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Capitulo 27: ¿Nuevo protector o nueva amenaza?

Desde el momento en que Anette llegó a casa fue consciente de lo física y emocionalmente cansada que se encontraba, de un momento a otro su vida se había convertido en una montaña rusa de emociones con las que no estaba segura de poder lidiar.

Tres días, tan solo tres días habían sido más que suficientes para poner su fuerza y su dedicación a prueba, comenzando por la llegada de Arthur Standerwod a su vida... ¿quién iba a imaginar que la llegada del gran alfa pondría su vida de cabeza?, ¿quién iba a pensar que ese joven de hermosos ojos grises terminaría siendo parte fundamental de su día a día?.

Y pensar que todo había comenzado con una fiesta, una fiesta a la que no quería asistir y a la que ni siquiera tuvo tiempo de llegar... todo había comenzado cuando ella había decidido ponerle fin a su existencia miserable...

Años de abuso y tortura finalmente había hecho mella en ella, dejando una herida en su alma la cual no sabía cómo sanar. ¡Tan lejanos parecían esos días de dolor! pero no, solo habían pasado tres días... tres días en los que su vida había estado en riesgo de extinguirse con demasiada rapidez.

Y como si tener que adaptarse a las atenciones de un alfa entre alfas, no fuera suficiente... ahora tenía a un grupo de vampiros persiguiéndola... ¡Vampiros!, que se suponía hace mucho habían dejado de existir...

¿Qué querían de ella?, ¿por qué repentinamente habían comenzado a cazarla?, tantas preguntas y tan pocas respuestas... ¿sería acaso que al unir su vida a Arthur Standerwod había destapado una enorme lata de gusanos que le comenzaba a explotar en la cara?, ¿acaso esa había sido la llave para entrar a un mundo de fantasía y eventos sobre naturales?.

¡¿Que más iba a encontrar allá afuera?, ¿troll enloquecidos que desearían usarla de palillo de dientes?, ¿sirenas malvadas que intentarían llevarla al fondo del mar?... hasta hace unos días ella solo quería ser una humana normal, salir de la reserva de lobos y comenzar a conocer un mundo lleno de oportunidades.

Pero ahora... ahora estaba ahí, atrapada entre la fantasía y la realidad; preguntándose ¿hasta cuándo lograría escapar de la oscuridad que la acechaba?, ¿hasta cuándo lograría salvaguardar su propia existencia?.

Suspiro... deseando poner fin a todo aquel drama que ahora estaba coloreando su vida... ¿no podría quedarse solo con las cosas buenas?, ¿no podía solo disfrutar de la calidez que observaba en los ojos de Arthur?, ¿no podía solo vivir con la alegría de sentirse amada y aceptada por un ser tan extraordinario como Ragnar?.

Al parecer no... su vida jamás encontrará un poco de calma, quizás simplemente estaba destinada a vivir eternamente bajo la tormenta... llevo una de sus manos hacia su rostro al sentir como algo se deslizaba en su mejilla, noto que solo era una fina lágrima que había escapado de sus ojos.

Observo la tenue humedad que quedó sobre sus dedos, ¿por qué lloraba de forma inconsciente?, ¿por qué esa fina lágrima escapaba de su ser?... una tras otra comenzaron a deslizarse por sus mejillas, podía sentir como lentamente un nudo comenzaba a formarse en su garganta y como su corazón comenzaba a latir apresurado, no pudo evitar sollozar como una niña asustada, una niña perdida en el bosque de pie en medio de la oscuridad.

Con su antebrazo cubrió sus ojos, deseando ser invisible ante todos esos peligros que la acechaban, ser invisible ante esos monstruos que habitaba entre las sombras pero sabía que era imposible, sabía que por más que deseara ocultarse siempre la encontrarían, ya lo había vivido antes, cuando deseaba desaparecer del ojo de las burlas y el maltrato que aquellos, superior a ella; le daban...

Sabía que por más que deseara desaparecer jamás lo haría, sabía que por más que rogara, suplicara o implorara a los dioses; estos no la salvarían de todo el sufrimiento que le tocaba enfrentar. ¡No lo habían hecho antes!, ¿por qué habrían de hacerlo ahora?.

— Nunca he sabido como lidiar con una mujer llorando — escucho de pronto una voz masculina que la hizo sobre saltarse — Jajaja no te asustes pequeña princesa, no voy a hacerte daño — canturreo el intruso, notando como la muchacha lo miraba con total desconfianza.

— ¿Qué haces en mi balcón? — indagó, mirando a aquel ser de ojos rojos y cabello oscuro que ahora invadía la privacidad de su hogar.

— No puedo ingresar a tu hogar sin ser invitado, princesa. Así que me toca conformarme con observarte desde aquí — el vampiro esbozo una gran sonrisa, dejando ver sus afilados colmillos.

— ¿Cómo sabías que estaría aquí? — ella se puso de pie, acercándose a pasos lentos hacia el balcón, dónde el vampiro se mantenía sentado en el barandal.

— Usualmente los vampiros tenemos tan buen olfato como tus amigos los lobos además de que probé tu sangre, podré encontrarte cuando quiera. Tu esencia es algo que jamás olvidaré — salto del barandal y dio un par de pasos hacia la muchacha, quedando frente a frente uno muy cerca del otro — ¿no me tienes miedo?, princesa — indagó mirando ligeramente hacia abajo, para poder mirarla a los ojos.

Ahora que estaban de pie y tan cerca, Anette podía notar la altura del hombre; sintiéndose pequeña y vulnerable — dijiste que no me harías daño.

— ¿y confías en todo lo que te dicen los extraños?, muy mal princesa — soltó una risita cínica, Anette pudo sentir el aliento frío del vampiro chocar contra su piel.

— ¿Qué haces aquí, Nicolás? — pregunto sin apartar la mirada de aquellos ojos rojos que la observaban con intensidad.

— No he podido sacarme de la cabeza las palabras que me dedico tu pulgoso. Después de tanto pensar llegue a la conclusión de que él tiene razón — Anette frunció el ceño sin entender a qué se refería Nicolás con exactitud.

— No entiendo a qué te refieres, Nicolás— confesó.

— Me refiero a que te debo mi vida, sino hubiera sido por ti, Ragnar me hubiera matado sin dudarlo. Así que... me pareció prudente agradecerte adecuadamente — haciendo acopio de toda su voluntad y moderación tomo a Anette de la cintura acercándola hacia su propio cuerpo, poso su mano derecha sobre la mejilla femenina y en un movimiento sutil rozo sus labios con los ajenos — gracias por salvarme la vida, Anette — expreso después de separarse del beso que duró apenas unos segundos, aunque no se alejó de ella; le gustaba la sensación de calor que desprendía su pequeño cuerpo, le encantaba escuchar como su corazón comenzaba a latir desenfrenado, quizás preso de la sorpresa que provocaba su cercanía.

Y sonrió, sonrió con picardía al imaginar que quizás esos latidos erráticos también podrían ser latidos de emoción...

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