Pude ver en sus ojos algo especial, algo diferente, que me asustó. Justamente habíamos acabado de insinuar eso de acostarnos, de romper completamente esa tensión sexual que flotaba en el aire.Pero entonces yo me pregunté: ¿flotaba esa tención por parte de ambos? Era evidente que por parte de Nicolás sí, pero ¿por parte mía también era tan evidente? Quise creer que no, porque quise pensar que mis sentimientos por Nicolás habían desaparecido.Pero no podía negarme a mí misma que eso era falso. Seguía queriendo a Nicolás de alguna manera extraña, y no sabía por qué. Como un instinto, como un vicio. Y la idea de acostarme con él en ese momento me tentó, porque de alguna forma retorcida y extraña, era lo que yo siempre había querido durante toda mi vida: estar con él.Pero estar con él de la forma correcta, porque ambos lo deseáramos, no porque simplemente él tuviera que embarazarme para contribuir a su familia, así como cuando estábamos casados, que me visitaba una o dos veces en la sema
Alejandro estaba completamente dispuesto a ejecutar un plan a la primera orden. parecía no tener demasiados escrúpulos, algo necesario para lanzar su venganza. Aunque ciertamente no sabía exactamente qué era lo que pretendía, sabía que quería vengarse de Nicolás de alguna forma, destruyendo la compañía.Pero no me había dicho completamente, y entre más se tardara en decírmelo, para mí mejor, más tiempo me daba para encontrar una forma de librarme de todo aquello y lo antes posible, incluso de su propia compañía. De todas formas, cuando le pedí aquello, cuando le pedí algo con lo que pudiera dejar inconsciente a Nicolás, él sonrió. — Tengo lo que necesitas — me dijo.Me llevaron nuevamente hacia donde me estaba esperando Kevin. El hombre había elegido trabajar desde su camioneta ese día. Cuando me subí al asiento de copiloto, estaba atendiendo la llamada de alguno de sus múltiples clientes. Y cuando me vio, me miró entrecerrando los ojos, seguramente extrañado por lo corta que había s
45Cuando mis labios se posaron sobre los de Nicolás, sentí un fuerte vacío en el pecho, como saltar al vacío.Cuando los trillizos cumplieron ocho años, la hermana Sol y la hermana Samara nos llevaron a una hermosa cascada cerca del orfanato, en el bosque. Había un enorme salto del que se podía saltar desde un barranco a unos cinco o seis metros de altura.Recuerdo que lo hice movida por la adrenalina y el deseo de aventura. Salté desde allá mientras todos me observaban, y el vacío que se sintió en el estómago me hizo no volver a hacerlo nunca más. Y esa misma sensación fue la que sentí en ese momento: un vacío enorme que me atravesó el vientre con fuerza, como un animal salvaje, como un gato arañando mi garganta.Y entonces, cuando sus fuertes manos se apretaron contra mi cadera y me hicieron avanzar hacia él, casi que literalmente caí. Fue una sensación extraña y agridulce, porque al fin, después de tantas noches de fantasías, al fin había logrado lo que tanto tiempo había anhelado
48Había soñado con ella, con Evangeline. Había soñado que la tenía entre mis brazos, que la besaba y la abrazaba, que podía oler en ella el olor de antaño, ese que recordaba a veces en temporadas cálidas.Su piel, su estrechez, apretando con fuerza mi hombría. La había sentido tan real, tan viva, que casi pude haber jurado que aquello no fue una fantasía o una ilusión, que había sucedido. Y cuando abrí los ojos, la luz del sol del atardecer me cegó por un momento.La cabeza me dio vueltas, con un fuerte dolor en la frente, como si mi cerebro hubiera intentado escapar por mi nariz. Me incorporé despacio. Estaba desnudo, cubierto únicamente por una suave sábana que no sabía de dónde había salido. Frente a la mesita en el centro de la sala, había un par de botellas de vino vacías, copas y algunos snacks.Y entonces vi a Elisa. Estaba sentada en el alféizar de la ventana, observando el atardecer que pintaba el cielo de colores pasteles. Me aclaré la garganta, y la mujer volteó a mirarme.
49Yo siempre había confiado en los instintos de mi madre, en su corazón que siempre le daba la razón. Pocas veces había fallado en su afán de protegerme, y fue muy clara y enfática que debía ir a casa en ese mismo instante.Quise haberme quedado hablando un poco más con Elisa, haberle preguntado qué era lo que había pasado, porque no recordaba nada, en qué momento habíamos comenzado a beber. Pero la insistencia de mi madre me obligó a tener que irme. — Siento que los negocios que tenemos entre manos se diluyen como arena entre los dedos — le dije cuando nos estábamos despidiendo para salir del lugar.Pero ella negó. — Claro que no. Ahora más que nunca, los negocios tienen que mantenerse. Ya se lo dije, mi empresa necesita de esto, y la suya también. No podemos permitir que nuestros problemas personales nos empujen a tomar decisiones que no son las correctas.Entonces asentí. No planeamos una nueva cita en ese momento; ya habría tiempo para hablar sobre aquello. — Vaya rápido a su
Lo primero que me invadió fue un mareo enorme. La casa dio una vuelta completa bajo mis pies, y tuve que aferrarme con fuerza al cojín del mueble para sentir un poco de estabilidad. Cuando, un largo minuto después, todo se aclaró, miré los ojos de mi madre, oscurecidos, observándome. No podía creer que aquello fuera verdad. No podía creer que aquello que mi madre me estaba proponiendo fuera real. — ¿En serio lo estás haciendo? ¿En serio me estás pidiendo aquello? ¿Exhumar los restos de Evangeline? ¿Ni siquiera muerta seríamos capaces de dejarla en paz? — dije, con voz temblorosa.Tuve el impulso de rasgar los papeles y lanzarlos a la cara de mi madre. Tuve tanta rabia en ese momento. ¿Cómo podía considerar siquiera que yo daría esa autorización? ¿Cómo podía pensar siquiera que yo estaría de acuerdo con eso? Nunca sería capaz de estar de acuerdo con algo como eso.A pesar de todo lo que había pasado, Evangeline merecía al menos el respeto de una muerte tan dolorosa como la que tuvo, d
Estaba completamente agotada, cansada, y lo peor es que no había hecho nada en el día, pero las experiencias me habían llevado al límite. — No puedo creer que no lo hayas hecho — me dijo Alejandro mientras conducía la camioneta de regreso al orfanato — Era tu oportunidad perfecta. ¿Por qué la desaprovechaste? — No quiero hablar de eso — le dije. Pero él al parecer sí— era la vida de tu hijo. Era la única oportunidad que tenías para estar a solas con Nicolás. Lo drogaste, lo tenías a tu merced. Pudiste haber sacado la muestra de sangre. Con eso, pudimos haber averiguado si era compatible con Jason. — No creo que funcione — le dije. — ¿A qué te refieres?— De todas formas, si él llegase a ser compatible con Jason, ¿cómo haríamos para hacer la cirugía? Podemos engañarlo para tomar las muestras, pero ya no podemos engañarlo para ir más allá.Lo había pensado también de regreso. La mejor opción, tal vez ahora, era dejar de mentir. Cuando se lo manifesté a Alejandro, el hombre negó. —
Me quedé de pie en la entrada del orfanato, sin saber muy bien qué tenía que hacer. Lo que había sucedido con Kevin no lo entendía, no era capaz de entenderlo. ¿Acaso él...? No, siempre lo había visto como un gran amigo. Siempre me había visto a mí como una gran amiga, ¿no? Eso quise creer.Pero ahora, sinceramente, ya no entendía nada. Y estaba ahí, en medio de mis cavilaciones, pensando en lo miserable que era, cuando la hermana Sol apareció.Tenía en su demacrado rostro una extraña expresión de alguien que sabe más de lo que dice. Yo la observé, y ella me observó en silencio. — ¿Está valiendo la pena? — me preguntó después de mirarme un largo rato — . Toda tu venganza, ¿está valiendo la pena?Yo aparté la mirada. — Esto no es una venganza. Usted sabe muy bien por qué estoy haciendo esto.— querida. Ambas sabemos que esto no es solo por salvar a Jason. Esto es tu venganza — dijo ella, sin inmutarse — . No vengo a decirte que no la hagas. Creo que eres suficientemente adulta para s