Se sentía como una fiera enjaulada, y quizás realmente lo era... ¿Por qué rayos tenía que comenzar a llover justo ese día?...
Esa lluvia la tenía inquieta y estaba segura de que esa molesta sensación de opresión en su pecho no significaba nada bueno. Observo la hora una vez más en su reloj de muñeca... ¡Anette debería haber llegado hace más de una hora! Estaba preocupada por su hija pero ¿qué podía hacer?. Con esa lluvia era casi imposible usar sus habilidades de lobo, sin mencionar que estás se encontraban debilitadas por los años de desuso, ¡pero tampoco podía quedarse de brazos cruzados cuando su hija podía estar en peligro!. Se dirigió a la puerta y al abrirla se llevó la gran sorpresa de encontrarse con Andruw Roberts ¡Llevando a Anette inconsciente entre sus brazos!. — ¿Que carajos le hiciste a mi hija? — gruño molesta, mostrando sus caninos de forma amenazante. — ¿Puedo pasar? — Indago el hombre, Anna se hizo a un lado para dejar que ingresará a la casa y se resguardarán de la lluvia, tanto Andruw como Anette estaban empapados por la lluvia, la ropa de Andruw estaba rasgada, su cabello despeinado y tenía varias heridas en el rostro y brazos. ¿Qué rayos había pasado?, ¿algún miembro de alguna manada se había atrevido a atacar a su hija hasta tal punto que Andruw tuviera que intervenir? — ¿Su habitación? — Anna dejo sus pensamientos a un lado para subir las escaleras guiando al profesor hacia la habitación de su hija. Se apresuró a apartar las sábanas y colocar toallas limpias sobre la cama para evitar que está se empapara por el agua chorreante que desprendía Anette. Con delicadeza Andruw dejo a la chica inconsciente sobre la cama. — Quítale esa ropa mojada o va a pescar un resfriado — Anna asintió con un leve movimiento de cabeza y Andruw abandono la habitación. Tardo alrededor de 10 minutos en cambiar a su hija y secar su cabello lo mejor que pudo, Anette seguía inconsciente pero al menos su respiración era tranquila y constante... no podía evitar preguntarse ¿que había llevado a su hija a ese estado de inconsciencia?. No lo sabía y había una sola persona que podía darle las respuestas que necesitaba. Salió de la habitación y bajo a la sala de estar, dónde encontró a Andruw recostado del sofá, su cabeza inclinada hacia atrás y con los ojos cerrados. — Estás arruinando mi sofá — reprochó con voz severa. — Te compraré otro si quieres, déjame descansar unos minutos — se movió intentando encontrar mayor comodidad, no pudo evitar dejar escapar un quejido mientras llevaba una de sus manos a su costado, le dolía el pecho con tan solo respirar; seguramente tenia, por lo menos, un par de costillas rotas. — ¿Me dirás que paso? — preguntó Anna mientras buscaba algunas toallas y ropa seca para el hombre, además del botiquín de primeros auxilios. Se sentó junto a Andruw comenzando a sacarle el cabello. De inmediato sus miradas se encontraron. — Anna... — ella sintió un escalofrío recorrer su espalda ante la mención de su nombre — cuando Anette nació... ese noche dijiste que habías visto un vampiro... estabas muy segura de eso y de repente tan solo unas horas después los ancianos tranquilizaron a todos diciendo que estabas confundida por todo lo que estabas viviendo, estuviste de acuerdo con todo lo que ellos dijeron... ¿por qué?. — Andruw... eso es el pasado, solo cometí un error, estaba confundida, era de noche, estaba en labor de parto... simplemente fue un error — respondió adoptando un semblante serio — además fue hace mucho tiempo, los vampiros dejaron de existir... — ¿Y si te dijera que un vampiro atacó hoy a Anette? — los ojos de Anna se abrieron hasta su máximo punto, sorprendida. — No es posible... — Lo es... si no hubiera llegado quien sabe que hubiera ocurrido con Anette, estoy seguro de lo que vi: era un vampiro... y está vez los ancianos no pueden decir que solo es una confusión — emitió un quejido al sentir como Anna limpiaba las heridas de su rostro con alcohol. — ¿Cómo estás tan loco para pelear contra un vampiro con esa lluvia?, ¡pudiste haber muerto, Andruw!, somos más débiles en los días lluviosos — estaba seguro que pudo ver un deje de preocupación brillar en los ojos de Anna y eso lo hizo sonreír. — Lo hice para salvar a Anette... además valió la pena, te tengo aquí curando mis heridas... y quién sabe, quizás pronto Anette comience a llamarme papá — su sonrisa se borró al sentir un golpe de Anna contra su pecho, sintió que le dolió hasta la medula, ¡Esa mujer era fuerte!, eso sumado a sus dolencias por la pelea todo era aún peor — Auch, que mala eres. — Deja de decir tonterías, Andruw — se cruzó de brazos para evidenciar su disgustó — fue peligroso lo que hiciste... aunque te lo agradezco... el haber salvado a mi hija. — Lo haría una y mil veces, la aprecio mucho... a ambas — la expresión de Anna se suavizó ante esas palabras, no podía negar que se sentía un poco culpable al saber que Andruw seguía siendo tan amable como siempre y muy seguramente aún conservaba algunos sentimientos por ella. — Andruw yo... — No digas nada... sé que simplemente esto nunca pudo ser — se recostó una vez más contra el sofá — aunque aun así cuando la miro no puedo evitar pensar en que pudo haber sido mi hija... no hubiera tenido que pasar por tantas cosas si hubiera sido así... pero simplemente la diosa Luna tenía otros planes para nosotros y contra eso no podríamos ir jamás... ahora solo dame unos 15 minutos para que mis costillas sanen y poder irme... Andruw cerró los ojos, agradeciendo sus habilidades de rápida sanación porque ese dolor al respirar era mortífero pero podría soportarlo por un rato, Anna se puso de pie para alejarse de él, necesitaba pensar y no podía hacerlo cuando tenía a ese hombre allí recostado sobre su sofá, no podía evitar perderse observando sus facciones, su mandíbula marcada, su perfecta nariz... porque todo en Andruw era perfecto y tampoco podía arrancarse el pensamiento de que con él todo hubiera sido más sencillo. Pero se había equivocado en sus elecciones o quizás simplemente así debía ser... pero la espinita no se iba, porque en el fondo de su ser, sentía que había algo inconcluso con él... cómo si al haber elegido a alguien más hubiera causado que su destino se viera desviado. ¡Imposible!, sacudió la cabeza para despejar esos irracionales pensamientos. — ¿Quieres quedarte a cenar? — preguntó antes de entrar a la cocina. ¿Por qué lo invitaba si sabía muy bien que tenerlo cerca le hacía daño a ambos?, quizás porque era masoquista. — No veo porque no — fue su simple respuesta y ella no pudo evitar esbozar una sutil sonrisa... a veces era tan difícil dejar el pasado atrás...La acalorada discusión entre los ancianos no hacía más que aumentar y aumentar con cada segundo que pasaba mientras que Arthur se sentía irremediablemente aburrido... estaba acostumbrado a presenciar largas reuniones empresariales, a discutir términos y condiciones, pero la discusión que se llevaba acabó en ese momento le parecía totalmente absurda. ¿Quién más podía tomar decisiones sobre su vida que él mismo?, ¿por qué los ancianos se sentía con el derecho de decirle que, o no; hacer?, suspiro... ¡Bendito el día en que decidió regresar a la reserva!...— ¡Deben casarse cuanto antes!, así le darán un heredero a nuestro linaje, un nuevo guardián que custodie el equilibrio de nuestro mundo — alego Rein, dando un fuerte golpe contra la mesa, exasperado. ¿Durante cuánto tiempo habían estado discutiendo sobre el mismo tema? ¡No lo sabía!.— ¡Lo dices solo porque se trata de tu hija!, ¿tuvieras el mismo afán por unirlos en matrimonio si la elegida fuera ajena a tu familia? — Contra ataco Hu
Zac Turner era un hombre realmente escéptico, muy pocas cosas podían llegar a sorprenderlo; como abogado había visto lo peor y lo mejor del mundo humano, como hombre lobo se había llegado a enfrentar a innumerables situaciones que escapaban de toda comprensión humana.Pero ver a Arthur, un hombre generalmente frío e indiferente; sostener la mano de una pequeña mujer inconsciente mientras la miraba con sus facciones colmadas de preocupación... eso sí había logrado sorprenderlo e intrigarlo.La mujer sobre la cama era pequeña y frágil, de facciones delicadas a tal punto que parecía una muñequita de porcelana que si no era tratada con cuidado podría llegar a romperse en mil pedazos... mientras que Arthur era alto, fuerte, musculoso... y aun así ella parecía tenerlo atado a su dedo meñique. ¡Y eso que aún no la había escuchado pronunciar palabra alguna!.¿Cómo un ser tan frágil como ella lograba tener a sus pies a un hombre tan poderoso como Arthur?, era una idea bastante difícil de conce
En su vida pensó que la hora de la cena podía llegar a ser tan incómoda como lo había sido esa noche, estar en medio de cuatro lobos alfas era una verdadera tortura... a pesar de la aparente actitud relajada de todos ella sentía el ambiente cargado de tensión, una extremadamente abrumadora que se cernía principalmente sobre ella.El aura de su madre podría ser comparada con la de una guerrera amazonas lista para saltar sobre los tres hombres alfas que las acompañaban esa noche en la mesa... la situación resultaba tan incómoda que apenas y logro ingerir bocado, sentía que su garganta se había cerrado de un momento a otro y lo único que deseaba era salir corriendo de ese lugar.¡Por Dios!, nunca imagino que se llegaría a sentir tan incómoda en su propia casa... por eso agradeció cuando la cena terminó, se apresuró a retirar los platos y a lavarlos enseguida, encerrándose en la cocina a modo de huida de la convivencia de los cuatro alfas que parecían competir por el dominio de la situaci
Arthur la tomo entre sus brazos al estilo nupcial antes de comenzar a correr hacía la mansión Standerwod, era increíble la velocidad sobre natural que podían poseer los hombres lobos aún en su forma humana.Y debía confesar que sentía un poco de envidia de sus habilidades, ellos eran fuertes, rápidos e imparables mientras que ella misma solo era una niña frágil y vulnerable, odiaba sentirse de esa manera.... expuesta a la merced de aquellos que poseían mayor poder que ella.Sus pensamientos fueron interrumpidos en el momento en que, Arthur; la estrecho un poco más entre sus brazos, quizás sintiendo su inquietud y su propio menos precio... aún le costaba creer que él pudiera saber cómo se sentía o cuando estaba en peligro, como si un hilo invisible los uniera de alguna manera... y quizás era así, quizás había una fuerza misteriosa que enredaba sus destino de alguna forma retorcida. ¿Cómo saberlo?...Al llegar a la mansión Arthur bajo a Anette con suma delicadeza, como si temiera que es
Todas las emociones que estaba experimentando en ese momento provocaban en ella un remolino de sentimientos que hacían que la confusión la abrumaba, por un momento se sentía la mujer más dichosa del mundo al estar entre los brazos de Arthur, sentía como si una fuerza invisible la arrastrara hacía él de una manera mágica y casi adictiva pero también sentía como si estuviera corriendo tras una sombra; tras de alguien a quien realmente nunca podría alcanzar y eso la confundía aún más...Era como si en el fondo de su ser supiera que estar con Arthur era totalmente imposible, sentía que entre ellos había un abismo invisible que jamás lograrían cruzar.... ¿serian solo sus propias inseguridades haciendo mella en ella? o ¿había algo más que no lograba comprender?; no estaba segura de tener la respuesta a sus interrogantes.Salió de sus pensamientos, tomándose un momento para observar todo a su alrededor, ¿Qué hacía ella allí?... era más que evidente que no encajaba en la mansión Standerwod y
Aurora observo la impresionante conexión que parecían tener su hermano y Anette, ¿cómo es que en solo un par de días ya parecían poder leer la mente del otro?... ¡Que sorprendente que un vínculo tan fuerte pudiera formarse con tanta rapidez!, ¿Este era el verdadero poder de la diosa Luna?, ¿así era encontrar a esa otra mitad que estaba destinada para ti?, ella quería vivir eso...— Lamento ser yo quien rompa la burbuja... pero los ancianos estaban furiosos y pidieron por favor que te encontraras con ellos apenas llegarás a la mansión — informo Aurora, no quería interrumpir el momento entre su hermano y Anette pero era necesario que Arthur atendiera sus responsabilidades.— Juro que voy a arrancarles la cabeza uno de estos días — aseguro Arthur en un susurro pero su tono de voz estaba cargado de intenciones asesinas.— Ve. Es importante, Arthur — lo ánimo Anette, dedicándole una tierna sonrisa — yo no iré a ninguna parte... estaré aquí cuando regreses — prometió, dando un poco de tranqu
Chocaba sus dedos contra la mesa con un movimiento rítmico, estaba aburrido de escuchar la discusión de los ancianos pero tampoco podía huir de aquella reunión como lo había hecho en la tarde.Sentía que volvían a caer en el mismo tema una y otra vez: Anette, Aurora tenía razón cuando dijo que hablaban de ella como si fuera un monstruo salido de alguna aterradora caverna.— ¡Insisto en que debería sacarla de aquí! — grito Rein, golpeando fuertemente la mesa — él es un hombre comprometido, no es correcto que ande exhibiéndose con una mujer que no es su prometida. ¡Además es una renegada!, una mujer sin manada que la respalde.— Si el problema es el hecho de no tener una manada que la respalde. La solución es muy simple: Humbert tiene que reintegrarlas a su manada. Así Anna y Anette jamás estarán solas, tendrán el respaldo de la manada claro de Luna. ¡Y se acabarán las escusas para oponerse a la cercanía entre Anette y Arthur! — intervino Draven Turner. El padre de Zac.— Si hago eso en
Su beso duró un par de minutos... cuando finalmente se separaron Arthur la miro con expresión sería plasmada en su rostro, frunciendo ligeramente el ceño.— ¿Ocurre algo? — preguntó ella, sintiéndose un poco incómoda por la intensidad de su mirada.— ¿Por qué gritabas de frustración?, te escuché mientras estaba en la reunión — de inmediato los colores subieron al rostro de Anette, sus mejillas ardieron de la vergüenza.— ¿Me... escu... chaste? — tartamudeo, ¡no espero que él la hubiera escuchado!, aun cuando uso una almohada para amortiguar su grito.— Jaja por supuesto... tengo el mejor oído en este lugar, además de un increíble vínculo contigo. Así que ¿me dirás que atormenta tu pequeño corazón? — Anette guardo silencio por un minuto, observando a Arthur y lo hermoso que se veía cuando reía de esa manera; estando tan relajado y alegre si parecía una persona de su edad. Después de todo solo era un joven de 21 años.Ella no pudo evitar sonreír ante sus observaciones mientras pensaba q