Los miembros del concejo estaban agitados, ansiosos ante la espera; ¡llevaban alrededor de una hora esperando la aparición gran alfa!, pero a este parecía que se lo había tragado la tierra y ninguno de ellos era capaz de ir a buscarlos e interrumpir lo que fuera que estuviera haciendo.Finalmente, la gran puerta se abrió, provocando que todas las miradas se centraran en las dos figuras que ingresaban a la sala; la mano del gran alfa sostenía la de la pequeña mujer con delicadeza, pero demostrando un matiz de posesión. Ambos caminaron hacía la mesa en completo silencio, Ragnar abrió la silla para ella como todo un caballero; situándola a la cabecera de la mesa y permaneciendo a su lado como si de un simple perro guardián se tratase. ¡Eso era inaudito!— Señor, creo que no es apropiado que alguien ajeno al concejo presencia la reunión — hablo uno de los ancianos.— Ella no es ajena a lo que está ocurriendo, no solo es mi nieta, heredera de mi clan, sino que también porta el anillo de l
Capítulo 47: Caos.La mansión Standerwod no era la única que se había sumergido en un completo caos, a kilómetros de distancia, oculto entre las sombras y el misterio, el castillo de los vampiros estaba siendo víctima de momentos de nerviosismo.Todos sabían que algo estaba pasando, el ambiente estaba cargado de tensión y todos parecían estar alertas ante posibles peligros. Archivald se movía de un lado a otro, como si de una fiera enjaulada se tratase y quizás, de alguna forma; si era una fiera que intentaban mantener cautiva; sus instintos más primitivos estaban a flor de piel, deseoso de ver la sangre derramada… no podía pensar en nada más que en acabar con ese maldito bastardo de Nicolás.Cuando le pusiera las manos encima le arrancaría las tripas, lo torturaría una y otra vez, haría que suplicara piedad y se arrepintiera de cada uno de sus pecados.— Buenas noches, ¿una reunión de la que no me entere? — saludo el objeto de su odio apenas apareció en la gran sala.De inmediato Arc
El azote de la naturaleza era imparable… el viento aullaba como un animal herido, arrancando hojas y ramas de los árboles con una furia descontrolada. El aire era frío y cortante, lleno de un olor a tierra mojada y electricidad estática que anticipaba algo más que una simple tormenta.Arthur corría a través del bosque, sus grandes patas hundiéndose en el barro con cada zancada. El sonido del viento era ensordecedor, pero no tanto como el martilleo de su propio corazón, que parecía querer escapar de su pecho.«¿Qué mierda está pasando?»La voz de Ragnar resonó en su mente, cargada de una angustia que Arthur sentía como propia. No podía evitar preguntarse si habían cometido un error al dejar que Anette se fuera sola con Darlan.La conexión que compartían con ella, ese vínculo que los unía, ahora era un torbellino de emociones descontroladas. No podía distinguir si Anette estaba en peligro o si, peor aún, estaba intentando romper ese lazo que los mantenía unidos.«Ella jamás destruiría n
Cuando los llantos y gritos de Anette cesaron, el clima exterior volvió a una calma engañosa. Sin embargo, un frío penetrante y aterrador permaneció en el aire, helando los huesos de todos los seres en el bosque.El viento susurraba entre los árboles, como si la naturaleza misma estuviera de luto. Las hojas secas crujían bajo los pies de quienes se movían con cautela, y el olor a tierra húmeda y hierba marchita llenaba el ambiente.Anette, en cambio, parecía haberse quedado atrapada en un trance. Sus ojos, antes llenos de vida, ahora estaban vacíos, perdidos en un abismo de dolor. No hablaba, no lloraba, parecía una sombra de lo que alguna vez fue.Nicolás se levantó con cuidado, sosteniendo a Anette en sus brazos como si fuera una muñeca frágil. Arthur, con el corazón desgarrado, se acercó a ella con pasos lentos, tratando de mantener la calma, aunque su voz temblaba ligeramente al hablar.—Te llevaré a la mansión, pequeña —dijo con suavidad, como si temiera que un tono más alto pudi
El funeral había terminado, y el aire pesado de tristeza y luto envolvía a los asistentes como una manta opresiva. Uno a uno, los miembros de la manada se acercaban a Anette, murmurando palabras de consuelo que sonaban huecas en sus oídos. ¿Qué hacían ellos ahí?, ¿de que valían sus palabras de consuelo cuando les habían dado la espalda durante toda su vida, sumergiéndolas en incontables horas de sufrimiento y dolo?Ella apenas podía sostener la mirada de nadie, su corazón latía con un dolor que parecía no tener fin, ahora estaba sola en el mundo, la persona que más la había amado y protegido desde que era una niña ya no estaba, nunca más escucharía su voz, nunca más observaría su adorable sonrisa y nunca más sabría lo que era estar entre los cálidos brazos de una madre...Su corazón estaba sumergido en un abismo de dolor y soledad, ahogándose en los propios lamentos de su alma que ahora se sentía perdida, pero todo cambió cuando vio a Isabella y Rein acercarse.Algo dentro de ella se
Cuando la calma invadió el cuerpo de Anette también lo hizo la debilidad, sentía como si su cuerpo acabara de ser drenado de toda su energía, su respiración antes agitada se transformó en un murmullo suave y acompasado deleitando el oído de Arthur, los latidos desenfrenados del corazón ajeno parecieron encontrar su rumbo mientras Arthur la tomaba entre sus brazos, sintiendo que, por el momento; podían tener un poco de calma.Observo el semblante aparentemente tranquilo de Anette, sus mejillas sonrojadas, la casi imperceptible marca de las lágrimas sobre sus mejillas, sus labios ligeramente entreabiertos y su respiración acompasada que le indicaba que el arrebato de ira por fin había desaparecido, Anette había cerrado los ojos mientras se aferraba con fuerza a la camisa de Arthur, como si temiera que si el hombre se alejaba de ella todo se volvería a salir de control.«Está en calma… por ahora»El alivio plasmado en la voz de Ragnar era más que evidente, finalmente Arthur dirigió sus p
El movimiento de las agujas del reloj era lo único que perturbaba el silencio en aquella habitación, marcando el transcurso del tiempo que para ellos parecía detenido, sentados en el suelo, recostados en una de las paredes del baño, rodeado del caos que representaba los miles de fragmentos de cristal esparcidos por el piso; mientras Anette se aferraba a él con tanta fuerza que sus nudillos se tornaban blancos.¿Cuánto tiempo había pasado?, ¿minutos?, ¿horas?, no lo sabía; pero los ojos de Anette parecían haber perdido la capacidad de llorar, su cuerpo había dejado de temblar, sumergiéndose en una calma tan frágil que podría ser perturbada, en cualquier momento; por el simple susurro del viento.La imponente figura de Arthur apareció en la puerta, observando el desastre con un ceño fruncido, su expresión cargada de sorpresa y preocupación; preocupación que no hizo más que aumentar al ver a la frágil criatura que se aferraba con demasiada fuerza al vampiro.— ¿Qué paso? — interrogo, ace
Una semana había pasado desde la muerte de Anna, una semana en la que parecía que el mundo se había sumergido en un completo caos. Arthur no había retomado su forma humana en todos esos días, Anette se había encerrado en su casa, convirtiéndola en la fortaleza impenetrable a la que nadie podía ingresar sin someterse al azote de la naturaleza que se asemejaba a un guardián furioso. La tensión era más que palpable, las reuniones del consejo se habían convertido en un campo de batalla, donde ninguno de los consejeros lograba confiar en el otro; las soluciones eran escasas mientras que los problemas se multiplicaban con demasiada rapidez. Humbert, aun en medio de su luto; intentaba encontrar las pruebas necesarias para demostrar que Rein estaba involucrado en la muerte de Anna, sabía que Anette no reaccionaria de la forma en que lo hizo de no tener la certeza de que Rein estaba involucrado, pero sus esfuerzos eran en vano; no había manera de demostrar que ese hombre era culpable. La inc