83.

Todo se puso tenso a partir de ese momento. La hermana Sol había sido muy clara con su advertencia: que algo así podía llegar a pasar. Y entonces pasó. Sucedió lo peor. La verdadera Elisa estaba en el país, y sus intenciones no eran las mejores. Por poco y mata a Alejandro, el hombre que había sido su esposo. ¿Qué podía esperar yo? ¿Qué podía esperar yo de aquella mujer más allá de una muerte lenta y dolorosa? Y aquello me asustó. Me asustó sobremanera porque había decidido meterme en esta camisa de once varas. Yo había sido tan ridículamente ingenua, había sido una estúpida. Pero, ¿acaso no era la única opción que tenía? Gracias a eso, ahora tenía las pruebas en mis manos que podía demostrar mi inocencia. Gracias a aquella mentira, podía ofrecerles, posiblemente, un buen futuro a mis hijos. Así que no debía llorar en ese momento. Tenía que enfrentar las consecuencias de lo que había hecho, y eso era lo que tenía que hacer.

— No me parece que sea una buena idea — dijo después de un r
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