Arthur la tomo entre sus brazos al estilo nupcial antes de comenzar a correr hacía la mansión Standerwod, era increíble la velocidad sobre natural que podían poseer los hombres lobos aún en su forma humana.
Y debía confesar que sentía un poco de envidia de sus habilidades, ellos eran fuertes, rápidos e imparables mientras que ella misma solo era una niña frágil y vulnerable, odiaba sentirse de esa manera.... expuesta a la merced de aquellos que poseían mayor poder que ella. Sus pensamientos fueron interrumpidos en el momento en que, Arthur; la estrecho un poco más entre sus brazos, quizás sintiendo su inquietud y su propio menos precio... aún le costaba creer que él pudiera saber cómo se sentía o cuando estaba en peligro, como si un hilo invisible los uniera de alguna manera... y quizás era así, quizás había una fuerza misteriosa que enredaba sus destino de alguna forma retorcida. ¿Cómo saberlo?... Al llegar a la mansión Arthur bajo a Anette con suma delicadeza, como si temiera que esta pudiera romperse al no ser tratada con cuidado... sus miradas se entrelazaron por un instante, perdiéndose en los ojos claros del otro casi como si pudieran mantener una conversación silenciosa y quizás realmente así era. Ella fue la primer en desviar la mirada... avergonzada por sus propios sentimientos que comenzaban a desbordarse con demasiada facilidad al estar junto a Arthur mientras que él la tomo con suavidad de la barbilla, obligándola a mirarle, una vez más; directamente a los ojos. Sin pronunciar palabras alguna unió sus labios a los ajenos, acoplándose en un delicado beso capaz de transmitir calma a un corazón marcado por heridas del pasado. — Todo estará bien — susurro, mientras apoyaba su frente en la de Anette y ambos cerraban los ojos, entregándose a un momento tan íntimo donde no parecía existir nadie más — estoy contigo Anette... — ¿Hasta cuándo? — cuestionó en un susurro, mientras que colocaba su mano sobre la mano de Arthur que reposaba sobre su mejilla, dejando leves caricias. Pudo sentir el dolor plasmado en su voz, ese dolor que su corazón trataba de ocultar. — Hasta mi último aliento — prometió él, seguro de sí mismo, de sus sentimientos... sabía que ahora que finalmente la había encontrado nunca más podría vivir sin ella. Quería negarlo... quería ignorar aquel fuego que se extendía dentro de su pecho desde el instante en que la sostuvo entre sus brazos por primera vez... quería engañarse a sí mismo... pero era demasiado tarde, se había perdido en ella sin siquiera conocerla, sin siquiera haber observado sus ojos alguna vez... lo sabía muy bien... lo sabía desde el instante que, aún en la distancia; la había sentido clamando por su atención, por su cuidado... Ella era esa pieza que llenaba el vacío que sentía en su interior... ella era a quien siempre había esperado, a quien su corazón deseaba encontrar con tanto anhelo. — Arthur, esto está mal... lo sabes — aseguro ella, sintiendo como un nudo se formaba en su garganta. En el fondo de su ser sabía que esos sentimientos que ahora crecían entre ellos estaban condenados a perecer incluso antes de lograr tener la fuerza suficiente para ser demostrados al mundo. — No me importa... prenderé fuego a la lluvia por ti... moveré montañas sobre los ríos por ti... y caminaría sobre las llamas del infierno un millón de veces... solo por ti, Anette — su corazón no dudaba; porque sabía que no quería a nadie con él más que a ella... siempre había sido ella, su motivo para regresar. Ella se alejó... él tomo su mano unos segundos, en un roce tan leve que fue insuficiente para detenerla... observo como ella se perdía entre las sombras dentro de la mansión y su corazón se contrajo de forma dolorosa mientras una lágrima rebelde escapaba de sus ojos, resbalando silenciosa sobre sus mejillas. ¿Podría evitar que ella se escurriera como el agua entre sus dedos?, ¿podría evitar que se perdiera entre sombras que la alejarían de él?... ¿hasta cuándo podría protegerla de toda la oscuridad que los perseguía?... ¿hasta cuándo podría tenerla?. — Es ella... — anuncio en voz baja, mientras su pecho se oprimía, mientras un nudo cerraba su garganta de forma tan dolorosa que ni siquiera pudo contener el llanto que escapaba de sus ojos reflejando el dolor que abordaba su corazón... dolor de una vieja herida del pasado, de una vida culminada sin haber obtenido un feliz final. — Lo sé Arthur... lo sé — Zac dio unas cuantas palmadas sobre el hombro de su amigo a modo de consuelo, sabía que en el momento en que la verdad golpeara su mente esto ocurriría... sabía que cuando comprendiera que aquello que lo única a Anette era mucho más fuerte y profundo que un simple capricho humano, sus sentimientos iban a desbordar... sabía que cuando descubriera lo evidente, todo el dolor saldría a la superficie. Porque después de todo ¿cómo se puede evitar sentir con intensidad cuando el destino te regala la oportunidad de encontrar a tu amor de más de una vida?. — Está vez.... está vez lo haré bien... esta vez no voy a perderla — juro sintiendo una nueva determinación crecer dentro de sí, si antes sentía que algo demasiado intenso lo única a Anette ahora tenía la certeza de que lo suyo era algo mucho más profundo de lo que la razón podría comprender. A paso decidido ingreso a la mansión, ante la atenta mirada de Zac... si antes estaba dispuesto a desatar un infierno por proteger a Anette... ahora no le importaría destruir el mundo solo por ella... se encargaría de destruir a cada uno de los que se atrevieron a lastimarla... esta vez no estaba dispuesta a permitir que la arrebataran su lado... ya no, nunca más... Zac observo... observo como aquel guerrero sediento de sangre despertaba en el interior de su amigo... observo como un ser tan frágil e insignificante como Anette era capaz de despertar al más fiero de los demonios... un demonio que no estaba dispuesto a conocer el infierno, una vez más; que dejaba el dolor de perder a un ser amado... porque está vez, ni siquiera la muerte sería capaz de separarlos...Todas las emociones que estaba experimentando en ese momento provocaban en ella un remolino de sentimientos que hacían que la confusión la abrumaba, por un momento se sentía la mujer más dichosa del mundo al estar entre los brazos de Arthur, sentía como si una fuerza invisible la arrastrara hacía él de una manera mágica y casi adictiva pero también sentía como si estuviera corriendo tras una sombra; tras de alguien a quien realmente nunca podría alcanzar y eso la confundía aún más...Era como si en el fondo de su ser supiera que estar con Arthur era totalmente imposible, sentía que entre ellos había un abismo invisible que jamás lograrían cruzar.... ¿serian solo sus propias inseguridades haciendo mella en ella? o ¿había algo más que no lograba comprender?; no estaba segura de tener la respuesta a sus interrogantes.Salió de sus pensamientos, tomándose un momento para observar todo a su alrededor, ¿Qué hacía ella allí?... era más que evidente que no encajaba en la mansión Standerwod y
Aurora observo la impresionante conexión que parecían tener su hermano y Anette, ¿cómo es que en solo un par de días ya parecían poder leer la mente del otro?... ¡Que sorprendente que un vínculo tan fuerte pudiera formarse con tanta rapidez!, ¿Este era el verdadero poder de la diosa Luna?, ¿así era encontrar a esa otra mitad que estaba destinada para ti?, ella quería vivir eso...— Lamento ser yo quien rompa la burbuja... pero los ancianos estaban furiosos y pidieron por favor que te encontraras con ellos apenas llegarás a la mansión — informo Aurora, no quería interrumpir el momento entre su hermano y Anette pero era necesario que Arthur atendiera sus responsabilidades.— Juro que voy a arrancarles la cabeza uno de estos días — aseguro Arthur en un susurro pero su tono de voz estaba cargado de intenciones asesinas.— Ve. Es importante, Arthur — lo ánimo Anette, dedicándole una tierna sonrisa — yo no iré a ninguna parte... estaré aquí cuando regreses — prometió, dando un poco de tranqu
Chocaba sus dedos contra la mesa con un movimiento rítmico, estaba aburrido de escuchar la discusión de los ancianos pero tampoco podía huir de aquella reunión como lo había hecho en la tarde.Sentía que volvían a caer en el mismo tema una y otra vez: Anette, Aurora tenía razón cuando dijo que hablaban de ella como si fuera un monstruo salido de alguna aterradora caverna.— ¡Insisto en que debería sacarla de aquí! — grito Rein, golpeando fuertemente la mesa — él es un hombre comprometido, no es correcto que ande exhibiéndose con una mujer que no es su prometida. ¡Además es una renegada!, una mujer sin manada que la respalde.— Si el problema es el hecho de no tener una manada que la respalde. La solución es muy simple: Humbert tiene que reintegrarlas a su manada. Así Anna y Anette jamás estarán solas, tendrán el respaldo de la manada claro de Luna. ¡Y se acabarán las escusas para oponerse a la cercanía entre Anette y Arthur! — intervino Draven Turner. El padre de Zac.— Si hago eso en
Su beso duró un par de minutos... cuando finalmente se separaron Arthur la miro con expresión sería plasmada en su rostro, frunciendo ligeramente el ceño.— ¿Ocurre algo? — preguntó ella, sintiéndose un poco incómoda por la intensidad de su mirada.— ¿Por qué gritabas de frustración?, te escuché mientras estaba en la reunión — de inmediato los colores subieron al rostro de Anette, sus mejillas ardieron de la vergüenza.— ¿Me... escu... chaste? — tartamudeo, ¡no espero que él la hubiera escuchado!, aun cuando uso una almohada para amortiguar su grito.— Jaja por supuesto... tengo el mejor oído en este lugar, además de un increíble vínculo contigo. Así que ¿me dirás que atormenta tu pequeño corazón? — Anette guardo silencio por un minuto, observando a Arthur y lo hermoso que se veía cuando reía de esa manera; estando tan relajado y alegre si parecía una persona de su edad. Después de todo solo era un joven de 21 años.Ella no pudo evitar sonreír ante sus observaciones mientras pensaba q
Desayuno con calma y posteriormente se dio un baño con agua caliente, Arthur gozaba de una gran tina en su cuarto de baño, nunca había usado una tina, así que aprovecho la oportunidad. Y debía admitir que le tenía un poco de envidia al muchacho.¡Esa tina era simplemente increíble!, le encantaba como el agua caliente y la espuma cubrían su cuerpo de forma relajante, se permitió durar más de lo usual en su ducha, disfrutando de aquella calidez que la envolvía...Cuando salió de la ducha se arregló y tomo la bandeja para llevarla a la cocina, hacía un día hermoso por lo que quería disfrutarlo al máximo, no sabía si de verdad el día era tan maravillosa o simplemente era su interpretación por lo feliz y tranquila que se encontraba.— Yo llevaré eso señorita Anette — dio un brinco al escuchar la voz de Sephora, ¡Había aparecido de la nada!, ni siquiera la había escuchado acercarse. De verdad que esa mujer parecía un fantasma moviéndose por la casa, si seguía sorprendiéndola de esa manera l
No podía negar que las palabras de Anette le daban consuelo y de cierta forma, la fuerza que necesitaba para no rendirse... porque debía confesar que muchas veces había querido rendirse y renunciar a aquellos sentimientos que tanto la estaban lastimando, porque si, amar y no ser correspondido acarreaba un enorme dolor que no cualquiera podría llegar a soportar.Y ella lo estaba haciendo muy bien, seguía ahí, junto a Zac, sobreviviendo a cada sonrisa cómplice, a cada conquista, a cada aventura... siendo la eterna enamorada de un hombre que quizás nunca llegaría a amarla. ¿Ese era el capricho de la diosa Luna?, ¿acaso estaba destinada a vivir encerrada en un triángulo amoroso y aún no lo sabía?, quizás era así o quizás no; solo el tiempo podría darle la respuesta... solo le quedaba pedirle al universo una señal, una señal de que camino debía seguir.Y quizás esa señal eran las palabras de Anette, quizás esa adorable muchacha de ojos azules era la persona destinada a indicarle qué camino
Sabía muy bien que no importaba cuánto corriera o cuánto intentará ocultarse, los vampiros terminaría atrapándola tarde o temprano...Sabía muy bien que si aquel ser infernal no la había atrapado aún era porque así lo quería, porque estaba extendiendo aquel juego del gato y el ratón lo más posible; todo para su propia diversión.¿Acaso serían así todos los vampiros?, ¿fanáticos de aterrorizar a sus víctimas?, ¿nadie les había enseñado a no jugar con su comida?, Anette sintió un escalofrío ante ese pensamiento: ella era la comida que perseguían esos seres infernales en ese momento.Corrió escaleras abajo lo más rápido que podía, sus piernas temblaban por el terrible esfuerzo físico que estaba realizando... una sensación de paz la invadió una vez que salió del imponente edificio y corrió lo más rápido que pudo hacía los linderos del bosque como si en ese lugar pudiera encontrar la salvación.Un grito escapó de sus labios entre abiertos cuando sintió un repentino peso sobre ella, tumbánd
Para él no pasó desapercibida la forma en que Anette se estremeció al notar la diferencia en sus ojos, era demasiado obvio que estaba asustada y no la culpable, probablemente la pobre muchacha había pasado toda su vida aterrorizada a causa de los de su especie, enfrentándose al desprecio y el terror que podía infundir un lobo.— Te tengo — repitió, posando una de sus manos sobre el rostro femenino y apartando algunos mechones rebeldes de cabello que se apegaban al rostro de la chica.— Arthur — ella pronunció su nombre en voz baja, antes de caer contra el fuerte pecho masculino, inconsciente. Él suspiro pesadamente mientras la acomodaba entre sus brazos, observo el leve sonrojo que coloreaba sus mejillas; sus largas pestañas enmarcando sus ojos y su respiración acompasada, se puso de pie cargándola con delicadeza al estilo nupcial.— Se consiente que le debes tu vida — informo sin siquiera dirigir su mirada hacia el vampiro a sus espaldas, si Anette no lo necesitara, sino fuera tan fr