Que Elisa tuviera una motivación cambiaba las reglas del juego, porque ahora todo era diferente, ahora todo tenía más sentido. Si Elisa tenía una motivación clara, como salvar la vida de alguien, podía llegar a entender, de alguna forma retorcida, todas sus acciones.El arriesgarse al venir al país donde más enemigos tenía para hacerme pasar por su cadáver era algo que no comprendía, que me parecía aberrante y ridículo. Pero ahora, si lo pensaba detenidamente... Creo que tiene razón. Sigue siendo una locura, sigue siendo una psicópata, pero tiene un poco más de sentido.Aunque simplemente lo haga por hacerlo, Elisa ha estado muchísimos años involucrada en este mundo peligroso. Es obvio que está más que acostumbrada a tener que enfrentar los desafíos que conlleva, día a día, vivir en este tipo de organizaciones. Entonces, ¿por qué de repente querría cambiar de opinión? ¿Por qué de repente quería fingir su muerte? ¿Para qué? ¿Para estar escondida? ¿Para hacer sus fechorías con menos pro
— Ya duérmete — me dijo Elisa. Pero sinceramente no tenía absolutamente nada de ganas de dormir, a pesar de que tenía el cuerpo entumecido y me sentía cansada, realmente agotada como nunca en la vida. Pero yo la miré a sus ojos oscuros. — No tengo sueño. Duerme tú primero — le dije.Pero ella se rio. — Ya te dije que no te daré la oportunidad para que me cortes el cuello. — Entonces, ¿no vas a dormir esta noche? — le pregunté.Y ella se encogió de hombros, apartando la mirada hacia el fuego. — No es la primera noche que tendría que pasar en vela en esta vida, así que no te preocupes. — Si duérmete, yo no voy a cortarte el cuello, créeme. — Me has dado demasiados motivos para pensar que sí podrías cortarme el cuello mientras duermo.Elisa se rió. — Sí, eso es verdad — murmuró — . Es lo que hago: género de confianza. No he construido el Imperio que tengo porque la gente confíe en mí; lo he construido porque la gente me ha temido. — Pero ha tenido más viento reputación — dije. —
Fue evidente su absoluto cambio de actitud. La mujer que trataba siempre de ser fría y fuerte abrió la boca para decirme algo, pero luego la cerró. Parecía realmente conmovida. Se abrazó a sí misma y se acercó un poco al fuego, como si el frío se le hubiese metido hasta los huesos. — Probablemente así hubiera sido — dijo, con voz baja — . ¿Cómo lo adivinaste? — Fue lo primero que me pregunté después de un largo silencio. Necesito que me digas cómo lo adivinaste. — La verdad es que lo dices de una forma muy literal a como pasó. Solo lo adiviné cuando vi el oso agonizando en la barranca. Lo pensé... pensé que a veces las madres hacemos muchas cosas para proteger a nuestros hijos. Pensé en que el oso se había portado tan agresivo contra nosotros porque tenía alguien que proteger: un cachorro. Y entonces eso me hizo pensar en ti. Y entonces todo cobró un poco más de sentido. El porqué estás decidida, por qué haces todo esto. La verdad no era más que una conjetura apresurada. Pero mira,
Yo no quería que las cosas terminaran así, pero sería necesario. Sería necesario que todo terminara de esa forma tan violenta. Me puse de pie con una piedra en la mano. Elisa hizo lo mismo, también sosteniendo una piedra que había tomado de donde estaba sentada. — Yo no quiero que las cosas terminen así — le dije — , pero no voy a arriesgarlo. Tengo que estar viva con mis hijos. — ¿Entonces vas a matarme aquí y ahora?Yo apreté con fuerza la piedra que tenía en la mano. Quería lanzársela, quería matarla, pero no pude hacerlo. No podía. Había una niña de ocho años que estaba esperando el regreso de su madre. Yo no tuve el corazón para hacerlo. No así. — Te digo suerte — murmuré.La piedra cayó al suelo y me senté. Ni siquiera la miré a la cara. Sabía que ella no me mataría en ese momento. No, no si aún quería ejecutar su valiosísimo plan de hacerme pasar por ella. Así que me senté, observando el fuego con el estómago rompiéndose de hambre. Y ella eventualmente tuvo que sentarse tamb
Habían sido un par de días dolorosos, y me sentía terriblemente abrumado, pero sobre todo enojado. Enojado por lo que había pasado, enojado por haber sido tan ingenuo y descuidado. Pero ya las cosas habían pasado, y no tenía más remedio que afrontar las consecuencias de los actos que nos habían llevado a donde estábamos.Elisa seguía teniendo en su poder a Evangeline. Y aunque nosotros ya sabíamos dónde estaban, no era fácil ingresar al lugar. Habíamos montado un pequeño campamento en las afueras del lago del Sismo, y desde donde estaba, a lo lejos, podía ver el sendero que nos conducía hacia la casa de campo que había construido Elisa, donde se escondía y donde muy seguramente tenían secuestrada a Evangeline.Apreté los ojos mientras terminaba de ajustar el arnés a mi cuerpo, que sostenía las armas. Me sentía inútil. Me imaginé todas las torturas a las que aquella mujer habría sometido a Evangeline: imaginé su dolor, sus lágrimas, sus gritos de ayuda. Yo no había llegado. No había po
Descender la montaña fue más difícil de lo que imaginaba. Ascender era más agotador, pero descender era más riesgoso. Las piedras eran resbaladizas; el frío y la humedad del lugar hacían que todo fuera mucho más complicado. La tierra se quedaba pegada a mis zapatos. Pero tenía que seguir haciéndolo. Tenía que hacerlo en silencio. Tenía que acostumbrarme a la luz verdosa de las gafas nocturnas, porque tenía que salvar la vida de Evangeline.No sabía cuáles eran los planes que tenía Elisa con ella, pero sabía que su muerte era inminente si nosotros no lográbamos llegar a tiempo. Incluso en ese momento, pensamientos terribles me asaltaban: pensamientos en los que yo llegaba demasiado tarde y ya no era capaz de salvarla, pensamientos intrusivos donde encontraba su cadáver y donde tenía que llorarle a su cuerpo. Pero entonces, una fuerte mano se apretó a mi hombro. Era Luis.El hombre me miró y susurró: — Todo va a estar bien. Sea para lo que sea que Elisa necesite a Evangeline, estoy seg
La habilidad que tenía Elisa para ser maquiavélica y sangrienta era proporcional a su nula habilidad para desplumar. La pequeña ave pasó casi 40 minutos arrancando pluma por pluma mientras yo terminaba de encender el fuego que se había apagado durante la noche. Al final, logramos hacer un pequeño asado con el ave y luego comimos de las bayas. No era mucho, pero al menos servía para calmar un poco el hambre mientras encontrábamos la forma de salir de aquel lugar. — Lo mejor es regresar hacia donde está el oso — le dije — . No sé mucho de supervivencia, pero si logramos encontrar alguna ruta que nos lleve hacia el lago, podremos salir fácilmente. Estando en el lago, podemos encontrar las rutas que utilizan los turistas para conocerlo.Elisa lo pensó por un largo minuto. — Tal vez... Pero si encontramos una zona alta, podemos hacer algún tipo de señal de humo. Mis hombres van a encontrarnos. Estoy segura de que deben estarnos buscando en este momento. Solo necesitamos algo que los llev
Intenté alejarme, dar un paso atrás y correr, pero ¿qué podía hacer? Ya nos habían atrapado. O al menos eso parecía. Cuando volteé a mirar hacia atrás, pude ver la sonrisa de Elisa en su rostro. Nada había cambiado. A pesar de que habíamos escapado de los osos, a pesar de que habíamos pasado todo ese tiempo juntas, nada había cambiado. Estaba segura de eso.Elisa sonrió con alegría al verme atrapada. Yo ya no tenía más opción que enfrentar mi destino. Tal vez encontrar otra forma de escapar, pero solo tal vez. No creía tener las fuerzas, o de plano la oportunidad. Estaba segura de que Elisa, después de ver todo lo que yo era capaz de hacer, no me daría otra oportunidad para escapar nuevamente. Mi encierro sería ahora más crudo y permanente.Pensé en Nicolás. ¿Qué estaría haciendo en ese momento? ¿Estaría buscándome? Ellos tenían una leve idea de dónde me encontraba. La abuela de Elisa nos había dejado muy claro donde estaba posiblemente su escondite. Yo estaba segura de que si Nicolás