Capitulo 19: Mía.

Chocaba sus dedos contra la mesa con un movimiento rítmico, estaba aburrido de escuchar la discusión de los ancianos pero tampoco podía huir de aquella reunión como lo había hecho en la tarde.

Sentía que volvían a caer en el mismo tema una y otra vez: Anette, Aurora tenía razón cuando dijo que hablaban de ella como si fuera un monstruo salido de alguna aterradora caverna.

— ¡Insisto en que debería sacarla de aquí! — grito Rein, golpeando fuertemente la mesa — él es un hombre comprometido, no es correcto que ande exhibiéndose con una mujer que no es su prometida. ¡Además es una renegada!, una mujer sin manada que la respalde.

— Si el problema es el hecho de no tener una manada que la respalde. La solución es muy simple: Humbert tiene que reintegrarlas a su manada. Así Anna y Anette jamás estarán solas, tendrán el respaldo de la manada claro de Luna. ¡Y se acabarán las escusas para oponerse a la cercanía entre Anette y Arthur! — intervino Draven Turner. El padre de Zac.

— Si hago eso en este momento los rumores comenzarán, dirán que solo estoy aceptando a Anette en la manada por obtener beneficios de su cercanía con el gran alfa. ¡Las he mantenido alejadas de la manada durante 18 años y no pienso cambiar mi postura ahora! — respondió Humbert, no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer. Arthur lo observo por largos segundos, no parecía tener tanto rechazo hacia su hija y su nieta pero era evidente que no quería que estuvieran entre las manadas de lobos, la pregunta era ¿por qué?, ¿acaso había algún motivo oculto en su actuar?, ¿algo más allá del hecho de que Anette fuera una renuo?.

— Si aprueban el matrimonio entre mi hijo y Anna, ambas mujeres contaran con la protección de mi manada. Los miembros de colmillo blanco las recibiríamos con los brazos abiertos — intervino Hernán, sabía que su hijo Andruw había estado toda su vida enamorado de Anna Sinclair y no se opondría jamás a que decidieran unirlos en matrimonio.

— ¡Seguimos cayendo en lo mismo!... si se aprueba ese matrimonio después de tantos años de oposición sería muy evidente que solo se hace para aprovechar el favor que Arthur a colocado sobre Anette — Humbert clavo su mirada en el mayor de los hombres de la sala — ¿O me equivoco en pensar que solo quieres usar a Anna y Anette para obtener poder?.

— ¡El caso aquí no es que esa muchachita Anette no tenga una manada que la respalde!.... el problema radica en que Arthur e Isabella están destinados a estar juntos. No podemos poner en riesgo el equilibrio solo por un capricho momentáneo — Argumento Rein. No podía permitir que la situación se le saliera de las manos.

— Arthur es un hombre adulto, puede tomar sus propias decisiones y él mejor que nadie sabe lo que es mejor para mantener el equilibrio de nuestro mundo... nosotros como líderes de las manadas, ancianos y consejeros no podemos hacer más que emitir nuestra opinión y confiar en que él tome la decisión correcta — hablo finalmente Admon, padre de Arthur. Le molestaba ver cómo todos discutían sobre el futuro de su hijo sin importar que el muchacho estuviera presente — ¿Alguien se ha detenido a pensar en que es lo que quiere mi hijo?.

— Lo que quiere es evidente: Meterse entre las sábanas de Anette Sinclair — respondió Rein guiado por la rabia.

— Si ese es el caso ¿por qué te preocupa tanto entonces?, si lo único que busca es retozar en torno a Anette. ¿Qué importa si lo hace o no?, al final del día su juego terminará, se cansará de ella y tomará su lugar como líder. ¿A qué le tienes miedo, Rein? — Indago Draven. Conocía a Arthur desde que era solo un niño pequeño que jugaba junto a su propio hijo Zac, sabía todo lo que él joven había tenido que enfrentar a lo largo de su vida así que ¿por qué negarle un poco de felicidad? y si esa felicidad se la proporcionaba la pequeña Sinclair debían aceptarla.

— ¡Él debe respetar a mi hija! — grito Rein furioso.

— ¿Respetar que, Rein?, legalmente no están comprometidos. Creemos que están destinados sí, pero si la diosa Luna tiene otros planes no podemos ir contra ellos — argumento Humbert con calma, tomando asiento en su lugar correspondiente mientras suspiraba con pesadez — no es porque mi sangre corra por las venas de Anette, todos saben muy bien que eso muy poco me ha importado a lo largo de los años... solo digo que debemos respetar las decisiones del joven amo, en la antigüedad tuvo cortesanas; incluso formó su propio harén... ¿Por qué habría de ser diferente está vez?, es una deidad, un ser supremo conviviendo con simples mortales.

— ¿Estás diciéndome que debo permitir que tenga concubinas solo porque si?, los tiempos han cambiado... ya no es el mismo príncipe de hace 200 años que se preparaba para asumir un trono... — Rein apretó los puños, intentando controlar la ira que comenzaba a dominarlo — Su primera vida fue muy diferente a lo que debe ser está.

— Pero aun así solo Arthur puede tomar la decisión final — las palabras de Hernán provocaron que todas las miradas se posaran en Arthur, quien estaba sentado con los ojos cerrados y con rostro inexpresivo — Joven maestro. ¿Qué es lo que usted desea? — interrogó, curioso por saber qué respuesta emitiría al joven líder.

— Deseo paz — fue la respuesta por parte de Arthur, una respuesta que dejó a todos perplejos — en mi primera vida tuve a mi merced a mujeres hermosas... todos deseaba que tomara a sus hijas sin importar si solo eran simples concubinas ¿por qué debo tomar una decisión ahora?, quiero a Anette Sinclair a mi lado... me importa muy poco la opinión de ustedes, sus discusiones sin sentido solo hacen aumentar mi repudio hacía Isabella.

La mayoría jadeo con sorpresa. ¡Nunca pensaron que pudiera sentir repudio hacía la loba de pelaje blanco!.

— Se han preguntado ¿qué pasa si Isabella resulta no ser la loba de las profecías?, ¿qué pasa si ella no es la mujer destinada a sentarse a mi lado en el trono? — todos guardaron silencio sin saber que responder — ¿ven que solo es una discusión sin sentido?... solo el tiempo podrá definir lo que pasará con nuestras vidas. Hoy hago un juramento delante de todos ustedes: haré mi esposa a la mujer de las profecías... tomaré bajo mi manto a la loba de pelaje blanco y le daré un heredero a nuestro linaje... pero eso no implica que seré devoto solo a ella... mi devoción está puesta en Anette Sinclair y ni siquiera las llamas del mismísimo infierno serán capaces de hacer frente a la ferocidad de mis sentimientos por ella...

Arthur se puso de pie con lentitud ante la mirada expectante de los presentes — Anette podrá ser una renuo, una simple humana ante los ojos de los demás pero para mí es mi luna — la mayoría de los presentes abrieron los ojos sorprendidos ante esta declaración, a excepción de Admon, quien miraba a su hijo con orgullo; y de Humbert Sinclair, quien esbozo una ligera sonrisa casi imperceptible — la diosa Luna hizo su voluntad, decidió que ella sería el comienzo y el final de mi hilo rojo... y contra eso no hay nada que hacer; cumpliré mi deber como alfa pero también cumpliré con el deber para con mi corazón. Así que doy este tema por saldado, caballeros la reunión ha terminado.

Sin más dirigió sus pasos hacía la salida de la sala, los ancianos permanecieron en silencio debatiéndose entre dar su opinión, arriesgándose a perder la cabeza; o si dejar las cosas como estaban por ahora.

— Eso fue intenso — escucho la voz de Zac apenas salió de la sala.

— ¿Qué haces aquí? — frunció el ceño ante la presencia de su amigo.

— Se supone que vine a darte apoyo moral pero dadas las circunstancias decidí no interrumpir — respondió encogiéndose de hombros.

— Ve a descansar — sugirió antes de retomar su andar, no estaba de humor para lidiar con nadie en ese momento y conociendo la forma de ser de su amigo probablemente solo le provocaría una jaqueca mortal.

«Gritar a los cuatro vientos que ella es tu luna solo empeorará las cosas... hubiera sido mejor arrancarles la cabeza y acabar con este problema de una vez»

Escucho de pronto, en su cabeza; la voz de su lobo.

— Hasta que te dignas a aparecer... has estado demasiado callado desde que salí en busca de Anette — era extraño que su lobo no se hubiera pronunciado hasta el momento.

«Si no se tiene nada inteligente que decir es mejor permanecer en silencio, es bueno observar a las presas desde lejos y en silencio»

— ¿De verdad?, ¿y encontrarse algo interesante durante tus observaciones? — indagó mientras abría la puerta de su habitación pero no recibió respuesta alguna, en cambio sintió la agitación de su lobo; parecía emocionado y no entendía el porqué. Hasta que al recorrer, con su mirada, la habitación encontró a Anette de pie frente al espejo mientras cepillaba su cabello, estaba usando una de sus camisas — esa es mi camisa — Acuso con un tono de voz divertido mientras, con grandes zancadas; se acercaba hasta ella.

— ¿Te molesta?... me parece más cómoda que mi propia ropa — respondió con inocencia.

— Para nada... al contrario... me encanta — estando de pie detrás de ella, la abrazó por la cintura mientras se inclinaba ligeramente para aspirar su aroma, Anette pudo sentir la respiración tibia de Arthur chocar contra la piel expuesta de su cuello — hueles a mí y eso me encanta...

¡No mentía! su propio aroma se mezclaba de forma exquisita con la fragancia de Anette, creando una combinación realmente adictiva.

— Así todos sabrán que eres mía — aseguro con un susurró hablándole al odio, lo que provocó que un escalofríos de emoción recorriera la espalda de Annette.

— Soy tuya — respondió en voz muy baja pero lo suficientemente fuerte para que Arthur la escuchará, él sonrió emocionado antes de asaltar los labios de Anette en un profundo beso.

«Mía»

Repitió la voz de su lobo interno, complacido porque al fin la había encontrado. Y no estaba dispuesto a perderla nunca más.

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