No podía negar que las palabras de Anette le daban consuelo y de cierta forma, la fuerza que necesitaba para no rendirse... porque debía confesar que muchas veces había querido rendirse y renunciar a aquellos sentimientos que tanto la estaban lastimando, porque si, amar y no ser correspondido acarreaba un enorme dolor que no cualquiera podría llegar a soportar.
Y ella lo estaba haciendo muy bien, seguía ahí, junto a Zac, sobreviviendo a cada sonrisa cómplice, a cada conquista, a cada aventura... siendo la eterna enamorada de un hombre que quizás nunca llegaría a amarla. ¿Ese era el capricho de la diosa Luna?, ¿acaso estaba destinada a vivir encerrada en un triángulo amoroso y aún no lo sabía?, quizás era así o quizás no; solo el tiempo podría darle la respuesta... solo le quedaba pedirle al universo una señal, una señal de que camino debía seguir. Y quizás esa señal eran las palabras de Anette, quizás esa adorable muchacha de ojos azules era la persona destinada a indicarle qué camino seguir, que decisiones tomar. ¿Era posible que un ser tan frágil y vulnerable pudiera ser su guía espiritual? no lo sabía, pero si Anette Sinclair era capaz de darle un rumbo fijo a la complicada vida de Arthur ¿cómo no sería capaz de hacerlo también con ella?. Tal vez, solo tal vez, Anette era esa paz que el mundo de los lobos necesitaba en medio de todo ese caos; en medio de todo lo complicado que resultaba ser parte de un mundo secreto, de lo difícil que era cargar con un destino a cuesta que no había elegido pero del que no se podía escapar. Quizás esa pequeña criatura de la que todos los lobos estaban acostumbrados a renegar era la persona destinada a brindar el equilibrio en un mundo de caos. Si se detenían a pensarlo, tenía lógica; Anette era una humana con sangre de lobo corriendo por sus venas; ella representaba el perfecto equilibrio de dos especies muy diferentes entre sí y a la vez poseedoras de grandes similitudes. — Bien... basta de lamentarse por amores no correspondidos — Aurora esbozo una sonrisa radiante, mientras se daba un par de palmaditas suaves en el rostro — ¿Que planes tienes para hoy?. Anette de encogió de hombros, realmente no tenía nada planeado; simplemente había llegado a la mansión Standerwod por Arthur y ya que él no estaba no tenía realmente nada que hacer. — Estoy aquí por Arthur — confesó, era increíble como en tan poco tiempo Arthur Standerwod se estaba convirtiendo en el centro de su mundo, en la estabilidad emocional que tanto ansiaba encontrar y que tanto se le había negado; casi sin darse cuenta Arthur se estaba convirtiendo en aquella tabla salvavidas que ella tanto necesitaba. — ¡Bien!, serás toda mía hoy entonces — le guiño el ojos de forma coqueta, sin duda Aurora Standerwod tenía una personalidad totalmente opuesta a la de su hermano — ¿qué tal si vamos de compras?, ¡será muy divertido!. Aurora sujeto la mano de Anette para arrastrarla rumbo a la salida — le diré a Darlan que nos lleve... te compraremos mucha ropa bonita y seductora — miro a su "cuñada" de forma sugerente, lo que ocasionó que Anette se sonrojada ferozmente. — A.. Arthur y.… y yo no.… no hemos llegado a eso — tartamudeo la muchacha avergonzada. Arthur y ella no habían pasado de un beso y realmente no podía imaginarse como sería pasar el siguiente nivel de su relación. ¿Relación?, realmente no sabía que era "eso" entre Arthur y ella, ni siquiera se habían tomado un momento para hablar sobre ello. Un sentimiento de opresión se instaló en el pecho de Anette al pensar en ello, ¿que eran realmente Arthur y ella?, ¡apenas se habían visto dos veces en la vida!, ¿tan solo un par de días era suficiente para albergar sentimientos tan intensos por el otro?, ¿así funcionaba el vínculo entre los lobos?, ¿podría siquiera ella formar ese tipo de vínculos siendo una simple renuo?. — Ya verás que nos vamos a divertir demasiado. ¡Eres tan hermosa que cualquiera cosa te quedará espectacular! — la voz emocionada de Aurora la saco de sus pensamientos, no pudo evitar sonreír ante la actitud de la chica, su emoción era contagiosa. Al salir de la mansión ya una camioneta negra las esperaba, un joven, no mucho mayor; las esperaba sosteniendo la puerta de la camioneta abierta para ellas. — ¡Gracias, Darlan!, por eso tú me encantas, siempre listo para todo — Aurora le guiño un ojo al muchacho quien se sonrojo ferozmente antes de apresurarse a ocupar su lugar como conductor — Darlan ha sido mi guardaespaldas por al menos 5 años, es un lobo fuerte y muy capaz, Arthur confía ciegamente en él. ¿Cierto Darlan?. — Así es señorita, el joven Arthur confía lo suficiente en mi como para encargarme su seguridad — el joven respondió con semblante inmutable, aunque para Anette no pasó desapercibida la forma en que las observaba de vez en cuando por el espejo retrovisor. El viaje fue bastante largo o al menos así lo sintió Anette, llegaron a un centro comercial a las afueras del territorio de los lobos, el centro comercial era enorme y estaba repleto de gente, una vez más la señorita Standerwod tomo la mano de Anette llevándola a rastras hacia las diversas tiendas. Anette debía admitir que esa salida resultaba tan entretenida como agotadora, después de estar más de tres horas probándose ropa y corriendo de una tienda a otra, solo quería regresar a casa. — ¡Ya verás que a Arthur le va a encantar todo lo que hemos comprado!, ahora que serás la nueva señora Standerwod debes tener un guardarropa muy variado — Aurora sonreía de oreja a oreja, entre sus manos llevaba un par de bolsas nada más, ya que todo lo demás lo estaba cargando el pobre Darlan, a quien estaba segura ya no le cabía una bolsa más entre sus brazos — ¡y cuando vea lo hermosa que estás con esa ropa y el maquillaje quedará boquiabierto!. Aurora se detuvo para observar a su cuñada, lo hermosa y delicada que era — Zac y Arthur vendrán a almorzar con nosotros ya les avisé — le guiño un ojo a Anette quien estaba sonrojada hasta las orejas, era una locura todo lo que Aurora podría planear en cuestión de segundos. — ¡Señorita Aurora! — de pronto el grito de Darlan atrajo la atención de Aurora y Anette, quienes estaban confundida. Todo paso muy rápido, en cuestión de segundos una figura que parecía un simple borrón se arrojó contra ellas. — ¡Cuidado! — está vez grito Anette, sujetando fuertemente de la muñeca a Aurora y quitándola de trayectoria de aquella figura misteriosa, ambas jadearon cuando vieron como aquel borrón había arremetido contra Darlan quien termine chocando abruptamente contra la vitrina de la tienda más cercana. Los cristales volaron enseguida, las personas gritaban y corrían asustadas sin entender realmente que estaba pasando. — Nos volvemos a encontrar princesa — se escuchó una voz masculina capaz de helar la sangre de cualquier, los ojos de Anette se abrieron todo lo que sus párpados le permitían, su corazón comenzó a latir apresurado mientras se giraba lentamente para enfrentar al dueño de aquella voz. — Archivald — el vampiro sonrió al ver que la pequeña humana lo recordaba. — ¿Un vampiro?, ¿cómo es que no lo sentí antes? — pregunto Aurora sujetando fuertemente el brazo de Anette, sabía muy bien que allí ella era quien podía enfrentar a ese ser infernal. — Dos adorables princesas juntas — sonrió Archivald al reconocer a la muchacha junto a su presa. — Hay demasiado civiles como para entrar en fase ahora — señaló Aurora, poniéndose de pie delante de Anette dispuesta a protegerla — tendremos que hacer esto de forma diferente — tomo una posición defensiva, sabía que no podía tomar su forma lobuna en ese instante, así que debía enfrentarse al vampiro en su forma humana; aunque está fuera más débil que su forma de lobo. El vampiro soltó una carcajada sádica, de esas que lo caracterizaban muy bien — no pienso pelear con usted, princesa Aurora, mi objetivo es la señorita Anette. Además dudo que pueda sola contra nosotros... Enseguida dos figuras más aparecieron junto a Archivald, era evidente que también eran vampiros, eran dos chicos uno de cabello negro y otro rubio, ambos extremadamente pálidos y con ojos rojos brillantes, sedientos de sangre. — Aurora... ve si Darlan está bien... lo necesitas si queremos que esté termine bien — sugirió Anette, Aurora la miro como si hubiera enloquecido — él no me hará daño... ve por Darlan... Aurora no sabía decir que, pero algo en la mirada de Anette la había hecho alejarse y obedecer lo que ella pedía, como si una nueva aura mística le hubiera dado a la humana el poder de dominarla. Se acercó a paso lento hacia Darlan y lo ayudo a salir de aquella vitrina, el joven estaba adolorido mientras se sacudía los cristales rotos de encima, sangre salía de distintas partes de su cuerpo y estaba más que seguro que tenía una costilla rota. — Dime Anette... ¿está vez vendrás conmigo? — pregunto Archivald mientras extendía su mano hacia la muchacha, como si fuera un caballero que invita a una doncella a unirse a él en una danza. Anette dio un par de pasos hacia él, extendió su mano dispuesta a tomar la de aquel vampiro, deseando mantener a sus amigos a salvo y a todos los civiles que rondaban el lugar. Sus dedos apenas rozaron la frialdad de la piel ajena. «Corre. Huye de él.» Escucho una suave voz en su cabeza, ¿sería acaso su conciencia recordándole que aquel ser era peligroso?, tanto ella como Archivald sintieron un corrientaso recorrer sus cuerpos, como si algo mágico impidiera que se tocaran; que sus manos se unieran, algo inexplicable y más allá de la lógica. Enseguida Anette se alejó comenzando a correr para alejarse de esos seres del infierno, Archivald sonrió complacido — eso es, corre pequeña... así siempre será más divertido — miro a su izquierda, dando una señal a su compañero de cabello oscuro para que corriera detrás de Anette mientras él tomaba una posición de pelea dispuesto a atacar a los lobos frente a él... Ohh ese sería un encuentro muy divertido, claro que si... no podía evitar preguntarse ¿quién saldría victorioso en este encuentro?, estaba a punto de averiguarlo.Sabía muy bien que no importaba cuánto corriera o cuánto intentará ocultarse, los vampiros terminaría atrapándola tarde o temprano...Sabía muy bien que si aquel ser infernal no la había atrapado aún era porque así lo quería, porque estaba extendiendo aquel juego del gato y el ratón lo más posible; todo para su propia diversión.¿Acaso serían así todos los vampiros?, ¿fanáticos de aterrorizar a sus víctimas?, ¿nadie les había enseñado a no jugar con su comida?, Anette sintió un escalofrío ante ese pensamiento: ella era la comida que perseguían esos seres infernales en ese momento.Corrió escaleras abajo lo más rápido que podía, sus piernas temblaban por el terrible esfuerzo físico que estaba realizando... una sensación de paz la invadió una vez que salió del imponente edificio y corrió lo más rápido que pudo hacía los linderos del bosque como si en ese lugar pudiera encontrar la salvación.Un grito escapó de sus labios entre abiertos cuando sintió un repentino peso sobre ella, tumbánd
Para él no pasó desapercibida la forma en que Anette se estremeció al notar la diferencia en sus ojos, era demasiado obvio que estaba asustada y no la culpable, probablemente la pobre muchacha había pasado toda su vida aterrorizada a causa de los de su especie, enfrentándose al desprecio y el terror que podía infundir un lobo.— Te tengo — repitió, posando una de sus manos sobre el rostro femenino y apartando algunos mechones rebeldes de cabello que se apegaban al rostro de la chica.— Arthur — ella pronunció su nombre en voz baja, antes de caer contra el fuerte pecho masculino, inconsciente. Él suspiro pesadamente mientras la acomodaba entre sus brazos, observo el leve sonrojo que coloreaba sus mejillas; sus largas pestañas enmarcando sus ojos y su respiración acompasada, se puso de pie cargándola con delicadeza al estilo nupcial.— Se consiente que le debes tu vida — informo sin siquiera dirigir su mirada hacia el vampiro a sus espaldas, si Anette no lo necesitara, sino fuera tan fr
La ansiedad y el estrés era más que palpable en la mansión Standerwod, dónde su joven amo se comportaba como una fiera enjaulada, caminando de un lugar a otro y soltando leves gruñidos de vez en cuando. Estaba estresado y eso mantenía a todos al pendiente de cada una de sus acciones por muy pequeña e insignificante que parecieran.Nadie deseaba lidiar con una bestia descontrolada y presentían que Arthur Standerwod estaba a nada de perder el control sobre su cordura.— Ella estará bien, estará con el profesor Roberts y con su madre. Anna y Andruw son fuertes y lograrán protegerla en caso de que algo malo ocurriera. ¡Que no va a ocurrir! — Zac tembló al recibir la mirada mortal por parte de su amigo, quien estaba demasiado inquieto para su propio bien.— No debí dejarla ir, ¡ella debería permanecer aquí!, conmigo, dónde yo puedo protegerla — prácticamente gritó el joven Standerwod, sin detener su andar ansioso, su inquietud se había disparado en el instante en que Anette abandono la seg
Lejos de parecer una sala llena de respetados y sabios consejeros, la sala de reuniones parecía un campo de batallas verbales a nada de convertirse en batallas físicas, con el repentino cambio de Arthur todos estaban demasiado alterados y los miembros del consejo no eran la excepción.— ¿Acaso han olvidado lo que ocurría hace 200 años cuando la bestia tomaba control del cuerpo? — indagó Rein, de pie, apoyando las manos sobre la gran mesa del consejo — ¡el príncipe se transformaba en un monstruo sanguinario que atacaba a diestra y siniestra!. ¿Qué nos asegura que está vez será diferente?.— Tú lo has dicho, eso fue hace 200 años y no creo tener que recordarte, que el príncipe obtuvo el control una vez que encontró a su pareja. Arthur no perderá el control — intervino Humbert, parecía que siempre las discusiones las protagonizaban los alfas Sinclair y Wolfe, sin duda eran enemigos silenciosos que aprovechaban cualquier oportunidad para enfrentarse entre sí.— ¡Exacto!, se controló cuand
Desde el momento en que Anette llegó a casa fue consciente de lo física y emocionalmente cansada que se encontraba, de un momento a otro su vida se había convertido en una montaña rusa de emociones con las que no estaba segura de poder lidiar.Tres días, tan solo tres días habían sido más que suficientes para poner su fuerza y su dedicación a prueba, comenzando por la llegada de Arthur Standerwod a su vida... ¿quién iba a imaginar que la llegada del gran alfa pondría su vida de cabeza?, ¿quién iba a pensar que ese joven de hermosos ojos grises terminaría siendo parte fundamental de su día a día?.Y pensar que todo había comenzado con una fiesta, una fiesta a la que no quería asistir y a la que ni siquiera tuvo tiempo de llegar... todo había comenzado cuando ella había decidido ponerle fin a su existencia miserable...Años de abuso y tortura finalmente había hecho mella en ella, dejando una herida en su alma la cual no sabía cómo sanar. ¡Tan lejanos parecían esos días de dolor! pero no
Fue un total shock sentir los labios fríos del vampiro sobre los suyos propios, ni en sus más profundas pesadillas hubiera imaginado recibir un beso por parte de uno de esos seres fríos y mortales.Aunque el beso solo duro unos segundos y fue sumamente delicado, no pudo evitar sentirse extraña, los labios de Nicolás eran fríos al tacto y aunque no resultaba incómodo si dejaba una extraña sensación de hormigueo ante su tacto.La cercanía de Nicolás era muy diferente a todo lo que ella conocía... era como si se estuviera hundiendo en aguas tan calmadas como heladas, era una sensación extraña y más si compraba la experiencia con lo que sentía ante la cercanía de Arthur, quien a diferencia del vampiro, la hacía sentir presa entre las llamas. No pudo evitar pensar en lo diferentes que eran ambos individuos, dos polos opuesto que de alguna forma habían logrado converger entorno a ella. Dos extremos muy diferentes de un mundo de fantasía que, de alguna forma retorcía; habían terminado forma
Ni siquiera el viento helado parecía lograr perturbar la intensidad del momento que estaban compartiendo Anette y Nicolás, sus miradas se habían anclado a la del otro en un enfrentamiento reservado; rojo y azul, fuego y agua; enfrentándose con una intensidad inquietante. De cierta forma era como si la vida y la muerte se estuvieran enfrentando en un duelo silencioso.Ella, tan llena de vida y él, un ser nacido en el mismísimo infierno... solo el repentino golpeteo sobre la madera logro que ambos salieran de esa burbuja que parecían compartir, ambos dirigieron su mirada hacia las puerta cerrada de la habitación.— Anette, tienes visitas — informo la suave voz de Anna, reclamando la presencia de su hija. De inmediato Anette miro a Nicolás con preocupación, sabía muy bien que si su madre descubría la presencia del vampiro en su habitación, se desataría una pelea mortal.— Voy en un momento — respondió, rogando porque su madre no decidiera irrumpir en el lugar — debes irte — le informo al
Anette se dejó caer sobre su cama, suspirando y cubriendo sus ojos con su antebrazo; sentía que todo el cansancio acumulado la estaba golpeando con demasiada fuerza. Se sentía abrumada pero sobre todo confundida; su vida estaba cambiando con demasiada rapidez y le era casi imposible adaptarse a tantos cambios repentinos.— Eso fue simplemente genial, me encantas cuando dejas salir tu lado malvado — escucho la voz empalagosa de Nicolás, ese tono seductor era imposible de pasar desapercibido.— ¡Oye!, ¡yo no tengo un lado malvado! — argumento descubriendo sus ojos para enfrentar al vampiro, vaya fue su sorpresa al encontrarse frente a frente con esos amenazantes ojos rojos, Nicolás se había colocado sobre ella con tanta ligereza que ni siquiera lo había notado hasta que sus miradas se enfrentaron.Estaban en una posición tan íntima como comprometedora, sus mejillas ardieron al notar este hecho; Nicolás tan solo sonrió complacido ante las reacciones de Anette.— Ohh eres tan hermosa, peq