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Capitulo 4: Destino.

Estaba ansiosa por conocer al que sería su esposo... Arthur Standerwod era un nombre bastante sonado en la reservar... rodeado de misterio e incertidumbre, hace al menos unos 10 años que el joven heredero no ponía un pie en la reserva de los lobos y ahora por fin regresaría a tomar su lugar; lo que provocaba la ansiedad y curiosidad en todos los presentes.

Sobre todo para ella quien no dejaba de preguntarse ¿cómo sería su esposo?, estaba rodeada de lobos poderosos, capaces de aterrorizar a cualquiera; incluso ella misma era una loba fuerte pero ¿cómo sería el gran alfa?, ¿sería tan peligroso y mortal como todos aseguraban?; ¿Que le esperaría al elegir tener una vida junto a él?. ¡Tantas preguntas y tan pocas respuestas!.

Algo extraño se apoderó de sus entrañas... en el instante en que él puso un pie en la mansión ella lo supo... supo que finalmente había llegado, había algo en el ambiente que gritaba peligro; que hacía que todos sus sentidos estuvieran alertas, como si esperara el ataque se algún ser superior capaz de acabar con su vida en un abrir y cerrar de ojos.. quizás realmente así era... ¿Tal era la magnitud de sus poderes que podía dejarla pasmada?...

Rápidamente sus ojos vagaron por el salón, en busca del dueño de aquella abrumadora presencia; sintió que se quedaba sin aliento cuando finalmente lo vio... caminando hacia ella, el hombre de cabello negro y ojos grises desprendía un aura incomparable; era alto y fornido, sin necesidad de pronunciar palabra alguna todos se alejaban dejando el camino libre a su paso... no había nadie en la sala que no se sintiera abrumado por su presencia; hasta el punto de ni siquiera poder respirar.

— Arthur... ella es Isabella, la elegida... loba de pelaje claro bendecida por la diosa Luna — informo uno de los ancianos, enseguida Isabella tembló ante el escrutinio de esa penetrante mirada gris... se sentía desnuda, completamente expuesta ante un ser peligroso que podía devorarla en segundos...

— Un placer conocerlo — hizo una leve reverencia hacía el recién llegado, un escalofrío recorrió su espalda cuando el hombre tomo, con aparente delicadeza; un mecho de su cabello para observarlo. Todas las miradas estaban puestas sobre ellos; como si se esforzarán por no perderse detalle alguno de su interacción. ¡Después de todo era un momento esperado por décadas!.

— Hermosa — aseguro en un tono de voz tan gélido e indiferente que podía helar la sangre de cualquiera.

«Es una chica fuerte»

Opino el lobo interior de Arthur, dejando escapar un gruñido bajo, quizás de emoción por estar frente a una mujer fuerte... ¿Sería está la mujer que esperaba al final de su hilo rojo del destino?, ¿sería Isabella Wolfe la elegida por la diosa Luna para acompañar al gran alfa en su camino de gloria?... ¡No había nadie más en el mundo hecho con tal fin!.

— Soy Arthur — se presentó mientras tomaba un par de copas de champagne de uno de los meseros que repartía por el lugar, le entrego una a la chica frente a él — ¿crees ser mi compañera?.

Isabella tomo la copa, murmurando un gracias apenas audible, sus mejillas ardían a causa del sonrojo que se instalaba en ellas ante la mirada que Arthur no apartaba de ella — eso creo... soy la única lobo de pelaje claro en toda la reserva y teniendo en cuenta que aquí habitan 7 grandes clanes... los ancianos aseguran que si no fuera la elegida, ya habría apareció otro lobo de pelaje claro...

— Mm los ancianos dicen muchas cosas... dime ¿qué crees tú?, quiero conocer tu sincera opinión ante todo este asunto... ¿que grita tu lobo interior? — la mirada de Arthur tenía extremadamente nerviosa a Isabella, jamás le advirtieron que podía sentirse tan abrumada en la presencia de este hombre. Se sentía tan... inferior.

— Para mí sería un honor convertirme en su compañera... mi lobo interior grita que usted es fuerte y siente curiosidad por enlazarse con su lobo — dio un pequeño sorbo a su copa, sentía su garganta seca y estaba segura que en cualquier momento podrían fallarle las palabras.

«Mírala... la tenemos aterrada»

Una vez más la voz de su lobo interior se hizo presente, Arthur esbozo una sonrisa ladina; su lobo tenía razón Isabella estaba aterrada solo con su simple presencia... a decir verdad, todos en esa sala desprendían el inconfundibles aroma del miedo.

— Será interesante compartir mi vida con una mujer como tú... me gustaría ver de qué estás hecha — avanzo un par de pasos, cortando la poca distancia que lo separaba de la mujer quien se sonrojo hasta las orejas, la sonrisa de Arthur aumento aún más; se inclinó ligeramente con el objetivo de rozar los labios ajenos con los propios... se detuvo a escasos centímetros de la boca de la chica...

Quedó petrificado... a sus oídos llegó un grito desgarrador capaz de hacer que su corazón se saltará un latido, provocando en él la sensación de estar cayendo por un abismo... ¿qué m****a era ese sentimiento de pánico que de pronto lo invadía?.

Rápidamente miro a su alrededor, nadie más parecía haber escuchado aquel perturbador grito de una voz rasgada por el dolor.

«¡CORRE!»

Sin siquiera tener tiempo de pensar en sus acciones, Arthur corrió hacia el exterior mientras se deshacía de su corbata y del saco de su traje, escucho como las voces de su padre y de los ancianos clamaban su nombre pero nada de eso importo. Lo único que se repetía en su mente una y otra vez era aquel grito de agonía y la voz de su lobo indicándole que corriera...

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