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Capitulo 7: Sumisión.

Los labios de Anette se acoplaban demasiado bien a los suyos... cómo si saborear su boca fuera uno de los mayores deleites del mundo, su corazón latía desenfrenado mientras sus manos dejaban suaves caricias sobre la piel de porcelana de la mujer entre sus brazos... ¿cómo es que un simple contacto de sus labios era capaz de llevarlo a niveles inimaginable de deseo y placer?.

Su cuerpo irradiaba calor, como si cada una de las caricias ajenas pudieran quemar su frágil piel... se sentía tan pequeña e indefensa entre sus brazos pero tan protegida a la vez... cómo si en ese preciso instante hubiera encontrado su lugar en el mundo...

Se estaba dejando perder en su deseo, dominado por sus más bajos instintos y solo se detuvo cuando la sintió estremecerse entre sus brazos, quizás estaba llevando las cosas demasiado rápido. Se tomó un segundo para observar la imagen frente a sus ojos, no supo en qué instante la acorraló hasta recostarse de la cama... observo su cabello esparcido sobre la almohada, el leve sonrojo sobre sus mejillas y el brillo de confusión en sus ojos. ¡Era tan hermosa!, ¡tan simplemente perfecta!.

«Su corazón late muy rápido»

Su lobo parecía emocionado por un hecho tan simple, extendió su mano hasta colocarla sobre su pecho; deseaba sentir los latidos desenfrenados de ese corazón, a pesar de que podía escucharlo latir con claridad. Una sonrisa tonta se plasmó en sus labios al ver cómo su sonrojo aumentaba cada vez más.

— Te traeré algo de comer... no huyas de aquí — le susurro al odio, inclinándose sobre ella, Anette contuvo el aliento al sentir la repentina oleada de calor que ahora se cernía sobre ella.

Arthur se alejó, al salir de la habitación escucho claramente como Anette liberaba un suspiro. Sonrió de forma involuntaria.

«Ohh si, la ponemos nerviosa, en un muy buen sentido»

— Ya cierra el hocico y no lo disfrutes tanto... no te comerás a nadie está noche — escucho a su lobo bufar antes de hablar con tono burlón.

«No soy yo quien se arrojó sobre ella como un cachorro en celo. ¿Los 200 años de encierro te volvieron frágil, Arthur?»

— No me arroje sobre ella, solo la bese — se defendió, su lobo rio a carcajadas.

«Si claro... la noche es larga y si esa renuo sigue metida en tu cama para media noche quien sabe que pueda pasar»

— Ya cállate — se obligó a sepultar la voz de su lobo en el rincón más oscuro de su mente, aunque aún podía sentir sus burlas en el fondo.

No tardó demasiado en reunir la comida sobre una bandeja y regresar a su habitación, cuando ingreso se encontró a Anette sentada sobre sus rodillas, con la espalda recta; cabeza gacha y las manos delicadamente sobre sus muslos.

«Santa m****a...»

Contuvo el aliento ante la imagen de sumisión que se presentaba ante él, no iba a negar que en ese momento lo que más quería era arrojarse sobre ella para capturar sus labios en un ardiente beso mientras sus manos exploran más allá de la tela de ese vestido.

Agito la cabeza intentando despejar esos pensamientos tan inapropiados, se acercó a ella colocando la bandeja sobre la cama.

— Come — ordeno, su voz sonó mucho más severa de lo que pretendía; vio como ella temblaba enseguida.

«Grr destruiré a todos los que la llevaron a ser estado»

Era evidente que la habían enseñado a bajar la cabeza, a tenerle terror a los que eran superiores a ella.

— No bajes la cabeza ante nadie — la tomo de la barbilla obligándola a qué lo mirara a los ojos, ella se mordía el labio inferior; de inmediato Arthur paso su pulgar por el labio inferior de Anette para que dejara de morderse — no hagas eso — ordeno, antes de inclinarse para capturar su labio con los suyos, por unos segundos dejo que sus dientes disfrutarán de morder el labio ajeno — cada vez que lo hagas seré yo quien te muerda... no tienes ni idea de lo que tus acciones provocan en mi...

Arthur señaló la comida una vez más — come, ahora — enseguida Anette tomo uno de los platos de comida y un cubierto para comenzar a comer en completo silencio, evitando la mirada de Arthur como si está fuera algo mortal que podía acabar con su vida. Él gruño ante esto; no le gustaba que ella le evitara la mirada, podía disfrutarlo de cualquier ser que le tuviera terror, pero no de ella.

— No me esquives la mirada... me molesta — la regaño, ella dejo de comer mientras murmuraba un "lo siento" en un tono de voz tan bajo que si no hubiera sido por su excelente oído Arthur no hubiera podido escucharla — mmm ¿por qué nuestras tanta sumisión ante mí?.

— A los alfas les gusta el respeto, usted es un alfa entre alfas... no debería siquiera estar en su presencia — argumento.

Arthur respiro profundo y contó hasta 10 en su mente — ¿quién te hizo pensar eso?.

— Soy una renuo, el ser más inferior de un clan... una deshonra — una vez más agachó la mirada, Arthur juro que la rabia comenzó a correr por sus venas — me lo han enseñado durante toda mi vida.

— M*****a sea... Juro que colgaré sus cabezas como trofeos — gruño, Anette soltó una carcajada que para Arthur era el sonido más hermosos que había escuchado jamás.

— Acabaras con casi todos los clanes entonces — apoyo su rostro sobre la palma de su mano y sonrió de forma adorable — no represento más que perdida para la manada... soy una simple humana.

— Eso es una completa m****a. ¿te rechazan por ser solo una humana?... ¡pues no lo eres!, por tus venas corre sangre de lobos, aunque no poseas habilidad o un lobo interno... además si fueras solo una simple humana ¿qué hay de malo con esos?... los primeros lobos se enlazaron con humanas — Arthur se cruzó de brazos indignado. ¿Cómo podían rechazarla solo porque su lobo interior no se había manifestado?.

«Ella era humana»

Susurro su lobo, Arthur frunció el ceño de inmediato; ¿ella era humana?, ¿por qué no podía recordar exactamente a quien se refería su lobo?.

— ¿Todos los primeros lobos se enlazaron con humanas? — Indago ella curiosa.

— Si... todos los primeros lobos eran machos, se enlazaron con humanas para comenzar a formar sus propias mandas... posteriormente tuvieron cachorros y esos cachorros al llegar a la edad despertaron su lado lobo...

— Eso tiene sentido — Anette pareció pensativa — ¿tu esposa también era humana?.

— Mm supongo que sí, hay cosas que no recuerdo muy bien... fue hace más de 200 años — respiro pesadamente — supongo que ella también era humana.

«Lo era... en parte».

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