Por Lois

LOIS

No sé cómo llegué aquí. Mis pies me trajeron, huyendo, siempre huyendo, como si correr pudiera borrar lo que soy. El bosque se abrió hace rato, y ahora el aire es diferente, más pesado, dulce, como si alguien hubiera derramado miel sobre la tierra. Estoy en un lugar que no conozco. El territorio prohibido, supongo, aunque nunca lo he visto en los mapas de la manada. Nadie habla de él. Nadie viene. Mucho menos yo, una omega.

Y yo, estúpida, débil, pensé que aquí podría esconderme. Que aquí no me encontrarían. Todo lo que deseaba era alejarme lo más que pudiera de ellos, soy la razón de sus desgracias, soy el motivo de lo que está pasando, incluso con Aidan.

Aidan…

El suelo cruje bajo mis pies, cubierto de hojas doradas que brillan, aunque no hay sol. Los árboles son altos, más altos de lo normal, con troncos plateados que parecen brillar desde dentro. Todo es demasiado quieto. No hay viento, no hay pájaros. Solo el sonido de mi respiración, rápida, entrecortada. Me detengo junto a
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