Lejos de parecer una sala llena de respetados y sabios consejeros, la sala de reuniones parecía un campo de batallas verbales a nada de convertirse en batallas físicas, con el repentino cambio de Arthur todos estaban demasiado alterados y los miembros del consejo no eran la excepción.
— ¿Acaso han olvidado lo que ocurría hace 200 años cuando la bestia tomaba control del cuerpo? — indagó Rein, de pie, apoyando las manos sobre la gran mesa del consejo — ¡el príncipe se transformaba en un monstruo sanguinario que atacaba a diestra y siniestra!. ¿Qué nos asegura que está vez será diferente?. — Tú lo has dicho, eso fue hace 200 años y no creo tener que recordarte, que el príncipe obtuvo el control una vez que encontró a su pareja. Arthur no perderá el control — intervino Humbert, parecía que siempre las discusiones las protagonizaban los alfas Sinclair y Wolfe, sin duda eran enemigos silenciosos que aprovechaban cualquier oportunidad para enfrentarse entre sí. — ¡Exacto!, se controló cuando encontró su pareja, Isabella y él aún no son una pareja, puede perder el control y... — ¿No te resulta curioso? — interrumpió Humbert a su contrario — si de verdad Isabella es su pareja destinada no deberías temer por el descontrol del joven Arthur... es decir, no importa lo mucho o poco que convivieran hasta ahora, el poder del vínculo es mucho más fuerte que cualquiera otra cosa. ¿No es así? — un silencio sepulcral se apoderó de la sala — ¿será acaso que ni siquiera tú mismo estás seguro de que tú hija sea la pareja del gran alfa?, ¿temes que Arthur se descontrole y ni siquiera Isabella sea capaz de controlar a la bestia latente en él?. — ¡Si Arthur se descontrola yo no lanzaría a mi hija a controlarlo!, ¡yo no arriesgaría la vida de Isabella de esa manera! — grito Rein ofendido. — ¡Yo si lo haría!, ¡Si Arthur pierde el control no dudaría ni un segundo en poner a Anette ante sus ojos! — aseguro Humbert, poniéndose de pie y dando un puñetazo en la mesa — ¿sabes por qué?, ¡porque no importa si es Arthur o es Ragnar quien tiene el control!, jamás, escúchame bien JAMÁS sería capaz de lastimar a Anette... lobo o humano, él le pertenece a ella. Y eso nadie lo va a cambiar, ni siquiera tú con tus falsas promesas de tener a la elegida en tu manada... — Lo mejor es que nos calmemos, no podemos aconsejar a mi hijo o incitarlo a mantener el control cuando nosotros mismos estamos creando aquí un campo de batalla — opino Admon, el padre de Arthur, deseando crear un ambiente de paz que sustituyera la tensión palpable que se había cernido en la sala. El silencio invadió el lugar cuando de pronto la puerta se abrió lentamente, dejando ver la figura de Arthur; quien con expresión aburrida ocupo su lugar a la cabecera de la mesa, mirando sin ánimos a todos los presentes. — ¿Y bien? — indagó en medio de un bostezo, se sentía terriblemente agotado. — Joven Arthur... estábamos dialogando sobre su... situación — comenzó Rein — para nadie es un secreto que el hecho de que la bestia tome control total del cuerpo puede llegar a resultar peligroso... la bestia puede perder el control y... — ¿Por qué he de perder el control? — indagó Arthur, interrumpiendo los argumentos de Rein — hace 200 años Ragnar perdía el control de sus poderes pero ahora es diferente: ya no soy el mismo príncipe de hace 200 años, Rein... ahora tengo mucho más conocimiento sobre mí mismo, Ragnar y yo estamos acoplados como un solo ser. ¿Por qué he de perder el control?. — Con todo respeto su alteza — Rein inclino ligeramente la cabeza como señal de respeto — no es normal que su lobo tome el control total de usted. ¿Que pudo haber sido lo suficientemente importante como para permitirse apagar su humanidad por completo?. — Dime Rein, ¿no tienes ni la mínima idea?, creí que eras más inteligente — ese cambio en el tono de voz de Arthur llamo la atención de todos, observaron cómo estaba sentado apoyando el codo en la mesa y recostando su rostro de la palma de su mano, una sonrisa arrogante y burlona surcaba sus labios, al mirar sus ojos notaron el brillo dorado en ellos, una vez más , su lobo había tomado el control — ¿De verdad no lo sabes, Rein?. Rein se tensó al ver esa mirada dorada de Arthur, el joven lo observaba como si fuera la presa elegida para arrancarle la cabeza en ese momento. — Te lo diré Rein: Anette. Ella es motivo más que suficiente para hacerme tomar el control, el simple hecho de saber que ella puede estar en peligro... — los presentes pudieron sentir un aura abrumadora comenzar a emanar del joven Standerwod — me hierve la sangre ¿sabes por qué?. Rein negó con un suave movimiento de cabeza — Ohh te lo diré entonces — ese tono burlón por parte del joven los mantenía más alerta que nunca — porque Anette Sinclair es mi elegida... — Pero la loba de pelaje blanco — intento argumentar el hombre pero de un repentino movimiento Arthur ya estaba de pie sujetando del cuello a Rein quien lo miró con ojos muy abiertos. — Al diablo la loba de pelaje blanco... me importa una m****a tu opinión o tus jodidas creencias. Tu hija podrá ser fuerte y hermosa pero no es Anette, nunca será como ella... Isabella es demasiado insignificante para siquiera desear respirar el mismo aire que mi chica — acercó al hombre asustado más hacia él, quedando sus rostros a escasos centímetros — y si no quieres que tu bonita hija sufra las consecuencias de tus actos, cierra la jodida boca y procura ayudarme a proteger a mi mujer o sino... — una sonrisa sádica surco sus labios — una manada podría comenzar a estorbar en esta reserva... Finalmente Arthur soltó a Rein, quien jadeo por aire mientras masajeaba su cuello, pensando en la increíble fuerza que poseía ese chico para lograr levantarlo con una sola mano. ¿Cómo carajos era eso posible?, ¡Arthur, Ragnar! o como sé que llamara era un jodido monstruo que si se salía da control podría destruir todo lo que ellos conocían... Arthur había tenido razón cuando aseguro ser la luna y el sol de aquel imperio... ahora sabían que un mínimo error podría ocasionar que el mismísimo heredero Standerwod fuera quien terminará condenando el mundo de lobos y todo por una simple humana de nombre Anette Sinclair. Ahora ¿qué les depararía el destino?, no quedaba más que averiguarlo.Desde el momento en que Anette llegó a casa fue consciente de lo física y emocionalmente cansada que se encontraba, de un momento a otro su vida se había convertido en una montaña rusa de emociones con las que no estaba segura de poder lidiar.Tres días, tan solo tres días habían sido más que suficientes para poner su fuerza y su dedicación a prueba, comenzando por la llegada de Arthur Standerwod a su vida... ¿quién iba a imaginar que la llegada del gran alfa pondría su vida de cabeza?, ¿quién iba a pensar que ese joven de hermosos ojos grises terminaría siendo parte fundamental de su día a día?.Y pensar que todo había comenzado con una fiesta, una fiesta a la que no quería asistir y a la que ni siquiera tuvo tiempo de llegar... todo había comenzado cuando ella había decidido ponerle fin a su existencia miserable...Años de abuso y tortura finalmente había hecho mella en ella, dejando una herida en su alma la cual no sabía cómo sanar. ¡Tan lejanos parecían esos días de dolor! pero no
Fue un total shock sentir los labios fríos del vampiro sobre los suyos propios, ni en sus más profundas pesadillas hubiera imaginado recibir un beso por parte de uno de esos seres fríos y mortales.Aunque el beso solo duro unos segundos y fue sumamente delicado, no pudo evitar sentirse extraña, los labios de Nicolás eran fríos al tacto y aunque no resultaba incómodo si dejaba una extraña sensación de hormigueo ante su tacto.La cercanía de Nicolás era muy diferente a todo lo que ella conocía... era como si se estuviera hundiendo en aguas tan calmadas como heladas, era una sensación extraña y más si compraba la experiencia con lo que sentía ante la cercanía de Arthur, quien a diferencia del vampiro, la hacía sentir presa entre las llamas. No pudo evitar pensar en lo diferentes que eran ambos individuos, dos polos opuesto que de alguna forma habían logrado converger entorno a ella. Dos extremos muy diferentes de un mundo de fantasía que, de alguna forma retorcía; habían terminado forma
Ni siquiera el viento helado parecía lograr perturbar la intensidad del momento que estaban compartiendo Anette y Nicolás, sus miradas se habían anclado a la del otro en un enfrentamiento reservado; rojo y azul, fuego y agua; enfrentándose con una intensidad inquietante. De cierta forma era como si la vida y la muerte se estuvieran enfrentando en un duelo silencioso.Ella, tan llena de vida y él, un ser nacido en el mismísimo infierno... solo el repentino golpeteo sobre la madera logro que ambos salieran de esa burbuja que parecían compartir, ambos dirigieron su mirada hacia las puerta cerrada de la habitación.— Anette, tienes visitas — informo la suave voz de Anna, reclamando la presencia de su hija. De inmediato Anette miro a Nicolás con preocupación, sabía muy bien que si su madre descubría la presencia del vampiro en su habitación, se desataría una pelea mortal.— Voy en un momento — respondió, rogando porque su madre no decidiera irrumpir en el lugar — debes irte — le informo al
Anette se dejó caer sobre su cama, suspirando y cubriendo sus ojos con su antebrazo; sentía que todo el cansancio acumulado la estaba golpeando con demasiada fuerza. Se sentía abrumada pero sobre todo confundida; su vida estaba cambiando con demasiada rapidez y le era casi imposible adaptarse a tantos cambios repentinos.— Eso fue simplemente genial, me encantas cuando dejas salir tu lado malvado — escucho la voz empalagosa de Nicolás, ese tono seductor era imposible de pasar desapercibido.— ¡Oye!, ¡yo no tengo un lado malvado! — argumento descubriendo sus ojos para enfrentar al vampiro, vaya fue su sorpresa al encontrarse frente a frente con esos amenazantes ojos rojos, Nicolás se había colocado sobre ella con tanta ligereza que ni siquiera lo había notado hasta que sus miradas se enfrentaron.Estaban en una posición tan íntima como comprometedora, sus mejillas ardieron al notar este hecho; Nicolás tan solo sonrió complacido ante las reacciones de Anette.— Ohh eres tan hermosa, peq
El resto del fin de semana Anette lo paso encerrada en su habitación, con el ventanal del balcón cerrado y envuelta entre las cobijas, deseando volverse invisible ante los peligros del mundo exterior. Pero lamentablemente el fin de semana no sería eterno y cuando llego el lunes en la mañana, ese momento en que debía salir de casa, su mano temblaba cuando la poso sobre el pomo de la puerta.¿Qué pasaría cuando cruzara el umbral?, ¿que se encontraría del otro lado de esa fina lámina de madera?, ¿habría lobos celosos esperando para torturarla o abrían vampiros sedientos de sangre, deseosos de llevarla consigo?. No lo sabía, no había manera de tener la certeza de que encontraría del otro lado de la puerta y estaba asustada por ello... su respiración era pesada y su corazón latía errático, respiro profundo una y otra vez; intentando reunir la valentía que requería para enfrentar su realidad.Cerro los ojos cuando abrió la puerta, sintiendo la brisa helada de la mañana; oliendo el rocío mat
Después de la conmovedora declaración de amor por parte de Arthur, ambos decidieron que era hora de regresar a sus actividades cotidianas, por lo que Arthur acompaño a Anette hasta el instituto, dónde todas las miradas estaban puestas sobre ellos.— Odio que todos nos miran — se quejó Anette mientras caminaban por los pasillos del lugar. Ahora se daba cuenta de la tremenda cantidad de lobos jóvenes que asistían a ese lugar.— Oh vamos el gran alfa acompañando a la renuo del lugar. Esto es para no perdérselo — coloco su brazo sobre los hombros de Anette de forma cariñosa mientras le dedicaba una gran sonrisa de felicidad — te aseguro que se mueren de envidia.— Por supuesto, todas desearían estar en mi lugar — expreso mientras ponía los ojos en blanco y se cruzaba de brazos, le parecía que Arthur estaba inusualmente feliz.— No lo decía por eso... ¡Por Dios!, estoy con la chica más hermosa de este lugar, más de uno quisiera ser el hombre que caminara a tu lado — le guiño el ojo de form
El silencio se había apoderado del aula, la tensión era más que palpable y los alumnos parecían estar perdidos en sus propios pensamientos; lo que provocó que el profesor Andruw Roberts suspirar con pesadez.A veces lidiar con lobos jóvenes era bastante complicado y este parecía ser uno de esos días donde cada uno de sus alumnos quería ejercer su propia voluntad sobre los demás, ¿por qué no le habían asignado un grupo con menos carácter?, quizás betas u omegas hubieran sido mucho más fáciles de lidiar que estar encerrado con un grupo de alfas y lunas que se esforzaban por ejercer su voluntad.Inconscientemente sus ojos se centraron en Anette, era por mucho la más tranquila de aquel grupo, una humana de apariencia frágil, hermosa y vulnerable, capaz de inspirar ternura... sin duda parecía ser el eslabón más débil entre todos sus compañeros... ¿quién iba a imaginar que esa criatura de apariencia delicada sería quien mayor voluntad tendría?, ¿quién podría imaginar que ella, entre todas l
No supo cuánto tiempo estuvo en la misma posición, sentada en el piso, abrazando sus piernas, balanceándose suavemente y ocultando su rostro mientras finas lágrimas recorrían sus mejillas... su corazón aún latía desenfrenado, quizás a causa del pánico o quizás debido a la expectativa de que ocurriría a partir de ahora... no estaba segura. De pronto sintió como un brazo pasaba por debajo de sus piernas y otro reposaba detrás de su espalda, levantándola del suelo como si de una princesa se tratase, dirigió su mirada hacia su salvador que ahora la tenía entre sus brazos, su expresión era sería e indescifrable; su blanca piel estaba salpicada de sangre, dándole una imagen salvaje y mortal. El labio de Anette tembló cuando abrió la boca intentando hablar pero las palabras se negaron a abandonar su garganta.— Si quieres saber, no está muerto... no aún — hablo Nicolás, como si pudiera leer sus pensamientos y entendiera las preguntas no formuladas.— ¿Aún? — indagó confundida — ¿morirá?.—