Nos empeñamos en pensar que vivimos en un mundo donde las cosas son blancas o negras, dónde habita la luz y la oscuridad esforzándose por mantener un perfecto equilibrio... pero ¿qué tal si nos detenemos a pensar en lo que existe más allá de nuestra absoluta comprensión? ¿Qué pasa si entendemos que existe una luz capaz de cegar nuestros sentidos y que existe una oscuridad capaz de hacernos ver aquello que jamás imaginamos que tendríamos frente a nuestros ojos?.
¿Qué pasa si abrimos nuestra mente para creer en lo imposible?, quizás, solo así; podamos encontrarnos con un mundo tan sorprendente que es capaz de superar cualquier partícula de imaginación y todo lo que está pudiera crear... En ese mundo que parece inexistente ante la razón humana, un mundo donde habita uno de los seres más maravillosos y poderosos que pudo haber pisado la tierra... un ser tan perfecto que es capaz de unir la fragilidad humana con la ferocidad de un animal... un ser capaz de caminar sobre dos pies como cualquier humano pero capaz de abrazar su lado más salvaje reinando en una bestia. Una bestia escondida tras las imperfecciones humanas... una criatura bendecida por la luna... provistos de tal majestuosidad que solo sería comparable con un dios... En parte hombre, en parte un ser salvaje... los metamorfos o hombres lobos, como son normalmente conocidos; caminaban sobre la tierra desde el principio de los tiempos... protegidos bajo un velo de ocultismo y misterio capaz de causar escalofríos a aquellos débiles de voluntad... Lobos gigantes, poseedores de una fuerza descomunal, de sentidos agudos y velocidad sobrehumana... seres tan perfectos de ojos dorados como el oro fundido, de pelaje de diferentes tonalidades de negro o marrón, incapaces de poseer imperfección ¿o no?. Solo existían dos criaturas capaces de corromper la perfección de una mana... el primero, el más codiciado de los especímenes: un lobo de ojos azules brillantes cuál cielo despejado, de pelaje tan blanco como las montañas cubiertas de nieves durante el invierno... un lobo bendecido al ser besado por la luna, capaz de poner el mundo a sus pies... mientras que el segundo, un Renuo, una criatura nacida de humano y lobo; rechazado, frágil; incapaz de despertar su alma de lobo... un ser al que se le negó cualquier don más allá del simple hecho de poseer sangre de lobo corriendo por sus venas. ¿Por qué la diosa Luna era capaz de castigar de esa manera a algunos?... quizás simplemente era una manera de borrar su pecado, la traición cometida a la sangre... pero de ser así ¿por qué una diosa tan bondadosa condenaría a uno de sus hijos a pasar la eternidad unido a un humano?... eran preguntas que quizás nunca tendrían respuestas... Preguntas que atormentaban la mente hasta del ser más inteligente... cómo en ese momento en que un hombre de profunda mirada gris observaba el horizonte, quizás en busca de las respuestas que tanto ansiaba y no lograba encontrar. — Arthur... señor — la voz de un hombre fue capaz de sacarlo de sus pensamientos, atrayendo de inmediato su atención. — Sigo siendo tu hijo, a pesar de las circunstancias. Lo sabes ¿verdad? — Indago mientras la mirada de esos aterradores ojos grises se posaba sobre el hombre que había irrumpido en su tranquilidad. — Usted es el gran alfa... es difícil verlo como mi hijo, aunque tenga el mismo rostro, aunque siga siendo el mismo niño que creció bajo el velo de mi hogar — confesó el hombre, Admon. Había educado a su hijo con amor y paciencia aun sabiendo que tarde o temprano este dejaría de ser tu descendiente para dar paso al gran alfa que habitaba en él — siempre supimos que llegado el momento tomaría posesión del cuerpo que le pertenecía. Arthur dejo escapar un chasquido de molestia ante las palabras del hombre mayor — no tome posesión de esta cuerpo, Admon... siempre lo he habitado, nací en el... simplemente mi alma se fragmento en dos partes... una que conservo las vivencias de 200 años del pasado y una parte inocente, pura a la que te encargaste de formar, educar y preparar para cuando llegara este momento... ahora simplemente ambas partes de mi alma se han fusionado, han vuelto a ser un solo ser como siempre debió haber sido... Arthur Standerwod físicamente acababa de cumplir 21 años, momento en que alcanzó la madurez necesaria para enfrentar su destino: ser el gran alfa que dominaba el mundo de lobos... aunque su cuerpo fuera joven, su alma y su mente tenían más de 200 años... — Es difícil ver la madurez que has adquirido tras la fusión de tu alma... años esperando este momento, que usted; el primero de los lobos caminantes sobre la tierra regresará y al fin ha llegado el momento... nuestra familia siempre supo que tarde o temprano ocurriría... supe que mi hijo había sido finalmente el elegido en el momento en que el lobo blanco nació... Arthur pareció sorprendió ante este hecho, clavando su mirada curiosa una vez más sobre su "padre" — ¿ha aparecido ya el lobo blanco? — le extrañaba conocer ese hecho ahora, llevaba horas desde que su consciencia había despertado y no había sentido absolutamente nada que le indicara que el lobo bendecido por la diosa Luna estuviera entre ellos. — Así es mi señor... su nombre es Isabella Wolfe... es una adorable loba de pelaje claro, nació tan solo un mes después de usted. Ella será una gran Luna — aseguro Admon con una leve sonrisa, siempre quiso ver a su hijo formar su propia familia, tomar el liderazgo de su manada y forjar un nuevo futuro para los lobos. — ¿Ya la había elegido como mi Luna?... no lo recuerdo — Arthur se llevó la mano a la frente, demostrando su cansancio, los recuerdos de su antigua vida se mezclaban con demasiada facilidad con sus vivencias actuales; lo que lo hacía sentir bastante confundido. — No, aún no, mi señor... usted tiene muchos años lejos de la reserva pero siempre supimos que llegaría el momentos de regresar, de que tomara a su Luna... así está escrito... ¡El gran alfa y la diosa Luna juntos en matrimonio!... ¡solo los dioses saben durante cuántos siglos hemos esperado este momento!.. Arthur no lograba entender porque una sensación desagradable se instalaba en su pecho, ¿por qué si esa chica Isabella Wolfe era la deseada loba de pelaje blanco, su propio lobo no parecía reaccionar?, ¿por qué no la sentía?, ¿sería acaso por la distancia?. — Prepara todo para ir a la reserva... avisa a los 7 grandes clanes. Organiza la celebración de mi proclamación de inmediato — ordeno, si quería encontrar respuestas para su interrogante lo mejor era encontrarse con los ancianos y enfrentarse personalmente a cada clan de lobos. Era hora de recuperar sus dominios.— ¡¿QUEEE?! pero ¿por qué debo asistir a esa dichosa reunión? — Anette hizo un adorable puchero mientras su madre le cepillaba el cabello, llevaban horas discutiendo por lo mismo: la joven renuo no deseaba asistir a la ceremonia de bienvenida que se organizó para el gran alfa. ¿Qué sentido tenía?, ¡ella ni siquiera tenía alguna habilidad de lobos como para decir que su lugar estaba en esa reunión, ella era una simple humana sin habilidades.— Porque eres mi hija y eso te convierte en parte de una manada... manada que debe rendir homenaje al gran alfa... sino vas sería un insulto... yo no puedo ir porque soy una heredera destituida, sería una vergüenza para mí clan — explico con tristeza, desde que había elegido unirse a un humano toda su manada le había dado la espalda, le habían arrebatado su título de heredera a pesar de ser la alfa más fuerte, en la línea de sucesión para liderar su manada.Ella había elegido el amor sobre cualquier riqueza, sobre cualquier poder pero al final qued
Estaba ansiosa por conocer al que sería su esposo... Arthur Standerwod era un nombre bastante sonado en la reservar... rodeado de misterio e incertidumbre, hace al menos unos 10 años que el joven heredero no ponía un pie en la reserva de los lobos y ahora por fin regresaría a tomar su lugar; lo que provocaba la ansiedad y curiosidad en todos los presentes.Sobre todo para ella quien no dejaba de preguntarse ¿cómo sería su esposo?, estaba rodeada de lobos poderosos, capaces de aterrorizar a cualquiera; incluso ella misma era una loba fuerte pero ¿cómo sería el gran alfa?, ¿sería tan peligroso y mortal como todos aseguraban?; ¿Que le esperaría al elegir tener una vida junto a él?. ¡Tantas preguntas y tan pocas respuestas!.Algo extraño se apoderó de sus entrañas... en el instante en que él puso un pie en la mansión ella lo supo... supo que finalmente había llegado, había algo en el ambiente que gritaba peligro; que hacía que todos sus sentidos estuvieran alertas, como si esperara el ata
Suaves pasos, de pies arrastrados contra la superficie... ojos llenos de lágrimas que solo dejan una visión nublada y de pronto la sensación de caer al vacío que extrañamente deja una sensación de paz... paz que se obtiene al sujetar las frías manos de la muerte.«¡No!»El grito interno de su lobo lo hizo actuar por impulso... tomando su forma humana mientras se arrojaba al vacío para capturar la pequeña figura que caía hacia el acantilado... evitando así una muerte inminente...Lo observo... con los ojos más claros que había visto jamás... como si fuera la mirada de un ángel que ahora alimentaba su alma antes de caer finalmente en la inconsciencia...Apretó su agarre sobre el frágil cuerpo, mientras sentía como sus pies tocaban las peligrosas rocas de aquel acantilado, sintió las suaves gotas de agua salada chocar contra su piel al ser llevadas por el fuerte viento... y una indescriptible sensación de calma lo invadió, una calma que jamás en la vida había sentido.«Está a salvo»El a
Abrió sus ojos... encontrándose con el inmaculado techo en color blanco, su cuerpo se sentía flotando sobre nubes de algodón... una sensación tan extraña para ella... ¿dónde estaba?, ¿qué había pasado?.— Por fin has despertado — escucho una voz gruesa que provocó que su corazón se contrajera de forma dolorosa, se sentó de inmediato, apoyándose de la cabecera de la cama abrazándose los rodillas mientras finas lágrimas comenzaban a recorrer sus mejillas, presa del pánico. ¿Dónde estaba y quién era él?; ¿Por qué la había traído a este lugar? ¿qué quería de ella?.— Por favor no — rogó... ella lo sabía, sabía que ese hombre frente a ella era un alfa... su cuerpo temblaba, invadido por el miedo a tal punto que podía sentir los latidos de su corazón haciendo eco en sus oídos — ya no más, por favor... — rogó con voz tan quebrada que Arthur sintió que algo dentro de él se hacía pedazos.— Tranquila... no te haré daño — extendió su mano hacia ella, con la intensión de tocarla se detuvo al ver
Los labios de Anette se acoplaban demasiado bien a los suyos... cómo si saborear su boca fuera uno de los mayores deleites del mundo, su corazón latía desenfrenado mientras sus manos dejaban suaves caricias sobre la piel de porcelana de la mujer entre sus brazos... ¿cómo es que un simple contacto de sus labios era capaz de llevarlo a niveles inimaginable de deseo y placer?.Su cuerpo irradiaba calor, como si cada una de las caricias ajenas pudieran quemar su frágil piel... se sentía tan pequeña e indefensa entre sus brazos pero tan protegida a la vez... cómo si en ese preciso instante hubiera encontrado su lugar en el mundo...Se estaba dejando perder en su deseo, dominado por sus más bajos instintos y solo se detuvo cuando la sintió estremecerse entre sus brazos, quizás estaba llevando las cosas demasiado rápido. Se tomó un segundo para observar la imagen frente a sus ojos, no supo en qué instante la acorraló hasta recostarse de la cama... observo su cabello esparcido sobre la almoha
No podía negar que las palabras de su lobo lograron descolocarlo un poco pero decidió dejar sus preocupaciones para otra ocasión, en ese momento estaba demasiado ocupado observando a Anette, la forma en que disfrutaba de la comida; como soltaba comentarios mordaces de vez en cuando... era increíble como en un momento podía ser tan despreocupada y al siguiente agachar la cabeza avergonzada.Y su mirada... ¡Oh Dios su mirada!, estaba seguro que podía quedarse colgado de esos ojos azules de por vida... no podía evitar sonreír con solo escuchar su voz y observar su naturalidad, su inocencia.— Señor gran alfa... yo... debería irme a mi casa — hablo, dirigiendo su mirada hacía la ventana, observa la inmensidad de la noche.— Arthur... mi nombre es Arthur y quiero que lo uses — usualmente todos lo trataban con respeto y muy pocas personas pronunciaban su nombre pero quería escucharlo de ella... le gustaba la forma en que su pecho vibraba con solo escuchar salir su nombre de esos hermosos la
Sintió la molesta luz del sol sobre su rostro, se acurrucó intentando sentirse cómoda para continuar durmiendo, pero una risita de fondo comenzó a perturbar su paz. Frunció el ceño aún con los ojos cerrados ¿de dónde provenía esa risita molesta?... decidió ignorarla y seguir visitando el mundo de los sueños, la cama se sentía tan cómoda, suave y reconfortante como hace mucho no se sentía... era como estar recostada sobre las nubes y...Se sentó de golpe cuando a su mente llegaron los recuerdos de la noche anterior, estaba en la cama de Arthur, el alfa supremo del mundo de los lobos... el hombre más poderoso sobre la faz de la tierra... — Al fin despertaste — ¡oh por Dios!, sus mejillas ardieron en un feroz sonrojo... ¡ni siquiera recordaba haberse quedado dormida!, ¿en qué momento había caído rendida? — jajaja te ves adorable.— Si... seguro... aún no se si estoy medio viva o medio muerta — pestañeo unas cuantas veces, intentando que su visión fuera más clara; se estrujó el ojo como
El viaje fue extremadamente pacífico.... en el momento en que llegaron a la academia Arthur fue el primero en bajar del auto y abrir la puerta para Anette, quizás esa acción no era algo normal en pleno siglo 21 pero él era un caballero y le gustaba comportarse como tal.— Me gustaría venir por ti a la salida pero tengo que reunirme con los ancianos — hizo una mueca de claro disgusto, quería estar todo el tiempo que pudiera con Anette pero ambos debían atender sus respectivas responsabilidades.— Arthur, he vivido 18 años sin ti. Puedo arreglármelas sola por una tarde, no te preocupes — le regaló una de esas sonrisas radiantes que tanto parecían encantarle.— Está bien... aunque eso no significa que dejaré de preocuparme — se cruzó de brazos mientras se apoyaba del capo del auto. Anette dejó escapar una risita que sonaba como campanillas y era totalmente hermosa para Arthur, ¡Dios que espectáculo de mujer era Anette!.— Nos vemos pronto, Arthur — se puso de puntilla para depositar un