Después de la conmovedora declaración de amor por parte de Arthur, ambos decidieron que era hora de regresar a sus actividades cotidianas, por lo que Arthur acompaño a Anette hasta el instituto, dónde todas las miradas estaban puestas sobre ellos.
— Odio que todos nos miran — se quejó Anette mientras caminaban por los pasillos del lugar. Ahora se daba cuenta de la tremenda cantidad de lobos jóvenes que asistían a ese lugar. — Oh vamos el gran alfa acompañando a la renuo del lugar. Esto es para no perdérselo — coloco su brazo sobre los hombros de Anette de forma cariñosa mientras le dedicaba una gran sonrisa de felicidad — te aseguro que se mueren de envidia. — Por supuesto, todas desearían estar en mi lugar — expreso mientras ponía los ojos en blanco y se cruzaba de brazos, le parecía que Arthur estaba inusualmente feliz. — No lo decía por eso... ¡Por Dios!, estoy con la chica más hermosa de este lugar, más de uno quisiera ser el hombre que caminara a tu lado — le guiño el ojo de forma coqueta, Anette se sonrojo tremendamente. — Estás loco, Arthur — entrecerró los ojos mirándolo de forma acusatoria — creo que Ragnar está afectando mucho tu personalidad. Arthur dejo escapar una carcajada — sea como sea, ambos te adoramos y estamos de acuerdo en que más de uno quisiera tenerte a su lado... solo se contienen por el que dirán. Han caído en el régimen de "lo que dicta la sociedad". — ¿Y a ti no te importa lo que diga la sociedad? — arqueo una ceja, curiosa. Ambos detuvieron su andar justo frente a la puerta del aula a la que pertenecía Anette, Arthur colocó una de sus manos sobre la mejilla de Anette mientras se perdía en el azul de sus ojos. — A mí solo me importas tú, Anette, te amo — sus labios rozaron los ajenos con delicadeza, un beso dulce y cargado de todos aquellos sentimientos que albergaban su corazón. Anette cerró los ojos disfrutando del contacto, de esa calidez emanando de los labios de Arthur, suaves, delicados... De pronto la puerta del aula se abrió, interrumpiendo de forma abrupta el beso que estaban compartiendo, ambos giraron la cabeza para observar al causante de tal interrupción. — Llega tarde, señorita Sinclair — hablo el profesor Roberts, aunque trataba de sonar molesto no podía ocultar la enorme sonrisa de alegría que quería formarse en sus labios. — Es mi culpa, entretuve a la señorita más de lo debido, disculpe profesor Roberts — Arthur agachó ligeramente la cabeza como señal de disculpa, ante lo que el profesor asintió sin preocupación. De inmediato los murmullos invadieron el aula mientras que la mirada de todos los alumnos se centraba en la figura de Isabella, quien tenía sus ojos fijos en la pareja de pie en la puerta. — Que tengas un día maravilloso — Arthur esbozo una sonrisa radiante, mientras acariciaba la mejilla de Anette y esta lo observaba apenada, con las mejillas sonrojadas; sabía que en ese momento eran el centro de atención — nos veremos más tarde — se inclinó rozando los labios ajenos, un dulce beso que duro apenas unos segundos pero que fue más que suficiente para que los murmullos bajos aumentarán. Arthur se alejó despidiéndose del profesor con un gesto sutil y ante la atenta mirada de los presentes, incluso Anette se quedó hipnotizada mirando la espalda de Arthur mientras esté se alejaba. — ¿Entraras a clases o planeas permanecer de pie en ese lugar el resto del día? — indagó el profesor Andruw con un tono de voz cargado de diversión, Anette se sonrojo avergonzada mientras ingresaba al aula y ocupaba su lugar en completo silencio. — Así que los rumores son ciertos, estás robándole el amor de su prometido a Isabella — hablo Sergio, apoyando su mano sobre la mesa de trabajo de Anette, extendió su mano libre con la intención es tocar la mejilla femenina — ahora que ya has pasado por la cama del gran alfa puedes comenzar a rotar por la cama de todos los presentes. Las risas burlonas no se hicieron esperar, Anette se inclinó ligeramente hacia un lado alejándose del toque ajeno mientras le daba un manotazo a la mano de Sergio. — No puedo robarle algo que nunca fue suyo — respondió Anette, dejando estupefacto al hombre frente a ella quien nunca espero que la frágil renuo le respondiera — ¿Y de verdad crees que me provocaría rotar por la cama de algún hombre de este salón?, por favor, son demasiado poca cosa comparados con Arthur... Anette barrio con la mirada a Sergio, observándolo de arriba abajo de forma despectiva — por favor, eres patético comparado con el gran alfa, das pena Sergio. Sergio alzó su mano dispuesta a golpear a Anette, enseguida el profesor dio un paso al frente para controlar la furia del joven alfa mientras que Anette se puso de pie sujetando de la camisa al muchacho y atrayéndolo hacía ella, sus rostros quedaron a pocos centímetros de el del otro. — Escúchame muy bien Sergio, ya es hora que comiences a entender tu lugar... soy una Sinclair, mi abuelo es tan parte del concejo como lo es tu padre, el clan del que provengo es tan o más importante que al que perteneces. Ya me cansé de tus burlas y tus ataques — expreso demostrando su molestia, ¿de dónde había sacado esa valentía?; ni ella misma lo sabía. — Entiende tu lugar mocosa de m****a — gruño Sergio mientras sus ojos comenzaban a parpadear con un tenue color dorado, haciendo más que evidente su molestia e indicando que su lobo luchaba por tomar el control. — ¡Tu entiende tu lugar de una m*****a vez! — grito furiosa Anette, soltando su agarre sobre Sergio con un leve empujón — aprende a abrazar tu destino Sergio... cada uno de los que estudiamos en este salón somos lunas o alfas. ¿Eso no te da una pista?, ¿no te has preguntado la razón por la que una simple humana está entre ustedes?... ¡porque siempre he sido yo, la destinada a abrazar la oscuridad del gran alfa!... y no pienso permitir ni una humillación más de tu parte ni de nadie más... — Sergio, Anette. Basta — ordenó el profesor, sujetando la muñeca de Sergio quien había levantado la mano, una vez más; dispuesto a pegarle a la muchacha que lo había humillado — ambos deben respetarse. Sergio tu eres un alfa y debes ser un ejemplo de compromiso y superioridad, Anette como posible heredera del clan Sinclair debes mantener la paz, no más discusiones por favor. — Si profesor Roberts — respondieron ambos jóvenes, Sergio se alejó tomando su lugar cerca de Isabella mientras Anette se sentó observando por la ventana, ignorando la mirada mortal que Isabella le estaba dedicando; sabía muy bien que los problemas apenas estaban comenzando...El silencio se había apoderado del aula, la tensión era más que palpable y los alumnos parecían estar perdidos en sus propios pensamientos; lo que provocó que el profesor Andruw Roberts suspirar con pesadez.A veces lidiar con lobos jóvenes era bastante complicado y este parecía ser uno de esos días donde cada uno de sus alumnos quería ejercer su propia voluntad sobre los demás, ¿por qué no le habían asignado un grupo con menos carácter?, quizás betas u omegas hubieran sido mucho más fáciles de lidiar que estar encerrado con un grupo de alfas y lunas que se esforzaban por ejercer su voluntad.Inconscientemente sus ojos se centraron en Anette, era por mucho la más tranquila de aquel grupo, una humana de apariencia frágil, hermosa y vulnerable, capaz de inspirar ternura... sin duda parecía ser el eslabón más débil entre todos sus compañeros... ¿quién iba a imaginar que esa criatura de apariencia delicada sería quien mayor voluntad tendría?, ¿quién podría imaginar que ella, entre todas l
No supo cuánto tiempo estuvo en la misma posición, sentada en el piso, abrazando sus piernas, balanceándose suavemente y ocultando su rostro mientras finas lágrimas recorrían sus mejillas... su corazón aún latía desenfrenado, quizás a causa del pánico o quizás debido a la expectativa de que ocurriría a partir de ahora... no estaba segura. De pronto sintió como un brazo pasaba por debajo de sus piernas y otro reposaba detrás de su espalda, levantándola del suelo como si de una princesa se tratase, dirigió su mirada hacia su salvador que ahora la tenía entre sus brazos, su expresión era sería e indescifrable; su blanca piel estaba salpicada de sangre, dándole una imagen salvaje y mortal. El labio de Anette tembló cuando abrió la boca intentando hablar pero las palabras se negaron a abandonar su garganta.— Si quieres saber, no está muerto... no aún — hablo Nicolás, como si pudiera leer sus pensamientos y entendiera las preguntas no formuladas.— ¿Aún? — indagó confundida — ¿morirá?.—
Las mejillas de Anette ardían con un fuerte sonrojo mientras Nicolás se aferraba a ella como si su vida dependiera de ello... una de las manos del hombre estaba sobre la curvatura de su espalda baja mientras que la otra se había deslizado hacia la parte baja de su omóplato izquierdo, la había inclinado lentamente mientras se deleitaba con aquel líquido carmesí que brotaba de sus venas.No sabía cómo describir lo que estaba sintiendo en ese momento, era extraño tener los labios de Nicolás sobre su piel y sentir como succionaba de su cuello, sus sentidos parecían haberse nublado pero a la vez era capaz de percibir a detalle todo lo que ocurría a su alrededor.La suave ráfaga de viendo hizo ondear su cabello, apretó su agarre sobre los hombros masculinos mientras suaves jadeos escapaban de sus labios entre abiertos, las sensaciones que invadía su cuerpo eran tan aterradoras como excitantes. ¿Quién podría imaginar que ella estaría alimentando a un vampiro voluntariamente?.— Nicolás — pro
Arthur emprendió rumbo hacia la casa de Anette, iban en el auto en completo silencio, ella mirando por la ventana, recostada en el asiento del copiloto mientras Arthur iba al volante observándola de reojo.Por más que intentaba entender la causa de sus mentiras no lograba encontrar una razón que logrará justificarla, odiaba sentirse en la oscuridad y más cuando se trataba de Anette, era realmente frustrante.La muchacha se sobresaltó cuando Arthur freno de forma repentina, dirigiendo su mirada finalmente hacia el muchacho quien la miraba con demasiada intensidad.— ¿Me dirás lo que realmente paso? — indagó frunciendo el ceño, no quería seguir más con ese juego de mentiras.— Ya te lo dije me caí en el bos... — guardo silencio al ver cómo el agarre de Arthur sobre el volante aumentaba, hasta el punto en que sus nudillos se tornaron blancos, era más que evidente que no sé había tragado ese cuento de que sus golpes se debían a una caída, Arthur no era tonto.— No me mientras, Anette. No
El silencio se había cernido sobre ellos, encerrándolos en una atmósfera de incomodidad evidente; la frustración y la rabia emanaban de Arthur por igual, Anette estaba segura de que Ragnar; el lobo interno de Arthur, debía estarlo atormentando.Sus habidos ojos notaron cada gesto de Arthur, por muy insignificantes que pudiera parecer... no sé perdió la forma en que apretaba el volante con más fuerza de la necesaria, como su respiración era irregular por segundos y la forma en que fruncía el ceño.— ¿Confías en él? — pregunto él, de forma repentina, Anette tardo unos minutos en formular su respuesta.— Lo suficiente — Arthur no pareció conforme con una respuesta tan vaga.— Él te ataco... es un vampiro, uno que hace unos días te estaba persiguiendo — le recordó, Anette puso los ojos en blanco mientras se cruzaba de brazos y se recostaba un poco más del asiento.— Y también fue quien me salvó de Sergio. ¿Debería odiar a todo aquel que me ha hecho daño?, ¿debería condenar a toda una raza
Creer que al llegar a su hogar encontraría paz había sido lo más estúpido que había hecho en mucho tiempo, la mansión Standerwod estaba abarrotada de personas; parecía que habían asistido TODOS los lobos de las distintas manadas a invadir su hogar, moviéndose de un lugar a otro y sobre cargando el ambiente con una energía abrumadora.Podía escuchar los murmullos, sentir las múltiples auras pero sobre todo sentir la angustia y ansiedad que emanaba de cada uno de los presentes, se abrió paso entre la multitud que lo miraban como si al fin hubiera llegado su máxima salvación, lo que no hacía más que aumentar el estrés que ya cargaba.¿Acaso había una reunión importante de la que él no estaba enterado?, ¿o es que habían visto un meteorito acercarse peligrosamente a la tierra y su casa se había convertido en el centro de salvación?.— Al fin estás aquí. Tenemos un problema muy, muuuuy grande — lo interceptó Zac, Arthur se pasó las manos por la cara; intentando controlar su frustración.— ¿
La tensión en la sala era tal que parecía que el aire podría cortarse con un cuchillo, Isabella no dejaba de llorar y rogar a los pies del gran alfa mientras este parecía inmutable, como si sus facciones hubieran sido talladas en piedra y fuera incapaz de mostrar compasión por la muchacha suplicante.— Dime Isabella... — se agachó para ponerse al nivel de la chica, una de sus grandes manos se sumergió entre los rubios cabellos de esta, obligando a la mujer a qué lo mirara a los ojos — dime qué oculta tu corazón... ¿qué ocultas? — sus ojos dorados se encontraron con la mirada clara de Isabella quien, horrorizada; se perdió en la profundidad de esos ojos dorados que parecían querer arrastrarla a lo profundo de un abismo.— No permitiré tal humillación hacia mi hija — intervino Rein, dando un paso al frente, deseando detener toda esa humillación a la que estaba siendo sometida su hija y su clan.— Pero si puedes permitir que otra mujer sea denigrada bajo calumnias — Humbert le hizo frent
Arthur se aferraba a Anette como si esta fuera su tabla salvavidas y de cierta forma así era, Anette era el hilo invisible que lo ataba a la cordura, la necesitaba como al aire que respiraba, ¿Cómo todo lo que era y todo lo que conocía dependía únicamente a un ser tan frágil como ella?, ¿cómo el equilibrio de todo un mundo podía reposar sobre las delicadas manos de una mujer?Anette acariciaba el cabello de Arthur con delicadeza, sentía como si de pronto los papeles se hubieran intercambiado y ella fuera el ser más poderoso del mundo mientras Arthur no era más que el niño asustado que necesitaba ser protegido a toda costa, Arthur se aferraba a ella como alguien que nunca tuvo nada y de pronto se le da todo a manos llenas, como si fuera ese tesoro buscado en los confines más recónditos del mundo.— Todo estará bien — aseguro la muchacha con voz calada, sin dejar de acariciar el cabello de Arthur, quien la abrazaba por el torso y tenía la cabeza recostada de su pecho, se había instalado