No.Esto no puede ser. Es una trampa, un juego, algo hormonal, ¡alguna explicación tenía que haber para esto!Quizás un juego.Solo pedí…ser salvada, no sentirme irrevocablemente atraída hacia uno de los gemelos, hasta el punto de pensar que podía ser mi pareja, ¡cuando eso no era posible!Podía sentirlo, podía escucharlo, lo olía, sabía que estaba detrás de la maldita puerta, acechando. Y lo que era peor, esta era la habitación de Ezequiel donde me estaba quedando yo. Tenían otra habitación, pero estaba llena de no sé qué, en fin, que no estaba equipada y para el colmo de los males el tren ya se había ido.¡Demonios!Estaba atrapada aquí, con él.¡¿Qué es lo que pasa?!—¡Aléjate de la puerta, Emmanuel!—le grité, sé que no podía contenerse, pero yo tampoco quería sentir estos malditos impulsos y sé que podía ser más débil que él, él era quien tenía que resistirse, alejarse o me vería obligada a darle un rotundo rechazo, aún si ese no era mi deseo.No podía dejarme arrastrar por estos
La tristeza que sentí cuando fui rechaza y más el tener que afrontar el motivo del rechazo, me dejó destrozada durante mucho tiempo, casi todo un año, pero no solo era eso, saber que tu estatus era el motivo del rechazo, destrozaba mucho, pues era algo que no podía cambiar.No era el primer rechazo hacia una o un Omega, pero cuando tienes pocas o nulas oportunidades en la vida, al menos te permites soñar, porque eso no cuesta nada, soñar es gratis, eso lo sabía y pensar en el momento que encontrara a mi pareja era algo que me llenaba de una alegría inmensa, hasta que fui rechazada.Re-cha-za-da.Soñar era gratis, pero hacer los sueños realidad costaba realmente mucho, por lo que no sabía que precio tenía que pagar para que alguien como Emmanuel fuera mi pareja, no solo era un Alfa, también se notaba que era una persona increíble.¿Realmente era esto un error?Lo acepté y era lo más hermoso que había sentido en toda mi vida, el color de sus ojos cobrara otro significado, su olor, los r
EZEQUIELCuando hablé con Emmanuel y mi querido hermano me dijo que había encontrado a su pareja, no me pude sentir más feliz, ¡era eso una gran noticia! Pero cuando supe que se trataba de Lois…Sé que me sorprendí mucho, igual lo oculté.Pero él era feliz.Al poco tiempo después llamaron a mi padre desde la universidad Liberty, a tan solo un día para yo regresar.¡Emmanuel estaba enfermo!Mis padres casi se vuelven locos y en casa fue todo un caos. Él era o sería el siguiente Alfa que gobernaría toda la manada, su seguridad y salud era nuestra prioridad, nuestro mayor interés.A las pocas horas pudimos hablar con Emma, cuando él ya estaba consciente y nos dijo que era por ella.La causa era Lois, su pareja.Aquello provocó que mi padre, luego de saber de la existencia de Lois, enviara a buscarla de inmediato, pero yo me ofrecí o mi padre se iba a enterar que Lois había aceptado a Emmanuel, pero solo por no rechazarlo y entonces aquello formaría todo un caos, no solo contra Lois, sino
LOISLo primero que hice fue abrir los ojos, dándome cuenta que demasiadas personas me estaban mirando, rodeándome, era extraño, tener tanta atención era muy incómodo, sentí un huracán de dudas que me invadieron, pero no eran mías.La mirada más fuerte era la del Alfa Joseph. Me quemaba la piel.—Apártense. Si ya despertó, déjennos a solas.—Ese era Ezequiel.¡Estaban todos en mi habitación!No puedo creer, ¡qué vergüenza!El rostro asustado de papá se acercó a mí, dejando un beso en mi mano, toqué su rostro, separando mis labios para llamarle, pero a mitad de la frase decidí no hacerlo. No pretendía asustarlo más.Esta situación no solo me superaba a mí, también a ellos.—Estaremos fuera, cariño.—me aseguró mi madre, mostrándome una sonrisa tímida, pero alentadora.—¿Cómo te encuentras? ¿Estás bien?—una máscara dura adornaba su cara, dejando en ella una expresión muy fuerte que jamás había visto en Ezequiel. Aunque creo que tenía una expresión similar la última vez que nos vimos en el
LOISLo último que recuerdo es haberme despedido de mis padres, ellos se marchaban hacia la manada de Ezequiel y Emmanuel, la cuál aún ni sabía el nombre.Otro recuerdo que venía a mi mente fue cuando pensé o dije que no lo rechazaría y…que podría ser como con Emmanuel, no teníamos nada, no éramos nada, simplemente algo que aceptamos para no sufrir, ni ser rechazados.Desde luego, Ezequiel no aceptó aquello a medias.Y ahora íbamos en el tren, ¿qué tiempo llevaba aquí? Solo sabía que tenía que llegar con Emmanuel, ponernos bien y pedirles que deshicieran todo esto, mis padres llevaban toda una vida en nuestra manada, ¿cómo iban a cambiar de lugar a estas alturas de juego? No se les podía hacer eso, claro que no.Los párpados me pesaban, sentía que mi cuerpo se mecía y aquella mano me acarició la frente por novena vez en el último minuto.Ezequiel me aliviaba, pero no hacía que el dolor desapareciera.Murmuraba algo, pero yo no llegaba a entender, lejos de ser una canción parecía como
LOISIndiscutiblemente esto no iba a salir bien, Ezequiel no me había vuelto a dirigir la palabra, aunque no se alejó de mí y eso yo se lo agradecí, porque lograba calmar mi dolor, no podía mencionar las otras cosas que me provocaba, pero pronto esto iba a terminar.—Hemos llegado.—anunció, era muy evidente pues el tren se había detenido.—Nos recogerán a la salida e iremos con Emmanuel, a ti verá un doctor y yo le entregaré esto que me dieron tus padres. Dijeron que era muy importante que el doctor que te fuera a atender supiera tu condición, ¿de qué condición hablan?—Es algo privado.—dije, no quería sonar borde y jamás sería esa mi intención, pero no quería mencionar justo ahora mi “condición.”—¿Qué pasará después?—Es algo que, supongo, te explicará Emmanuel o el director.—Ezequiel…—él no me había dado la respuesta que yo pedí.—¿Estás bien?—tensó su mandíbula y apretó mi mano, juraría que escuché el rechinar de sus dientes.—Puedes rechazarme.—O aceptarte con tus condiciones, ¿cre
LOISNo estaba segura porqué lo hizo, pero ¡lo hizo! ¡Me aceptó! Creí que se lo iba a pensar más, pues no quería aceptar mis condiciones, también llegué a pensar que me rechazaría pero no fue así.Volvió a besarme, alejando por completo todo ese dolor de mí, calentando mi cuerpo y proporcionándome el alivio que necesitaba.Espera…Espera…Dejé mis manos en su pecho y lo alejé, ¡se supone que teníamos que alejarnos! Que solo nos aceptamos para no estar rechazados, que eso era un mero trámite, ¡no una relación de pareja común y corriente!Pero esto era lo que Ezequiel quería, apostaba a que yo no resistiera, ese era su plan.—Ya veo lo que quieres.—pude decir, la cabeza me daba vueltas, mientras el deseo se apoderaba de todo mi cuerpo y apenas podía hablar.—¿Qué tanto podrás resistirte, Lois?—dejó media sonrisa en sus labios, me vi en la obligación de cerrar los ojos y hacer el intento por ignorarlo, pero aquello no era de cerca un trabajo fácil.—¿Esto es lo que creías que te sería fác
Una hora lejos de ellos, solo eso y mi mente en lo único que podía pensar era en la mirada un tanto fría de Ezequiel o en los ojos tristes de Emmanuel.Me fui con el director y ahora estaba en revisión para ver si me encontraba bien.Me encontraba bien.El doctor se llamaba Moises, era un hombre moreno, alto y delgado, con una sonrisa de dientes muy blancos.—Vamos a ver, Lois. Sube a la cama. ¿No eres muy pequeña?—¿y qué tenía eso de malo?—Te haré un par de preguntas rutinarias. No sé por cuanto tiempo seré tu doctor, por eso debo estar al tanto de algunas cosas, ¿bien? Por más extrañas que te parezcan las preguntas tú responde con sinceridad. ¿Cuándo fue tu última regla?—Hace unos cinco días.—¿Últimas relaciones sexuales?—aquello sí que me pareció una pregunta incómoda y no podía ponerme a sacar cuentas cuál fue el día que me vi con los gemelos en el tren. Solo guardé silencio y él pasó a la siguiente pregunta.—¿Te has…apareado en tu forma de loba?—al parecer las preguntas solo se