Después de la conmovedora declaración de amor por parte de Arthur, ambos decidieron que era hora de regresar a sus actividades cotidianas, por lo que Arthur acompaño a Anette hasta el instituto, dónde todas las miradas estaban puestas sobre ellos.— Odio que todos nos miran — se quejó Anette mientras caminaban por los pasillos del lugar. Ahora se daba cuenta de la tremenda cantidad de lobos jóvenes que asistían a ese lugar.— Oh vamos el gran alfa acompañando a la renuo del lugar. Esto es para no perdérselo — coloco su brazo sobre los hombros de Anette de forma cariñosa mientras le dedicaba una gran sonrisa de felicidad — te aseguro que se mueren de envidia.— Por supuesto, todas desearían estar en mi lugar — expreso mientras ponía los ojos en blanco y se cruzaba de brazos, le parecía que Arthur estaba inusualmente feliz.— No lo decía por eso... ¡Por Dios!, estoy con la chica más hermosa de este lugar, más de uno quisiera ser el hombre que caminara a tu lado — le guiño el ojo de form
El silencio se había apoderado del aula, la tensión era más que palpable y los alumnos parecían estar perdidos en sus propios pensamientos; lo que provocó que el profesor Andruw Roberts suspirar con pesadez.A veces lidiar con lobos jóvenes era bastante complicado y este parecía ser uno de esos días donde cada uno de sus alumnos quería ejercer su propia voluntad sobre los demás, ¿por qué no le habían asignado un grupo con menos carácter?, quizás betas u omegas hubieran sido mucho más fáciles de lidiar que estar encerrado con un grupo de alfas y lunas que se esforzaban por ejercer su voluntad.Inconscientemente sus ojos se centraron en Anette, era por mucho la más tranquila de aquel grupo, una humana de apariencia frágil, hermosa y vulnerable, capaz de inspirar ternura... sin duda parecía ser el eslabón más débil entre todos sus compañeros... ¿quién iba a imaginar que esa criatura de apariencia delicada sería quien mayor voluntad tendría?, ¿quién podría imaginar que ella, entre todas l
No supo cuánto tiempo estuvo en la misma posición, sentada en el piso, abrazando sus piernas, balanceándose suavemente y ocultando su rostro mientras finas lágrimas recorrían sus mejillas... su corazón aún latía desenfrenado, quizás a causa del pánico o quizás debido a la expectativa de que ocurriría a partir de ahora... no estaba segura. De pronto sintió como un brazo pasaba por debajo de sus piernas y otro reposaba detrás de su espalda, levantándola del suelo como si de una princesa se tratase, dirigió su mirada hacia su salvador que ahora la tenía entre sus brazos, su expresión era sería e indescifrable; su blanca piel estaba salpicada de sangre, dándole una imagen salvaje y mortal. El labio de Anette tembló cuando abrió la boca intentando hablar pero las palabras se negaron a abandonar su garganta.— Si quieres saber, no está muerto... no aún — hablo Nicolás, como si pudiera leer sus pensamientos y entendiera las preguntas no formuladas.— ¿Aún? — indagó confundida — ¿morirá?.—
Las mejillas de Anette ardían con un fuerte sonrojo mientras Nicolás se aferraba a ella como si su vida dependiera de ello... una de las manos del hombre estaba sobre la curvatura de su espalda baja mientras que la otra se había deslizado hacia la parte baja de su omóplato izquierdo, la había inclinado lentamente mientras se deleitaba con aquel líquido carmesí que brotaba de sus venas.No sabía cómo describir lo que estaba sintiendo en ese momento, era extraño tener los labios de Nicolás sobre su piel y sentir como succionaba de su cuello, sus sentidos parecían haberse nublado pero a la vez era capaz de percibir a detalle todo lo que ocurría a su alrededor.La suave ráfaga de viendo hizo ondear su cabello, apretó su agarre sobre los hombros masculinos mientras suaves jadeos escapaban de sus labios entre abiertos, las sensaciones que invadía su cuerpo eran tan aterradoras como excitantes. ¿Quién podría imaginar que ella estaría alimentando a un vampiro voluntariamente?.— Nicolás — pro
Arthur emprendió rumbo hacia la casa de Anette, iban en el auto en completo silencio, ella mirando por la ventana, recostada en el asiento del copiloto mientras Arthur iba al volante observándola de reojo.Por más que intentaba entender la causa de sus mentiras no lograba encontrar una razón que logrará justificarla, odiaba sentirse en la oscuridad y más cuando se trataba de Anette, era realmente frustrante.La muchacha se sobresaltó cuando Arthur freno de forma repentina, dirigiendo su mirada finalmente hacia el muchacho quien la miraba con demasiada intensidad.— ¿Me dirás lo que realmente paso? — indagó frunciendo el ceño, no quería seguir más con ese juego de mentiras.— Ya te lo dije me caí en el bos... — guardo silencio al ver cómo el agarre de Arthur sobre el volante aumentaba, hasta el punto en que sus nudillos se tornaron blancos, era más que evidente que no sé había tragado ese cuento de que sus golpes se debían a una caída, Arthur no era tonto.— No me mientras, Anette. No
El silencio se había cernido sobre ellos, encerrándolos en una atmósfera de incomodidad evidente; la frustración y la rabia emanaban de Arthur por igual, Anette estaba segura de que Ragnar; el lobo interno de Arthur, debía estarlo atormentando.Sus habidos ojos notaron cada gesto de Arthur, por muy insignificantes que pudiera parecer... no sé perdió la forma en que apretaba el volante con más fuerza de la necesaria, como su respiración era irregular por segundos y la forma en que fruncía el ceño.— ¿Confías en él? — pregunto él, de forma repentina, Anette tardo unos minutos en formular su respuesta.— Lo suficiente — Arthur no pareció conforme con una respuesta tan vaga.— Él te ataco... es un vampiro, uno que hace unos días te estaba persiguiendo — le recordó, Anette puso los ojos en blanco mientras se cruzaba de brazos y se recostaba un poco más del asiento.— Y también fue quien me salvó de Sergio. ¿Debería odiar a todo aquel que me ha hecho daño?, ¿debería condenar a toda una raza
Creer que al llegar a su hogar encontraría paz había sido lo más estúpido que había hecho en mucho tiempo, la mansión Standerwod estaba abarrotada de personas; parecía que habían asistido TODOS los lobos de las distintas manadas a invadir su hogar, moviéndose de un lugar a otro y sobre cargando el ambiente con una energía abrumadora.Podía escuchar los murmullos, sentir las múltiples auras pero sobre todo sentir la angustia y ansiedad que emanaba de cada uno de los presentes, se abrió paso entre la multitud que lo miraban como si al fin hubiera llegado su máxima salvación, lo que no hacía más que aumentar el estrés que ya cargaba.¿Acaso había una reunión importante de la que él no estaba enterado?, ¿o es que habían visto un meteorito acercarse peligrosamente a la tierra y su casa se había convertido en el centro de salvación?.— Al fin estás aquí. Tenemos un problema muy, muuuuy grande — lo interceptó Zac, Arthur se pasó las manos por la cara; intentando controlar su frustración.— ¿
La tensión en la sala era tal que parecía que el aire podría cortarse con un cuchillo, Isabella no dejaba de llorar y rogar a los pies del gran alfa mientras este parecía inmutable, como si sus facciones hubieran sido talladas en piedra y fuera incapaz de mostrar compasión por la muchacha suplicante.— Dime Isabella... — se agachó para ponerse al nivel de la chica, una de sus grandes manos se sumergió entre los rubios cabellos de esta, obligando a la mujer a qué lo mirara a los ojos — dime qué oculta tu corazón... ¿qué ocultas? — sus ojos dorados se encontraron con la mirada clara de Isabella quien, horrorizada; se perdió en la profundidad de esos ojos dorados que parecían querer arrastrarla a lo profundo de un abismo.— No permitiré tal humillación hacia mi hija — intervino Rein, dando un paso al frente, deseando detener toda esa humillación a la que estaba siendo sometida su hija y su clan.— Pero si puedes permitir que otra mujer sea denigrada bajo calumnias — Humbert le hizo frent