón. Lamentamos el fallecimiento de su abuelo... ¿Por qué está vestido así.

Ni un cabello, ningún centímetro de piel se asomaba fuera de sus ropas protectoras.

—Porque quiero vivir —respondió Magnus.

A través de la mascarilla con filtros que usaba se oía como Darth Vader.

—Qué simpático —dijo el gerente y lo invitó a recorrer las instalaciones.

Detrás de Magnus iba el resto de empleados. Se volvió a verlos varias veces. Ellos se detenían y lo miraban con curiosidad, luego seguían caminando, siempre conservando la distancia.

—¿Ellos no tienen algo más que hacer?

—Yo estoy muy bien, gracias ¿y usted? —le preguntó el gerente.

Daba igual, vivir era más
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