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Capitulo 10: En contra del destino.

El viaje fue extremadamente pacífico.... en el momento en que llegaron a la academia Arthur fue el primero en bajar del auto y abrir la puerta para Anette, quizás esa acción no era algo normal en pleno siglo 21 pero él era un caballero y le gustaba comportarse como tal.

— Me gustaría venir por ti a la salida pero tengo que reunirme con los ancianos — hizo una mueca de claro disgusto, quería estar todo el tiempo que pudiera con Anette pero ambos debían atender sus respectivas responsabilidades.

— Arthur, he vivido 18 años sin ti. Puedo arreglármelas sola por una tarde, no te preocupes — le regaló una de esas sonrisas radiantes que tanto parecían encantarle.

— Está bien... aunque eso no significa que dejaré de preocuparme — se cruzó de brazos mientras se apoyaba del capo del auto.

Anette dejó escapar una risita que sonaba como campanillas y era totalmente hermosa para Arthur, ¡Dios que espectáculo de mujer era Anette!.

— Nos vemos pronto, Arthur — se puso de puntilla para depositar un suave beso en la mejilla del muchacho, quien se sonrojo ante tal acción. Hizo gesto de despedida con la mano antes de apresurarse hacia la entrada de la academia.

Arthur la observo mientras se alejaba, sin poder borrar aquella sonrisa tonta que se había apoderado de sus labios; con ella todo era tan ligero, tan fácil, tan natural que se le hacía imposible pensar que existiera en el mundo otra mujer destinada para él mientras todo en su ser gritaba que Anette Sinclair era todo lo que deseaba, todo lo que buscaba.

«Jaja si no hubiera estado dormida cuando regresamos a la habitación anoche estoy seguro que te la hubieras comido y sin cubiertos»

Ese tono burlón de su lobo lo hizo liberar un suave gruñido, aunque en el fondo sabía que tenía razón... Anette lograba hacer florecer en él sus más bajos instintos; hasta el punto de casi no poder controlarse. Suspiro, sabía que ese sería un día largo para él; ya que su mente estaría ocupada por esa niña de ojos azules que prácticamente acababa de conocer.

Sonrió al ver cómo ella se giraba buscándolo con la mirada, seguramente quería asegurarse de si seguía allí o no, levantó su mano e hizo una señal de despedida de inmediato ella se sonrojo, acomodo un mechón de su cabello detrás de su oreja y con evidente timidez correspondió el gesto antes de desaparecer por los pasillos de la institución.

Él no pudo evitar reír a carcajadas... ella era tan frágil, inocente y tierna... ¡Dios!, ¿cómo podía existir alguien así en el mundo?, lo creía imposible... se separó del auto dispuesto a marcharse pero la voz de su lobo lo detuvo.

«Espera»

Frunció el ceño, afinando su oído ¿que esperaba escuchar? ni él mismo lo sabía...

Mientras que Anette caminaba rumbo a sus clases, se sentía flotando... ¡Era increíble que hubiera conocido al gran alfa!, y aún más increíble que este resultará ser alguien agradable; siempre imagino que sería alguien de mal carácter que gozaría de humillarla igual que todos los demás. ¡Qué equivocada estaba!.

Iba tan distraída que no noto que había alguien más en el pasillo, hasta que casi choca con esta persona.

— Pero mira que tenemos aquí, si es la pequeña y frágil Renuo — hablo Isabella clavando sus ojos verdes en Anette, mirándola de arriba abajo.

— Buen día, Isabella, Wendy — saludo haciendo una leve reverencia de respeto; le gustará o no ellas tenían rangos superiores al suyo.

— Hasta que la mosquita muerta aparece... ¿ahora te sientes importante por haber pasado una noche en la cama del gran alfa? — expreso con burla Wendy, mirándola con asco — no eres más que una mujerzuela.

— Yo no...

— No trates de negarlo... todos sabemos que pasaste la noche en la mansión, todos vimos como él te llevaba en brazos hasta su habitación — intervino Isabella, levantando su mano en señal de "alto" para hacer que Anette guardara silencio — Pero eso no importa... no importa cuántas veces te meta en su cama porque al final del día tu solo serás un pasatiempo, un capricho que se permite de vez en cuando mientras que yo voy a convertirme en su esposa, voy a ser la gran luna, ¡Seré la mujer más respetada en nuestro mundo! ¿y tú? tu siempre serás una renuo inútil que no sirve para más que dar ratos de placer

— ISABELLA — la fuerte voz de mando de Arthur hizo temblar a los presentes, provocando que un escalofrío recorriera su espalda, Anette agachó la cabeza sintiéndose incapaz de enfrentarlo, Wendy hizo una reverencia manteniéndose inclinada mientras que Isabella clavo sus ojos verdes en el hombre que pronunciaba su nombre — al auto, ahora.

Sin esperar respuesta de alejó de las chicas, Isabella le dedicó una sonrisa de superioridad a Anette; después de todo era a ella a quien el gran alfa había ido a buscar, no existía ninguna otra mujer digna para estar junto a Arthur Standerwod, no importaba con cuántas mujeres pudiera jugar. Al final del día ella era la elegida, nadie más.

— Arthur... no sabía que vendrías — hablo una vez que estuvieron junto al auto del muchacho, Isabella intento colocar sus brazos sobres los hombros de Arthur para abrazarlo pero este la alejó sin delicadeza alguna — ¿Que está mal? — indago mirándolo con falsa inocencia.

— Tú estás mal — respondió sin miramientos — ¿cómo esperas convertirte en la gran luna?, ¿presumiendo de ello para humillar a alguien más débil que tú?; ¿crees que el hecho de convertirte en mi esposa te da poder? — se acercó tanto a ella que Isabella se sintió intimidad por su altura y por el aura de poder que emanaba de él — tú no eres nada sin ese título... tú no eres nadie, aquí el poseedor de poder soy yo y si a mí me da la gana puedo humillarte, hacer tu vida miserables a tal punto que desearas jamás haberme conocido...

Isabella estaba aterrada al ver cómo los ojos de Arthur brillaban en color dorado, clara señal de que su lobo estaba tomando el control; tembló... asustada de lo que él pudiera llegar a hacerle en ese momento.

— Lo lamentable, Arthur... no pensé que te importara tanto...

— ¿No pensaste?... pequeña niña ingenua... tú no estás aquí para pensar — la tomo del mentón para que lo mirara a los ojos — tú estás aquí para complacerme y quizás para darme crías... para nada más.

La soltó sin tener delicadeza alguna, podía sentir su sangre hervir dentro de sus venas — eres la mujer que los ancianos eligieron para mí, pero yo no debo elegirte por ello, no lo olvides. Todo lo que eres y todo lo que crees merecer poseer es por mí. Tu vida y tu destino están en mis manos, sería una pena que todo eso se haga añicos por un simple error ¿verdad?.

Isabella asistió con un leve movimiento de cabeza, sintiéndose incapaz de pronunciar palabras alguna — ahora lárgate, tu presencia me molesta — ordeno conteniendo un gruñido, de inmediato la muchacha se alejó de él; temiendo que si permanecía un segundo más allí, su vida pudiera correr peligro.

«Correrá mucha sangre en este lugar »

Oh, sí claro que sí. El que se atreviera a lastimar a Anette pagaría con su propia sangre. De eso no tenía duda.

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