El silencio se había apoderado del aula, la tensión era más que palpable y los alumnos parecían estar perdidos en sus propios pensamientos; lo que provocó que el profesor Andruw Roberts suspirar con pesadez.
A veces lidiar con lobos jóvenes era bastante complicado y este parecía ser uno de esos días donde cada uno de sus alumnos quería ejercer su propia voluntad sobre los demás, ¿por qué no le habían asignado un grupo con menos carácter?, quizás betas u omegas hubieran sido mucho más fáciles de lidiar que estar encerrado con un grupo de alfas y lunas que se esforzaban por ejercer su voluntad. Inconscientemente sus ojos se centraron en Anette, era por mucho la más tranquila de aquel grupo, una humana de apariencia frágil, hermosa y vulnerable, capaz de inspirar ternura... sin duda parecía ser el eslabón más débil entre todos sus compañeros... ¿quién iba a imaginar que esa criatura de apariencia delicada sería quien mayor voluntad tendría?, ¿quién podría imaginar que ella, entre todas las mujeres; sería la elegida para gobernar un mundo de caos como el de los lobos?. No podía evitar pensar que quizás ella era ese foco a tierra; esa unión con la realidad que les hacía recordar lo efímera que era la vida, lo simple que podía ser la existencia y a la vez lo complicada e impredecible de está; tal cual parecía ser el destino previamente marcado para ella. — Bien, chicos — la mirada de casi todos sus estudios se centró en él al escuchar sus palabras, menos la mirada de Anette que parecía estar anclada a ver más allá del cristal, quizás perdida en sus pensamientos o quizás capturando algo que nadie más podía observar — organicen sus cosas, saldremos a trabajar en el exterior. De inmediato los jóvenes recogieron sus cosas, comenzando a abandonar uno por uno el aula, una vez que solo quedaron él y Anette, se acercó hasta ella, colocó una de sus manos sobre la coronilla de la muchacha y le despeinó ligeramente el cabello. — ¿Que te tiene tan ensimismada, Anette? — indagó una vez que la mirada de la muchacha estuvo sobre él. — Solo siento curiosidad por todo aquello que se oculta entre las sombras — respondió mientras se acomodaba el cabello que el profesor había despeinado — ¿cree que si hubiera sido una loba, todo esto estaría pasándome? — se atrevió a cuestionar. Andruw tomo asiento en el escritorio delante de la chica, adoptando un semblante pensativo — no lo sé, Anette... pero creo fielmente que somos parte de un plan mayor, nuestro destino está escrito y no podemos cambiarlo... — Yo... creo que sí podemos cambiar nuestro destino — opino, apoyando su mejilla en su mano; observando una vez más por el ventanal — creo que todos tenemos dos caminos que podemos recorrer... nosotros elegimos cuál tomar y de ahí todo comienza a desarrollarse...por ejemplo, mi madre pudo haberte elegido; tu serías mi padre y todo hubiese sido más sencillo desde el principio... — Y entonces no serías quien eres ahora y Arthur no hubiera llegado a tu vida, Anette — la muchacha suspiro pesadamente ante las palabras del profesor, pensando en que quizás tenía razón. — Algo me dice que los problemas están muy lejos de acabar... no sé porque pero siento que más allá del bosque hay algo que me llama... siento que todavía queda mucho por descubrir y eso me aterra... ¿qué pasa si no tomo la decisión correcta?, ser la pareja de Arthur implica cargar con el peso del mundo sobre mis hombros... — Arthur es el gran alfa, es él quien carga el peso del mundo sobre sus hombros — Anette negó con un leve movimiento de cabeza, sus suaves rizos rebotaron con delicadeza. — No puede existir la luna sin el sol, la noche sin el día... la luz sin la oscuridad... todo es cuestión de equilibrio profesor Roberts, no somos nada sin el equilibrio— tomo sus cosas y se puso de pie dirigiéndose a la salida. El profesor observo como se marchaba mientras en su mente se repetía esa última frase "no somos nada sin el equilibrio". Sin duda Anette tenía razón, sin el equilibrio en el mundo de los lobos todo podría transformarse en un completo caos. ¿Estarían Arthur y Anette listos para cargar con el peso del mundo sobre sus hombros?, no estaba seguro de ello pero si de algo estaba seguro era de que aún quedaba mucho camino por recorrer; muchas vivencias por vivir y nada le aterraba más que eso, sabía que se estaban enfrentando a un futuro incierto. Futuro que estaba en manos de dos niños condenados a cargar con demasiadas cosas... Y Andruw no era el único que pensaba que Arthur y Anette eran solo niños cargando con demasiadas cosas, Anette no podía evitar sentirse abrumada por todas aquellas emociones que no sabía cómo controlar, en el momento en que salió hacia los jardines dejo que la brisa fría chocara contra su rostro, cerró los ojos intentando disfrutar de ese momento de paz que tanto necesitaba. — ¿Crees que estás logrando gran cosa solo porque Arthur te acompaña al instituto? — la voz de Isabella la hizo abrir los ojos de golpe, enfrentándose con la mirada furiosa de la muchacha que estaba de pie a pocos pasos de ella. — No quiero pelear, Isabella — informo pero a la mujer de cabello rubio no le importa, sujeto con fuerza de los brazos a Anette, quien pudo sentir que las garras de Isabella se clavaba en su piel aún sobre la tela, su piel ardió ligeramente. — ¿No eres tan valiente sin tu mascotita infernal? — apretó aún más el agarre sobre su contraria — te lo advertí, Arthur es mío... no voy a permitir que me arrebates la vida perfecta que me fue prometida, m*****a humana... Anette intento liberarse del agarre de Isabella pero está la tenía sujeta con demasiada fuerza, los ojos de la loba ahora brillaban en un amarillo intenso y cargado de cólera. — Yo estoy destinada a la grandeza y no pienso permitir que una estúpida como tú se interponga en mi camino, incluso si tengo que matarte me voy a librar de ti — la empujó con demasiada fuerza, Anette sintió que su espalda chocó con algo o con alguien, se sintió abrumada ya que por el impacto el aire abandonó sus pulmones. — ¿Que dijiste hace rato sobre que te daba lastima?... ¿no asegurabas que era demasiado poca cosa?... ya sabrás lo que está poca cosa es capaz de hacer — escucho una voz masculina susurrarle al oído, tardo unos segundos en darse cuenta que se trabaja de Sergio, quien estaba de pie detrás de ella, sujetándola con demasiada fuerza de los brazos; si seguía ejerciendo tanta presión terminaría provocándole una fractura. — Llévatela... hazla entender su lugar — ordenó Isabella sonriendo con malicia, la sed de sangre estaba plasmada en su mirada — yo no voy ensuciarme las manos con tan poca cosa — agarro un puñado de cabello de Anette, jalándolo de manera brusca — pagarás cada humillación, renuo tonta... Anette sintió que Isabella arranco unos cuantos mechones de su cabello, lo que provocó que su cabeza palpitara adolorida. Sin decir nada más Sergio comenzó a arrastrarla hacia el bosque, ella forcejeo pero fue en vano, el hombre lobo tenía una fuerza descomunal por lo que la estaba doblegando con demasiado facilidad. Una vez más sintió su espalda chocar contra una superficie dura, la había estampado contra un árbol con demasiada brutalidad, no pudo evitar que de entre sus labios escapara un quejido. — Que rico escuchar ese quejido brotar de tu garganta — Sergio sonreía con satisfacción, su propio cuerpo acorralando a la muchacha contra el árbol, uso una de sus piernas para separar las de Anette mientras a la vez sujetaba ambas manos de la chica por sobre su cabeza. — Su... suéltame— le costó hablar, sentía que sus pulmones se negaban a llenarse de aire, el idiota la estaba aplastando. — Isabella me dijo que ahora eras mucho más valiente. ¿Qué paso?, ¿tu fuerza y agresividad solo funciona con niñas cabeza hueca? — se inclinó ligeramente para que sus labios rozaran la piel expuesta del cuello de Anette, succionó ese punto donde podía sentir sus latidos, ella emitió un gemido lastimero y seguidamente contuvo el aliento al sentir como la mano libre de Sergio se posaba sobre su pecho, comenzando a desabrochar los primeros botones de su camisa — no esperes que venga tu querido gran alfa a salvarte... Se inclinó para está vez dispuesto a besarla pero Anette apretó con fuerza los labios y esquivo el contacto. — ¡Perra!, obedéceme, soy tu alfa — le dio una fuerte cachetada que la hizo girar el rostro, ella sintió que el mundo le daba vueltas; ese golpe había sido brutal, incluso sintió un ligero saber a hierro invadir su boca — mírame — Sergio la sujeto de la barbilla obligándola a que lo mirara a los ojos — te haré tantas cosas que tú me vas a suplicar que te coja con fuerza... serás mi perrita personal... oh si nena y no sabes cuánto tiempo he estado deseando esto — su mano se deslizó por las piernas de Anette, incluso por debajo de su falda. Gruesas lágrimas brotaron de los ojos azules de la chica, lágrimas que Sergio disfrutaba ver, podía escuchar los latidos erráticos del corazón femenino y podía oler el miedo que emanaba de ella, eso le encantaba. — Te recomiendo que la sueltes — se escuchó repentinamente una voz masculina, tanto Anette como Sergio desviaron su mirada hacia el dueño de la voz, que estaba de pie a pocos metros de distancia; Sergio lo miró de arriba abajo, el recién llegado tenía las manos dentro de los bolsillos de su pantalón y tenía una actitud apática. —Y si no ¿qué? — respondió Sergio de forma retadora, enfrentando al desconocido, dejando a Anette aturdida a sus espaldas. — Sufrirás las consecuencias — frunció el ceño, mirando más allá del enorme lobo; detallando la expresión asustada de Anette, las lágrimas manchando sus mejillas y sintió la rabia crecer dentro de él — Pagarás por cada lágrima derramada por ella — energía de color rojo se arremolinó a su alrededor de forma descontrolada, haciendo ondear sus negros mechones de cabello. Sergio sonrió con superioridad, tomando una posición de pelea — Tus tontos truquitos no me asustan, no sabes con quién te estás metiendo, imbécil. En un abrir y cerrar de ojos Sergio sintió como los dedos del desconocido se cerraban sobre su cuello y lo levantaba del suelo con gran facilidad, en ese momento noto los ojos rojos carmesí brillantes del hombre. — Nunca más vueltas a ponerle una mano encima a MI princesa — de un solo movimiento arrojo al lobo contra los árboles, dejando un camino de destrucción a su paso. — Nicolás — Jadeo Anette, de rodillas en el suelo, el vampiro centro su mirada en ella. — Dame un momento preciosa, tengo que encargarme de esa basura — le guiño un ojo antes de desaparecer, alguien debía hacerle pagar a ese lobo cada una de las lágrimas de Anette; ya había llegado la hora de cobrar esa deuda y él estaba más que feliz de hacerlo...No supo cuánto tiempo estuvo en la misma posición, sentada en el piso, abrazando sus piernas, balanceándose suavemente y ocultando su rostro mientras finas lágrimas recorrían sus mejillas... su corazón aún latía desenfrenado, quizás a causa del pánico o quizás debido a la expectativa de que ocurriría a partir de ahora... no estaba segura. De pronto sintió como un brazo pasaba por debajo de sus piernas y otro reposaba detrás de su espalda, levantándola del suelo como si de una princesa se tratase, dirigió su mirada hacia su salvador que ahora la tenía entre sus brazos, su expresión era sería e indescifrable; su blanca piel estaba salpicada de sangre, dándole una imagen salvaje y mortal. El labio de Anette tembló cuando abrió la boca intentando hablar pero las palabras se negaron a abandonar su garganta.— Si quieres saber, no está muerto... no aún — hablo Nicolás, como si pudiera leer sus pensamientos y entendiera las preguntas no formuladas.— ¿Aún? — indagó confundida — ¿morirá?.—
Las mejillas de Anette ardían con un fuerte sonrojo mientras Nicolás se aferraba a ella como si su vida dependiera de ello... una de las manos del hombre estaba sobre la curvatura de su espalda baja mientras que la otra se había deslizado hacia la parte baja de su omóplato izquierdo, la había inclinado lentamente mientras se deleitaba con aquel líquido carmesí que brotaba de sus venas.No sabía cómo describir lo que estaba sintiendo en ese momento, era extraño tener los labios de Nicolás sobre su piel y sentir como succionaba de su cuello, sus sentidos parecían haberse nublado pero a la vez era capaz de percibir a detalle todo lo que ocurría a su alrededor.La suave ráfaga de viendo hizo ondear su cabello, apretó su agarre sobre los hombros masculinos mientras suaves jadeos escapaban de sus labios entre abiertos, las sensaciones que invadía su cuerpo eran tan aterradoras como excitantes. ¿Quién podría imaginar que ella estaría alimentando a un vampiro voluntariamente?.— Nicolás — pro
Arthur emprendió rumbo hacia la casa de Anette, iban en el auto en completo silencio, ella mirando por la ventana, recostada en el asiento del copiloto mientras Arthur iba al volante observándola de reojo.Por más que intentaba entender la causa de sus mentiras no lograba encontrar una razón que logrará justificarla, odiaba sentirse en la oscuridad y más cuando se trataba de Anette, era realmente frustrante.La muchacha se sobresaltó cuando Arthur freno de forma repentina, dirigiendo su mirada finalmente hacia el muchacho quien la miraba con demasiada intensidad.— ¿Me dirás lo que realmente paso? — indagó frunciendo el ceño, no quería seguir más con ese juego de mentiras.— Ya te lo dije me caí en el bos... — guardo silencio al ver cómo el agarre de Arthur sobre el volante aumentaba, hasta el punto en que sus nudillos se tornaron blancos, era más que evidente que no sé había tragado ese cuento de que sus golpes se debían a una caída, Arthur no era tonto.— No me mientras, Anette. No
El silencio se había cernido sobre ellos, encerrándolos en una atmósfera de incomodidad evidente; la frustración y la rabia emanaban de Arthur por igual, Anette estaba segura de que Ragnar; el lobo interno de Arthur, debía estarlo atormentando.Sus habidos ojos notaron cada gesto de Arthur, por muy insignificantes que pudiera parecer... no sé perdió la forma en que apretaba el volante con más fuerza de la necesaria, como su respiración era irregular por segundos y la forma en que fruncía el ceño.— ¿Confías en él? — pregunto él, de forma repentina, Anette tardo unos minutos en formular su respuesta.— Lo suficiente — Arthur no pareció conforme con una respuesta tan vaga.— Él te ataco... es un vampiro, uno que hace unos días te estaba persiguiendo — le recordó, Anette puso los ojos en blanco mientras se cruzaba de brazos y se recostaba un poco más del asiento.— Y también fue quien me salvó de Sergio. ¿Debería odiar a todo aquel que me ha hecho daño?, ¿debería condenar a toda una raza
Creer que al llegar a su hogar encontraría paz había sido lo más estúpido que había hecho en mucho tiempo, la mansión Standerwod estaba abarrotada de personas; parecía que habían asistido TODOS los lobos de las distintas manadas a invadir su hogar, moviéndose de un lugar a otro y sobre cargando el ambiente con una energía abrumadora.Podía escuchar los murmullos, sentir las múltiples auras pero sobre todo sentir la angustia y ansiedad que emanaba de cada uno de los presentes, se abrió paso entre la multitud que lo miraban como si al fin hubiera llegado su máxima salvación, lo que no hacía más que aumentar el estrés que ya cargaba.¿Acaso había una reunión importante de la que él no estaba enterado?, ¿o es que habían visto un meteorito acercarse peligrosamente a la tierra y su casa se había convertido en el centro de salvación?.— Al fin estás aquí. Tenemos un problema muy, muuuuy grande — lo interceptó Zac, Arthur se pasó las manos por la cara; intentando controlar su frustración.— ¿
La tensión en la sala era tal que parecía que el aire podría cortarse con un cuchillo, Isabella no dejaba de llorar y rogar a los pies del gran alfa mientras este parecía inmutable, como si sus facciones hubieran sido talladas en piedra y fuera incapaz de mostrar compasión por la muchacha suplicante.— Dime Isabella... — se agachó para ponerse al nivel de la chica, una de sus grandes manos se sumergió entre los rubios cabellos de esta, obligando a la mujer a qué lo mirara a los ojos — dime qué oculta tu corazón... ¿qué ocultas? — sus ojos dorados se encontraron con la mirada clara de Isabella quien, horrorizada; se perdió en la profundidad de esos ojos dorados que parecían querer arrastrarla a lo profundo de un abismo.— No permitiré tal humillación hacia mi hija — intervino Rein, dando un paso al frente, deseando detener toda esa humillación a la que estaba siendo sometida su hija y su clan.— Pero si puedes permitir que otra mujer sea denigrada bajo calumnias — Humbert le hizo frent
Arthur se aferraba a Anette como si esta fuera su tabla salvavidas y de cierta forma así era, Anette era el hilo invisible que lo ataba a la cordura, la necesitaba como al aire que respiraba, ¿Cómo todo lo que era y todo lo que conocía dependía únicamente a un ser tan frágil como ella?, ¿cómo el equilibrio de todo un mundo podía reposar sobre las delicadas manos de una mujer?Anette acariciaba el cabello de Arthur con delicadeza, sentía como si de pronto los papeles se hubieran intercambiado y ella fuera el ser más poderoso del mundo mientras Arthur no era más que el niño asustado que necesitaba ser protegido a toda costa, Arthur se aferraba a ella como alguien que nunca tuvo nada y de pronto se le da todo a manos llenas, como si fuera ese tesoro buscado en los confines más recónditos del mundo.— Todo estará bien — aseguro la muchacha con voz calada, sin dejar de acariciar el cabello de Arthur, quien la abrazaba por el torso y tenía la cabeza recostada de su pecho, se había instalado
No podía negar que la conversación con Humbert Sinclair la había perturbado, sembrando en ella un cumulo de preguntas que no las cuales no sabía si lograría encontrar repuesta en algún omento. Observo esa alianza que su abuelo le habían entregado, la observo a detalle mientras se preguntaba ¿Dónde estaría la otra?, ese tipo de alianzas siempre venían en par.Respiro profundo mientras se colocaba el anillo en su dedo anular de la mano izquierda, sintió como este se ajustaba a su dedo y sonrió de forma casi involuntaria, después de ser rechazada durante toda su vida ahora portaba el símbolo del clan Sinclair como su heredera. Que irónico como cambiaban las cosas, hace tan solo unas horas ella era la escoria de los lobos mientras Isabella era la gran heredera con un futuro brillante… ahora los papeles se habían invertido, dejándola a ella mismo en la cima del poder y a su contraria en la completa humillación, no se alegraba por ello, ¡por supuesto que no!; jamás se alegraría de la desgra