Todas las emociones que estaba experimentando en ese momento provocaban en ella un remolino de sentimientos que hacían que la confusión la abrumaba, por un momento se sentía la mujer más dichosa del mundo al estar entre los brazos de Arthur, sentía como si una fuerza invisible la arrastrara hacía él de una manera mágica y casi adictiva pero también sentía como si estuviera corriendo tras una sombra; tras de alguien a quien realmente nunca podría alcanzar y eso la confundía aún más...
Era como si en el fondo de su ser supiera que estar con Arthur era totalmente imposible, sentía que entre ellos había un abismo invisible que jamás lograrían cruzar.... ¿serian solo sus propias inseguridades haciendo mella en ella? o ¿había algo más que no lograba comprender?; no estaba segura de tener la respuesta a sus interrogantes. Salió de sus pensamientos, tomándose un momento para observar todo a su alrededor, ¿Qué hacía ella allí?... era más que evidente que no encajaba en la mansión Standerwod y lo confirmaba al recibir cada mirada de desprecio que le dedicaban los empleados de la mansión; ella no era más que una molesta mancha oscura sobre un lienzo inmaculado. Con las mejillas sonrojadas, a causa de toda la atención no deseada que estaba recibiendo; se dirigió a la habitación de Arthur, a pesar de solo haber pasado una noche allí, ya sabía que ese terminaría siendo su lugar seguro mientras estuviera en esa mansión... ― Así que tú eres quien está causando tanto revuelo por aquí ― escucho una voz femenina apenas ingreso en la habitación de Arthur, unos segundos después frente a ella se plantó una mujer de largo cabello negro y profundos ojos grises, quien la observo de pies a cabeza ― Mmm no entiendo porque tanto show, a mí me pareces alguien bastante normal ¿por qué los ancianos están tan alterados?. ― Yo... la verdad... no lo sé ― sus mejillas ardieron aún más a causa de la vergüenza que tenía en ese momento, lo menos que espero fue encontrar a otra mujer en esa habitación ― ¿usted quién es? ― sabía que era una mujer lobo, eso no tenía que ni cuestionarlo; el aura abrumadora que emanaba de ella era más que suficiente para saberlo. ― Yo, soy la mujer más importante en la vida de Arthur... ― Aurora, deja de molestarla ― se escuchó la voz de Arthur, usando un tono bastante severo ― parece que ALGUIEN olvido decirme que vino un polizón con él... ― su tono era de claro reproche y estaba dirigido hacía Zac. ― ¡Hermanito! ― sin previo aviso la mujer, que ahora sabía que era hermana de Arthur; se arrojó a los brazos del hombre, quien se mantuvo inmutable; con expresión serena mientras su rostro era cubierto por besos emocionados ― te extrañe tanto... ― Por Dios Aurora solo ha pasado un día desde mi viaje ― alego, poniendo los ojos en blanco ante la actitud tan infantil por parte de su hermana. ― Para mí es mucho tiempo... pase 9 meses con mis piernas alrededor de tu cuello, casi ahorcándote con el cordón umbilical ¿y ahora pretendes que este lejos de ti por tanto tiempo? ¡Eso es cruel! ―hizo un cómico puchero que provoco que Arthur resoplara rindiéndose, su hermana era demasiado alocada e intensa como para lidiar con ella en ese momento. ― ¿Por qué estabas molestando a Anette?, no quiero que la hagas el blanco de tus bromas pesadas ― le reprendió, él mejor que nadie sabía de lo que era capaz su hermana y no estaba dispuesto a permitir que molestara a Anette. Aurora una vez más hizo un cómico puchero. ― Solo estaba probando de que está hecha, ¡no quiero que termines emparejado con una idiota!... además, que me esperaba que fuera un monstruo salido de la profundidad de alguna caverna — hizo un gesto gracioso mientras movía sus dedos de forma peculiar — ¡los ancianos hablan de ella como si fuera a destruir el mundo lobo!... la verdad que a mí me parece bastante adorable — le dedico una amplia sonrisa a Anette, quien se sonrojo hasta las orejas ante esa sonrisa llena de dientes y alegría. En ese momento Anette se tomó unos segundos para detallar a los hermanos, por lo que entendía eran mellizos y si los miraba con atención, tenían gran parecido entre sí, los mismos ojos grises de mirada profunda; cabello oscuro y sus facciones parecían sacadas del mismo molde, ambos poseían una belleza casi divina. Si tuviera que resaltar una gran diferencia entre ambos, además del hecho de ser hombre y mujer; sería sus personalidades: mientras Arthur era serio, misterioso, Aurora irradiaba una alegría terriblemente contagiosa. — Un gusto conocerte Anette, cómo ya escuchaste mi nombre es Aurora y soy melliza de Arthur — paso su brazo por alrededor del cuello de Arthur, con un poco de dificultad debido a la diferencia de estatura — perdona lo de antes... ¡Quería asegurarme que no fueras una idiota!, cómo esa Isabella... — ¿Conoces a Isabella? — preguntaron Anette y Arthur al mismo tiempo, Aurora los miró con picardía, Anette solo aparto la mirada avergonzada y Arthur esbozo un pequeña sonrisa de satisfacción ante su sincronización. — Obviamente. ¿Quién no conoce a la señorita: yo seré la próxima gran luna? — junto sus manos como si quisiera ahorcar alguien — nada más de recordarlo me provoca estrangularla... "Es que yo voy a ser la esposa del gran alfa... cuando el verdadero ser de Arthur despierte el vendrá a mi... yo soy mejor que todos porque mi destino es brillante" y blablablá — comenzó a burlarse de Isabella, imitando su voz de forma aguda e irritante. Anette no pudo evitar reír de aquella interpretación, ella mejor que nadie sabía cómo era Isabella y lo mucho que se enorgulleció a lo largo de su vida por ser la prometida de Arthur Standerwod. — Pero ahora llegó mi amiga aquí presente — se alejó de Arthur acercándose a Anette, colocando su brazo alrededor de los hombros ajenos y sonriendo como una pequeña niña que acaba de abrir un juguete nuevo — llegó para bajarla de esa nube. — Yo... no creo que eso sea así... — hablo Anette en voz baja, sintiéndose intimidada por la personalidad explosiva de Aurora. — ¡¿Cómo qué no?¡... si tienes a Arthur comiendo de tu mano. ¿Crees que no me enteré?, ¡primero sale corriendo de su fiesta de bienvenida para traerte entre sus brazos cuál caballero de brillante armadura! y luego deja tirada la reunión con los geriátricos solo por ir detrás de tus huesitos... si no te has dado cuenta amiga, ¡lo tienes comiendo de tu mano! — dejo escapar una sonora carcajada al ver el sonrojo de Anette, ¡era tan fácil hacer que se sonrojara!, ¡y era tan adorable! — Dioooos eres tan adorable, ya comienzo a ver tu encanto — le guiño un ojo de forma cómplice. — Arthur se preocupa por mí, si... pero no hay que exagerar diciendo que lo tengo comiendo de mi mano... ¡Eso no es así!... es solo que — dirigió su mirada hacía Arthur, de inmediato sus ojos se encontraron con tal intensidad que el mundo a su alrededor parecía dejar de existir, él la miraba con tanta devoción; como si en ella hubiera encontrado el mayor tesoro del mundo y eso provocaba que su corazón comenzará a latir desenfrenado. — ¿Solo qué? — ánimo Aurora a qué continuará con lo que iba a decir, no podía borrar esa sonrisa que se había plasmado en sus labios; ¡jamás en sus 21 años había visto a Arthur dedicar una mirada tan intensa a una mujer!. — Es solo que lo que nos atrae hacia el otro es más fuerte incluso que la gravedad — Arthur avanzó hacia Anette, tomando sus pequeñas manos entre las suyas y apoyando su frente en la de ella, ambos cerraron los ojos disfrutando de ese contacto — no lo entenderías... — Lo entiendo... créeme que lo entiendo — Aurora suspiro con resignación. ¡Ella entendía ese sentimiento!, esa abrumadora sensación de que la gravedad te empuja hacia la otra persona, ¡ella sabía lo que era estar presa de ese magnetismo que te hace levitar alrededor del otro!... lo conocía muy bien, pero esa persona objeto de su afecto se rehusaba a quererla de la misma manera — Lobo tonto — susurro para sí misma, clavando su mirada hacia la puerta de la habitación... que difícil era saber dónde encontrar a tu otra mitad, pero no poder correr para estar entre sus brazos... que difícil era amar y no ser correspondido de la misma manera... que difícil era vivir con un corazón rebelde que no podía dejar de amar con tanta intensidad.Aurora observo la impresionante conexión que parecían tener su hermano y Anette, ¿cómo es que en solo un par de días ya parecían poder leer la mente del otro?... ¡Que sorprendente que un vínculo tan fuerte pudiera formarse con tanta rapidez!, ¿Este era el verdadero poder de la diosa Luna?, ¿así era encontrar a esa otra mitad que estaba destinada para ti?, ella quería vivir eso...— Lamento ser yo quien rompa la burbuja... pero los ancianos estaban furiosos y pidieron por favor que te encontraras con ellos apenas llegarás a la mansión — informo Aurora, no quería interrumpir el momento entre su hermano y Anette pero era necesario que Arthur atendiera sus responsabilidades.— Juro que voy a arrancarles la cabeza uno de estos días — aseguro Arthur en un susurro pero su tono de voz estaba cargado de intenciones asesinas.— Ve. Es importante, Arthur — lo ánimo Anette, dedicándole una tierna sonrisa — yo no iré a ninguna parte... estaré aquí cuando regreses — prometió, dando un poco de tranqu
Chocaba sus dedos contra la mesa con un movimiento rítmico, estaba aburrido de escuchar la discusión de los ancianos pero tampoco podía huir de aquella reunión como lo había hecho en la tarde.Sentía que volvían a caer en el mismo tema una y otra vez: Anette, Aurora tenía razón cuando dijo que hablaban de ella como si fuera un monstruo salido de alguna aterradora caverna.— ¡Insisto en que debería sacarla de aquí! — grito Rein, golpeando fuertemente la mesa — él es un hombre comprometido, no es correcto que ande exhibiéndose con una mujer que no es su prometida. ¡Además es una renegada!, una mujer sin manada que la respalde.— Si el problema es el hecho de no tener una manada que la respalde. La solución es muy simple: Humbert tiene que reintegrarlas a su manada. Así Anna y Anette jamás estarán solas, tendrán el respaldo de la manada claro de Luna. ¡Y se acabarán las escusas para oponerse a la cercanía entre Anette y Arthur! — intervino Draven Turner. El padre de Zac.— Si hago eso en
Su beso duró un par de minutos... cuando finalmente se separaron Arthur la miro con expresión sería plasmada en su rostro, frunciendo ligeramente el ceño.— ¿Ocurre algo? — preguntó ella, sintiéndose un poco incómoda por la intensidad de su mirada.— ¿Por qué gritabas de frustración?, te escuché mientras estaba en la reunión — de inmediato los colores subieron al rostro de Anette, sus mejillas ardieron de la vergüenza.— ¿Me... escu... chaste? — tartamudeo, ¡no espero que él la hubiera escuchado!, aun cuando uso una almohada para amortiguar su grito.— Jaja por supuesto... tengo el mejor oído en este lugar, además de un increíble vínculo contigo. Así que ¿me dirás que atormenta tu pequeño corazón? — Anette guardo silencio por un minuto, observando a Arthur y lo hermoso que se veía cuando reía de esa manera; estando tan relajado y alegre si parecía una persona de su edad. Después de todo solo era un joven de 21 años.Ella no pudo evitar sonreír ante sus observaciones mientras pensaba q
Desayuno con calma y posteriormente se dio un baño con agua caliente, Arthur gozaba de una gran tina en su cuarto de baño, nunca había usado una tina, así que aprovecho la oportunidad. Y debía admitir que le tenía un poco de envidia al muchacho.¡Esa tina era simplemente increíble!, le encantaba como el agua caliente y la espuma cubrían su cuerpo de forma relajante, se permitió durar más de lo usual en su ducha, disfrutando de aquella calidez que la envolvía...Cuando salió de la ducha se arregló y tomo la bandeja para llevarla a la cocina, hacía un día hermoso por lo que quería disfrutarlo al máximo, no sabía si de verdad el día era tan maravillosa o simplemente era su interpretación por lo feliz y tranquila que se encontraba.— Yo llevaré eso señorita Anette — dio un brinco al escuchar la voz de Sephora, ¡Había aparecido de la nada!, ni siquiera la había escuchado acercarse. De verdad que esa mujer parecía un fantasma moviéndose por la casa, si seguía sorprendiéndola de esa manera l
No podía negar que las palabras de Anette le daban consuelo y de cierta forma, la fuerza que necesitaba para no rendirse... porque debía confesar que muchas veces había querido rendirse y renunciar a aquellos sentimientos que tanto la estaban lastimando, porque si, amar y no ser correspondido acarreaba un enorme dolor que no cualquiera podría llegar a soportar.Y ella lo estaba haciendo muy bien, seguía ahí, junto a Zac, sobreviviendo a cada sonrisa cómplice, a cada conquista, a cada aventura... siendo la eterna enamorada de un hombre que quizás nunca llegaría a amarla. ¿Ese era el capricho de la diosa Luna?, ¿acaso estaba destinada a vivir encerrada en un triángulo amoroso y aún no lo sabía?, quizás era así o quizás no; solo el tiempo podría darle la respuesta... solo le quedaba pedirle al universo una señal, una señal de que camino debía seguir.Y quizás esa señal eran las palabras de Anette, quizás esa adorable muchacha de ojos azules era la persona destinada a indicarle qué camino
Sabía muy bien que no importaba cuánto corriera o cuánto intentará ocultarse, los vampiros terminaría atrapándola tarde o temprano...Sabía muy bien que si aquel ser infernal no la había atrapado aún era porque así lo quería, porque estaba extendiendo aquel juego del gato y el ratón lo más posible; todo para su propia diversión.¿Acaso serían así todos los vampiros?, ¿fanáticos de aterrorizar a sus víctimas?, ¿nadie les había enseñado a no jugar con su comida?, Anette sintió un escalofrío ante ese pensamiento: ella era la comida que perseguían esos seres infernales en ese momento.Corrió escaleras abajo lo más rápido que podía, sus piernas temblaban por el terrible esfuerzo físico que estaba realizando... una sensación de paz la invadió una vez que salió del imponente edificio y corrió lo más rápido que pudo hacía los linderos del bosque como si en ese lugar pudiera encontrar la salvación.Un grito escapó de sus labios entre abiertos cuando sintió un repentino peso sobre ella, tumbánd
Para él no pasó desapercibida la forma en que Anette se estremeció al notar la diferencia en sus ojos, era demasiado obvio que estaba asustada y no la culpable, probablemente la pobre muchacha había pasado toda su vida aterrorizada a causa de los de su especie, enfrentándose al desprecio y el terror que podía infundir un lobo.— Te tengo — repitió, posando una de sus manos sobre el rostro femenino y apartando algunos mechones rebeldes de cabello que se apegaban al rostro de la chica.— Arthur — ella pronunció su nombre en voz baja, antes de caer contra el fuerte pecho masculino, inconsciente. Él suspiro pesadamente mientras la acomodaba entre sus brazos, observo el leve sonrojo que coloreaba sus mejillas; sus largas pestañas enmarcando sus ojos y su respiración acompasada, se puso de pie cargándola con delicadeza al estilo nupcial.— Se consiente que le debes tu vida — informo sin siquiera dirigir su mirada hacia el vampiro a sus espaldas, si Anette no lo necesitara, sino fuera tan fr
La ansiedad y el estrés era más que palpable en la mansión Standerwod, dónde su joven amo se comportaba como una fiera enjaulada, caminando de un lugar a otro y soltando leves gruñidos de vez en cuando. Estaba estresado y eso mantenía a todos al pendiente de cada una de sus acciones por muy pequeña e insignificante que parecieran.Nadie deseaba lidiar con una bestia descontrolada y presentían que Arthur Standerwod estaba a nada de perder el control sobre su cordura.— Ella estará bien, estará con el profesor Roberts y con su madre. Anna y Andruw son fuertes y lograrán protegerla en caso de que algo malo ocurriera. ¡Que no va a ocurrir! — Zac tembló al recibir la mirada mortal por parte de su amigo, quien estaba demasiado inquieto para su propio bien.— No debí dejarla ir, ¡ella debería permanecer aquí!, conmigo, dónde yo puedo protegerla — prácticamente gritó el joven Standerwod, sin detener su andar ansioso, su inquietud se había disparado en el instante en que Anette abandono la seg