Capítulo 50
Catalina salió del hotel en busca de una farmacia para comprar la medicina. A las tres de la madrugada, las calles estaban frías y desiertas.

El viento helado envolvía el cuerpo delgado de Catalina, haciéndola parecer aún más frágil y dificultando su respiración.

Con dificultad, encontró una farmacia antigua y entró:

—Buenas noches, necesito comprar un medicamento —dijo al farmacéutico.

Cuando Catalina explicó lo que necesitaba, el farmacéutico la miró como si fuera un bicho raro:

—No tenemos ese tipo de medicamentos aquí. Pruebe en otra farmacia.

Al salir, Catalina usó su teléfono para buscar otras farmacias. Estaban muy lejos, así que intentó pedir un taxi mientras la nieve caía copiosamente.

A las 3:30 de la madrugada había pocos autos circulando y nadie aceptaba su pedido. Siguiendo las indicaciones del GPS, Catalina caminó hasta las farmacias. Las primeras tres no tenían el antídoto, pero en la cuarta lo consiguió. Sin poder conseguir un taxi, regresó caminando al hotel.

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