Su beso duró un par de minutos... cuando finalmente se separaron Arthur la miro con expresión sería plasmada en su rostro, frunciendo ligeramente el ceño.
— ¿Ocurre algo? — preguntó ella, sintiéndose un poco incómoda por la intensidad de su mirada. — ¿Por qué gritabas de frustración?, te escuché mientras estaba en la reunión — de inmediato los colores subieron al rostro de Anette, sus mejillas ardieron de la vergüenza. — ¿Me... escu... chaste? — tartamudeo, ¡no espero que él la hubiera escuchado!, aun cuando uso una almohada para amortiguar su grito. — Jaja por supuesto... tengo el mejor oído en este lugar, además de un increíble vínculo contigo. Así que ¿me dirás que atormenta tu pequeño corazón? — Anette guardo silencio por un minuto, observando a Arthur y lo hermoso que se veía cuando reía de esa manera; estando tan relajado y alegre si parecía una persona de su edad. Después de todo solo era un joven de 21 años. Ella no pudo evitar sonreír ante sus observaciones mientras pensaba que aún tenía un largo camino por delante en cuánto a conocer a Arthur se trataba — solo me sentí abrumada por algo que dijo Aurora... pero nada de qué preocuparse. — ¿Estás segura? — Indago expectante. Esta vez fue ella quien dejó escapar una risita divertida. — Estoy segura Arthur... no debes preocuparte — le dedico una sonrisa tierna, de esas que hacían parecer que irradiaba una luz celestial de ella; el corazón de Arthur dio un vuelco en ese instante y sus mejillas ardieron con un leve sonrojo ¿cómo alguien podía ser tan adorable como lo era Anette?, parecía algo irreal. — Ya vamos a dormir, Anette — la tomo de la mano para guiarla hacia la cama como si fuera una niña pequeña, ella se recostó con cuidado y él la cubrió con las mantas de inmediato, tomándose un momento para observar la paz que parecía irradiar de ella y como lograba que su corazón olvidará las preocupaciones con solo estar a su lado — Eres tan hermosa... sé que apenas nos conocemos pero sería feliz de dedicar mi vida entera a amarte con total devoción — expreso, mientras acariciaba la mejilla de Anette con delicadeza. — Arthur... el futuro no está escrito en piedra... cualquier cosa podría pasar entre nosotros... recuerda que yo soy solo una frágil humana y eso hace mi vida efímera — no quería herir los sentimientos de Arthur pero dada las circunstancias creía oportuno recordarle que ella no era como él, ella no era indestructible y aunque quisiera no pensar en ello; no podía olvidar que allí afuera había un vampiro psicópata tratando de obtener su cabeza. — No permitiré que nada malo te pase — prometió, dedicándole una dulce sonrisa — yo te protegeré, no estoy dispuesto a perderte nunca más — aunque moría de ganas por decirle la verdad, por gritarle que ella había sido su primer amor... que ella era esa mujer que tanto había anhelado encontrar. Esa que en su primera vida no pudo amar por cuestiones del destino pero que ahora no estaba dispuesto a dejar ir. — Arthur... hablas como si me hubieras perdido jaja sigo aquí y mientras mi corazón este latiendo, aquí seguiré — se acomodó dejando que sus párpados se cerrarán, ya que los sentía muy pesado a causa del sueño; el cansancio de todo lo ocurrido en el día finalmente comenzaba a hacer mella en ella y era inevitable que cayera rendida. — Si tan solo supieras lo mucho que me dolió perderte la primera vez... — susurro cuando estuvo seguro que Anette estaba profundamente dormida, aún le dolía el corazón al recordar como la había perdido la primera vez... aún el recuerdo de ella sin vida entre sus brazos lo perseguía en forma de pesadillas, pesadillas que esperaba terminarán ahora que ella estaba con él. Decidió dejar esos pensamientos, que lo atormentaban; de lado y sumergirse en el mundo de los sueños, no quería comenzar a perderse en el pasado cuando todavía tenía un gran futuro por descubrir... Las horas de sueño pasaron con rapidez, cuando el sol comenzó a entrar en la habitación Anette se removió inquieta; al abrir los ojos se encontró sola, dejo escapar un profundo suspiro mientras se preguntaba ¿A dónde habría ido Arthur?. — Buenos días señorita Anette — saludos una mujer de unos 50 años, mientras le pasaba una bandeja con el desayuno, así que ella era la causante de que los rayos de sol perturbaran su sueño. — Gracias... no era necesario traerme el desayuno a la cama — agradeció con las mejillas levemente sonrojadas, se sentía extraño ser atendida de esa manera. — Me presento, mi nombre es Sephora — se inclinó en un ángulo de 60 grados, a modo de reverencia — el joven maestro me pidió que la atendiera, además de excusarlo; tuvo que salir muy temprano a atender algunos asuntos. También le dejo esto — la mujer le entrego una rosa blanca y un sobre blanco — con su permiso, me retiro. Sin más salió de la habitación, dándole privacidad a Anette quien se tomó un momento para disfrutar del aroma de la rosa antes de abrir el sobre el cual contenía una tarjeta bancaria de color negro y una carta. — Vaya... sí que tiene bonita caligrafía — opino al ver la perfecta letra cursiva con la que Arthur escribía. ¿Acaso ese hombre era perfecto en todos los sentidos?, ¿existía algún mísero defecto en él?.Querida Anette. Lamento no poder estar allí para el comienzo de un nuevo día, por más que me encantaría ser lo primero que tus adorables ojos azules observen al despertar; debo atender mis responsabilidades. Ordene a Sephora que te dé todo lo que necesites y todo lo que tú pequeño corazón pueda llegar a desear. Además he puesto a tu disposición una de mis tarjetas bancarias, úsala a tu antojo; al igual que mi amor por ti está no tiene límites y conociendo a mi querida hermanita, sé que te arrastrará de compras en cualquier momento del día. No te preocupes por los gastos, llamaré cuando las cifras comiencen a asustarme; aunque dudo que eso ocurra, nunca nada será suficiente para ti. Hermosa flor de mi jardín. Ansió que las horas pasen con rapidez para verte, cuento los minutos para volver a tenerte entre los brazos. Ten presente que te adoro y siempre te mantengo en mis pensamientos. Siempre tuyo. Arthur Standerwod. Una sonrisa involuntaria se plasmó en los labios de Anette, al leer las hermosas palabras de Arthur su pecho se llenaba de una calidez inexplicable y que sinceramente nunca imagino que podría sentir. ¿Así se sentía estar enamorada?, ¿solo un par de días era suficiente para comenzar a enamorarse de Arthur?, no lo sabía con certeza... pero al estar junto a él sentía como si finalmente hubiera encontrado su lugar en el mundo; como si estuvieran hechos el uno para el otro y su destino siempre hubiera sido encontrarse.Desayuno con calma y posteriormente se dio un baño con agua caliente, Arthur gozaba de una gran tina en su cuarto de baño, nunca había usado una tina, así que aprovecho la oportunidad. Y debía admitir que le tenía un poco de envidia al muchacho.¡Esa tina era simplemente increíble!, le encantaba como el agua caliente y la espuma cubrían su cuerpo de forma relajante, se permitió durar más de lo usual en su ducha, disfrutando de aquella calidez que la envolvía...Cuando salió de la ducha se arregló y tomo la bandeja para llevarla a la cocina, hacía un día hermoso por lo que quería disfrutarlo al máximo, no sabía si de verdad el día era tan maravillosa o simplemente era su interpretación por lo feliz y tranquila que se encontraba.— Yo llevaré eso señorita Anette — dio un brinco al escuchar la voz de Sephora, ¡Había aparecido de la nada!, ni siquiera la había escuchado acercarse. De verdad que esa mujer parecía un fantasma moviéndose por la casa, si seguía sorprendiéndola de esa manera l
No podía negar que las palabras de Anette le daban consuelo y de cierta forma, la fuerza que necesitaba para no rendirse... porque debía confesar que muchas veces había querido rendirse y renunciar a aquellos sentimientos que tanto la estaban lastimando, porque si, amar y no ser correspondido acarreaba un enorme dolor que no cualquiera podría llegar a soportar.Y ella lo estaba haciendo muy bien, seguía ahí, junto a Zac, sobreviviendo a cada sonrisa cómplice, a cada conquista, a cada aventura... siendo la eterna enamorada de un hombre que quizás nunca llegaría a amarla. ¿Ese era el capricho de la diosa Luna?, ¿acaso estaba destinada a vivir encerrada en un triángulo amoroso y aún no lo sabía?, quizás era así o quizás no; solo el tiempo podría darle la respuesta... solo le quedaba pedirle al universo una señal, una señal de que camino debía seguir.Y quizás esa señal eran las palabras de Anette, quizás esa adorable muchacha de ojos azules era la persona destinada a indicarle qué camino
Sabía muy bien que no importaba cuánto corriera o cuánto intentará ocultarse, los vampiros terminaría atrapándola tarde o temprano...Sabía muy bien que si aquel ser infernal no la había atrapado aún era porque así lo quería, porque estaba extendiendo aquel juego del gato y el ratón lo más posible; todo para su propia diversión.¿Acaso serían así todos los vampiros?, ¿fanáticos de aterrorizar a sus víctimas?, ¿nadie les había enseñado a no jugar con su comida?, Anette sintió un escalofrío ante ese pensamiento: ella era la comida que perseguían esos seres infernales en ese momento.Corrió escaleras abajo lo más rápido que podía, sus piernas temblaban por el terrible esfuerzo físico que estaba realizando... una sensación de paz la invadió una vez que salió del imponente edificio y corrió lo más rápido que pudo hacía los linderos del bosque como si en ese lugar pudiera encontrar la salvación.Un grito escapó de sus labios entre abiertos cuando sintió un repentino peso sobre ella, tumbánd
Para él no pasó desapercibida la forma en que Anette se estremeció al notar la diferencia en sus ojos, era demasiado obvio que estaba asustada y no la culpable, probablemente la pobre muchacha había pasado toda su vida aterrorizada a causa de los de su especie, enfrentándose al desprecio y el terror que podía infundir un lobo.— Te tengo — repitió, posando una de sus manos sobre el rostro femenino y apartando algunos mechones rebeldes de cabello que se apegaban al rostro de la chica.— Arthur — ella pronunció su nombre en voz baja, antes de caer contra el fuerte pecho masculino, inconsciente. Él suspiro pesadamente mientras la acomodaba entre sus brazos, observo el leve sonrojo que coloreaba sus mejillas; sus largas pestañas enmarcando sus ojos y su respiración acompasada, se puso de pie cargándola con delicadeza al estilo nupcial.— Se consiente que le debes tu vida — informo sin siquiera dirigir su mirada hacia el vampiro a sus espaldas, si Anette no lo necesitara, sino fuera tan fr
La ansiedad y el estrés era más que palpable en la mansión Standerwod, dónde su joven amo se comportaba como una fiera enjaulada, caminando de un lugar a otro y soltando leves gruñidos de vez en cuando. Estaba estresado y eso mantenía a todos al pendiente de cada una de sus acciones por muy pequeña e insignificante que parecieran.Nadie deseaba lidiar con una bestia descontrolada y presentían que Arthur Standerwod estaba a nada de perder el control sobre su cordura.— Ella estará bien, estará con el profesor Roberts y con su madre. Anna y Andruw son fuertes y lograrán protegerla en caso de que algo malo ocurriera. ¡Que no va a ocurrir! — Zac tembló al recibir la mirada mortal por parte de su amigo, quien estaba demasiado inquieto para su propio bien.— No debí dejarla ir, ¡ella debería permanecer aquí!, conmigo, dónde yo puedo protegerla — prácticamente gritó el joven Standerwod, sin detener su andar ansioso, su inquietud se había disparado en el instante en que Anette abandono la seg
Lejos de parecer una sala llena de respetados y sabios consejeros, la sala de reuniones parecía un campo de batallas verbales a nada de convertirse en batallas físicas, con el repentino cambio de Arthur todos estaban demasiado alterados y los miembros del consejo no eran la excepción.— ¿Acaso han olvidado lo que ocurría hace 200 años cuando la bestia tomaba control del cuerpo? — indagó Rein, de pie, apoyando las manos sobre la gran mesa del consejo — ¡el príncipe se transformaba en un monstruo sanguinario que atacaba a diestra y siniestra!. ¿Qué nos asegura que está vez será diferente?.— Tú lo has dicho, eso fue hace 200 años y no creo tener que recordarte, que el príncipe obtuvo el control una vez que encontró a su pareja. Arthur no perderá el control — intervino Humbert, parecía que siempre las discusiones las protagonizaban los alfas Sinclair y Wolfe, sin duda eran enemigos silenciosos que aprovechaban cualquier oportunidad para enfrentarse entre sí.— ¡Exacto!, se controló cuand
Desde el momento en que Anette llegó a casa fue consciente de lo física y emocionalmente cansada que se encontraba, de un momento a otro su vida se había convertido en una montaña rusa de emociones con las que no estaba segura de poder lidiar.Tres días, tan solo tres días habían sido más que suficientes para poner su fuerza y su dedicación a prueba, comenzando por la llegada de Arthur Standerwod a su vida... ¿quién iba a imaginar que la llegada del gran alfa pondría su vida de cabeza?, ¿quién iba a pensar que ese joven de hermosos ojos grises terminaría siendo parte fundamental de su día a día?.Y pensar que todo había comenzado con una fiesta, una fiesta a la que no quería asistir y a la que ni siquiera tuvo tiempo de llegar... todo había comenzado cuando ella había decidido ponerle fin a su existencia miserable...Años de abuso y tortura finalmente había hecho mella en ella, dejando una herida en su alma la cual no sabía cómo sanar. ¡Tan lejanos parecían esos días de dolor! pero no
Fue un total shock sentir los labios fríos del vampiro sobre los suyos propios, ni en sus más profundas pesadillas hubiera imaginado recibir un beso por parte de uno de esos seres fríos y mortales.Aunque el beso solo duro unos segundos y fue sumamente delicado, no pudo evitar sentirse extraña, los labios de Nicolás eran fríos al tacto y aunque no resultaba incómodo si dejaba una extraña sensación de hormigueo ante su tacto.La cercanía de Nicolás era muy diferente a todo lo que ella conocía... era como si se estuviera hundiendo en aguas tan calmadas como heladas, era una sensación extraña y más si compraba la experiencia con lo que sentía ante la cercanía de Arthur, quien a diferencia del vampiro, la hacía sentir presa entre las llamas. No pudo evitar pensar en lo diferentes que eran ambos individuos, dos polos opuesto que de alguna forma habían logrado converger entorno a ella. Dos extremos muy diferentes de un mundo de fantasía que, de alguna forma retorcía; habían terminado forma