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Capitulo 30: Otra cara de la moneda.

Anette se dejó caer sobre su cama, suspirando y cubriendo sus ojos con su antebrazo; sentía que todo el cansancio acumulado la estaba golpeando con demasiada fuerza. Se sentía abrumada pero sobre todo confundida; su vida estaba cambiando con demasiada rapidez y le era casi imposible adaptarse a tantos cambios repentinos.

— Eso fue simplemente genial, me encantas cuando dejas salir tu lado malvado — escucho la voz empalagosa de Nicolás, ese tono seductor era imposible de pasar desapercibido.

— ¡Oye!, ¡yo no tengo un lado malvado! — argumento descubriendo sus ojos para enfrentar al vampiro, vaya fue su sorpresa al encontrarse frente a frente con esos amenazantes ojos rojos, Nicolás se había colocado sobre ella con tanta ligereza que ni siquiera lo había notado hasta que sus miradas se enfrentaron.

Estaban en una posición tan íntima como comprometedora, sus mejillas ardieron al notar este hecho; Nicolás tan solo sonrió complacido ante las reacciones de Anette.

— Ohh eres tan hermosa, pequeña princesa — apoyo la frente en la ajena, deleitándose con el calor que emanaba de ella — jodidamente adorable, hermosa y provocativa. Me encantas — Anette sintió sus mejillas arder aún más, ¡¿cómo era posible que su sonrojo aumentará?!, ¡Por Dios!.

— Nicolás, por favor, quítate de encima — pidió, colocando sus manos sobre el fuerte pecho masculino.

— Bien, pastelito. Me quitaré de encima, solo porque debo irme a atender unos asuntos — se levantó de un ágil movimiento, acomodo su ropa y dirigió sus pasos hacia el balcón — te veré pronto, preciosa; no me extrañes — le guiño un ojo de forma descarada. Anette no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa mientras se levantaba y se quedaba de pie en el umbral del balcón.

— Deja de ser tan coqueto, te arrancarán los colmillos por mujeriego — bromeó.

— Ohh preciosa, él único que intentaría arrancarme los colmillos es Ragnar y créeme lindura, no pienso permitirme perder ante ese saco de pulgas — Anette sonrió con superioridad ante estas palabras mientras cruzaba los brazos debajo de su pecho.

— ¿Debo recordarte que Ragnar casi te asesina de no ser por mi intervención? — Nicolás entre cerro los ojos de forma acusatoria.

— Ay, pastelito... eso fue un golpe bajo... pero si te sirve de consuelo, ahora sí tengo un motivo por el cual luchar — extendió su mano sujetando la barbilla de la chica con delicadeza — nos veremos pronto, pequeña princesa — sus fríos labios se posaron sobre la frente de Anette, ella sintió el tacto frio pero, increíblemente; no le resultaba molesto.

Ese beso sobre su frente duro más de la cuenta pero no sé molestó en alejar al vampiro, este se alejó lentamente de ella y le dedicó una gran sonrisa de esas que tanto lo caracterizaban. Sin decir nada más, se dejó caer desde el barandal, desapareciendo, tal como había llegado: de improvisto.

Anette negó con la cabeza sin poder borrar esa estúpida sonrisa que ahora surcaba sus labios, pensando en que quizás no todos los vampiros eran malvados, así como no todos los lobos lo eran. ¿Podría ella juzgar a toda una especie tan solo por unos pocos que habían intentado lastimarla?, de ser así debería odiar a Arthur y sus amigos, después de todo los lobos le habían hecho mucho daño a lo largo de su vida.

Y, sin embargo, ella se encontraba confiando ciegamente en Arthur, en Aurora, ¡incluso en Zac y Darlan!, ¿por qué no confiar de igual forma en Nicolás?, no iba a negar que Archivald la había atacado e incluso el mismo Nicolás la había perseguido tan solo unas horas antes, pero no la había lastimado; todo lo había llevado acabo como un juego ¿por qué no confiar en él?, cuando él había acudido a ella, pudo haberla secuestrado, llevarla ante su maestro o peor aún, pudo haberla matado con demasiada facilidad y aun así no lo había hecho.

¡Incluso había tomado actitud protectora con ella ante la aparición de Isabella!, ¿hacia bien en confiar? de verdad esperaba no estarse equivocando... sabía que se estaba arriesgando demasiado pero creía firmemente que valía la pena darle un voto de fe al vampiro aunque cometer un error significará estar poniendo su vida en riesgo.

Respiro profundo y regreso al interior de su habitación, aún tenía muchas cosas en las que pensar pero primero se tomaría un momento para disfrutar de la aparente calma que le regalaba sus momentos de soledad, sin imaginar que entre las sombras cosas muy peligrosas podrían ocurrir, ¿cómo podría si quiera imaginar lo imprescindible que era su mísera existencia?.

Ella no lo sabía pero a veces, el equilibrio del mundo puedo depender de algo tan frágil como la simple vida humana... a veces nuestro valor es más del que podemos imaginar.

¿Quién podría imaginar que el equilibrio del mundo podía reposar sobre las manos de una simple mortal?, ¡nadie!, porque ni siquiera aquellos que querían poseerla lo imaginan... ni siquiera Nicolás tenía idea de lo que representaba Anette Sinclair en sus vida y como, su simple existencia; podría cambiar el rumbo de su historia para siempre pero podría estar a punto de averiguarlo.

Apenas ingreso al salón de reuniones de su gente, fue recibido por un fuerte golpe que lo arrojó al suelo, lo primero que observo fueron los ojos furiosos de Archivald mientras lo tomaba del cuello de la camisa para levantarlo del suelo.

— ¿Dónde demonios estabas? — indagó furioso, sus ojos brillan a causa de la sed de sangre; sin duda Archivald quería destruirlo en ese momento, los demás vampiros solo observaban en silencio. Archivald era uno de los superiores y no cualquiera sería capaz de enfrentarse a él.

Nicolás sonrió con superioridad, colocando una de sus manos sobre la muñeca ajena — ¿no lo imaginas, Archivald? — Archivald gruño preso de la furia, en ese momento solo quería arrancarle la cabeza al vampiro frente a él.

— ¡Imposible!, Arthur no te dejaría acercarte. Ragnar te hubiera arrancado la cabeza, tal como yo deseo hacerlo — argumento, le era imposible creer que un simple converso como Nicolás fuera capaz de acercarse de tal manera a su objetivo.

— Oh vamos Archivald, no trates de engañarte a ti mismo, conoces muy bien su olor, puedes sentirlo en mi... no te niegues a ver lo evidente. Estaba con Anette. Ella me recibió cordialmente entre sus brazos — su sonrisa de superioridad aumento aún más, sabía muy bien que ese era un golpe bajo para Archivald.

— ¡Bastardo! — Archivald arrojo a Nicolás con fuerza contra el suelo, haciéndolo rodar unas cuántos metros, Nicolás no se defendió ni opuso resistencia alguna — te voy a matar.

Archivald avanzo un par de pasos hacia su contrincante, dispuesto a destruirlo pero la fuerte voz de su maestro lo detuvo.

— Basta ya — la figura imponente de un hombre se puso de pie, hasta el momento se había mantenido sentado en su trono observando el intercambio entre sus lacayos, con andar elegante se acercó hasta donde Nicolás estaba sentado en el suelo, se agachó para estar a su altura — dime. ¿Te parece atractiva la princesa? — indagó, provocando que Nicolás frunciera el ceño, aún no logran entender porque el maestro y los superiores la llamaban princesa.

— Sin duda ella es hermosa, mi señor — agachó la cabeza como señal de respeto, el maestro era el más fuerte y antiguo de los vampiros, era un rey entre ellos y se le debía mostrar respeto sin importar la situación.

— ¿Por qué no la trajiste contigo? — continuo el maestro, curioso por las acciones del joven vampiro.

— No quiero obligarla. Nadie se ha detenido a pensar que es lo que ella realmente desea. ¿Por qué obligarla a venir cuando puedo convencerla?, toda su vida ha sido marcada por terceros, ella no pidió nacer dentro de la reserva de lobos ni ser una renegada, ha sido obligada a ello. ¿Por qué no darle opciones?, ¿por qué no enseñarle que existe un mundo del que ella puede decidir ser parte? — se atrevió a alzar la mirada para enfrentarse a los profundos ojos azules de su rey y no pudo evitar preguntarse ¿por qué su rey era el único vampiro que podía mantener un color de ojos más humano?, ¿tan increíble era su poder como para pasar desapercibido entre los normales?.

El maestro guardo silencio unos segundos, segundos que a los presentes le parecieron eternos y vaya fue la sorpresa de todos cuando esté extendió la mano hacía el vampiro caído, ofreciéndole ayuda para levantarse.

— Tráela ante mí, lo haremos a tu modo pero si está no funciona — su mirada cambio al rojo brillante de la sangre, su aura se tornó mucho más pesada y varios cristales en el lugar explotaron sin previo aviso, sin duda estaba liberando un poco de su poder — sufrirás las consecuencias — la amenaza quedó flotando en el aire, todos sintieron la opresión crecer en su pecho hasta el punto de verse obligados a arrodillarse, doblegados ante el poder de su maestro.

Y en ese momento Nicolás sintió algo extraño crecer dentro de su pecho... algo muy peculiar que nunca antes había sentido... ¿por qué?, ¿que había cambiado dentro de él?, en ese momento no lo sabía pero simplemente se arrodilló como los demás, aunque en el fondo sabía que algo dentro de él se había quebrado. Ahora solo debía averiguar el porqué.

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