149.

Lo hice de forma casi inconsciente, prácticamente instintiva. Ni siquiera me fijé claramente desde dónde lo hice. Solo supe que la sujeté por el cuello y la apreté con fuerza, al menos con las pocas fuerzas que tenía en ese momento. Elisa desvió el volante del auto y lo hizo salir de la carretera por la que íbamos. Una vez frenó en seco, mi cuerpo se desestabilizó y terminé cayendo de bruces en el asiento del copiloto.

Pero no podía perder ni un solo segundo. Me puse de pie y me avalancé sobre la mujer, pero ella estaba preparada. Me recibió con sus fuertes puños de acero. Nunca me imaginé que una mujer podría llegar a golpear tan fuerte, pero me dio un puñetazo en el centro de la frente con tanta violencia que me lanzó hacia atrás.

Supe en ese instante que no ganaría esa pelea, pero también supe, por la expresión en su cara, que estaba perdida igual que yo. Había acabado de ver morir a su abuela en sus narices, y aquello podría ser mi ventaja. Porque el dolor tal vez no la dejara pen
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