150.

La noche cayó lentamente. No supe cuántos días habrían pasado, pero la situación me tenía en el límite de mi cordura. Necesitaba información. Necesitaba saber si Nicolás seguía vivo, si Kevin seguía vivo. La espera me estaba matando.

Sobre la pequeña estantería había una serie de libros, pero estaban en inglés. Y aunque mi manejo del idioma no era tan malo, eventualmente terminaba aburriendo. Entonces me senté en el borde de la ventana a observar el lago. Había escuchado la historia, aunque no la tenía muy clara. Hacía muchísimos años, un enorme sismo había abierto una grieta por donde el agua subterránea se había filtrado al exterior, y aquello había formado ese lago, un lago enorme de varios cientos de metros de profundidad que reflejaba la luz de la luna y las estrellas. De no ser por el acontecimiento que estaba viviendo, estaba segura de que sería algo bastante hermoso.

En la noche me trajeron la cena. No era más que un pollo frito con ensalada. Me lo devoré en tres mordiscos y e
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