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Capitulo 17: Pequeña intrusa rebelde.

Todas las emociones que estaba experimentando en ese momento provocaban en ella un remolino de sentimientos que hacían que la confusión la abrumaba, por un momento se sentía la mujer más dichosa del mundo al estar entre los brazos de Arthur, sentía como si una fuerza invisible la arrastrara hacía él de una manera mágica y casi adictiva pero también sentía como si estuviera corriendo tras una sombra; tras de alguien a quien realmente nunca podría alcanzar y eso la confundía aún más...

Era como si en el fondo de su ser supiera que estar con Arthur era totalmente imposible, sentía que entre ellos había un abismo invisible que jamás lograrían cruzar.... ¿serian solo sus propias inseguridades haciendo mella en ella? o ¿había algo más que no lograba comprender?; no estaba segura de tener la respuesta a sus interrogantes.

Salió de sus pensamientos, tomándose un momento para observar todo a su alrededor, ¿Qué hacía ella allí?... era más que evidente que no encajaba en la mansión Standerwod y lo confirmaba al recibir cada mirada de desprecio que le dedicaban los empleados de la mansión; ella no era más que una molesta mancha oscura sobre un lienzo inmaculado.

Con las mejillas sonrojadas, a causa de toda la atención no deseada que estaba recibiendo; se dirigió a la habitación de Arthur, a pesar de solo haber pasado una noche allí, ya sabía que ese terminaría siendo su lugar seguro mientras estuviera en esa mansión...

― Así que tú eres quien está causando tanto revuelo por aquí ― escucho una voz femenina apenas ingreso en la habitación de Arthur, unos segundos después frente a ella se plantó una mujer de largo cabello negro y profundos ojos grises, quien la observo de pies a cabeza ― Mmm no entiendo porque tanto show, a mí me pareces alguien bastante normal ¿por qué los ancianos están tan alterados?.

― Yo... la verdad... no lo sé ― sus mejillas ardieron aún más a causa de la vergüenza que tenía en ese momento, lo menos que espero fue encontrar a otra mujer en esa habitación ― ¿usted quién es? ― sabía que era una mujer lobo, eso no tenía que ni cuestionarlo; el aura abrumadora que emanaba de ella era más que suficiente para saberlo.

― Yo, soy la mujer más importante en la vida de Arthur...

― Aurora, deja de molestarla ― se escuchó la voz de Arthur, usando un tono bastante severo ― parece que ALGUIEN olvido decirme que vino un polizón con él... ― su tono era de claro reproche y estaba dirigido hacía Zac.

― ¡Hermanito! ― sin previo aviso la mujer, que ahora sabía que era hermana de Arthur; se arrojó a los brazos del hombre, quien se mantuvo inmutable; con expresión serena mientras su rostro era cubierto por besos emocionados ― te extrañe tanto...

― Por Dios Aurora solo ha pasado un día desde mi viaje ― alego, poniendo los ojos en blanco ante la actitud tan infantil por parte de su hermana.

― Para mí es mucho tiempo... pase 9 meses con mis piernas alrededor de tu cuello, casi ahorcándote con el cordón umbilical ¿y ahora pretendes que este lejos de ti por tanto tiempo? ¡Eso es cruel! ―hizo un cómico puchero que provoco que Arthur resoplara rindiéndose, su hermana era demasiado alocada e intensa como para lidiar con ella en ese momento.

― ¿Por qué estabas molestando a Anette?, no quiero que la hagas el blanco de tus bromas pesadas ― le reprendió, él mejor que nadie sabía de lo que era capaz su hermana y no estaba dispuesto a permitir que molestara a Anette. Aurora una vez más hizo un cómico puchero.

― Solo estaba probando de que está hecha, ¡no quiero que termines emparejado con una idiota!... además, que me esperaba que fuera un monstruo salido de la profundidad de alguna caverna — hizo un gesto gracioso mientras movía sus dedos de forma peculiar — ¡los ancianos hablan de ella como si fuera a destruir el mundo lobo!... la verdad que a mí me parece bastante adorable — le dedico una amplia sonrisa a Anette, quien se sonrojo hasta las orejas ante esa sonrisa llena de dientes y alegría.

En ese momento Anette se tomó unos segundos para detallar a los hermanos, por lo que entendía eran mellizos y si los miraba con atención, tenían gran parecido entre sí, los mismos ojos grises de mirada profunda; cabello oscuro y sus facciones parecían sacadas del mismo molde, ambos poseían una belleza casi divina. Si tuviera que resaltar una gran diferencia entre ambos, además del hecho de ser hombre y mujer; sería sus personalidades: mientras Arthur era serio, misterioso, Aurora irradiaba una alegría terriblemente contagiosa.

— Un gusto conocerte Anette, cómo ya escuchaste mi nombre es Aurora y soy melliza de Arthur — paso su brazo por alrededor del cuello de Arthur, con un poco de dificultad debido a la diferencia de estatura — perdona lo de antes... ¡Quería asegurarme que no fueras una idiota!, cómo esa Isabella...

— ¿Conoces a Isabella? — preguntaron Anette y Arthur al mismo tiempo, Aurora los miró con picardía, Anette solo aparto la mirada avergonzada y Arthur esbozo un pequeña sonrisa de satisfacción ante su sincronización.

— Obviamente. ¿Quién no conoce a la señorita: yo seré la próxima gran luna? — junto sus manos como si quisiera ahorcar alguien — nada más de recordarlo me provoca estrangularla... "Es que yo voy a ser la esposa del gran alfa... cuando el verdadero ser de Arthur despierte el vendrá a mi... yo soy mejor que todos porque mi destino es brillante" y blablablá — comenzó a burlarse de Isabella, imitando su voz de forma aguda e irritante.

Anette no pudo evitar reír de aquella interpretación, ella mejor que nadie sabía cómo era Isabella y lo mucho que se enorgulleció a lo largo de su vida por ser la prometida de Arthur Standerwod.

— Pero ahora llegó mi amiga aquí presente — se alejó de Arthur acercándose a Anette, colocando su brazo alrededor de los hombros ajenos y sonriendo como una pequeña niña que acaba de abrir un juguete nuevo — llegó para bajarla de esa nube.

— Yo... no creo que eso sea así... — hablo Anette en voz baja, sintiéndose intimidada por la personalidad explosiva de Aurora.

— ¡¿Cómo qué no?¡... si tienes a Arthur comiendo de tu mano. ¿Crees que no me enteré?, ¡primero sale corriendo de su fiesta de bienvenida para traerte entre sus brazos cuál caballero de brillante armadura! y luego deja tirada la reunión con los geriátricos solo por ir detrás de tus huesitos... si no te has dado cuenta amiga, ¡lo tienes comiendo de tu mano! — dejo escapar una sonora carcajada al ver el sonrojo de Anette, ¡era tan fácil hacer que se sonrojara!, ¡y era tan adorable! — Dioooos eres tan adorable, ya comienzo a ver tu encanto — le guiño un ojo de forma cómplice.

— Arthur se preocupa por mí, si... pero no hay que exagerar diciendo que lo tengo comiendo de mi mano... ¡Eso no es así!... es solo que — dirigió su mirada hacía Arthur, de inmediato sus ojos se encontraron con tal intensidad que el mundo a su alrededor parecía dejar de existir, él la miraba con tanta devoción; como si en ella hubiera encontrado el mayor tesoro del mundo y eso provocaba que su corazón comenzará a latir desenfrenado.

— ¿Solo qué? — ánimo Aurora a qué continuará con lo que iba a decir, no podía borrar esa sonrisa que se había plasmado en sus labios; ¡jamás en sus 21 años había visto a Arthur dedicar una mirada tan intensa a una mujer!.

— Es solo que lo que nos atrae hacia el otro es más fuerte incluso que la gravedad — Arthur avanzó hacia Anette, tomando sus pequeñas manos entre las suyas y apoyando su frente en la de ella, ambos cerraron los ojos disfrutando de ese contacto — no lo entenderías...

— Lo entiendo... créeme que lo entiendo — Aurora suspiro con resignación. ¡Ella entendía ese sentimiento!, esa abrumadora sensación de que la gravedad te empuja hacia la otra persona, ¡ella sabía lo que era estar presa de ese magnetismo que te hace levitar alrededor del otro!... lo conocía muy bien, pero esa persona objeto de su afecto se rehusaba a quererla de la misma manera — Lobo tonto — susurro para sí misma, clavando su mirada hacia la puerta de la habitación... que difícil era saber dónde encontrar a tu otra mitad, pero no poder correr para estar entre sus brazos... que difícil era amar y no ser correspondido de la misma manera... que difícil era vivir con un corazón rebelde que no podía dejar de amar con tanta intensidad.

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