Las luces neón capturan los confines del lugar, los reflectores, el olor a alcohol y el humo impactan de lleno mis sentidos, provocando que me duela la cabeza.
─Sam, ¿Raquel sabe que veníamos? ─Le hablo casi que gritando mientras caminamos hacia la barra del disco-bar.
─Por supuesto, la llamé antes de salir.
Tomamos asiento y pedimos un par de mojitos para cada una. Creemos necesitarlo, han sido semanas difíciles en la universidad, y lo que a mí respecta, últimamente siento que me asfixio con todo, quiero sexo, placer, adrenalina, lo que sea que pueda relajarme la noche completa.
─Verónica ─miro a mi amiga ─, el chico que está al otro lado de la barra no deja de mirarte, ¿lo conoces?
Me empino los mojitos uno tras otro para luego tomar valor y voltear. Busco con disimulo y me encuentro con Evans, un chico con quien tuve una pequeña aventura hace unos años atrá
No sé la respuesta a esa pregunta, pero no me voy a permitir a empezar a cavilar en ello otra vez. Así que con indignación le doy una bofetada, para luego terminar abandonando el aula presa del llanto.Es mucho más fácil para él fingir que no pasó nada, porque no siente nada por mí, pero yo estoy totalmente loca por él y cada juicio que lanza en mi contra me afecta más que el anterior. Algo me dice que ambos salimos heridos, él por decirme cosas que quizá no quería a causa de una foto que no tenía derecho a reprocharme, y yo por no defenderme lo suficiente ante sus atropellos.Una semana más tarde mi vida empieza a dar un vuelvo brusco. Ricardo parece filtrarse entre mis poros, e invadir mi alma con cada lágrima bajo la regadera. Mi destino es caer en depresión profunda durante un tiempo indefinido, y sufrir diabetes a causa de los litros de helado diari
Tras resolver varios asuntos legales y financieros, mi amigo se ofrece a llevarnos a mi casa. Al bajar del auto le pido a Oliver que nos acompañe a cenar, pero se niega aduciendo que Verónica y yo necesitamos espacio para dialogar. ─No sé si quiera hablar con ella hoy ─advierto en lo que me froto la nuca y me inclino hacia la ventana. ─Para mañana es tarde ─estrecha mi mano derecha. ─ Ya sabes, si me necesitas no dudes en llamarme. ─Gracias, Oliver. ─ ¡Ricardo! ─escucho a Verónica llamarme desde la recepción del edificio. ─Ya me voy, tu chica está histérica ─comenta Oliver. […] Sigo sin poder dormir, doy vueltas de un lado a otro. Las luces están apagadas pero por el balcón entra a raudales el resplandor de la luna y del faro de la calle. Miro el reloj y es media noche, ¿cuándo voy a dormir? Me remuevo sobre el colchón pero ninguna posición es cómoda. Siento el pórtico rechinar y me giro asustado, entonces la veo de pie sobre la rendija de la puerta; sus pies e
[…] ─Es que… ¡Dios! ¿en serio, lo olvidaste? ─me reprende. Enjuga su cara entre sus manos con demasiada indignación y me vuelve a fulminar con la mirada. ─No lo olvidé, Sam ─me tiro en su sofá ─, pero tampoco puedo tiritar en ese asunto el resto de mi vida. Ricardo me pidió disculpas por todo lo que pasó, y yo hice lo mismo. ─Verónica, ¿qué te está haciendo ese madurito? ─me lanza un cojín. ─ ¡Madre divina!, te ha doblegado. La Verónica que conozco NUNCA ─volvió a remarcar después de unos instantes ─, pero lo que digo es nunca, ha pedido perdón. ─No exageres. ─Esto… ─hace una pequeña celebración a modo de burla ─, esto es un retroceso para tu personalidad pero un avance para la humanidad. ─ ¡Qué hija de p…! ─acabo tirándole varios cojines. Reímos un par de segundos hasta que oímos el timbre sonar con insistencia haciendo que chillemos. ─ ¡Voy! ─grita Sam antes de abrir. Al hacerlo ambas nos llevamos la desastrosa sorpresa con Rodrigo a la puerta, colgando un aspect
Una vez acaba el papeleo administrativo, Ricardo le exige a los oficiales que levanten una orden de alejamiento en contra de Rodrigo, ya que irónicamente, el único cargo que se le pudo imputar fue violación de morada, del que podría zafarse si paga una multa absurda. ─ ¿No piensas decirme quién es? ─murmuran con descontento A mis espaldas. ─Honestamente no estaba dentro de mis planes, ¿o acaso crees que se me iba a pasar por la cabeza, si quiera, verlo otra vez? ─descargo con ironía, pasando por alto la mirada fulminante de Chris. ─Verlo o no es lío tuyo, y mío desde hoy, porque ese imbécil te pudo haber matado ─inspira hondo antes de agregar ─; pero no me refiero a Rodrigo, sino al otro tipillo con complejo de superhéroe. Sin preverlo, se me escapa una sonora carcajada. ─No es prudente que actúes así aquí y ahora ─me reprende. ─Desde luego que no, ¿pero qué esperas oír de mí? ─enarco una ceja sin dejar de reír del todo. ─ Algo inteligente. ─ Esperas demasiado de mí
De vuelta al carro con Sam y Chris, una oleada de emociones me embargan. Incertidumbre, ansiedad, desilusión, confusión; y miedo, tal vez. todo va tan rápido, justamente como quise desde un principio, aunque ahora me provoca un maldito vértigo de no acabar que empiezo cuando lo veo y termina en cada jodido drama que surge. ─ ¿Tiene hijos? ─No que yo sepa ─le contesto a mi hermano en lo que conduce. ─No me cae bien ─informa. ─ ¡Qué novedad! ─resopla Sam desde la parte trasera del auto. Añade ─, para nadie es un secreto que no soportas a nadie. ─En especial a ti ─viborea Chris. ─El sentimiento es mutuo ─rebate Sam. Quedo en medio de la situación procesando mis siguientes palabras, y la discordia entre este par que no comprendo. Es que me confunden… ─A ver ─los interrumpo ─. Parecen niños. ─ ¿En serio lo dices tu? ─hablan al unísono. ─ ¿Los dos en mi contra? ─finjo indignación ─. De no ser porque quiero llevar la fiesta en paz les diría unas cuantas verdades.
─ es normal que me quieran conocer.─Preguntar es lo menos que podemos hacer ─ataja mi madre.─Por favor, ya basta ─le pego un vuelco brusco al asiento.─Verónica, mamá está hablando ─reprende Chris.─Tu hermano tiene razón, Verónica, cálmate ─pide Ricardo en un tono bastante avergonzado ─, es normal que tu familia quiera saber más del hombre con quien tienes una relación.¿Qué?, ¿cómo?¿Cuál relación? Hasta hace un par de días atrás esto era un juego, un jodido juego de mierda que se me está saliendo de control. No pensé decir esto, pero, odio las malditas etiquetas, las conversaciones, tener que involucrar a la familia en lo que debería ser mi intimidad, mi decisión, mi voluntad. ─Nena ─lo oigo en un susurro casi imperceptible. ─No quería llegar a esto ─bostezo abriendo desmesuradamente los ojos, queriendo huir.Las preguntas siguen sucediendo el resto de la velada. La parte más abrumadora es en la que todos ansían hablar...─Verónica nunca ha visitado Alemania, pero de niña apr
─Vi a Renata en su casa ─explico con la voz casi destrozada ─, encima vestía una camisa suya. Puedo asegurar que acababan de tener sexo. ─Madre mía ─impresionada se cubre la boca con ambas manos.─Y pensar que ayer estaba en mi casa reunido con mi familia fingiendo ser mi novio.─Miller es un cerdo de mierda, igual que el resto. Él se lo pierde ─me abraza repentinamente ─. Vayamos con los demás, bebamos a más no poder y bailemos. La vida es una sola y nosotras no perdemos el tiempo prohibiéndonos nada.Sí, para Sam es simple zanjar el asunto con una de sus célebres frases motivadoras de cabecera, pero para mí es sacar en claro que seguramente tengo un largo y tortuoso camino por delante si quiero superar a mi profesor y divertirme en el intento. Después de tres horas, quizá más. Honestamente ya perdí la noción del tiempo. Mi cuerpo danza al ritmo de la música, y el alcohol me nubla los sentidos, grosería que le agradezco.Sin poder sostenerme, caigo sobre los brazos de Evans. Huele
─Te estuve esperando ─se deja caer sobre el borde del escritorio con un gesto insoportablemente fluido, y con los brazos cruzados, dejando ver la presión que ejercen sus bíceps y tríceps sobre la delicada tela de su camisa─, ¿por qué nunca llegaste? ¿Cómo… cómo puede?, qué cínico. ─ ¿Es en serio? ─sonrío con indignación, pero me reprendo mentalmente al recordar lo sucedido con Evans. Me muerdo la lengua, me enjuago la cara entre las manos antes de coincidir con su mirada y añado con menos hostilidad ─, lo siento, ayer se me cruzaron varios asuntos. ─ ¿Estás bien? ─se me aproxima, me rodea el cuello con sus manos grandes, ásperas y calentitas, que me saben a remedio, y a todo lo que necesito justo ahora ─, te noto tensa, ¿ocurre algo?, tienes unos nudos increíbles en el cuello, ¿te apetecen unos masajes? Cierro los ojos un tercio de segundo, y al abrirlos me doy cuenta de la poca energía que me queda para discutir. Si algo me apetece, es dormir un mes, o quizá varios. No lo sé.