Capítulo 29
El silencio en la habitación era aterrador, la atmósfera increíblemente tensa. Mateo se sirvió una taza de café. Emiliano entró del balcón con el celular en mano, cerró la puerta de cristal y se acercó a él, hablando en voz baja.

—Señor Herrera, ¡encontramos a la señora! —Su jefe ni siquiera levantó la vista. Emiliano continuó—. Al parecer, la señora fue a su pueblo natal. Está en un vuelo a Puerto del Este, llegará al aeropuerto de madrugada.

Mateo recordó las palabras de Catalina esa mañana: «Investigaré la muerte de tus padres y te daré explicaciones. Pero creo que mi padre es inocente, debe haber un malentendido.» Un destello de sorpresa cruzó sus ojos. No estaba huyendo, sino investigando el caso de hace años. Pensó que solo lo decía por decir, pero realmente fue.

— Señor Herrera, Calle Roble es muy remota y despoblada. ¿No sería peligroso para la señora ir sola? ¿Deberíamos enviar a alguien...?

La mirada fría de Mateo interrumpió a Emiliano. Se dio cuenta de que había hablado de
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