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Mientras nos servían el primer plato, madre le indicó a Risa que se acercara. Mi pequeña acudió de inmediato, inclinándose hacia madre entre su sillón y el de Mora.

—Ve, pequeña —le dijo en un susurro—. Aprovecha a cenar en la sala de las camareras. Enviaré por ti tan pronto pueda escaparme.

—Sí, Majestad —respondió Risa en el mismo tono.

Un momento después la vi rodear la mesa de Eamon hacia la salida a paso rápido, aunque se detuvo a intercambiar unas palabras con Aine.

—¿Por qué huiría despavorida de mí? —pregunté viéndola irse.

—Serás obtuso —replicó madre, entre divertida y exasperada—. Porque para ella eres dos personas distintas, ¿o no escuchaste lo que te dije hace un momento?

—¿Dos personas distintas?

—Recuérdame que te jale las orejas cuando estemos solos. ¿No lo comprendes? Ella tiene su lobo, en quien confía, a quien conoce y ama con todo su corazón, pero que nunca vio en dos piernas. Y de tanto en tanto se cruza con este otro lobo que le inspira miedo. Hasta donde ella sa
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