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Capitulo 22: Al acecho

No podía negar que las palabras de Anette le daban consuelo y de cierta forma, la fuerza que necesitaba para no rendirse... porque debía confesar que muchas veces había querido rendirse y renunciar a aquellos sentimientos que tanto la estaban lastimando, porque si, amar y no ser correspondido acarreaba un enorme dolor que no cualquiera podría llegar a soportar.

Y ella lo estaba haciendo muy bien, seguía ahí, junto a Zac, sobreviviendo a cada sonrisa cómplice, a cada conquista, a cada aventura... siendo la eterna enamorada de un hombre que quizás nunca llegaría a amarla. ¿Ese era el capricho de la diosa Luna?, ¿acaso estaba destinada a vivir encerrada en un triángulo amoroso y aún no lo sabía?, quizás era así o quizás no; solo el tiempo podría darle la respuesta... solo le quedaba pedirle al universo una señal, una señal de que camino debía seguir.

Y quizás esa señal eran las palabras de Anette, quizás esa adorable muchacha de ojos azules era la persona destinada a indicarle qué camino seguir, que decisiones tomar. ¿Era posible que un ser tan frágil y vulnerable pudiera ser su guía espiritual? no lo sabía, pero si Anette Sinclair era capaz de darle un rumbo fijo a la complicada vida de Arthur ¿cómo no sería capaz de hacerlo también con ella?.

Tal vez, solo tal vez, Anette era esa paz que el mundo de los lobos necesitaba en medio de todo ese caos; en medio de todo lo complicado que resultaba ser parte de un mundo secreto, de lo difícil que era cargar con un destino a cuesta que no había elegido pero del que no se podía escapar.

Quizás esa pequeña criatura de la que todos los lobos estaban acostumbrados a renegar era la persona destinada a brindar el equilibrio en un mundo de caos. Si se detenían a pensarlo, tenía lógica; Anette era una humana con sangre de lobo corriendo por sus venas; ella representaba el perfecto equilibrio de dos especies muy diferentes entre sí y a la vez poseedoras de grandes similitudes.

— Bien... basta de lamentarse por amores no correspondidos — Aurora esbozo una sonrisa radiante, mientras se daba un par de palmaditas suaves en el rostro — ¿Que planes tienes para hoy?.

Anette de encogió de hombros, realmente no tenía nada planeado; simplemente había llegado a la mansión Standerwod por Arthur y ya que él no estaba no tenía realmente nada que hacer.

— Estoy aquí por Arthur — confesó, era increíble como en tan poco tiempo Arthur Standerwod se estaba convirtiendo en el centro de su mundo, en la estabilidad emocional que tanto ansiaba encontrar y que tanto se le había negado; casi sin darse cuenta Arthur se estaba convirtiendo en aquella tabla salvavidas que ella tanto necesitaba.

— ¡Bien!, serás toda mía hoy entonces — le guiño el ojos de forma coqueta, sin duda Aurora Standerwod tenía una personalidad totalmente opuesta a la de su hermano — ¿qué tal si vamos de compras?, ¡será muy divertido!.

Aurora sujeto la mano de Anette para arrastrarla rumbo a la salida — le diré a Darlan que nos lleve... te compraremos mucha ropa bonita y seductora — miro a su "cuñada" de forma sugerente, lo que ocasionó que Anette se sonrojada ferozmente.

— A.. Arthur y.… y yo no.… no hemos llegado a eso — tartamudeo la muchacha avergonzada. Arthur y ella no habían pasado de un beso y realmente no podía imaginarse como sería pasar el siguiente nivel de su relación. ¿Relación?, realmente no sabía que era "eso" entre Arthur y ella, ni siquiera se habían tomado un momento para hablar sobre ello.

Un sentimiento de opresión se instaló en el pecho de Anette al pensar en ello, ¿que eran realmente Arthur y ella?, ¡apenas se habían visto dos veces en la vida!, ¿tan solo un par de días era suficiente para albergar sentimientos tan intensos por el otro?, ¿así funcionaba el vínculo entre los lobos?, ¿podría siquiera ella formar ese tipo de vínculos siendo una simple renuo?.

— Ya verás que nos vamos a divertir demasiado. ¡Eres tan hermosa que cualquiera cosa te quedará espectacular! — la voz emocionada de Aurora la saco de sus pensamientos, no pudo evitar sonreír ante la actitud de la chica, su emoción era contagiosa.

Al salir de la mansión ya una camioneta negra las esperaba, un joven, no mucho mayor; las esperaba sosteniendo la puerta de la camioneta abierta para ellas.

— ¡Gracias, Darlan!, por eso tú me encantas, siempre listo para todo — Aurora le guiño un ojo al muchacho quien se sonrojo ferozmente antes de apresurarse a ocupar su lugar como conductor — Darlan ha sido mi guardaespaldas por al menos 5 años, es un lobo fuerte y muy capaz, Arthur confía ciegamente en él. ¿Cierto Darlan?.

— Así es señorita, el joven Arthur confía lo suficiente en mi como para encargarme su seguridad — el joven respondió con semblante inmutable, aunque para Anette no pasó desapercibida la forma en que las observaba de vez en cuando por el espejo retrovisor.

El viaje fue bastante largo o al menos así lo sintió Anette, llegaron a un centro comercial a las afueras del territorio de los lobos, el centro comercial era enorme y estaba repleto de gente, una vez más la señorita Standerwod tomo la mano de Anette llevándola a rastras hacia las diversas tiendas.

Anette debía admitir que esa salida resultaba tan entretenida como agotadora, después de estar más de tres horas probándose ropa y corriendo de una tienda a otra, solo quería regresar a casa.

— ¡Ya verás que a Arthur le va a encantar todo lo que hemos comprado!, ahora que serás la nueva señora Standerwod debes tener un guardarropa muy variado — Aurora sonreía de oreja a oreja, entre sus manos llevaba un par de bolsas nada más, ya que todo lo demás lo estaba cargando el pobre Darlan, a quien estaba segura ya no le cabía una bolsa más entre sus brazos — ¡y cuando vea lo hermosa que estás con esa ropa y el maquillaje quedará boquiabierto!.

Aurora se detuvo para observar a su cuñada, lo hermosa y delicada que era — Zac y Arthur vendrán a almorzar con nosotros ya les avisé — le guiño un ojo a Anette quien estaba sonrojada hasta las orejas, era una locura todo lo que Aurora podría planear en cuestión de segundos.

— ¡Señorita Aurora! — de pronto el grito de Darlan atrajo la atención de Aurora y Anette, quienes estaban confundida. Todo paso muy rápido, en cuestión de segundos una figura que parecía un simple borrón se arrojó contra ellas.

— ¡Cuidado! — está vez grito Anette, sujetando fuertemente de la muñeca a Aurora y quitándola de trayectoria de aquella figura misteriosa, ambas jadearon cuando vieron como aquel borrón había arremetido contra Darlan quien termine chocando abruptamente contra la vitrina de la tienda más cercana.

Los cristales volaron enseguida, las personas gritaban y corrían asustadas sin entender realmente que estaba pasando.

— Nos volvemos a encontrar princesa — se escuchó una voz masculina capaz de helar la sangre de cualquier, los ojos de Anette se abrieron todo lo que sus párpados le permitían, su corazón comenzó a latir apresurado mientras se giraba lentamente para enfrentar al dueño de aquella voz.

— Archivald — el vampiro sonrió al ver que la pequeña humana lo recordaba.

— ¿Un vampiro?, ¿cómo es que no lo sentí antes? — pregunto Aurora sujetando fuertemente el brazo de Anette, sabía muy bien que allí ella era quien podía enfrentar a ese ser infernal.

— Dos adorables princesas juntas — sonrió Archivald al reconocer a la muchacha junto a su presa.

— Hay demasiado civiles como para entrar en fase ahora — señaló Aurora, poniéndose de pie delante de Anette dispuesta a protegerla — tendremos que hacer esto de forma diferente — tomo una posición defensiva, sabía que no podía tomar su forma lobuna en ese instante, así que debía enfrentarse al vampiro en su forma humana; aunque está fuera más débil que su forma de lobo.

El vampiro soltó una carcajada sádica, de esas que lo caracterizaban muy bien — no pienso pelear con usted, princesa Aurora, mi objetivo es la señorita Anette. Además dudo que pueda sola contra nosotros...

Enseguida dos figuras más aparecieron junto a Archivald, era evidente que también eran vampiros, eran dos chicos uno de cabello negro y otro rubio, ambos extremadamente pálidos y con ojos rojos brillantes, sedientos de sangre.

— Aurora... ve si Darlan está bien... lo necesitas si queremos que esté termine bien — sugirió Anette, Aurora la miro como si hubiera enloquecido — él no me hará daño... ve por Darlan...

Aurora no sabía decir que, pero algo en la mirada de Anette la había hecho alejarse y obedecer lo que ella pedía, como si una nueva aura mística le hubiera dado a la humana el poder de dominarla. Se acercó a paso lento hacia Darlan y lo ayudo a salir de aquella vitrina, el joven estaba adolorido mientras se sacudía los cristales rotos de encima, sangre salía de distintas partes de su cuerpo y estaba más que seguro que tenía una costilla rota.

— Dime Anette... ¿está vez vendrás conmigo? — pregunto Archivald mientras extendía su mano hacia la muchacha, como si fuera un caballero que invita a una doncella a unirse a él en una danza.

Anette dio un par de pasos hacia él, extendió su mano dispuesta a tomar la de aquel vampiro, deseando mantener a sus amigos a salvo y a todos los civiles que rondaban el lugar. Sus dedos apenas rozaron la frialdad de la piel ajena.

«Corre. Huye de él

Escucho una suave voz en su cabeza, ¿sería acaso su conciencia recordándole que aquel ser era peligroso?, tanto ella como Archivald sintieron un corrientaso recorrer sus cuerpos, como si algo mágico impidiera que se tocaran; que sus manos se unieran, algo inexplicable y más allá de la lógica.

Enseguida Anette se alejó comenzando a correr para alejarse de esos seres del infierno, Archivald sonrió complacido — eso es, corre pequeña... así siempre será más divertido — miro a su izquierda, dando una señal a su compañero de cabello oscuro para que corriera detrás de Anette mientras él tomaba una posición de pelea dispuesto a atacar a los lobos frente a él...

Ohh ese sería un encuentro muy divertido, claro que si... no podía evitar preguntarse ¿quién saldría victorioso en este encuentro?, estaba a punto de averiguarlo.

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