Desayuno con calma y posteriormente se dio un baño con agua caliente, Arthur gozaba de una gran tina en su cuarto de baño, nunca había usado una tina, así que aprovecho la oportunidad. Y debía admitir que le tenía un poco de envidia al muchacho.
¡Esa tina era simplemente increíble!, le encantaba como el agua caliente y la espuma cubrían su cuerpo de forma relajante, se permitió durar más de lo usual en su ducha, disfrutando de aquella calidez que la envolvía... Cuando salió de la ducha se arregló y tomo la bandeja para llevarla a la cocina, hacía un día hermoso por lo que quería disfrutarlo al máximo, no sabía si de verdad el día era tan maravillosa o simplemente era su interpretación por lo feliz y tranquila que se encontraba. — Yo llevaré eso señorita Anette — dio un brinco al escuchar la voz de Sephora, ¡Había aparecido de la nada!, ni siquiera la había escuchado acercarse. De verdad que esa mujer parecía un fantasma moviéndose por la casa, si seguía sorprendiéndola de esa manera le terminaría por provocar un infarto. — Sephora, me asustaste — alegó colocándose la mano sobre el corazón una vez que Sephora le quitó la bandeja de las manos — eres demasiado silenciosa, mujer... — Por favor, recuérdale a la señorita Aurora que ya es hora de despertar — pidió con su expresión sería, dándole leves empujones a Anette hacia una de las habitaciones posteriormente la mujer desapareció de la misma forma en que llegó. — Esa mujer es una locura... estoy segura que me provocara un infarto — murmuró para sí misma mientras daba un par de golpecitos en la que supuso era la puerta de la habitación de Aurora, al no obtener respuesta tomo el atrevimiento de abrir la puerta y asomarse al interior de la habitación; ¡no quería que Sephora apareciera de nuevo como un fantasma a regañarla porque no despertó a la señorita Aurora. — Sephora, déjame dormir por favor — se quejó la muchacha envuelta entre los edredones y abrazando una almohada — Debo volver a dormir... Zac estaba a punto de pedirme matrimonio... no arruines mi momento... Anette no pudo evitar reír ante la actitud de Aurora, cuando no estaba en modo "hermana sobre protectora" resultaba ser alguien un poco tierna. — No soy Sephora, señorita Aurora. Ella me pidió que te recordara que es hora de despertar — informo con tono cantarín, Aurora se sentó de golpe apartando las sabanas. — Anette, ¿qué hora es?.. — Son alrededor de las 10 de la mañana — apenas escucho esa respuesta, Aurora salto de la cama. — ¡Oh por Dios!, ¡Arthur me va a matar! — enseguida corrió hacia el baño dando un portazo muy fuerte, Anette no pudo evitar reír ante la actitud de la muchacha, unos segundos después Aurora abrió la puerta y asomo la cabeza — ponte cómoda, dame unos 15 minutos y estaré contigo... Enseguida se volvió a encerrar, Anette pudo escuchar con claridad como el agua de la ducha comentaba a correr; se adentró a la habitación comenzando a arreglar la cama mientras esperaba a Aurora, quien fiel a sus palabras salió de la ducha; envuelta en una toalla, 15 minutos después de haber entrado. — wou no era necesario que hicieras la cama, tenemos suficiente personal para encargarse de eso Anette — aseguro mientras abría la puerta de su armario, el cuál era gigantesco. — No me molesta hacerlo, me siento rara permitiendo que los demás hagan todo por mí — respondió encogiéndose de hombros, ella sabía que la vida de Arthur y Aurora era muy diferente a la que ella llevaba. — Pues vete acostumbrando, mi hermano es un príncipe en toda la extensión de la palabra y no permitirá que levantes ni un lápiz en esta casa. Él ha elegido que seas su princesa y te llenará de lujos incluso antes de que lleguen al altar — las mejillas de Anette ardieron en un fuerte sonrojo ante las palabras de Aurora. ¡¿Cómo iba a pensar en que Arthur la llevaría al altar?!, ¡eso era una completa locura!; aunque él mismo ya había dejado claro sus intenciones futuras. — Aurora, tu hermano y yo apenas nos conocemos — Aurora salió de su armario y vistiere, ya vestida; se acerca a Anette y la sujeto de los hombros mientras la miraba directamente a los ojos. — No lo has entendido ¿verdad?, no importa si son años o segundos, no importa la edad o la clase social... cuando un lobo elige a su pareja eso es para siempre, a mí hermano no le importa tener solo días de conocerte para él eres tú y solo tu; no importa si tiene que ir contra sus principios, contra la sociedad o incluso contra la mismísima razón que le grita que no puede tenerte. Te tendrá, porque así lo ha elegido, porque así lo marca el destino y solo eso importa — Aurora hablaba con tanta seguridad, con tanta intensidad que Anette se pregunta ¿ella lo había sentido?, ¿acaso Aurora sabía lo que era elegir a alguien y estar dispuesta a dar hasta la vida por esa persona?. — Tu... ya lo elegiste, a Zac — se atrevió a hablar mientras algo hacia "clip" en su cerebro, las palabras que Aurora había dicho cuando fue a despertarla, la evidente cercanía entre ella y el amigo de su hermano. ¡Todo estaba ahí!, a la vista. — Ese lobo tonto — hablo Aurora dejando escapar un pesado suspiro, su situación con Zac Turner era bastante complicada — en ocasiones nos rehusamos a seguir nuestro destino. Zac aún no está listo para encontrar a su pareja, lo sé... pero yo estoy absolutamente segura de que él es el final de mi hilo rojo, solo que aún no es nuestro tiempo. Anette sintió un poco de lastima por Aurora, era muy evidente que estaba sufriendo por ese amor que aún no era correspondido. — No puedo entenderte, porque no soy una loba que sienta lo que es formar un vínculo pero si sientes que Zac es tu destino, no te rindas; lucha por él. Solo asegúrate que no sea solo una ilusión, que no sea tu lado humano encaprichado con alguien que siempre ha estado a tu lado — Sujeto la mano de la joven loba como un acto de consuelo — a veces recibir demasiada atención de alguien puede confundirnos, aclara tu mente y tu corazón... ¡Y si Zac es tu destino ve a por él!, eres una princesa, puedes obtener lo que desees... Aurora no pudo evitar sonreír cuando Anette le guiño el ojo, podía entender a Arthur, podía entender la luz y la calma que encontraba en Anette. Lo que le hacía preguntarse ¿quién era realmente está chica y que planes tendría la diosa luna para ella?... eso tendrían que averiguarlo.No podía negar que las palabras de Anette le daban consuelo y de cierta forma, la fuerza que necesitaba para no rendirse... porque debía confesar que muchas veces había querido rendirse y renunciar a aquellos sentimientos que tanto la estaban lastimando, porque si, amar y no ser correspondido acarreaba un enorme dolor que no cualquiera podría llegar a soportar.Y ella lo estaba haciendo muy bien, seguía ahí, junto a Zac, sobreviviendo a cada sonrisa cómplice, a cada conquista, a cada aventura... siendo la eterna enamorada de un hombre que quizás nunca llegaría a amarla. ¿Ese era el capricho de la diosa Luna?, ¿acaso estaba destinada a vivir encerrada en un triángulo amoroso y aún no lo sabía?, quizás era así o quizás no; solo el tiempo podría darle la respuesta... solo le quedaba pedirle al universo una señal, una señal de que camino debía seguir.Y quizás esa señal eran las palabras de Anette, quizás esa adorable muchacha de ojos azules era la persona destinada a indicarle qué camino
Sabía muy bien que no importaba cuánto corriera o cuánto intentará ocultarse, los vampiros terminaría atrapándola tarde o temprano...Sabía muy bien que si aquel ser infernal no la había atrapado aún era porque así lo quería, porque estaba extendiendo aquel juego del gato y el ratón lo más posible; todo para su propia diversión.¿Acaso serían así todos los vampiros?, ¿fanáticos de aterrorizar a sus víctimas?, ¿nadie les había enseñado a no jugar con su comida?, Anette sintió un escalofrío ante ese pensamiento: ella era la comida que perseguían esos seres infernales en ese momento.Corrió escaleras abajo lo más rápido que podía, sus piernas temblaban por el terrible esfuerzo físico que estaba realizando... una sensación de paz la invadió una vez que salió del imponente edificio y corrió lo más rápido que pudo hacía los linderos del bosque como si en ese lugar pudiera encontrar la salvación.Un grito escapó de sus labios entre abiertos cuando sintió un repentino peso sobre ella, tumbánd
Para él no pasó desapercibida la forma en que Anette se estremeció al notar la diferencia en sus ojos, era demasiado obvio que estaba asustada y no la culpable, probablemente la pobre muchacha había pasado toda su vida aterrorizada a causa de los de su especie, enfrentándose al desprecio y el terror que podía infundir un lobo.— Te tengo — repitió, posando una de sus manos sobre el rostro femenino y apartando algunos mechones rebeldes de cabello que se apegaban al rostro de la chica.— Arthur — ella pronunció su nombre en voz baja, antes de caer contra el fuerte pecho masculino, inconsciente. Él suspiro pesadamente mientras la acomodaba entre sus brazos, observo el leve sonrojo que coloreaba sus mejillas; sus largas pestañas enmarcando sus ojos y su respiración acompasada, se puso de pie cargándola con delicadeza al estilo nupcial.— Se consiente que le debes tu vida — informo sin siquiera dirigir su mirada hacia el vampiro a sus espaldas, si Anette no lo necesitara, sino fuera tan fr
La ansiedad y el estrés era más que palpable en la mansión Standerwod, dónde su joven amo se comportaba como una fiera enjaulada, caminando de un lugar a otro y soltando leves gruñidos de vez en cuando. Estaba estresado y eso mantenía a todos al pendiente de cada una de sus acciones por muy pequeña e insignificante que parecieran.Nadie deseaba lidiar con una bestia descontrolada y presentían que Arthur Standerwod estaba a nada de perder el control sobre su cordura.— Ella estará bien, estará con el profesor Roberts y con su madre. Anna y Andruw son fuertes y lograrán protegerla en caso de que algo malo ocurriera. ¡Que no va a ocurrir! — Zac tembló al recibir la mirada mortal por parte de su amigo, quien estaba demasiado inquieto para su propio bien.— No debí dejarla ir, ¡ella debería permanecer aquí!, conmigo, dónde yo puedo protegerla — prácticamente gritó el joven Standerwod, sin detener su andar ansioso, su inquietud se había disparado en el instante en que Anette abandono la seg
Lejos de parecer una sala llena de respetados y sabios consejeros, la sala de reuniones parecía un campo de batallas verbales a nada de convertirse en batallas físicas, con el repentino cambio de Arthur todos estaban demasiado alterados y los miembros del consejo no eran la excepción.— ¿Acaso han olvidado lo que ocurría hace 200 años cuando la bestia tomaba control del cuerpo? — indagó Rein, de pie, apoyando las manos sobre la gran mesa del consejo — ¡el príncipe se transformaba en un monstruo sanguinario que atacaba a diestra y siniestra!. ¿Qué nos asegura que está vez será diferente?.— Tú lo has dicho, eso fue hace 200 años y no creo tener que recordarte, que el príncipe obtuvo el control una vez que encontró a su pareja. Arthur no perderá el control — intervino Humbert, parecía que siempre las discusiones las protagonizaban los alfas Sinclair y Wolfe, sin duda eran enemigos silenciosos que aprovechaban cualquier oportunidad para enfrentarse entre sí.— ¡Exacto!, se controló cuand
Desde el momento en que Anette llegó a casa fue consciente de lo física y emocionalmente cansada que se encontraba, de un momento a otro su vida se había convertido en una montaña rusa de emociones con las que no estaba segura de poder lidiar.Tres días, tan solo tres días habían sido más que suficientes para poner su fuerza y su dedicación a prueba, comenzando por la llegada de Arthur Standerwod a su vida... ¿quién iba a imaginar que la llegada del gran alfa pondría su vida de cabeza?, ¿quién iba a pensar que ese joven de hermosos ojos grises terminaría siendo parte fundamental de su día a día?.Y pensar que todo había comenzado con una fiesta, una fiesta a la que no quería asistir y a la que ni siquiera tuvo tiempo de llegar... todo había comenzado cuando ella había decidido ponerle fin a su existencia miserable...Años de abuso y tortura finalmente había hecho mella en ella, dejando una herida en su alma la cual no sabía cómo sanar. ¡Tan lejanos parecían esos días de dolor! pero no
Fue un total shock sentir los labios fríos del vampiro sobre los suyos propios, ni en sus más profundas pesadillas hubiera imaginado recibir un beso por parte de uno de esos seres fríos y mortales.Aunque el beso solo duro unos segundos y fue sumamente delicado, no pudo evitar sentirse extraña, los labios de Nicolás eran fríos al tacto y aunque no resultaba incómodo si dejaba una extraña sensación de hormigueo ante su tacto.La cercanía de Nicolás era muy diferente a todo lo que ella conocía... era como si se estuviera hundiendo en aguas tan calmadas como heladas, era una sensación extraña y más si compraba la experiencia con lo que sentía ante la cercanía de Arthur, quien a diferencia del vampiro, la hacía sentir presa entre las llamas. No pudo evitar pensar en lo diferentes que eran ambos individuos, dos polos opuesto que de alguna forma habían logrado converger entorno a ella. Dos extremos muy diferentes de un mundo de fantasía que, de alguna forma retorcía; habían terminado forma
Ni siquiera el viento helado parecía lograr perturbar la intensidad del momento que estaban compartiendo Anette y Nicolás, sus miradas se habían anclado a la del otro en un enfrentamiento reservado; rojo y azul, fuego y agua; enfrentándose con una intensidad inquietante. De cierta forma era como si la vida y la muerte se estuvieran enfrentando en un duelo silencioso.Ella, tan llena de vida y él, un ser nacido en el mismísimo infierno... solo el repentino golpeteo sobre la madera logro que ambos salieran de esa burbuja que parecían compartir, ambos dirigieron su mirada hacia las puerta cerrada de la habitación.— Anette, tienes visitas — informo la suave voz de Anna, reclamando la presencia de su hija. De inmediato Anette miro a Nicolás con preocupación, sabía muy bien que si su madre descubría la presencia del vampiro en su habitación, se desataría una pelea mortal.— Voy en un momento — respondió, rogando porque su madre no decidiera irrumpir en el lugar — debes irte — le informo al