Desayuno peligroso

El agua bajaba por mi cara, no sé cómo cabíamos los tres en la ducha. Unas manos lavaban mi cabello y otras estaban agachas estregando mis pies.

Deseaba que solo fuera un baño rápido, porque mi cuerpo estaba verdaderamente cansado.

Esos buenos días fueron…tan fuertes como las buenas noches.

No hacía más que suspirar, mientras mi atención iba de uno a otro. Era difícil mantener mis ojos solo en uno de ellos.

Esto no era nada, una aventura que ocurrió en un tren, como la que estaba teniendo Viviana en la habitación de al lado. Solo que…se sentía extraño, quizás un mínimo apego por ser mi primera experiencia en cuanto a relaciones sexuales, mi primera experiencia para muchas cosas en este ámbito tan placentero y perverso en el que me veo inmersa, al menos por estas últimas horas.

—Creo que ya está lista.—¡Menos mal! Todo pasó sin incidencias, no fue más que un baño. Agradecía eso.

Pero mi estómago rugió y arruinó las cosas. Ahora ellos volvieron a prestar su atención en mí.

¡¿Cuánto faltaba para llegar?! ¡Estos gemelos parecían estar a mi lado todo le tiempo!

—Hay que llevarla a desayunar.—sugirió uno luego de escuchar mi estómago pedir desayuno.

—No, yo iré después. Ustedes vístanse y los veo más tarde.—le interrumpí, destruyendo la idea de que ellos me acompañaran.

—Algo me dice que quiere deshacerse de nosotros, ¿no te parece, Ezequiel?—Los gemelos comenzaron a dar vueltas alrededor de mí y entonces me perdí sobre quién era quién.

—En algún momento tendrán que irse, ¿no?—dije. Y la verdad es que no sé cuando terminaría esta aventura, pero deseaba que fuera antes de que el tren se detuviera. ¡No quería que Viviana nos viera!

—Iremos a desayunar los tres.

—¡No! ¡Ustedes saldrán de la habitación y me dejarán sola! ¡Con mis pensamientos! ¡Necesito pensar! Y solo lo haré cuando salgan por esa puerta.—salí del baño, aquello fue un intento por darle una orden, pero ellos solo arquearon su ceja y de inmediato yo sentí su presencia más fuerte, inundando toda la m*****a habitación, golpeando contra mi piel.

Uno de ellos me buscó la ropa y el otro me vistió, alguien colocó las camas en su lugar y aquellos gemelos se vistieron en cuestión de segundos.

¡Por lo menos ya iban con ropa distinta!

Pero…¿Por qué demonios creían como que yo no podía hacer nada?

—Ven a desayunar con nosotros. Es más seguro.

—¿Qué parte de que todo el tren está lleno de Alfas y Betas fue la que no entendiste? Es que no sé ni con qué cojones te subiste aquí, Lois.

—Ovarios.—le corregí. Aunque no se debía a eso, llegué sin saber que el tren iba a estar infectado de ellos, no tenía idea de que solo serían ellos, aunque quizás pequé de ingenua.

—Tu amiga, la que dice que te protegerá o la que tú crees que te protegerá, ni siquiera se le ha pasado por la cabeza que no podrás ir a desayunar sin que te molesten. Anoche todos estaban tomados, era una fiesta, la gente intentaba divertirse, pero hoy buscarán con quién o qué divertirse y tú, pequeña Lois, eres el objeto perfecto para hacerlo.

—¿A ustedes qué más les da?—Me quejé. Podía ser malo, pero no podría ser tan malo, nada a lo que ya no estuviera acostumbrada.

Y a decir verdad, si antes habría tenido los conocimientos que tenía ahora mismo, no me habría subido a este tren y menos…habría acompañado a Viviana a un lugar donde solo habían Betas y Alfas, por más que quisiera salir y conocer cosas fuera de mi manada, la Universidad Liberty no era el lugar para eso, no era el lugar para mí.

—Está bien.

—Ciertamente no es que nos importe mucho, ¿no?

—Ve primero que nosotros, no podrá ser tan malo. Y como Omega que eres, debes de estar acostumbrada a ciertos tratos, Lois. Fingiremos que no te conocemos.

—¿Está bien para ti?

—Como quieran.—respondí, observándolos sospechosamente.—¿Es gratis la comida?—mi pregunta los hizo reír, entonces ya sí que salí enojada, tomando algo de dinero.

La noche anterior no vi que ninguno de ellos pagaran por las bebidas que tomaban.

En aquel pasillo las personas iban saliendo de sus habitaciones, yendo en la misma dirección que yo.

El restaurante.

De inmediato comenzaron a mirar de manera extraña y yo los ignoraba, hasta llegar a la puerta del vagón que daba paso al restaurante.

Allí había un hombre con un traje azul y muchos botones repartidos por este. Extendió su mano hacia mí cuando yo me detuve ante él, impidiéndome el paso al vagón.

—Su…tarjeta.—dijo despacio, mirándome de manera crítica.—Deme su tarjeta, para saber en cuál habitación se hospeda.

—¡Rápido!—gritó una mujer detrás de mí—Los demás estamos a la espera.

Giré mi rostro, viendo la cola que ya se iba formando, en espera de mí.

Era como si todos a la vez decidiéramos venir al restaurante, supongo que todos teníamos hambre.

—M-Mi compañera la tiene.—dije, ya nerviosa por cómo detrás iban quejándose por la tardanza. No tenía idea de a qué tarjeta se referían. Tampoco sabía si realmente la tenía Viviana.

—A cada compañero, en caso de ser habitación compartida, se le da una tarjeta.—dijo la desesperada mujer, empujándome y mostrando su tarjeta para pasar antes que yo.—Me parece que tenemos a un polizón.—cubrió su nariz al pasar junto a mí y entrar al restaurante. Como si yo apestara.

Los demás siguieron pasando, hasta que de nuevo quedé al final.

Empezar otra vez.

—Puedo mostrar la mía, si gustas.—giré mi rostro hacia el hombre que esperaba detrás de mí mientras esto avanzaba con mucha rapidez.

—Se lo agradecería.—dije, mirando esos enormes ojos negros. Al llegar mi turno él mostró su tarjeta y me empujó con cuidado hacia dentro.

Le di una sonrisa de agradecimiento y me quedé mirando aquel tatuaje en su cuello. No sabía quien era, pero gracias a él entré.

¡Al fin había logrado entrar!

Miré rápidamente cómo era la dinámica aquí dentro, habían muchas mesas, pero creo que no alcanzaría para todos, esto era tipo bufet, me coloqué en otra cola más y esperé a por una bandeja, misma en la que fui recorriendo todos los puestos para tomar comida, llenando del todo mi bandeja con cada cosa rara que vi.

Tenía mucha hambre, pero también quería probar cosas nuevas, sabores nuevos, extraños platillos que a lo mejor había visto, pero nunca probado.

Esta era mi oportunidad.

¡Sobre todo porque era gratis!

Pero al final…cuando encontré una mesa y me disponía a probar de ese pan tan cremoso que había en mi bandeja, llegaron tres chicas o mujeres, no lo sé, parecían jóvenes, se detuvieron frente a mi mesa y se dirigieron a mí.

—Disculpa, al parecer no hay más mesas y tú…tienes mucho espacio en esta.—Nada más de escuchar su tono ya sabía por donde iba esto, había tomado una mesa para cuatro personas, porque esta era la única vacía, pero las personas iban terminando y se sentaban otras.

Rápidamente se podía dar con una mesa.

—Pueden tomar asiento.—dije, sin levantar la mirada para no desafiarlas en nada. No debía olvidar mi lugar, jamás olvidaba mi lugar.

—¿Quieres que nos sentemos contigo? ¡Ja!—sus compañeras se rieron, no les había agradado mi propuesta.—Te digo que te pongas de pie, me importa nada si encuentras mesa o no, ahora esta es nuestra. ¿Lo entiendes o te lo explico de otra manera?—arrojó mi bandeja sobre mí, haciendo que todo me cayera encima, incluso mi delicioso pan, uno que aún no probaba, pero que segurísimo estaba delicioso.

¿Por qué tenían que ser tan salvajes?

—Retírate.—dijo otra.

Tomé todas las cosas que cayeron sobre mí y las dejé sobre la bandeja, poniéndome de pie, dejándoles la mesa.

Ya toda mi ropa se había manchado.

Como dije, no era nada a lo que no estuviera acostumbrada.

Busqué con la mirada otra mesa y allí me senté, esa solo era para dos.

Suspiré profundo, mirando la comida sobre la bandeja y mi ropa sucia.

Había pasado por cosas peores, esto solo era una tontería. Tampoco era para tanto. Rodeada de estas personas, ¿qué esperaba?

(…)

También tengo que presentarme.

¡Soy Ezequiel! El de atrás ;)

Habíamos estaba mirando a Lois desde lejos, pasó tal como se lo dijimos y esto solo iba a empezar, la mayoría que se meterían con ella serían los de primer año, los nuevos, los recién llegados, recién salidos de sus manadas y con mucha sed de aventura, era imposible frenarlos, detener sus impulsos y Lois sería el blanco para todos ellos, sin detenerse a pensar en nada.

Aquel grupo de chicas eran nuevas, una Alfa y dos Betas.

¿Por qué siguió comiendo su comida y no buscó otra? Aquello había caído de la bandeja hacia su ropa, parecía no importarle.

—¿La acompañamos?—Preguntó Emmanuel, demasiado inquieto para solo mirar. Lois ni nos había notado, tenía la mirada clavada en aquella mesa y no le prestaba atención a nada, seguro que se imaginaba que era invisible o que si no llamaba la atención nadie la vería, pero en esta habitación todos eran consciente de su presencia, la más baja en todo el lugar, más pequeña que una hormiga y menos importante que una mosca. Pero todos los ojos iban hacia ella, la única Omega en el vagón que estaba comiendo como ellos y no sirviendo a ellos.

Seguro que a eso no estaban acostumbrados.

Un grupo de chicos se pusieron de pie, yendo rumbo a su mesa, empujé a Emmanuel cuando este hizo ademan de levantarse, dejaron sus bandejas en su mesa y se retiraron; un hombre, quizás del tercer año, se acercó con una copa y se la vertió en la cabeza, ensuciando el cabello que esta mañana le lavé.

¡¿Pero cómo se atrevía?!

Me puse de pie, yendo hacia ellos, tomé todo lo que había en la mesa y se lo arrojé a la cara, para luego tomarlo del pecho y levantar mi puño contra su cara. Emmanuel sujetó su nuca y lo empujó contra la mesa, aplastándola sobre ella.

—Pídele disculpas.—le indiqué amablemente. Muy amablemente.

—N-No le pediré disculpas a una m*****a mugrosa Omega.—escupió hacia ella, manchando su ropa con su asquerosa saliva.

¡Oh, por la luna! Uno quería ser educado, tener paciencia y llevarse bien con todo el mundo, pero llegaba esta Omega a nuestra vida y nos alteraba todo.

Porque así había sido desde que entramos a esa habitación y ella estaba escondida en su cama.

Lois logró alterarnos.

No había sido necesario verla, porque todos olimos a la Omega en el tren, con aquel olor tañ llamativo y encantador.

Se lo dejé a Emmanuel mientras yo limpiaba a Lois y la ponía de pie.

—Habrá que darte otro baño, ¿no lo crees?—dije cerca de su oído, notando el caliente en sus mejillas.—Salgamos de aquí. Parece que solo viene la chusma.

Llegando a la puerta de salida Emma nos alcanzó.

—¿Qué? ¿Nos apuntamos a otro baño? Tendremos que lavarle el cabello otra vez.—tocó sus mechones húmedos y Lois bajó la mirada.

Rodeamos la cintura de Lois, dirigiéndonos hacia nuestra habitación.

¡Era hora de otro baño!

Por primera vez, Emmanuel y yo nos sentíamos atraídos por la misma chica, no teníamos los mismos gustos, nunca habíamos compartido a ninguna otra mujer, de hecho…anoche fue la primera vez, no en un trío, sino con la misma mujer.

Todo se dio tan fluido, que parecía que los tres habíamos hecho esto más de una vez, fue tan interactivo, la manera en la que Lois nos recibió, como nos acoplamos a su cuerpo, a sus deseos tan fuertes y sus instintos tan inocentes y traviesos.

Lois también se sintió atraída por los dos, pero eso era perfectamente normal, había pasado muchas veces, pero jamás nos habíamos sentido atraídos hacia la misma chica, teníamos gustos diferentes que habían coincidido en Lois, en ella.

Supimos compartir. Cada centímetro del cuerpo de Lois poseía nuestra marca, cada suspiro llevó nuestro hombre y de todos sus orgasmos nosotros fuimos la causa.

—Gracias, gracias, gracias.—Su amiga nos esperó junto a la puerta. ¡¿Pero qué hacía aquí?! ¡¿Ya recordó a Lois?!—Desde ahora yo me me encargo.—Nuestras cosas estaban fuera de la habitación, se había atrevido a tocar nuestro equipaje, por lo que ya ocurría de nuevo el cambio de habitación.

Se perdió en el interior con Lois, sin dejarnos decir nada o al menos despedirnos.

Se la llevó.

—¡¿Y el baño?!—se quejó Emma, venía la mejor parte, pero ya no.

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