Capítulo 48
Mateo contemplaba a la mujer hermosa debajo de él. Sus mejillas sonrojadas reflejaban timidez. Sus labios carnosos eran como la rosa más delicada y radiante de primavera. La suave piel de la mujer hacía que Mateo perdiera el control.

Algo se rompió en su mente. En ese momento, todo el amor, el odio y los rencores quedaron olvidados. Solo quería poseer y destrozar a la mujer debajo de él.

Con una mano en su nuca, presionó ansiosamente sus labios contra los de ella, profundizando el beso. Hacía un año que no hacía esto. La sensación familiar lo hacía perderse cada vez más.

El beso se volvió dominante y pesado, como si quisiera devorar a Catalina.

Catalina se dejó llevar por las provocaciones de Mateo.

Antes del accidente de Diego, su mayor placer era la intimidad, un raro momento de armonía.

Ahora no quería pensar en nada, solo quería sumergirse brevemente con Mateo, poseerse mutuamente. Este año de distanciamiento la había agotado. La amargura y el dolor se desvanecieron en ese momento.
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