Capítulo 47
Mateo tomó la copa y bebió un sorbo, esbozando una sonrisa fría:

—Vine aquí por un proyecto y de paso para ver si seguías viva. No te hagas ilusiones pensando que me preocupo por ti.

Una intensa amargura invadió el corazón de Catalina, dificultándole la respiración. Sintió como si le hubieran dado un martillazo en el pecho, haciendo temblar su cuerpo.

Así que Mateo había dejado a Paula y venido aquí por un proyecto, por interés. No era por preocupación, ni por cariño, mucho menos por amor.

Las pestañas de Catalina temblaron, con lágrimas atrapadas entre ellas, olvidando incluso caer.

Se sentía como una payasa. ¿De qué servía expresar sus sentimientos? Aunque le ofreciera su corazón sangrante, Mateo lo pisotearía sin piedad.

—Al fin y al cabo, sigues siendo mi esposa en el papel. Recoger tu cadáver es mi responsabilidad —añadió Mateo.

Recoger su cadáver era su responsabilidad. Protegerla y cuidarla, no lo era...

Catalina se sirvió una copa, aferrándose al vaso con fuerza. Con los ojos e
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