Emmanuel era el de las manos rápidas, eso ya lo había notado, en menos de cinco minutos ya había tocado mi trasero unas diez veces.
Sí, las conté, porque cada vez que lo hacía enviaba unos pinchazos a mis piernas. Debilitándolas.
Ezequiel era…¿cómo explicarlo? Mis pasos no podían estar lejos de él, seguía todos mis movimientos, era el que más cercano bailaba y exigía contacto visual conmigo. Desde luego, podría verse que estos dos Alfas me acorralaban, pero no sé si era por el alcohol, la adrenalina del lugar, no sentirme cobarde o algo más, pero estar en medio de ellos dos arrojaba algo en mí. Aparte de todo este calor que recorría mi cuerpo.
Emmanuel, que estaba detrás de mí, posó sus manos en mi cintura luego de dejar un trago en mi mano, me llevó hasta tocar su pecho y después se acercó a mi oído, Ezequiel solo tardó un segundo en seguirnos el paso.
—¿Qué hará una omega en nuestra universidad? Te van a comer viva, ¿lo sabías?
—¿Qué vas a estudiar, Lois?—Ezequiel tomó el vaso vació y regresó en un segundo con otro. Tomó de él y luego le dio a su hermano, fui la última en beber.
—No vengo a estudiar.—Confesé.
—¡Lo sabía!—exclamó Emmanuel desde detrás.—No aceptan Omegas. Y con lo que cuesta la universidad…
—Habían otras opciones. Como que fuera la primera becada, eso sería un escándalo, pero no era tan descabellado.—dijo Ezequiel, tocando mi respingona nariz.
—Estoy segura que no sabes ni a dónde te irás a meter. ¿Por qué no nos sentamos y platicamos?
—Vamos al restaurante. Allí‚ habrá menos ruido.—Ezequiel tomó mi mano de primero y nos guió, abriéndose camino entre la gente.
Abrieron una puerta para cruzar al otro vagón, allí todo cambió. Había silencio, muchas mesas vacías y nadie, no había nadie.
Ezequiel siguió caminando casi hasta el otro vagón, pero antes de llegar al final, encontró una especie de lugar que se reservaba, parte del restaurante, pero más privado, con una mesa en el centro y cómodas sillas rodeándola.
Detrás de esta había un pequeño sofá.
Emmanuel se nos adelantó, tomando un lugar. Ezequiel fue el segundo en acomodarse, dejando únicamente el espacio de en medio para mí.
—Podríamos haber hablado en la fiesta.—dijo mi lado cobarde. No me estaba sintiendo intimidada ni nada por el estilo, sino que al estar a solas con ellos, el aura cambiaba, la temperatura aumentaba y mis piernas se volvían algo débiles.
—Había mucho ruido.—Ezequiel sacó un tabaco de su camisa y lo llevó a su boca, después verificó sus bolsillo, pero no parecía llevar consigo un encendedor.—Búscame un encendedor.—me pidió, cambiando el tono de voz.
Mi cuerpo se incorporó de inmediato y comencé a pensar dónde podía encontrar un encendedor. ¿En la cocina?
Al llegar a la puerta Emmanuel dijo mi nombre.
—Lois. Espera.—caminó hasta mí, llevándome de regreso al sofá.
—¿Ves? Por eso no pueden haber omegas en esta universidad. Todos los demás se aprovecharían de ellos. Por eso está la política de que solo Alfas y Betas. Aunque hay muchas personas en contra, pintándolo como que es muy excluyente. En realidad no lo es. Existen otras universidades para Omegas que le dan la libertad de capacitarle sin un constante acoso, es la naturaleza la que está en su contra, no nosotros.
—La Universidad Liberty, en las últimas décadas ha reunido a los hijos de todos los grandes Alfas, Betas. Tiene un alto índice de aceptación. De aquí solo saldrán los mejores.
—Entonces…¿qué haces aquí, Lois? Eres la única Omega en todo el tren, con excepción de los empleados. ¿Vas de polizón? No lo creo.
—Es de la misma manada que Viviana, por lo que tienen que ser muy amigas como para que ella la trate como iguales.
—¡Somos amigas! Este tiempo seré su acompañante. Como habían deducido, no soy una estudiante.—no solo no tendría cómo pagar un lugar así, tampoco me aceptarían.—Ustedes…¿de dónde vienen?
—Distrito de las colonias.—dijeron a la vez.
—¡¿Distrito de las colonias?! ¡Eso está al otro lado del país!
—Como ya te dijimos, esta es la mejor universidad. Por eso viajamos hasta aquí.
—¿Puedo preguntarles algo?—sería la típica pregunta que haría alguien que no ha estado en ese lugar. A lo mejor todo el mundo les hacía las mismas preguntas cuando sabían de dónde venían, ¡pero es que tenía que preguntarlo!—¿Es cierto que…la loba negra existió?
—Normalmente consideramos una ofensa que se le llame la loba negra, cuando tiene un nombre tan hermoso. Y sí, existió. Cuando se liberó el manto y quedamos expuestos ante los humanos, fue muy difícil regular todo, pero la líder, Amaris, supo hacer una buena organización en conjunto con el Alfa Brais y la bruja Artemisa, mientras que Jara fue la clave para una paz entre las distintas especies.
—Ustedes son el único distrito que fronteriza con el de los humanos. ¿Es difícil?
—A veces nos olvidamos de su existencia. No tiene importancia.—respondió Emmanuel con calma.
Había una larga historia detrás de nuestro perfecto mundo en el que solo convivíamos entre lobos, tuvieron que pasar guerras, sacrificios, pérdidas, para al final poder tener nuestro propio lugar en este basto mundo. Pero hablamos de tiempos en los que yo aún ni pensaba en nacer o los padres de mis padres, ni sus padres.
Esto era una nueva era.
—Sé que a lo mejor tu amiga te lo ha dicho, pero no podrá protegerte de todo el mundo. Así que no te acerques a la universidad.—Las palabras de Ezequiel me dejaron con algo de miedo.
—La fiesta acabará dentro de nada. Mejor te llevamos a habitación. Y de allí no salgas.
—Nos quedamos ya con ella.
Salimos del vagón de restaurantes y entramos de nuevo en lo que era la fiesta.
Unas chicas se nos acercaron pero Ezequiel las hizo a un lado. Nos abrimos paso hasta salir de nuevo de todo aquel bullicio.
De regreso a la área de las habitaciones, entramos a la nuestra.
—Solo hay dos.—Les advertí una vez dentro.—Ustedes dos se acomodan en aquella.—señalé la que tenía que ser la cama de Lois.—Si buscan la manera, sé que pueden acomodarse.
—Yo opino que echemos los colchones al suelo y durmamos allí.
—Buena idea.—dije, pero no entendía qué diferencia habría entre el colchón en el suelo o en su lugar, hasta que ellos quitaron el suyo, luego el mío y pretendían acomodarlos allí.—¡El mío no!—me quejé, intentando recuperarlo.
—Pero dijiste que era buena idea.
—¡Pero solo el de ustedes! No contaba con que el mío estuviera incluido.
—Es de la única manera que vamos a caber, Lois. Mira—rápidamente Ezequiel unió los dos y me mostró el espacio más amplio que formaban. Llevó las sábanas y todo lo demás allí.
Comenzaron a desnudarse, quedándose en calzoncillo.
Evité mirar sus cuerpos bien dotados, pero lo cierto es que ya hasta había contado sus cuadritos en aquellos cuerpos tan marcados.
Como en el restaurante, cada uno se acomodó a cada lado y dejaron el espacio de en medio para mí. Cruzada de brazos, me negué a meterme allí, tomé mi pijama y me cambié en el baño. Al salir ya las luces estaban apagadas y yo junto a puerta. Sin tener idea de dónde iba a dormir.
Los minutos fueron pasando y mis piernas que cansaron de estar allí parada.
Al rato escuché como una clase se resoplido o ronquido. Parecía que ya dormían.
Pisé cautelosamente la cama y gateé hasta el medio, aferrándome a las sábanas que ahora me cubrían y luego cerrando los ojos.
Mis latidos parecieron paralizarse cuando sentí esas dos manos rodear cada lado de mi cintura.
—Nunca he dormido con una Omega.—Si no los veía, no podía saber quién hablar, ¡pero los malditos estaban despiertos!
—Yo tampoco.—Dijo el otro hermano.
¡Y yo nunca había dormido con dos Alfas! ¡Ni con uno!
¡¿En qué me metí?!
—Quiero un beso de buenas noche.
—Yo también necesito uno.
—¡No son niños!
—Eres más adulta que nosotros, Lois.
—¿Cuantos años se supone que tienen?
—Recién cumplimos diecinueve. Es nuestro segundo año de carrera.—¡¿Qué persona de diecinueve años podía lucir de esa manera?!—Lo sé, parecemos de veintidós.
—¡Mierda! Se ven muy guapos.
—Eso lo dijiste en voz alta.
¡Mierda!
—Les daré un beso y se duermen.—giré mi rostro hacia el de la derecha, pero no hubo mucha coordinación y mis labios terminaron en su boca. O fue porque quien se coordinó fue él para que mis labios cayeran allí. Ahora podía decir que ese era Emmanuel, el de las manos sueltas, a quien también le diría el de los labios sueltos. Aunque ese último no era un buen apodo, me quedaba con el primero.
—Fue en los labios, ¿no?—preguntó Ezequiel.—En ese caso también necesito uno.
—Fu-Fue sin querer.—expliqué.
—Pues a mí también.
—¡Solo un piquito!—me acerqué despacio. Mis labios fueron dudando. Las manos del otro buscaron mi cintura, acercándose a mi trasero.
Espera…¡creo que el primero sí era Ezequiel! Por lo que pudo haber sido un accidente lo del beso en la boca, entonces este era Emmanuel.
¡Demonios!
Sus labios asaltaron los míos dejándomelos húmedos. Me envolvió en un beso en el que mis labios respondieron en un instante, por la magnitud de este, por el sabor de ellos, por el calor de los dos, por atrevimiento mío.
Eran demasiadas cosas.
Regresé a mi almohada casi entre jadeos, acabando de recibir mi primer super beso. Otros labios me asaltaron y yo respondí, sintiendo una presión que se acumulaba entre mis piernas.
Varias manos me tocaron, dejándome esta situación como toda una zorra, porque mis labios soltaron sonidos muy indecentes. Y esta m****a me gustaba demasiado.
¿Qué hacía?
Me iba involucrando más y más en este juego. Y ahora no quería salir de él.
—Necesito saber quién es quién.—Pedí entre súplicas, estando más caliente que el sol.
—Soy Ezequiel—dijo el de la derecha, tal como sospeché.
—Y yo Emmanuel. ¿Podemos seguir?
—Pueden seguir.—les indiqué, siendo inmediatamente arropada por ellos dos.
¿Dos alfas para mí?
¡Esto era una locura!
Los sudores comenzaron a viajar por mi cuerpo y yo fui capaz de reconocer el sabor de sus lados, diferenciarlos por sus manos, la manera de besar. Los gemelos no eran idénticos en todo.
El sabor de sus labios era muy rico, pero sus manos hacían magia en mi cuerpo, se imponían, me aplastaban y ninguno de los dos se enfrentaban por una parte u otra.
Sabían compartir.
—Lois.—ahora no supe quién hablaba, porque nos habíamos movido por toda la cama y era muy probable que ya ellos habían intercambiado de lugar.—¿Con quién quieres estar?
—Tienes que elegir.
—¿Por qué?—pregunté, ansiando que retomaran lo que hacían. No necesitábamos hablar.—¿Por qué tengo que elegir?
—¿Quieres estar con los dos?
Deslicé mis manos hacia el miembro de cada uno de ellos, acogiéndolos en mis dedos.
Aquella era mi respuesta.
Entre sabores y sudores, esto subió mucho de tono.
—¡Soy una zorra!—exclamé al abrir los ojos y verme desnuda entre estos dos hombres.—No…—masculló uno de ellos. Habíamos quedado en que para poder diferenciarlos, Ezequiel se quedaría a mi derecha y a mi izquierda Emmanuel. Por lo que el que hablaba era Emmanuel, a mi izquierda. Dejó una mano en mi hombro y devolvió mi cuerpo a la cama, para que de inmediato ambos me arroparan con sus manos.—Eres una loba, no una zorra.Ezequiel dejó salir una risa y luego comenzó a besar mis pechos o el que le correspondía a él, dado que se dividieron mi cuerpo cuando ya cada uno había andado todo y hecho lo que se les vino en gana. Y le dieron ganas de muchas cosas.La división solo salió cuando todo terminó, mientras pasaba eso nadie tenía territorio, yo solo era de ambos, cada parte, cada lugar de mí, ahora era de ellas.Estuve con estos dos Alfas y…creo que no me arrepentiría jamás.—Intenta dormido otra vez o…despertaremos nosotros también.—¡Ya me duermo!—Y cerré mis ojos, mientras los recuerdo
El agua bajaba por mi cara, no sé cómo cabíamos los tres en la ducha. Unas manos lavaban mi cabello y otras estaban agachas estregando mis pies.Deseaba que solo fuera un baño rápido, porque mi cuerpo estaba verdaderamente cansado.Esos buenos días fueron…tan fuertes como las buenas noches.No hacía más que suspirar, mientras mi atención iba de uno a otro. Era difícil mantener mis ojos solo en uno de ellos.Esto no era nada, una aventura que ocurrió en un tren, como la que estaba teniendo Viviana en la habitación de al lado. Solo que…se sentía extraño, quizás un mínimo apego por ser mi primera experiencia en cuanto a relaciones sexuales, mi primera experiencia para muchas cosas en este ámbito tan placentero y perverso en el que me veo inmersa, al menos por estas últimas horas.—Creo que ya está lista.—¡Menos mal! Todo pasó sin incidencias, no fue más que un baño. Agradecía eso.Pero mi estómago rugió y arruinó las cosas. Ahora ellos volvieron a prestar su atención en mí.¡¿Cuánto falt
No tuve tiempo de despedirme de ellos, pero puede que esa fuera la mejor despedida, no decirnos nada y solo apartarnos.En el restaurante se sintió demasiado bien que me defendieran, no lo esperé, ni siquiera supe que ellos estaban allí, pero verlos acercarse fue como un repentino alivio.No podía describir la sensación que me recorrió al sentirme protegida.—¿Y cómo te fue?—preguntó Viviana, sentada en la cama, observando toda la habitación, mientras yo ordenaba de forma correcta su equipaje, ya que ella lo había vuelto una etcétera. Yo seguía asombrada por la pelea que los gemelos protagonizaron durante el desayuno en aquel restaurante. Viviana recién terminaba su larga llamada, hablaba con una amiga de la universidad, contándole sus aventuras en el tren—¿Cómo se portaron? ¿Viste que no pasaba nada porque estuvieras con dos desconocidos?Pudo tratarse de dos desconocidos con malas intenciones, pero eso Viviana no lo veía de ese modo.—Bien, se portaron muy bien.—tragué discretamente
Después de mi registro, se me colocó una pulsera que me identificaba como parte del servicio de Viviana, de modo que como no usaba ningún tipo de uniforme, por suerte, esa era otra manera de identificarme.De igual modo no pretendía salir de aquí a ningún lado. ¡Jamás!Llegamos al recinto de los dormitorios, allí organicé todas las cosas de Viviana en la enorme habitación que teníamos, era como una casa, de hecho era por mucho más grande que la casa de mis padres, tenía mi propia habitación y era bastante amplia.Al menos había algo bueno en todo esto.Unas chicas habían tocado a la puerta hace un rato para presentarse, de paso invitar a Viviana a una fiesta, misma que ella me pidió que la acompañara, pero me negué. ¿Ir a una fiesta el primer día que llegábamos? Ni loca. Ni ahora, ni después. Me asustaba que Viviana no se diera cuenta de mi situación aquí, se olvidaba mi lugar, yo no formaba parte de ellos por más que Vivi me quisiera integrar.Aquello solo significaba peligro, y más
—¡Ayuda!—grité cuando ellos me conducían para uno de los edificios que estaban alrededor. ¡No podía dejar que ellos me llevaran a algún lado!—¡Ayuda!—si dejaba que me entraran a una de esas casas, entonces estaba perdida.—¡Ayuda! ¡Ayuda, por favor! ¡Por favor, ayuda!—¡Cállate!—¡Cállala, Hernán!—le gritó otro, una mano se posó en mi boca y presionó con fuerza, ahogando mis gritos. Me dio un golpe detrás de la rodilla y yo caí al suelo, pero su mano tiró de mi cabello, volviendo a levantarme. Me dolía la cabeza de tantas veces que había tirado de mi cabello, algunos mechones ya me tenía que haber arrancando con lo fuerte que tiraba de ellos.—Ahora ya se quedará callada.El pasillo se tornó oscuro luego de que pasamos el portal, puertas y puertas, escaleras y ventanas. Esos dedos que olían a tabaco, se presionaban contra mi boca y rozaban mi nariz, respirando con dificultad. Me empujaron hacia las últimas escaleras, comenzamos a subir con rapidez, mi miedo iba en aumento y yo ya no sa
Hernán, de primer año, Kevin del mismo año y Leo, de segundo, mi compañero en algunas clases. Cubrían su boca, tomaban sus cosas y la mantenían en medio de ellos, como si ya no la hubiera visto.Era Lois.Este olor era de ella.Ella.¿Qué estaba pasando aquí? Y no me refiero a lo que hacían o intentarían hacer ellos. Digo, ¿qué estaba pasando aquí conmigo? Este olor, estas sensaciones, mis latidos, el sudor repentino en mi cuerpo y la desesperación al verla, es decir, ¡demonios! Nos gustaba Lois, pero lo que sentía ahora mismo era mucho más que eso, completamente superior a cualquier cosa que haya sentido antes. Sentía mis dedos sudar, mis latidos retumbaban en mis oídos y mis ojos buscaban su mirada, pero Lois estaba en medio de ellos.Necesitaba mirarla, la necesitaba.¡¿Qué mierda hacían ellos en medio?!¿Qué iban hacer con ella?¿A dónde pretendían llevarla?La cabeza se me llenó de ideas con cada paso que daba hacia ellos. Ideas de una masacre, todo bañado en sangre y cuerpos pul
No.Esto no puede ser. Es una trampa, un juego, algo hormonal, ¡alguna explicación tenía que haber para esto!Quizás un juego.Solo pedí…ser salvada, no sentirme irrevocablemente atraída hacia uno de los gemelos, hasta el punto de pensar que podía ser mi pareja, ¡cuando eso no era posible!Podía sentirlo, podía escucharlo, lo olía, sabía que estaba detrás de la maldita puerta, acechando. Y lo que era peor, esta era la habitación de Ezequiel donde me estaba quedando yo. Tenían otra habitación, pero estaba llena de no sé qué, en fin, que no estaba equipada y para el colmo de los males el tren ya se había ido.¡Demonios!Estaba atrapada aquí, con él.¡¿Qué es lo que pasa?!—¡Aléjate de la puerta, Emmanuel!—le grité, sé que no podía contenerse, pero yo tampoco quería sentir estos malditos impulsos y sé que podía ser más débil que él, él era quien tenía que resistirse, alejarse o me vería obligada a darle un rotundo rechazo, aún si ese no era mi deseo.No podía dejarme arrastrar por estos
La tristeza que sentí cuando fui rechaza y más el tener que afrontar el motivo del rechazo, me dejó destrozada durante mucho tiempo, casi todo un año, pero no solo era eso, saber que tu estatus era el motivo del rechazo, destrozaba mucho, pues era algo que no podía cambiar.No era el primer rechazo hacia una o un Omega, pero cuando tienes pocas o nulas oportunidades en la vida, al menos te permites soñar, porque eso no cuesta nada, soñar es gratis, eso lo sabía y pensar en el momento que encontrara a mi pareja era algo que me llenaba de una alegría inmensa, hasta que fui rechazada.Re-cha-za-da.Soñar era gratis, pero hacer los sueños realidad costaba realmente mucho, por lo que no sabía que precio tenía que pagar para que alguien como Emmanuel fuera mi pareja, no solo era un Alfa, también se notaba que era una persona increíble.¿Realmente era esto un error?Lo acepté y era lo más hermoso que había sentido en toda mi vida, el color de sus ojos cobrara otro significado, su olor, los r