Capitulo 8

El almuerzo con Akiro fue extraño para Sandra pues ella nunca había tenido un acercamiento con un hombre. El japonés se comportó a la altura, fue todo un caballero en toda la extensión de la palabra, pero aun así ella se sentía incómoda. No entendía el porqué, pero así era. En cuanto salieron del restaurante los esperaba la limusina qué los había llevado hasta allí. 

—¿Te encuentras bien? —pregunta Akiro al sentirla muy callada. 

—Eh, si, ¿Podrías llevarme a la empresa? —pide Sandra con una pequeña sonrisa en sus labios. 

—Por supuesto. —el hombre toma el teléfono que da con el chofer para dar las nuevas instrucciones—. Esta mañana mi padre recibió una invitación por parte de los Lion para la fiesta de compromiso de Marck Lion, me gustaría que pudieras acompañarme. —Sandra abrió grandes sus ojos .

—Yo… —titubea—. Yo nunca he ido a una fiesta de personas importantes, es más, no tendría que ponerme, mejor no, sería mucho para mi. —admite tranquila y sincera conociendo que ese no es su lugar. Akiro niega con una media sonrisa.

—Nada es mucho para una mujer tan hermosa, me sentiría orgulloso de poder llegar contigo a mi lado. eres hermosa, sencilla e inteligente, características que son muy difíciles de encontrar en esta selva de cemento en la que nos rodeamos. —Akiro le toma su mano con suavidad—. Yo me encargo del vestido y del arreglo. Me acompañaras a la fiesta? —Sandra lo mira y con temor asiente.

—Está bien, pero quiero que me prometas que si no me siento cómoda me vas a dejar ir. —Akiro asiente. 

—Por supuesto, de eso no tengas ningún tipo de dudas. —Sandra sonríe más tranquila. El silencio vuelve a reinar en la limusina hasta que llegan a la empresa donde se despiden con la promesa de el sábado volver a encontrarse para ir a fiesta de compromiso de su ahora jefe. 

Al entrar a la empresa subió directamente al piso donde se ubican las oficinas de Marck, encontrando allí a Clara tecleando algo en su computador.

—Que bueno que te veo, quería ofrecerte una disculpa, pues no sabía que… —la mujer mayor niega tranquila.

—Tranquila Sandra, entiendo perfectamente que no sabias mi intolerancia, ya pedí unos días para descansar, estoy terminando de arreglar la agenda de los siguientes días del señor Lion y bueno, entiendo que quedarás tú por mí en estos días. —Sandra asiente triste. 

—Claro, yo voy a hacer mi mejor esfuerzo, espero que puedas descansar. Realmente lo siento mucho. —concluye la chica temiendo el rechazo de su compañera de trabajo. 

—No hay problema, además ya me hacían falta estos días por enfermedad, casi nunca los tomo, pero ahora que estás me siento más tranquila al dejar la oficina. 

—No sabes como me alivia saber eso, pues lo menos que quiero es que sientas que quiero tu puesto. —alega la chica y Clara niega. 

—Para nada, se ve que eres una buena chica, entiendo que todo salió de control, pero nada que no se pueda arreglar. —Sandra asiente convencida que será muy buena compañera. 

Clara aprovechó las horas que estuvieron solas para explicarle a Sandra todas las responsabilidades de ella como secretaria y las que se espera que  ella cumpla como asistente, pues el segundo puesto es el que más tiempo tiene que pasar con el señor Lion. Sandra hizo sus anotaciones, sorprendió a su compañera con sus conocimientos de computación y su habilidad para aprender. Definitivamente Sandra si iba a ser un alivio para su cargada agenda de trabajo pues muchas cosas ella podía delegarlas en la joven mujer. 

Al siguiente día Sanda llega más temprano para acomodarse y tener todo listo para cuando su jefe llegue. Clara la había preparado para que fuera una eficiente asistente, y ahora se sentía más confiada. Al escuchar el elevador su corazón se detuvo, no sabía que podría pensar MArck ahora que ella está en el puesto de su secretaria. 

La mirada de Marck se encuentra con la mirada temerosa de Sandra. 

—Buenos días Sandra. —saluda con un tono neutro. 

—Buenos días señor Lion, enseguida le llevó su café y le leo su agenda. —habla nerviosa. 

—No quiero café, traeme un analgésico y agua, tengo un dolor de cabeza que me está amargando la vida. —habla y enseguida Sandra hace lo que este le pide. 

Marck entra a su oficina y toma asiento cerrando sus ojos, la claridad lo está matando, pero tiene que trabajar, no debió quedarse bebiendo con Domenico y mucho menos debió llamar a Gianluca para que los acompañara, entre sus penas y el matrimonio al que están forzando a su amigo terminaron en tres taxis para ir a sus casa, pues ninguno se podía poner en pie con sus propios pies.

Por su mente solo pudo pasar la mirada asustadiza de Sandra, esa chica con su mirada dulce estaba causando confusiones en el que no debería estar pasando. 

La puerta se abre y la ve entrar con su bandeja de plata, un vaso de agua y su analgesico al lado. La agenda sujeta por sus labios para luego volver a su mano libre. 

Aquí le pongo su encargo señor. —Marck va a tomar el vaso pero en vez de tomar el envase de cristal toca la mano de Sandra provocando que una corriente corra por sus cuerpos. 

—Disculpe señor Lion. —susurra Sandra y Marck niega. 

—No tienes que disculparte, fui yo quien no espero. —alega y Sandra asiente volviendo a su lugar para comenzar a leer la agenda del hombre. 

Marck toma el analgesico y vuelve su mirada a los labios de la joven mujer, unos labios pronunciados pero no vulgares, se sintió deseoso de probarlos, tal vez, así dejaba de pensar en la chica que desde que llegó a la empresa ha puesto su vida de cabeza.

Sandra leía la agenda sin darse cuenta de la mirada penetrante de su jefe, estaba tan ensimismada en la lectura que no se dio cuenta cuando Marck por un impulso se detuvo frente a ella. Al sentirlo tan cerca sus nervios se incrementaron. Sandra bajo la agenda para enfrentar a Marck, quien no decía nada, solo daba pasos dubitativos para acercarse a ella, tres dias y dos noches habían pasado y su mundo no era el mismo, en sus noches no dejaba de pensar en esa mirada inocente, y en la oficina no dejaba de desear probar esos labios que lo tientan. Si tan solo lo probara podía quitarse ese ferviente deseo que le está nublando su razón. 

—Señor … —susurra Sandra pero Marck no se detiene, acabaría con su suplicio, probaría esos labios y ya no la pensaría más. Sandra sentia su corazón latir tan fuerte que sintió miedo que alguien pudiera escucharlo, Marck sin decir palabra alguna, solo se dejo llevar por sus instintos y tomó suavemente con un dedo la barbilla de la joven mujer, sus miradas se encontraron, sintiendo como sus corazones laten al unísono.  Todo parecía correr a cámara lenta, Sandra por impulso cerró sus ojos, Marck al ver la vulnerabilidad de sus asistente comenzó a acercar sus labios con los suyos, sintiéndose ganador, pero antes de poder tocar esos jugosos labios escucha la perilla de la puerta haciendo que sus  reflejos actuaran inmediatamente y este se alejara de la chica encontrando luego la mirada de su novia. 

—Como le decía, necesito que haga espacio en mi agenda para el viernes, estará un poco ocupado con mi amada novia, se voltea mirando a la mujer que pasa por la puerta y este le extiende su mano para hacerle ver a Sandra que ella era su amor, su prometida. 

Sandra estaba confundida, ella lo sintió tan cerca que juro que la alcanzaría a besar. Mira a la pareja que sonríe como tortolitos y solo puede asentir. 

—Claro, señor, ¿desea algo más? — cuestiona y Marck niega despidiéndose con su mano. 

Sandra salió con su corazón arrugado. ¿Qué le pasa con su jefe? ella no puede enamorarse de él, pues este ya tiene una vida, no puede dejarse envolver pores admirada que la embelesa, ella debe ser más fuerte que eso. 

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