Ella no es la típica chica objeto de acoso por parte de su profesor. ¡Eso jamás! Verónica es... la acosadora, la desquiciada, loca y pervertida estudiante sin límites; que a un semestre de graduarse decide arriesgarse a dar una optativa ajena a sus intereses [historia universal] la excusa perfecta para estar más cerca de su ferviente capricho. El profesor Ricardo Miller. Alguien reservado, jodidamente meticuloso, bastante galán y amargado. Un hombre ejemplar de vida ocupada, que con sus apenas 32 años se ve envuelto en una penosa persecución perpetrada por su estudiante, su dolor de cabeza, y, quizá, el amor de su vida. ¿Será capricho o amor?
Leer másCinco meses después...Suena el teléfono de mi oficina varias veces.─Buenas tardes, ¿usted es la doctora Engel? ─sonrío de inmediato al reconocer la voz ronca de Ricardo.─No me llames mientras trabajo, sabes que me desconcentras ─descanso la espalda en el respaldo del sillón giratorio.─Te he llamado para recordarte la cita médica que tenemos en una hora, hoy te harán la ecografía que nos dirá el sexo del bebé.─Mierda sí, con tanto casi lo olvido─Lo supuse. Pasaré por ti en media hora.─Claro.─ ¿Verónica?─Dime.─Te amo, ¿lo sabes?─Lo sé.─Cariño, anda con cuidado por la oficina, no quiero accidentes a estas alturas.─Estoy embarazada no enferma ─gruño y al otro lado de la línea lo oigo soltar un bufido de frustración.Si fuera por Ricardo estaría la mayor parte del tiempo en una cama, sin mover un dedo solo comiendo y pasando canales.─Me preocupo por ti.─Y no me cabe duda, pero a veces te pasas.─No es cierto.─Tu ganas, ahora déjame trabajar.─No olvides que en media hora te
Noche buena.─ ¿Y?Trago en seco y me limpio las lagrimas.─Vamos cariño, di algo.Miro la prueba casera de embarazo que acabo de usar y luego a Ricardo.─Dio positivo ─musito.─ ¡Sí! ─salta emocionado y también me carga.─ ¡Me dejarás caer! ─grito y río a la vez.─ ¡Me harás papá!, ¡seré papá! ─repite orgulloso y me arrebata la prueba ─. Vaya. Seré papá, no lo puedo creer.Me muerdo el labio.Pienso en las siguientes horas cuando nuestras familias sepan.─No es seguro ─lo desinflo ─, aveces las pruebas se equivocan.Me lanza una mirada de desaprobación.─Mañana irémos por una prueba médica ─sentencia ofendido.─Mañana es navidad, nadie trabaja.─Entonces irémos después pero de que te harás la prueba, te la harás.─Soy dueña de mi cuerpo.─No vengas con ideologías feministas ─gruñe.─Abortaré.─Verónica.─ ¡Deus, es broma! ─carcajeo ─. Oye, también estoy feliz, ¡Yuju, seré mamá!─Le diremos a los demás durante la cena, ¿te parece?─No es seguro aún.─Dijiste que las pruebas caseras er
─Claro ─suspiro ─. Ric, ¿crees que merecen que los perdone?, fueron demasiado duros conmigo. Ni siquiera tenían fe en mí.─Amor, son humanos, sobre todo son tu familia y es evidente que reconocen sus errores. ¿No has notado la mirada que te lanza tu padre cada que te ve?, por fin cree que maduraste. Lo mismo piensa tu hermana y tu madre, por suerte Chris siempre ha confiado mas en ti.─Mi padre me echó de casa ─acuesto mi cabeza en sus duros pectorales, el melódico sonido de su palpitar me distrae en medio de la conversación.─Nunca te lo dije pero, mi padre me amenazó con desheredarme si seguía contigo.Me siento de golpe mirándolo fijamente rememorando las veces en que topé con César y el odio que transmitían sus palabras.─Gracias a que lo salvaste de morir ya no tengo que escucharlo decir amenazas, te prometo que nunca accedería a algo así. Eres la mujer de mi vida, lo sabes.─Y pensar que fuiste un capricho producto de una tusa ─me se escapa y por instinto me tapo la boca.Sus oj
Ricardo.Despierto empapado en sudor, sorprendentemente me hallo apretando el edredón que reviste el colchón y con cierto desconcierto lo libero. La pequeña habitación permanece en un silencio que anega mi cerebro.«Verónica» ─me reclamo angustiado.Salto de la cama y enciendo las luces, fuera corre una ola de frío que revolotea las plantas y persianas.─Y viviremos felices por si... ─sisea alguien tras la puerta.─ ¡Epa! ─escucho ruiditos energéticos ─. Fiorella, anda con cuidado no vaya ser que termines partiéndote la cara.─ ¿Y bien? ─las encuentro a pocos metros de la entrada, Verónica sosteniendo a Fiorella que supongo está ebria.─ ¡Deus! ─escupe mi chica tirando a la joven sobre uno de los sofás mientras se adentran a la cabaña ─. Qué pesada es, se ha tomado media botella de vino ella sola. No siento las piernas.─Mierda ─digo.Aprovecho que ambas han entrado para cerrar la puerta.─ ¿Has manejado con tragos encima?─De dos cervezas no pasé ─explica.Miro a la chica ebria, Veró
Habían sido las mejores vacaciones de mi vida, Florencia resultó ser la elección acertada para visitar. El hotel era hermoso e inmenso, con grandes habitaciones, jacuzzi incluido, colchones de agua y baños turcos perfectamente empotrados.Despues de varios días recorriendo la ciudad entera Ricardo logró contactarse con los inquilinos de la cabaña en Monteggiori, parecían contentos con nuestra visita.─ ¿Volveremos a Florencia? ─bajo los pies del salpicadero, Ricardo conduce un elegante todoterreno alquilado.─ ¿Te apetece regresar? ─sonríe a boca cerrada con mucha petulancia ─, señorita Engel, usted lo que quiere es repetir la pose que le enseñé en el jacuzzi.Los tonos normalmente pálidos de mi cara suben a un carmín.─ ¡Ricardo! ─lo golpeo avergonzada.─Lo siento, lo siento. Creí que Florencia no te agradaría y por eso vi pertinente durar mucho.─Cuatro días no fueron suficientes ─hago un berrinche que poco despues pago con tiernas caricias en mi muslo desnudo.─De acuerdo, regresar
VerónicaDespués del trabajo fui con Josh, estaba tan entusiasmada como preocupada por lo que Ricardo me pudiera decir despues de ver el tatuaje en mi espina dorsal, una hilera de puntos diminutos a paso de serpiente difuminados hasta la nuca.─Te juro, Josh, que será mi ultimo tatuaje ─me miro en el espejo, vacilando de ardor.─Lo mismo dijiste cuando te hiciste las alas de mariposa en tu hombro.─No lo decía enserio.─Claro.Me bajo la blusa y respiro hondo para calmarme. Hay siete llamadas perdidas de Ricardo. Zeus, ¿qué hago?─ ¿Te harás el piercing? ─lo miro fijamente tentada por la idea.Josh sonríe.─Te lo haré gratis ─recalca con tanta vehemencia. Piensa, Vero, Ric te va a colgar del cuello.¿Qué estoy pensando? Es mi cuerpo, yo decido qué hacer con él.─Acepto.─Esa es la Verónica que recuerdo ─aplaude ─. Hey, ¿dónde lo quieres?No lo había pensado.─ ¿Qué me sugieres?─Te quedaría bien uno en la nariz.─Creí que en el ombligo se vería más... no sé, ¿atrevido?─En la nariz te
VerónicaDespués del trabajo fui con Josh, estaba tan entusiasmada como preocupada por lo que Ricardo me pudiera decir despues de ver el tatuaje en mi espina dorsal, una hilera de puntos diminutos a paso de serpiente difuminados hasta la nuca.─Te juro, Josh, que será mi ultimo tatuaje ─me miro en el espejo, vacilando de ardor.─Lo mismo dijiste cuando te hiciste las alas de mariposa en tu hombro.─No lo decía enserio.─Claro.Me bajo la blusa y respiro hondo para calmarme. Hay siete llamadas perdidas de Ricardo. Zeus, ¿qué hago?─ ¿Te harás el piercing? ─lo miro fijamente tentada por la idea.Josh sonríe.─Te lo haré gratis ─recalca con tanta vehemencia. Piensa, Vero, Ric te va a colgar del cuello.¿Qué estoy pensando? Es mi cuerpo, yo decido qué hacer con él.─Acepto.─Esa es la Verónica que recuerdo ─aplaude ─. Hey, ¿dónde lo quieres?No lo había pensado.─ ¿Qué me sugieres?─Te quedaría bien uno en la nariz.─Creí que en el ombligo se vería más... no sé, ¿atrevido?─En la nariz te
Después de una deliciosa ducha calentita organizo parte de mi ropa en algún estrecho espacio del armario, luego limpio la alcoba y por último preparo una exquisita cena para dos.─Ricardo ─entro al despacho, sigue sumido trabajando hasta que cierro el ordenador y se percata de mi presencia ─, la cena está lista.─Huele bien, ¿preparaste pollo? ─agarra mis caderas con fines inocentes de posarme en su regazo, sus dedos trazan una excitante hilera de caricias en mi espalda.─Pastas en salsa de carne.─Rico ─rodea mi cuello con sus manos y me besa suavemente hasta dejarme sin aliento ─. Los labios te saben a salsa.─Quedó exquisita.─Verónica ─susurra contra mi boca ─. Te amo.─Yo te amo más ─muerdo su labio inferior.En silencio nos separamos, él sale del despacho y yo me quedo sentada viendo la pantalla del ordenador, hay cientos de números y cifras en una estadística, varios conceptos y una serie de resultados.Al levantarme del sillón un buzón entra al email de Ricardo, reviso la bande
Ricardo─ ¿Verónica? ─la busco por toda la planta baja ─, Cariño, ¿dónde estás?Subo los escalones apresurado, sé que algo no anda bien, tanto silencio no es normal cuando se produce por la ausencia de una persona naturalmente escandalosa.─ ¿Estás aquí? ─la puerta de la habitación rechina, las luces siguen apagadas. Doy tres pasos al interior y me esfuerzo por divisar su silueta ─, amor, ¿intentas jugar a las escondidas? Verónica sabes que no es momento para bromas.«Definitivamente no está aquí»─ ¿Ibas a tener los ojos azules como tu padre? ─la escucho ─, quizá ibas a ser rojiza como yo.La charla proviene del cuarto de baño, doy cautelosos pasos hasta quedar cerca de la ranura para poder observar lo que sucede dentro.─Tal vez no iba a ser la mejor mamá del mundo, pero hubiese dado todo por serlo, ¿sabes?─se mira en el espejo mientras toca su abdomen plano. Suspira y añade con melancolía ─, aunque creo que no te merecía, pero él sí, estoy completamente segura de lo que Ricardo hab