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Capitulo 36: Verdades en la cara.

Arthur emprendió rumbo hacia la casa de Anette, iban en el auto en completo silencio, ella mirando por la ventana, recostada en el asiento del copiloto mientras Arthur iba al volante observándola de reojo.

Por más que intentaba entender la causa de sus mentiras no lograba encontrar una razón que logrará justificarla, odiaba sentirse en la oscuridad y más cuando se trataba de Anette, era realmente frustrante.

La muchacha se sobresaltó cuando Arthur freno de forma repentina, dirigiendo su mirada finalmente hacia el muchacho quien la miraba con demasiada intensidad.

— ¿Me dirás lo que realmente paso? — indagó frunciendo el ceño, no quería seguir más con ese juego de mentiras.

— Ya te lo dije me caí en el bos... — guardo silencio al ver cómo el agarre de Arthur sobre el volante aumentaba, hasta el punto en que sus nudillos se tornaron blancos, era más que evidente que no sé había tragado ese cuento de que sus golpes se debían a una caída, Arthur no era tonto.

— No me mientras, Anette. No soy estúpido. Algo paso en ese bosque y yo quiero saber que — La chica guardo silencio hasta que de un momento a otro abrió la puerta del auto y bajo de este, comenzando a caminar en dirección a su casa sin mencionar palabra alguna, Arthur se apresuró a seguir sus pasos.

— ¿Que m****a haces, Anette?, ¿prefieres huir de mí, que decirme la verdad? — pregunto frustrado, le estaba costando demasiado controlar la agitación que sentía en su interior.

— Simplemente no quiero hablar de ello ahora, búscame cuando estés más calmado — expreso ella, ocultando sus manos en los bolsillos de la chaqueta de su uniforme. No quería comenzar una pelea con Arthur en ese momento, ambos estaban demasiado alterados y no le parecía justo que terminarán desahogando sus frustraciones con el otro.

— Anette, detente por favor — suplico pero la muchacha parecía hacer oídos sordos a su petición — ¡Joder!, Anette; ¿cómo se supone que voy a protegerte si no me dices que es lo que está pasando? — la sujeto del brazo para evitar que siguiera alejándose de él. Ella se enfrentó a su mirada inquisitiva.

— ¡Quizás simplemente no quiero que me protejas! — grito frustrada, liberándose del agarre del joven quien la miro con los ojos muy abiertos a causa de la sorpresa, nunca imagino que ella reaccionaría de esa manera — déjame en paz, Arthur. Esto no es algo que puedas solucionar.

— ¡Carajos, Anette! yo puedo solucionar cualquier cosa. ¿Qué carajos quieres evitar?, ¿a quién carajos estás protegiendo? — paso las manos por su cabello, como clara señal de frustración.

— ¡Te estoy protegiendo a ti!, idiota — Anette hizo sus manos puño, la impotencia invadía su cuerpo con mucha facilidad — quiero evitar que cometas un error, que hagas una locura... ¡¿Qué quieres que te diga?!, ¿quieres que yo sea la causante de que comiences una guerra entre manadas?, ¿pondrás en peligro el equilibrio del mundo solo por una tonta humana?.

Anette estaba al borde de las lágrimas cuando Arthur se acercó a ella y la abrazo con fuerza, quizás intentando darle confort o quizás deseando evitar que ella se marchara.

— Si tengo que hacer el mundo arder por ti lo haría, Anette... me importa una m****a comenzar una guerra, nadie puede atreverse a lastimar a quien amo — coloco sus manos sobre las mejillas femeninas mientras la miraba directamente a los ojos con intensidad — ¿quién te lastimo?, puedo ver las heridas de garras en tus brazos... el golpe en tu mejilla es más que evidente y las emociones que emanan de ti son inconfundibles... miedo, impotencia, desesperación... linda por favor, dime quién te hizo esto y sufrirá las consecuencias...

Arthur apoyo su frente de la de Anette, las lágrimas no se hicieron esperar por parte de la chica, todos sus sentimientos la estaban sobre pasando una vez más.

— No quiero que comiences una guerra entre mandas. Tu deber es mantener la paz... mi deber como tú pareja es ayudarte a que esa misión se cumpla, el equilibrio del mundo depende de nosotros — estaba asustada, asustada de lo que podía pasar si todo salía a la luz y Arthur perdía el control.

— La paz no es una opción cuando hay alguien entre mis filas lastimando a la mujer que amo — susurro, limpiando las lágrimas de Anette, esas que le estaba rompiendo el corazón.

— Ya no importa... él ya se encargó de hacerlo pagar — respondió en un tono de voz muy bajo pero aun así sus palabras no se escaparon del fino oído de Arthur— ya no importa... él me protegió

— ¿él?... dime ¿quién?.

— Fui yo — la repentina voz masculina invadió el lugar, inmediatamente Arthur tomo una posición defensiva protegiendo a Anette con su cuerpo mientras se enfrentaba a ese ser infernal.

— ¿Tu? — el vampiro asintió.

— Ella me debe su vida ahora — Nicolás sonrió con superioridad — fui yo quien llegó a salvarla... fui yo quien corrió a su encuentro, tú fuiste demasiado débil para protegerla...

Arthur estaba a punto de arrojarse sobre el vampiro pero Anette se apresuró a ponerse de pie delante de él, colocando sus manos sobre su pecho en un intento de calmarlo.

— Arthur... no lo ataques — pidió, Arthur detuvo su avance pero su mirada asesina estaba clavada en el dichoso vampiro mientras no dejaba de pensar en que debió haberlo matado en su primer encuentro.

— ¿Él te salvó? — pregunto, en su tono de voz era más que notoria la ira que invadía su ser.

— Si, él fue quien me ayudó — en ningún momento Arthur la miro, parecía no querer perderse ningún movimiento del vampiro.

— Te jactas de ser el alfa todo poderoso, quieres protegerla pero ni siquiera te das cuenta de que quienes más daño le han hecho son parte de tu propio pueblo, no eres más que un imbécil con delirios de grandeza — Nicolás tenía una sonrisa de come m****a plasmada en su rostro, esa actitud de superioridad era una clara invitación a pelear.

— ¡Nicolás!... deja de provocarlo — está vez se giró para enfrentar al vampiro, su corazón latía frenético; sabía muy bien que estaba en el camino de dos seres sumamente peligrosos que podían lanzarse uno sobre el otro en cualquier momento.

— Cuéntale, Anette... cuéntale como fui yo quien llegó a tu rescate, cuéntale que fui yo quien evito que ese payaso de m****a te tocará... — la expresión de Arthur paso de la rabia absoluta a la preocupación mientras su mirada se centraba en Anette — así es saco de pulga... uno de los tuyos estuvo a punto de violarla... no solo la golpeó, sino que intento tocarla sin su consentimiento y ¿sabes que es lo peor de todo?, que esa golfa que tienes de prometida fue quien se la entregó en bandeja de plata... fue esa loba de cabello rubio quien le pidió que atacara a Anette. ¿Y dónde estabas tú mientras todo esto ocurría?, ¿jugando al jefe supremo?.

— Dame un nombre — exigió Arthur, el vampiro se encogió de hombros, no le interesaba saber el nombre de ningún lobo insignificante así que no tenía una respuesta para Arthur — Anette, dame el maldito nombre...

Anette sintió que un escalofríos recorría su espalda al escuchar esa voz de mando de Arthur, nunca había sido testigo de esa versión de él, su aura era abrumadora — fue... fue Sergio — respondió mirando al suelo.

El instinto asesino creció dentro de Arthur, su lobo estaba deseoso por ver correr la sangre de aquel tipo que se había atrevido a ponerle una mano encima a Anette.

— No te preocupes... el tipo ya pagó su deuda con creces — una sonrisa sádica de formó en los labios de Nicolás al recordar como el joven lobo suplicaba por su vida — si corre con suerte seguirá con vida... y que sirva de advertencia para todos: Anette ya no está sola. YO estoy para protegerla.

— No te atravieses en mi camino y estaremos bien — soltó Arthur como advertencia, pasando junto al vampiro; dirigiéndose hacia su auto. Anette seguía sus pasos en completo silencio hasta que Nicolás la sujeto de la muñeca.

— ¿Estarás bien? — pregunto preocupado, sabía muy bien lo descontrolado que se podían poner los lobos en un momento de demasiada ira.

— Arthur jamás me lastimaría — Nicolás la miro a los ojos por un minuto entero, buscando siquiera un ápice de duda en su interior; la soltó cuando estuvo seguro de que ella confiaba ciegamente en el lobo.

— Bien. Estaré cerca si me necesitas — libero su agarre de sobre Anette, desapareciendo en un abrir y cerrar de ojos. Anette suspiro pesadamente mientras arrastraba sus pies hacia el auto donde Arthur la esperaba. Esta sería una tarde muy larga, estaba segura de eso.

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