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Capitulo 38: Falso testimonio.

Creer que al llegar a su hogar encontraría paz había sido lo más estúpido que había hecho en mucho tiempo, la mansión Standerwod estaba abarrotada de personas; parecía que habían asistido TODOS los lobos de las distintas manadas a invadir su hogar, moviéndose de un lugar a otro y sobre cargando el ambiente con una energía abrumadora.

Podía escuchar los murmullos, sentir las múltiples auras pero sobre todo sentir la angustia y ansiedad que emanaba de cada uno de los presentes, se abrió paso entre la multitud que lo miraban como si al fin hubiera llegado su máxima salvación, lo que no hacía más que aumentar el estrés que ya cargaba.

¿Acaso había una reunión importante de la que él no estaba enterado?, ¿o es que habían visto un meteorito acercarse peligrosamente a la tierra y su casa se había convertido en el centro de salvación?.

— Al fin estás aquí. Tenemos un problema muy, muuuuy grande — lo interceptó Zac, Arthur se pasó las manos por la cara; intentando controlar su frustración.

— ¿Que paso ahora?, ¿se va a acabar el mundo?, sino es así pueden irse a la m****a — inmediatamente Zac arqueo una ceja ante las palabras de su amigo, Arthur no era alguien que huyera de sus responsabilidades o que las dejara de lado por voluntad propia, así que algo muy jodido debía estarle pasando.

— Un joven alfa está desaparecido desde hace horas, no logran localizarlo con el vínculo de la manada y tampoco logran rastrear su olor — informo Zac, de inmediato toda la atención de Arthur se centró en él.

— Así que aún no lo han encontrado — susurro despreocupadamente, Zac frunció el ceño totalmente desconcertado, ¿su amigo sabía que había ocurrido con el joven alfa?.

— Eso no es todo... de alguna forma, este asunto está salpicando a Anette... hay quienes aseguran haber visto al muchacho caminando con ella hacia el bosque, incluso dicen que... — guardo silencio, sabía que a Arthur no le gustaría en lo más mínimo todo lo que estaban diciendo referente a Anette.

— ¿incluso qué?, Zac; ¿qué m****a es lo que están inventando ahora? — Zac trago grueso mientras rezaba porque Arthur no aplicará la de "asesinar al mensajero", no quería perder la cabeza aún.

— Dicen que Anette coquetea constantemente con él y que... — paso una de sus manos por el cabello, demostrando su ansiedad ante todo el asunto que estaban tratando — dicen que ellos... iban... iban a tener relaciones sexuales en el bosque...

Tan solo unos segundos fueron suficientes para que el ambiente se sintiera pesado, cargado de intenciones asesinas palpables; todos sintieron como la boca se les secaba y el corazón les comenzaba a palpitar desenfrenado, presos del pánico que esa aura mortal les producía.

— ¿Dónde están? — Zac no tuvo que ser adivino para entender que le estaba preguntando por los ancianos, enseguida señaló hacia la sala de estar de la mansión, hacia donde Arthur dirigió sus pasos de inmediato, todos se pusieron de pie cuando lo vieron entrar; angustiándose por la expresión de pocos amigos que el gran alfa llevaba plasmada en sus fracciones.

— ¿Quien fue?, ¿quien asegura que ese maldito bastardo y Anette se dirigieron al bosque juntos? — su tono de voz era mucho más grueso de lo usual; clara señal de su ira reprimida.

Uno de los ancianos se puso de pie, se trataba de Azrael Darkthorn, líder de la manada Noche eterna.

— Un grupo de alumnos los vieron marcharse, el joven desaparecido es mi heredero — informo el hombre haciendo una leve reverencias hacia Arthur — no es la primera vez que los ven en compañía del otro.

— Nombres. Quiero los jodidos nombre de esos testigos — demandó.

— Mike Storm, Esteban Storm y mi hija, Isabella Wolfe — está vez fue Rein, quien tomó la palabra.

— ¡Son solo unos mentirosos de m****a! — gruño, podía sentir como sus pupilas se dilataban, Ragnar estaba luchando por tomar el control.

— Con todo respeto. Mi hija es su prometida. ¿Dudará de su palabra? — Rein dio un paso hacia atrás al notar como la mirada de Arthur oscilaba entre gris y dorado.

— ¡ISABELLA! — el grito hizo temblar a todos en la sala, la chica tardo escasos segundos en estar de pie enfrente de Arthur — repite lo que has dicho sobre Anette.

— Ella... ella y Sergio iban hacia el bosque, abrazados — declaro, con la cabeza agachada — Mike y Esteban también los vieron.

— Yo mismo saque a Anette del instituto hace menos de dos horas. Tú estabas ahí. ¿Creen que no habría notado si mi pareja hubiera tenido sexo con otro alfa? — apretó los dientes, furioso.

— Con todo respeto... No puede dudar de la palabra de tres herederos — opino Azrael, enseguida Arthur dio un par de pasos hacia él.

— Anette fue golpeada en su estadía dentro del bosque... había un moretón en su rostro y heridas en sus brazos, su esencia era abrumadora ¿sabes lo que significa?, que alguien la hizo sangrar, alguien fue capaz de herirla de tal manera que su preciada sangre broto de sus venas — su figura imponente se cernió sobre Azrael de forma amenazante — si tu hijo fue quien la llevo hacia el bosque puedo suponer que fue él quien se atrevió a levantar su mano contra MI pareja. Fue él quien causó sus heridas, fue él quien lastimo a su futura reina...

La mandíbula de Arthur estaba tensa al igual que sus músculos, todos sabían que podía entrar en fase de un momento otro; sabían que si daban un paso en falso una gran pelea podría desatarse en un abrir y correr de ojos.

— Arthur... No deb... — Isabella intento colocar su mano sobre el hombro masculino pero Arthur se giró a mirarla de forma amenazante.

— ¡TU CÁLLATE! — Isabella retrocedió aterrada, temerosa de que el hombre pudiera lastimarla — te has atrevido a levantar injurias en contra de una heredera de clan, estás intentando manchar el honor de una manada. De un miembro del clan Sinclair, nada más y nada menos que de tu futura reina... a partir de este momento yo Arthur Standerwod te repudio a ti, Isabella Wolfe... te repudio ante todos los presentes y te condenó a jamás. JAMÁS poder convertirte en una luna. Te repudio por manchar el honor de tu sangre.

Un jadeo colectivo se escuchó en la sala, Isabella miró a Arthur con los ojos muy abiertos, no había peor deshonra que ser repudiado por un alfa, aún peor; por el máximo líder del mundo de lobos. Isabella sintió como sus piernas temblaban, cayendo de rodillas al suelo mientras la lágrimas brotaban de sus ojos.

— Por favor no — suplico, abrazando los tobillos del hombre, que ni siquiera se inmutó ante el repentino contacto — Arthur, por favor... no me hagas esto... por favor — su voz estaba quebrada, las lágrimas no paraban de recorrer sus mejillas y su corazón latía de forma dolorosa, sabía que ser repudiada de esa manera significaría cargar con una condena con la que no estaba segura de poder lidiar.

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