VerónicaDespués del trabajo fui con Josh, estaba tan entusiasmada como preocupada por lo que Ricardo me pudiera decir despues de ver el tatuaje en mi espina dorsal, una hilera de puntos diminutos a paso de serpiente difuminados hasta la nuca.─Te juro, Josh, que será mi ultimo tatuaje ─me miro en el espejo, vacilando de ardor.─Lo mismo dijiste cuando te hiciste las alas de mariposa en tu hombro.─No lo decía enserio.─Claro.Me bajo la blusa y respiro hondo para calmarme. Hay siete llamadas perdidas de Ricardo. Zeus, ¿qué hago?─ ¿Te harás el piercing? ─lo miro fijamente tentada por la idea.Josh sonríe.─Te lo haré gratis ─recalca con tanta vehemencia. Piensa, Vero, Ric te va a colgar del cuello.¿Qué estoy pensando? Es mi cuerpo, yo decido qué hacer con él.─Acepto.─Esa es la Verónica que recuerdo ─aplaude ─. Hey, ¿dónde lo quieres?No lo había pensado.─ ¿Qué me sugieres?─Te quedaría bien uno en la nariz.─Creí que en el ombligo se vería más... no sé, ¿atrevido?─En la nariz te
Habían sido las mejores vacaciones de mi vida, Florencia resultó ser la elección acertada para visitar. El hotel era hermoso e inmenso, con grandes habitaciones, jacuzzi incluido, colchones de agua y baños turcos perfectamente empotrados.Despues de varios días recorriendo la ciudad entera Ricardo logró contactarse con los inquilinos de la cabaña en Monteggiori, parecían contentos con nuestra visita.─ ¿Volveremos a Florencia? ─bajo los pies del salpicadero, Ricardo conduce un elegante todoterreno alquilado.─ ¿Te apetece regresar? ─sonríe a boca cerrada con mucha petulancia ─, señorita Engel, usted lo que quiere es repetir la pose que le enseñé en el jacuzzi.Los tonos normalmente pálidos de mi cara suben a un carmín.─ ¡Ricardo! ─lo golpeo avergonzada.─Lo siento, lo siento. Creí que Florencia no te agradaría y por eso vi pertinente durar mucho.─Cuatro días no fueron suficientes ─hago un berrinche que poco despues pago con tiernas caricias en mi muslo desnudo.─De acuerdo, regresar
Ricardo.Despierto empapado en sudor, sorprendentemente me hallo apretando el edredón que reviste el colchón y con cierto desconcierto lo libero. La pequeña habitación permanece en un silencio que anega mi cerebro.«Verónica» ─me reclamo angustiado.Salto de la cama y enciendo las luces, fuera corre una ola de frío que revolotea las plantas y persianas.─Y viviremos felices por si... ─sisea alguien tras la puerta.─ ¡Epa! ─escucho ruiditos energéticos ─. Fiorella, anda con cuidado no vaya ser que termines partiéndote la cara.─ ¿Y bien? ─las encuentro a pocos metros de la entrada, Verónica sosteniendo a Fiorella que supongo está ebria.─ ¡Deus! ─escupe mi chica tirando a la joven sobre uno de los sofás mientras se adentran a la cabaña ─. Qué pesada es, se ha tomado media botella de vino ella sola. No siento las piernas.─Mierda ─digo.Aprovecho que ambas han entrado para cerrar la puerta.─ ¿Has manejado con tragos encima?─De dos cervezas no pasé ─explica.Miro a la chica ebria, Veró
─Claro ─suspiro ─. Ric, ¿crees que merecen que los perdone?, fueron demasiado duros conmigo. Ni siquiera tenían fe en mí.─Amor, son humanos, sobre todo son tu familia y es evidente que reconocen sus errores. ¿No has notado la mirada que te lanza tu padre cada que te ve?, por fin cree que maduraste. Lo mismo piensa tu hermana y tu madre, por suerte Chris siempre ha confiado mas en ti.─Mi padre me echó de casa ─acuesto mi cabeza en sus duros pectorales, el melódico sonido de su palpitar me distrae en medio de la conversación.─Nunca te lo dije pero, mi padre me amenazó con desheredarme si seguía contigo.Me siento de golpe mirándolo fijamente rememorando las veces en que topé con César y el odio que transmitían sus palabras.─Gracias a que lo salvaste de morir ya no tengo que escucharlo decir amenazas, te prometo que nunca accedería a algo así. Eres la mujer de mi vida, lo sabes.─Y pensar que fuiste un capricho producto de una tusa ─me se escapa y por instinto me tapo la boca.Sus oj
Noche buena.─ ¿Y?Trago en seco y me limpio las lagrimas.─Vamos cariño, di algo.Miro la prueba casera de embarazo que acabo de usar y luego a Ricardo.─Dio positivo ─musito.─ ¡Sí! ─salta emocionado y también me carga.─ ¡Me dejarás caer! ─grito y río a la vez.─ ¡Me harás papá!, ¡seré papá! ─repite orgulloso y me arrebata la prueba ─. Vaya. Seré papá, no lo puedo creer.Me muerdo el labio.Pienso en las siguientes horas cuando nuestras familias sepan.─No es seguro ─lo desinflo ─, aveces las pruebas se equivocan.Me lanza una mirada de desaprobación.─Mañana irémos por una prueba médica ─sentencia ofendido.─Mañana es navidad, nadie trabaja.─Entonces irémos después pero de que te harás la prueba, te la harás.─Soy dueña de mi cuerpo.─No vengas con ideologías feministas ─gruñe.─Abortaré.─Verónica.─ ¡Deus, es broma! ─carcajeo ─. Oye, también estoy feliz, ¡Yuju, seré mamá!─Le diremos a los demás durante la cena, ¿te parece?─No es seguro aún.─Dijiste que las pruebas caseras er
Cinco meses después...Suena el teléfono de mi oficina varias veces.─Buenas tardes, ¿usted es la doctora Engel? ─sonrío de inmediato al reconocer la voz ronca de Ricardo.─No me llames mientras trabajo, sabes que me desconcentras ─descanso la espalda en el respaldo del sillón giratorio.─Te he llamado para recordarte la cita médica que tenemos en una hora, hoy te harán la ecografía que nos dirá el sexo del bebé.─Mierda sí, con tanto casi lo olvido─Lo supuse. Pasaré por ti en media hora.─Claro.─ ¿Verónica?─Dime.─Te amo, ¿lo sabes?─Lo sé.─Cariño, anda con cuidado por la oficina, no quiero accidentes a estas alturas.─Estoy embarazada no enferma ─gruño y al otro lado de la línea lo oigo soltar un bufido de frustración.Si fuera por Ricardo estaría la mayor parte del tiempo en una cama, sin mover un dedo solo comiendo y pasando canales.─Me preocupo por ti.─Y no me cabe duda, pero a veces te pasas.─No es cierto.─Tu ganas, ahora déjame trabajar.─No olvides que en media hora te
Rompo el casco protector de la moto con la violencia con que quería romperle la cara a Eva, pero Rodrigo me detuvo.─Si haces algo así, puedes ir a la cárcel. Esa mujer no importa, lo que vale es que estamos juntos, sin Eva ─miro a quien juraba serme fiel, por supuesto, envalentonada; con la rabia carcomiendo mi corazón. Y como no es costumbre mía quedarme con la frustración, le doy una bofetada y él retrocede atónito tocándose la mejilla.─Para que me recuerdes, ¡grandísimo infeliz!. A mí me respetas ─rezumo en cólera. Lo escupo en la cara, avanzo a pasos agigantados hacia mi moto y subo en ella.Antes que Rodrigo pueda detenerme, acelero y abro paso entre el gentío que veía el espectáculo de dos mujeres jalándose las greñas por un imbécil a las afueras de una fiesta. Qué horror.Acelero el doble y me paso vario
─Lo sé ─veo cómo la suerte se me escapa de las manos.─Muy bien. Me voy, y por favor haga como si nada de esto sucedió, lo que menos quiero ahora es un escándalo.─No lo tendrá ─me detengo frente a su auto.─Ah, tome un taxi, así nos ahorramos más problemas ─me avienta el dinero. Puedo ver los billetes aterrizar sobre mis pechos, lo cual me parece un insulto, por lo que siento rabia al instante. ¿Quién se cree para tratarme así?─Ahórrese las molestias y métase los billetes por donde pueda ─me apoyo en la ventanilla del piloto para lanzarle el dinero de regreso, y añado con petulancia ─, su excelentísimo.Le doy una patada al deportivo color rojo y taconeo hacia la salida del estacionamiento. ¡Cuánta humillación! Para mi desgracia se suma a mi listado de tragedias un fuerte aguacero, y conforme están las cosas, lo m&aac