Arthur la tenía entre sus brazos mientras se movían al compás de la música… bailar bajo la luz de la luna les hacía sentir que estaban sumergidos en un cuento repleto de magia y fantasía; quizás de cierta forma así era pues que muy pocos podían decir que estaban unidos bajo un vínculo ancestral…Ella recostó la cabeza del pecho masculino, escuchando el rítmico latir de su corazón, latido que era capaz de transmitirle calma… ¿Cómo era posible que estando entre los brazos de Arthur todo fuera más sencillo?, ¿Qué clase de súper poder poseía él para hacerla sentir que a su lado el peso de sus decisiones era mucho más ligero?, sentía como si fueran un complemento… como dos piezas de un rompe cabezas que habían esperado demasiado para unirse, pero que finalmente se habían encontrado.La música seso al igual que su suave vaivén, pero permanecieron allí, uno junto al otro; deleitándose con el calor que emanaba del cuerpo ajeno… disfrutando de esa increíble sensación que dejaba el saber que po
La respiración de Anette se cortó de golpe, como si el aire se hubiera esfumado del mundo en ese instante. El leve clic de cada botón al ser desabrochado resonaba en sus oídos, amplificado por el silencio íntimo que los envolvía. Arthur lo hacía con una lentitud deliberada, como si cada movimiento fuera un ritual sagrado, sus dedos rozaban ligeramente la tela del vestido, y a través de ella, el calor de su piel. Anette podía sentir cómo la prenda cedía poco a poco, liberando la tensión que la mantenía unida sobre su pecho.El frescor de la noche acariciaba su piel desnuda a medida que el vestido se abría, pero era nada comparado con el fuego que ardía dentro de ella. Su corazón latía con tal fuerza que parecía querer escapar de su pecho, una mezcla de emoción y una ligera angustia ante lo desconocido que la hacía sentir vulnerable y viva al mismo tiempo. El aroma de Arthur, una combinación de madera fresca y algo indescriptiblemente masculino, la envolvía, intensificando cada uno de s
Capítulo 44: Desacuerdo.Los parpados de Anette aun pesaban, aunque el sueño había sido reparador aun su cuerpo se sentía cansado por la forma en que Arthur y ella se habían entregado el uno al otro, sus mejillas adoptaron un adorable sonrojo al pensar en lo sucedido, cada detalle parecía estar grabado a fuego en su memoria; su cuerpo marcado con una huella imborrable que nadie más que ella y Arthur podían ver.Abrió los ojos con lentitud, observando el semblante tranquilo que adornaban las facciones de Arthur, era un hombre que finalmente se sentía completo y más importante aun, se sentía amado. A pesar de que tenía los ojos cerrados estaba despierto; ella lo sabía por las suaves caricias que estaba dejando sobre la piel de su espalda.Extendió su mano para acariciar el rostro de Arthur, deseando memorizar esa expresión de tranquilidad que adornaba sus facciones y lo hacía ver aún más hermoso de lo que de por si era; trazo su barbilla sin prisa, deleitándose con la suavidad y calidez
El silencio de la noche era interrumpido por los feroces gruñidos de dos lobos que se debatían a muerte, la forma en que sus garras arremetían contra el otro, con la clara intención de matar, los colmillos brillando de forma amenazante mientras ambos intentaban doblegar al otro entre sus fauces. Era la primera vez que Anette presenciaba un enfrentamiento de tal magnitud, ambos lobos parecían dispuestos a acabar con la vida del otro; como si esta no valiera absolutamente nada, su corazón latía acelerado, de tal manera que un zumbido parecía haberse instalado en sus oídos; se sentía presa del miedo y la incertidumbre.Los músculos de su cuerpo parecían haberse entumecido, reusándose a obedecer las órdenes de su cerebro; a duras penas logro arrastrarse fuera del campo de batalla. El mundo a su alrededor pareció dejar de existir, como si de pronto lo único que sus sentidos pudieran percibir fuera el peligro inminente que se cernía sobre ella de una manera casi asfixiante.Tembló… y no po
Los miembros del concejo estaban agitados, ansiosos ante la espera; ¡llevaban alrededor de una hora esperando la aparición gran alfa!, pero a este parecía que se lo había tragado la tierra y ninguno de ellos era capaz de ir a buscarlos e interrumpir lo que fuera que estuviera haciendo.Finalmente, la gran puerta se abrió, provocando que todas las miradas se centraran en las dos figuras que ingresaban a la sala; la mano del gran alfa sostenía la de la pequeña mujer con delicadeza, pero demostrando un matiz de posesión. Ambos caminaron hacía la mesa en completo silencio, Ragnar abrió la silla para ella como todo un caballero; situándola a la cabecera de la mesa y permaneciendo a su lado como si de un simple perro guardián se tratase. ¡Eso era inaudito!— Señor, creo que no es apropiado que alguien ajeno al concejo presencia la reunión — hablo uno de los ancianos.— Ella no es ajena a lo que está ocurriendo, no solo es mi nieta, heredera de mi clan, sino que también porta el anillo de l
Capítulo 47: Caos.La mansión Standerwod no era la única que se había sumergido en un completo caos, a kilómetros de distancia, oculto entre las sombras y el misterio, el castillo de los vampiros estaba siendo víctima de momentos de nerviosismo.Todos sabían que algo estaba pasando, el ambiente estaba cargado de tensión y todos parecían estar alertas ante posibles peligros. Archivald se movía de un lado a otro, como si de una fiera enjaulada se tratase y quizás, de alguna forma; si era una fiera que intentaban mantener cautiva; sus instintos más primitivos estaban a flor de piel, deseoso de ver la sangre derramada… no podía pensar en nada más que en acabar con ese maldito bastardo de Nicolás.Cuando le pusiera las manos encima le arrancaría las tripas, lo torturaría una y otra vez, haría que suplicara piedad y se arrepintiera de cada uno de sus pecados.— Buenas noches, ¿una reunión de la que no me entere? — saludo el objeto de su odio apenas apareció en la gran sala.De inmediato Arc
El azote de la naturaleza era imparable… el viento aullaba como un animal herido, arrancando hojas y ramas de los árboles con una furia descontrolada. El aire era frío y cortante, lleno de un olor a tierra mojada y electricidad estática que anticipaba algo más que una simple tormenta.Arthur corría a través del bosque, sus grandes patas hundiéndose en el barro con cada zancada. El sonido del viento era ensordecedor, pero no tanto como el martilleo de su propio corazón, que parecía querer escapar de su pecho.«¿Qué mierda está pasando?»La voz de Ragnar resonó en su mente, cargada de una angustia que Arthur sentía como propia. No podía evitar preguntarse si habían cometido un error al dejar que Anette se fuera sola con Darlan.La conexión que compartían con ella, ese vínculo que los unía, ahora era un torbellino de emociones descontroladas. No podía distinguir si Anette estaba en peligro o si, peor aún, estaba intentando romper ese lazo que los mantenía unidos.«Ella jamás destruiría n
Cuando los llantos y gritos de Anette cesaron, el clima exterior volvió a una calma engañosa. Sin embargo, un frío penetrante y aterrador permaneció en el aire, helando los huesos de todos los seres en el bosque.El viento susurraba entre los árboles, como si la naturaleza misma estuviera de luto. Las hojas secas crujían bajo los pies de quienes se movían con cautela, y el olor a tierra húmeda y hierba marchita llenaba el ambiente.Anette, en cambio, parecía haberse quedado atrapada en un trance. Sus ojos, antes llenos de vida, ahora estaban vacíos, perdidos en un abismo de dolor. No hablaba, no lloraba, parecía una sombra de lo que alguna vez fue.Nicolás se levantó con cuidado, sosteniendo a Anette en sus brazos como si fuera una muñeca frágil. Arthur, con el corazón desgarrado, se acercó a ella con pasos lentos, tratando de mantener la calma, aunque su voz temblaba ligeramente al hablar.—Te llevaré a la mansión, pequeña —dijo con suavidad, como si temiera que un tono más alto pudi