45.

Pude ver en sus ojos algo especial, algo diferente, que me asustó. Justamente habíamos acabado de insinuar eso de acostarnos, de romper completamente esa tensión sexual que flotaba en el aire.

Pero entonces yo me pregunté: ¿flotaba esa tención por parte de ambos? Era evidente que por parte de Nicolás sí, pero ¿por parte mía también era tan evidente? Quise creer que no, porque quise pensar que mis sentimientos por Nicolás habían desaparecido.

Pero no podía negarme a mí misma que eso era falso. Seguía queriendo a Nicolás de alguna manera extraña, y no sabía por qué. Como un instinto, como un vicio. Y la idea de acostarme con él en ese momento me tentó, porque de alguna forma retorcida y extraña, era lo que yo siempre había querido durante toda mi vida: estar con él.

Pero estar con él de la forma correcta, porque ambos lo deseáramos, no porque simplemente él tuviera que embarazarme para contribuir a su familia, así como cuando estábamos casados, que me visitaba una o dos veces en la sema
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