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Capitulo 2: Destinos compartidos.

Nos empeñamos en pensar que vivimos en un mundo donde las cosas son blancas o negras, dónde habita la luz y la oscuridad esforzándose por mantener un perfecto equilibrio... pero ¿qué tal si nos detenemos a pensar en lo que existe más allá de nuestra absoluta comprensión? ¿Qué pasa si entendemos que existe una luz capaz de cegar nuestros sentidos y que existe una oscuridad capaz de hacernos ver aquello que jamás imaginamos que tendríamos frente a nuestros ojos?.

¿Qué pasa si abrimos nuestra mente para creer en lo imposible?, quizás, solo así; podamos encontrarnos con un mundo tan sorprendente que es capaz de superar cualquier partícula de imaginación y todo lo que está pudiera crear...

En ese mundo que parece inexistente ante la razón humana, un mundo donde habita uno de los seres más maravillosos y poderosos que pudo haber pisado la tierra... un ser tan perfecto que es capaz de unir la fragilidad humana con la ferocidad de un animal... un ser capaz de caminar sobre dos pies como cualquier humano pero capaz de abrazar su lado más salvaje reinando en una bestia.

Una bestia escondida tras las imperfecciones humanas... una criatura bendecida por la luna... provistos de tal majestuosidad que solo sería comparable con un dios...

En parte hombre, en parte un ser salvaje... los metamorfos o hombres lobos, como son normalmente conocidos; caminaban sobre la tierra desde el principio de los tiempos... protegidos bajo un velo de ocultismo y misterio capaz de causar escalofríos a aquellos débiles de voluntad...

Lobos gigantes, poseedores de una fuerza descomunal, de sentidos agudos y velocidad sobrehumana... seres tan perfectos de ojos dorados como el oro fundido, de pelaje de diferentes tonalidades de negro o marrón, incapaces de poseer imperfección ¿o no?.

Solo existían dos criaturas capaces de corromper la perfección de una mana... el primero, el más codiciado de los especímenes: un lobo de ojos azules brillantes cuál cielo despejado, de pelaje tan blanco como las montañas cubiertas de nieves durante el invierno... un lobo bendecido al ser besado por la luna, capaz de poner el mundo a sus pies... mientras que el segundo, un Renuo, una criatura nacida de humano y lobo; rechazado, frágil; incapaz de despertar su alma de lobo... un ser al que se le negó cualquier don más allá del simple hecho de poseer sangre de lobo corriendo por sus venas.

¿Por qué la diosa Luna era capaz de castigar de esa manera a algunos?... quizás simplemente era una manera de borrar su pecado, la traición cometida a la sangre... pero de ser así ¿por qué una diosa tan bondadosa condenaría a uno de sus hijos a pasar la eternidad unido a un humano?... eran preguntas que quizás nunca tendrían respuestas...

Preguntas que atormentaban la mente hasta del ser más inteligente... cómo en ese momento en que un hombre de profunda mirada gris observaba el horizonte, quizás en busca de las respuestas que tanto ansiaba y no lograba encontrar.

— Arthur... señor — la voz de un hombre fue capaz de sacarlo de sus pensamientos, atrayendo de inmediato su atención.

— Sigo siendo tu hijo, a pesar de las circunstancias. Lo sabes ¿verdad? — Indago mientras la mirada de esos aterradores ojos grises se posaba sobre el hombre que había irrumpido en su tranquilidad.

— Usted es el gran alfa... es difícil verlo como mi hijo, aunque tenga el mismo rostro, aunque siga siendo el mismo niño que creció bajo el velo de mi hogar — confesó el hombre, Admon. Había educado a su hijo con amor y paciencia aun sabiendo que tarde o temprano este dejaría de ser tu descendiente para dar paso al gran alfa que habitaba en él — siempre supimos que llegado el momento tomaría posesión del cuerpo que le pertenecía.

Arthur dejo escapar un chasquido de molestia ante las palabras del hombre mayor — no tome posesión de esta cuerpo, Admon... siempre lo he habitado, nací en el... simplemente mi alma se fragmento en dos partes... una que conservo las vivencias de 200 años del pasado y una parte inocente, pura a la que te encargaste de formar, educar y preparar para cuando llegara este momento... ahora simplemente ambas partes de mi alma se han fusionado, han vuelto a ser un solo ser como siempre debió haber sido...

Arthur Standerwod físicamente acababa de cumplir 21 años, momento en que alcanzó la madurez necesaria para enfrentar su destino: ser el gran alfa que dominaba el mundo de lobos... aunque su cuerpo fuera joven, su alma y su mente tenían más de 200 años...

— Es difícil ver la madurez que has adquirido tras la fusión de tu alma... años esperando este momento, que usted; el primero de los lobos caminantes sobre la tierra regresará y al fin ha llegado el momento... nuestra familia siempre supo que tarde o temprano ocurriría... supe que mi hijo había sido finalmente el elegido en el momento en que el lobo blanco nació...

Arthur pareció sorprendió ante este hecho, clavando su mirada curiosa una vez más sobre su "padre" — ¿ha aparecido ya el lobo blanco? — le extrañaba conocer ese hecho ahora, llevaba horas desde que su consciencia había despertado y no había sentido absolutamente nada que le indicara que el lobo bendecido por la diosa Luna estuviera entre ellos.

— Así es mi señor... su nombre es Isabella Wolfe... es una adorable loba de pelaje claro, nació tan solo un mes después de usted. Ella será una gran Luna — aseguro Admon con una leve sonrisa, siempre quiso ver a su hijo formar su propia familia, tomar el liderazgo de su manada y forjar un nuevo futuro para los lobos.

— ¿Ya la había elegido como mi Luna?... no lo recuerdo — Arthur se llevó la mano a la frente, demostrando su cansancio, los recuerdos de su antigua vida se mezclaban con demasiada facilidad con sus vivencias actuales; lo que lo hacía sentir bastante confundido.

— No, aún no, mi señor... usted tiene muchos años lejos de la reserva pero siempre supimos que llegaría el momentos de regresar, de que tomara a su Luna... así está escrito... ¡El gran alfa y la diosa Luna juntos en matrimonio!... ¡solo los dioses saben durante cuántos siglos hemos esperado este momento!..

Arthur no lograba entender porque una sensación desagradable se instalaba en su pecho, ¿por qué si esa chica Isabella Wolfe era la deseada loba de pelaje blanco, su propio lobo no parecía reaccionar?, ¿por qué no la sentía?, ¿sería acaso por la distancia?.

— Prepara todo para ir a la reserva... avisa a los 7 grandes clanes. Organiza la celebración de mi proclamación de inmediato — ordeno, si quería encontrar respuestas para su interrogante lo mejor era encontrarse con los ancianos y enfrentarse personalmente a cada clan de lobos. Era hora de recuperar sus dominios.

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