Desde el momento en que Anette llegó a casa fue consciente de lo física y emocionalmente cansada que se encontraba, de un momento a otro su vida se había convertido en una montaña rusa de emociones con las que no estaba segura de poder lidiar.
Tres días, tan solo tres días habían sido más que suficientes para poner su fuerza y su dedicación a prueba, comenzando por la llegada de Arthur Standerwod a su vida... ¿quién iba a imaginar que la llegada del gran alfa pondría su vida de cabeza?, ¿quién iba a pensar que ese joven de hermosos ojos grises terminaría siendo parte fundamental de su día a día?. Y pensar que todo había comenzado con una fiesta, una fiesta a la que no quería asistir y a la que ni siquiera tuvo tiempo de llegar... todo había comenzado cuando ella había decidido ponerle fin a su existencia miserable... Años de abuso y tortura finalmente había hecho mella en ella, dejando una herida en su alma la cual no sabía cómo sanar. ¡Tan lejanos parecían esos días de dolor! pero no, solo habían pasado tres días... tres días en los que su vida había estado en riesgo de extinguirse con demasiada rapidez. Y como si tener que adaptarse a las atenciones de un alfa entre alfas, no fuera suficiente... ahora tenía a un grupo de vampiros persiguiéndola... ¡Vampiros!, que se suponía hace mucho habían dejado de existir... ¿Qué querían de ella?, ¿por qué repentinamente habían comenzado a cazarla?, tantas preguntas y tan pocas respuestas... ¿sería acaso que al unir su vida a Arthur Standerwod había destapado una enorme lata de gusanos que le comenzaba a explotar en la cara?, ¿acaso esa había sido la llave para entrar a un mundo de fantasía y eventos sobre naturales?. ¡¿Que más iba a encontrar allá afuera?, ¿troll enloquecidos que desearían usarla de palillo de dientes?, ¿sirenas malvadas que intentarían llevarla al fondo del mar?... hasta hace unos días ella solo quería ser una humana normal, salir de la reserva de lobos y comenzar a conocer un mundo lleno de oportunidades. Pero ahora... ahora estaba ahí, atrapada entre la fantasía y la realidad; preguntándose ¿hasta cuándo lograría escapar de la oscuridad que la acechaba?, ¿hasta cuándo lograría salvaguardar su propia existencia?. Suspiro... deseando poner fin a todo aquel drama que ahora estaba coloreando su vida... ¿no podría quedarse solo con las cosas buenas?, ¿no podía solo disfrutar de la calidez que observaba en los ojos de Arthur?, ¿no podía solo vivir con la alegría de sentirse amada y aceptada por un ser tan extraordinario como Ragnar?. Al parecer no... su vida jamás encontrará un poco de calma, quizás simplemente estaba destinada a vivir eternamente bajo la tormenta... llevo una de sus manos hacia su rostro al sentir como algo se deslizaba en su mejilla, noto que solo era una fina lágrima que había escapado de sus ojos. Observo la tenue humedad que quedó sobre sus dedos, ¿por qué lloraba de forma inconsciente?, ¿por qué esa fina lágrima escapaba de su ser?... una tras otra comenzaron a deslizarse por sus mejillas, podía sentir como lentamente un nudo comenzaba a formarse en su garganta y como su corazón comenzaba a latir apresurado, no pudo evitar sollozar como una niña asustada, una niña perdida en el bosque de pie en medio de la oscuridad. Con su antebrazo cubrió sus ojos, deseando ser invisible ante todos esos peligros que la acechaban, ser invisible ante esos monstruos que habitaba entre las sombras pero sabía que era imposible, sabía que por más que deseara ocultarse siempre la encontrarían, ya lo había vivido antes, cuando deseaba desaparecer del ojo de las burlas y el maltrato que aquellos, superior a ella; le daban... Sabía que por más que deseara desaparecer jamás lo haría, sabía que por más que rogara, suplicara o implorara a los dioses; estos no la salvarían de todo el sufrimiento que le tocaba enfrentar. ¡No lo habían hecho antes!, ¿por qué habrían de hacerlo ahora?. — Nunca he sabido como lidiar con una mujer llorando — escucho de pronto una voz masculina que la hizo sobre saltarse — Jajaja no te asustes pequeña princesa, no voy a hacerte daño — canturreo el intruso, notando como la muchacha lo miraba con total desconfianza. — ¿Qué haces en mi balcón? — indagó, mirando a aquel ser de ojos rojos y cabello oscuro que ahora invadía la privacidad de su hogar. — No puedo ingresar a tu hogar sin ser invitado, princesa. Así que me toca conformarme con observarte desde aquí — el vampiro esbozo una gran sonrisa, dejando ver sus afilados colmillos. — ¿Cómo sabías que estaría aquí? — ella se puso de pie, acercándose a pasos lentos hacia el balcón, dónde el vampiro se mantenía sentado en el barandal. — Usualmente los vampiros tenemos tan buen olfato como tus amigos los lobos además de que probé tu sangre, podré encontrarte cuando quiera. Tu esencia es algo que jamás olvidaré — salto del barandal y dio un par de pasos hacia la muchacha, quedando frente a frente uno muy cerca del otro — ¿no me tienes miedo?, princesa — indagó mirando ligeramente hacia abajo, para poder mirarla a los ojos. Ahora que estaban de pie y tan cerca, Anette podía notar la altura del hombre; sintiéndose pequeña y vulnerable — dijiste que no me harías daño. — ¿y confías en todo lo que te dicen los extraños?, muy mal princesa — soltó una risita cínica, Anette pudo sentir el aliento frío del vampiro chocar contra su piel. — ¿Qué haces aquí, Nicolás? — pregunto sin apartar la mirada de aquellos ojos rojos que la observaban con intensidad. — No he podido sacarme de la cabeza las palabras que me dedico tu pulgoso. Después de tanto pensar llegue a la conclusión de que él tiene razón — Anette frunció el ceño sin entender a qué se refería Nicolás con exactitud. — No entiendo a qué te refieres, Nicolás— confesó. — Me refiero a que te debo mi vida, sino hubiera sido por ti, Ragnar me hubiera matado sin dudarlo. Así que... me pareció prudente agradecerte adecuadamente — haciendo acopio de toda su voluntad y moderación tomo a Anette de la cintura acercándola hacia su propio cuerpo, poso su mano derecha sobre la mejilla femenina y en un movimiento sutil rozo sus labios con los ajenos — gracias por salvarme la vida, Anette — expreso después de separarse del beso que duró apenas unos segundos, aunque no se alejó de ella; le gustaba la sensación de calor que desprendía su pequeño cuerpo, le encantaba escuchar como su corazón comenzaba a latir desenfrenado, quizás preso de la sorpresa que provocaba su cercanía. Y sonrió, sonrió con picardía al imaginar que quizás esos latidos erráticos también podrían ser latidos de emoción...Fue un total shock sentir los labios fríos del vampiro sobre los suyos propios, ni en sus más profundas pesadillas hubiera imaginado recibir un beso por parte de uno de esos seres fríos y mortales.Aunque el beso solo duro unos segundos y fue sumamente delicado, no pudo evitar sentirse extraña, los labios de Nicolás eran fríos al tacto y aunque no resultaba incómodo si dejaba una extraña sensación de hormigueo ante su tacto.La cercanía de Nicolás era muy diferente a todo lo que ella conocía... era como si se estuviera hundiendo en aguas tan calmadas como heladas, era una sensación extraña y más si compraba la experiencia con lo que sentía ante la cercanía de Arthur, quien a diferencia del vampiro, la hacía sentir presa entre las llamas. No pudo evitar pensar en lo diferentes que eran ambos individuos, dos polos opuesto que de alguna forma habían logrado converger entorno a ella. Dos extremos muy diferentes de un mundo de fantasía que, de alguna forma retorcía; habían terminado forma
Ni siquiera el viento helado parecía lograr perturbar la intensidad del momento que estaban compartiendo Anette y Nicolás, sus miradas se habían anclado a la del otro en un enfrentamiento reservado; rojo y azul, fuego y agua; enfrentándose con una intensidad inquietante. De cierta forma era como si la vida y la muerte se estuvieran enfrentando en un duelo silencioso.Ella, tan llena de vida y él, un ser nacido en el mismísimo infierno... solo el repentino golpeteo sobre la madera logro que ambos salieran de esa burbuja que parecían compartir, ambos dirigieron su mirada hacia las puerta cerrada de la habitación.— Anette, tienes visitas — informo la suave voz de Anna, reclamando la presencia de su hija. De inmediato Anette miro a Nicolás con preocupación, sabía muy bien que si su madre descubría la presencia del vampiro en su habitación, se desataría una pelea mortal.— Voy en un momento — respondió, rogando porque su madre no decidiera irrumpir en el lugar — debes irte — le informo al
Anette se dejó caer sobre su cama, suspirando y cubriendo sus ojos con su antebrazo; sentía que todo el cansancio acumulado la estaba golpeando con demasiada fuerza. Se sentía abrumada pero sobre todo confundida; su vida estaba cambiando con demasiada rapidez y le era casi imposible adaptarse a tantos cambios repentinos.— Eso fue simplemente genial, me encantas cuando dejas salir tu lado malvado — escucho la voz empalagosa de Nicolás, ese tono seductor era imposible de pasar desapercibido.— ¡Oye!, ¡yo no tengo un lado malvado! — argumento descubriendo sus ojos para enfrentar al vampiro, vaya fue su sorpresa al encontrarse frente a frente con esos amenazantes ojos rojos, Nicolás se había colocado sobre ella con tanta ligereza que ni siquiera lo había notado hasta que sus miradas se enfrentaron.Estaban en una posición tan íntima como comprometedora, sus mejillas ardieron al notar este hecho; Nicolás tan solo sonrió complacido ante las reacciones de Anette.— Ohh eres tan hermosa, peq
El resto del fin de semana Anette lo paso encerrada en su habitación, con el ventanal del balcón cerrado y envuelta entre las cobijas, deseando volverse invisible ante los peligros del mundo exterior. Pero lamentablemente el fin de semana no sería eterno y cuando llego el lunes en la mañana, ese momento en que debía salir de casa, su mano temblaba cuando la poso sobre el pomo de la puerta.¿Qué pasaría cuando cruzara el umbral?, ¿que se encontraría del otro lado de esa fina lámina de madera?, ¿habría lobos celosos esperando para torturarla o abrían vampiros sedientos de sangre, deseosos de llevarla consigo?. No lo sabía, no había manera de tener la certeza de que encontraría del otro lado de la puerta y estaba asustada por ello... su respiración era pesada y su corazón latía errático, respiro profundo una y otra vez; intentando reunir la valentía que requería para enfrentar su realidad.Cerro los ojos cuando abrió la puerta, sintiendo la brisa helada de la mañana; oliendo el rocío mat
Después de la conmovedora declaración de amor por parte de Arthur, ambos decidieron que era hora de regresar a sus actividades cotidianas, por lo que Arthur acompaño a Anette hasta el instituto, dónde todas las miradas estaban puestas sobre ellos.— Odio que todos nos miran — se quejó Anette mientras caminaban por los pasillos del lugar. Ahora se daba cuenta de la tremenda cantidad de lobos jóvenes que asistían a ese lugar.— Oh vamos el gran alfa acompañando a la renuo del lugar. Esto es para no perdérselo — coloco su brazo sobre los hombros de Anette de forma cariñosa mientras le dedicaba una gran sonrisa de felicidad — te aseguro que se mueren de envidia.— Por supuesto, todas desearían estar en mi lugar — expreso mientras ponía los ojos en blanco y se cruzaba de brazos, le parecía que Arthur estaba inusualmente feliz.— No lo decía por eso... ¡Por Dios!, estoy con la chica más hermosa de este lugar, más de uno quisiera ser el hombre que caminara a tu lado — le guiño el ojo de form
El silencio se había apoderado del aula, la tensión era más que palpable y los alumnos parecían estar perdidos en sus propios pensamientos; lo que provocó que el profesor Andruw Roberts suspirar con pesadez.A veces lidiar con lobos jóvenes era bastante complicado y este parecía ser uno de esos días donde cada uno de sus alumnos quería ejercer su propia voluntad sobre los demás, ¿por qué no le habían asignado un grupo con menos carácter?, quizás betas u omegas hubieran sido mucho más fáciles de lidiar que estar encerrado con un grupo de alfas y lunas que se esforzaban por ejercer su voluntad.Inconscientemente sus ojos se centraron en Anette, era por mucho la más tranquila de aquel grupo, una humana de apariencia frágil, hermosa y vulnerable, capaz de inspirar ternura... sin duda parecía ser el eslabón más débil entre todos sus compañeros... ¿quién iba a imaginar que esa criatura de apariencia delicada sería quien mayor voluntad tendría?, ¿quién podría imaginar que ella, entre todas l
No supo cuánto tiempo estuvo en la misma posición, sentada en el piso, abrazando sus piernas, balanceándose suavemente y ocultando su rostro mientras finas lágrimas recorrían sus mejillas... su corazón aún latía desenfrenado, quizás a causa del pánico o quizás debido a la expectativa de que ocurriría a partir de ahora... no estaba segura. De pronto sintió como un brazo pasaba por debajo de sus piernas y otro reposaba detrás de su espalda, levantándola del suelo como si de una princesa se tratase, dirigió su mirada hacia su salvador que ahora la tenía entre sus brazos, su expresión era sería e indescifrable; su blanca piel estaba salpicada de sangre, dándole una imagen salvaje y mortal. El labio de Anette tembló cuando abrió la boca intentando hablar pero las palabras se negaron a abandonar su garganta.— Si quieres saber, no está muerto... no aún — hablo Nicolás, como si pudiera leer sus pensamientos y entendiera las preguntas no formuladas.— ¿Aún? — indagó confundida — ¿morirá?.—
Las mejillas de Anette ardían con un fuerte sonrojo mientras Nicolás se aferraba a ella como si su vida dependiera de ello... una de las manos del hombre estaba sobre la curvatura de su espalda baja mientras que la otra se había deslizado hacia la parte baja de su omóplato izquierdo, la había inclinado lentamente mientras se deleitaba con aquel líquido carmesí que brotaba de sus venas.No sabía cómo describir lo que estaba sintiendo en ese momento, era extraño tener los labios de Nicolás sobre su piel y sentir como succionaba de su cuello, sus sentidos parecían haberse nublado pero a la vez era capaz de percibir a detalle todo lo que ocurría a su alrededor.La suave ráfaga de viendo hizo ondear su cabello, apretó su agarre sobre los hombros masculinos mientras suaves jadeos escapaban de sus labios entre abiertos, las sensaciones que invadía su cuerpo eran tan aterradoras como excitantes. ¿Quién podría imaginar que ella estaría alimentando a un vampiro voluntariamente?.— Nicolás — pro