Capítulo 2

—¡Mierda! —gritó el castaño al mirar su celular y ver la hora. 

—Un poco más. —susurra la rubia que tiene a su lado en la cama. 

Marck no dijo nada más de un salto, se puso el pantalón y tomó las camisa para salir de la habitación de Aurora Hills, su prometida. 

—Señor, ¿necesita algo? —pregunta la mujer de servicio.

—No, Rebeca, dile a Aurora que la veo en la noche, tengo que estar en la oficina en una hora. —contesta a la mujer mayor. 

—¿Está bien, señor Lion? —La mujer se marcha y Marck sale del apartamento para ir a su casa. Tenía el tiempo justo para bañarse e ir a la reunión con los japoneses, los Hermanso Yamada son uno de los consorcios más importantes de Japon, su padre le habia pedido que usara toda su sagardia para convencerlos para invertir en la empresa. 

Entró a su Bugatti y sin pensarlo mucho lo puso en marcha. Las carreteras estaban congestionadas pero él conocía los mejores atajos para llegar a su casa. Al entrar se encontró con su padre quien solo negó y se montó en su limusina. Marck agradeció al cielo porque su padre no se detuvo para darle uno de sus pequeños sermones. Entró a la mansión Lion y subió hasta su habitación para correr a hacer las cosas, segun sus calculos tenía 25 minutos para la reunión. 

—Marck, cariño. —saluda su madre cuando este baja las escaleras. 

—Ahora no madre, estoy con el tiempo junto. —dice arreglando las muñequeras de tu traje. 

—Bueno, solo quería decirte que invite a tus tíos y suegros para cenar, ellos esperan que ya se establezca una fecha para la boda. —Marck asiente—. Si quieres puedes invitar a tus amigos.  

—Está bien, madre, voy a tratar de llegar a tiempo. Tengo una reunión muy importante hoy. —alega, a él no le molesta que su madre haga esas cosas pues sabe muy bien que para seguir presidiendo DL distribution tiene que casarse con Aurora, ellos han crecido sabiendo que están comprometidos desde que nacieron. Aurora ha sido su única novia y él ha sido el único que ella ha tenido o al menos eso él prefiere pensar. 

En relación con invitar a Domenico y a Gianlucca lo está pensando pues sus amigos son personas tan importantes y ocupadas como él en ese momento. Si le daba tiempo de llamarlos lo haría de camino a su casa.

Llegó a la oficina en un abrir y cerrar de ojos, tenía el tiempo medido, de algo le había servido haber recorrido la ciudad entera buscando recovecos para cortar y aprender como manejar en tiempo record. Tomó su portafolio y salió del auto casi corriendo, algo no muy propio de él, pero el acontesimiento lo ameritaba, si no llegaba a tiempo perdería el contrato más grande que su compañía haría en esos tiempos y su padre no se cansaría de reprocharselo. Entró al elevador y miró su reloj, un suspiro de alivio brotó de sus labios. Ya solo faltan cinco minutos para la reunión, sólo espera que los japoneses aún no hayan llegado. 

—Señor yo… — se encuentra a Clara su secretaria frente a las puertas del elevador con su mirada llena de lágrimas. 

—Clara tú… que? —pregunta calmado pero a la expectativa de las palabras de la mujer. 

—Le juro que traté, pero mi inglés no fue suficinete para poder retenerlos, nuestra comunicacion fue muy vana, señor, disculpeme. … —la mujer comienza a llorar y Marck comienza a imaginar lo peor, lleva sus dedos al puente de su nariz. 

—Por favor, dime que no es lo que estoy pensando. —La mujer asiente triste.

—Le juro que hice lo indecible para que no se fueran pero ellos valoran mucho la puntualidad y por más que le dije ellos decidieron irse. —Marck frunce su ceño, si apenas son las 10 de la mañana, ¿por qué se fueron? 

—Espera Clara, si la reunión con ellos era a las 10 de la mañana, ¿no? —La mujer niega. 

—No señor, la reunión con los señores Yamada estaba pautada para las 9 de la mañana. —Marck no podía creer lo que pasaba allí, su padre lo va a matar y los socios de la empresa lo van a destituir. ¿Como haia confindida las horas? 

Entró a la oficina hecho una fiera, no podía desquitarse con Clara, pues la culpa había sido solo de él. No debió aceptar ir a la disco con Aurora y mucho menos haberse quedado en su apartamento. Es una locura. Estaba arruinado. Clara entró detrás de él para esperar nuevas instrucciones pero Mark solo podía reprocharse lo estupido que fue al no prever que quedaría mal ante los ejecutivos de la empresa. 

—Señor Lion, ¿necesita algo más? —pregunta Clara sacándolo de sus pensamientos.

—No, estoy confundido yo pensé que era a las 10 de la mañana. —comenta sereno, sabiendo que lo que se le viene encima no era fácil. ¿Cómo le diria a su padre que aruino la emprea que le encargaron hace poco más de un año?

—A las 10 de la mañana tiene la entrevista de la chica que su tía le pidió que entrevistara para un puesto. —susurra apenada la mujer de 45 años. Marck maldice por lo bajo, eso fue lo que le pasó, sus pensamientos le jugaron una mala pasada, pensó que la chica a la cual no tenía ningun interés de contratar era a las 9 y los japoneses a las 10. 

—Bueno en vista que ninguno se dio, hay que trabajar. —Clara iba a salir de la oficina cuando escuchó las risas de personas saliendo del elevador. 

—Señor, se parecen a los… —no terminó de hablar cuando Marck estaba de pie caminando hasta la puerta de su oficina. 

—Oh, disculpe la demora señor Lion, es que venía de prisa para la entrevista y choque son el señor Yamada, sin pretenderlo le derrame el café en su camisa y fui a limpiarla rapido. —explica Sanda en inglés, con tanta naturalidad, sonriendo a los hombres mayores que se veían satisfechos con la chica. Sandra se voltea a los japoneses y comienza a disculparse nuevamente, esta vez en el idioma natal de los hombres dejando a Marck perplejo. 

—¿Qué te costaba voltear un café o hablar japonés? —murmura al lado de Clara. Marck esboza una enorme sonrisa y saluda á los hombres mayores en inglés, pues él solo conocía su idioma natal Neerlandés y el inglés, no era políglota como evidentemente era la señorita que hablaba amenamente con los hombres más importantes de Japón—.  ¿Usted es? —pregunta interesado en conocer a la mujer que le acaba de salvar el pellejo. 

—Soy Sandra, Sandra Willis, la chica que le dijo su tía. —Marck no sabia que decir, la huérfana conoce el japonés, se arrepiente haber botado sin leer el resume que su tía le envió, no le interesaba contratarla, pero en vista de que le acaba de demostrar que es una buena aspirante debe replantearse la idea de tenerla en la empresa.

—¡Oh sí, señorita Willis! La esperaba, me disculpo con usted pero, ¿cree que me permita atender a los caballeros primero? —Sandra con una sonrisa de oreja a oreja asiente, tomando asiento en una silla de espera al lado de la oficina—. Señores, pueden pasar a mi oficina para hablar más cómodos. —Esta vez Marck se dirige a los caballeros pero ellos no se mueven. 

—Nos gustaría que la señorita Willis fuera nuestra traductora. Conocemos el inglés pero sentimos que podemos comunicarnos mejor en japonés y ella lo habla de manera fluida. —Plantea uno de los hombres. Marck no sabe qué contestar pues aunque la chica le ha traido buena suerte al influir para que regresaran no era empleada formal de la empresa. Mira a su secretaria que no había sido capaz de retener a los caballeros, además de ni siquiera hablar japonés o hablar inglés fluido, cambia su mirada para observar con detenimiento a la chica de rostro inocente y una sonrisa conciliadora. Suspira derrotado, si esa chica consigue que él firme ese contrato le tocará buscar una plaza en su empresa.

—¿Qué opina, señorita Willis, puede fungir como traductora para los señores Yamada? —pregunta a la dulce chica pues no quiere abusar de ella.

—No tengo ningún problema, señor Lion, para mi es un placer. —Marck señala al puerta para que los tres entraran seguidos de él y su secretaria.

La reunión fue todo un éxito, Sandra había servido de intérprete y hasta de mediadora entre los hombres. Los Yamada firmaron el contrato más grande con Marck y se despidieron de Sandra augurando un buen puesto en la compañía y no estaban muy lejos de la realidad, pues Marck la necesitaba como traductora y asistente, pero tenía un problema, no tenía una razón justificada para sacar a Clara.

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