40.

Esa noche, una fuerte llovizna había caído sobre el bosque. El sonido de las goteras contra el tejado era arrullador, pero yo no podía dormir.

No hacía más que darle vueltas al asunto en mi cabeza. Mi mente pasaba de las palabras de Luis, impulsándome a la venganza, a la propuesta de Alejandro para asociarnos, y a los consejos de Kevin. ¿A quién debía hacerle caso? Tal vez todos tenían razón a su manera.

Yo necesitaba controlarme, necesitaba estar enfocada. Si tenía suerte, al siguiente día terminaría todo. Si tenía suerte, al siguiente día lograría matar dos pájaros de un sol tiro, demostrar mi inocencia y averiguar si Nicolás podía salvarle la vida a Jason. De ser así, entonces las cosas se complicarían. Yo sinceramente esperaba que se complicara, si eso significaba salvar la vida de mi hijo.

Si Alexander era compatible, me pregunté, ¿cómo podría obligarlo a hacerse la cirugía? Tal vez si lograba encontrar una prueba que demostrara mi inocencia, podría al fin decirle la verdad. Podr
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