Capítulo 31
Una mujer se aproximó cautelosamente a la entrada y susurró:

— ¿Usted es la señorita Jiménez?

Catalina confirmó con un gesto.

— ¿En qué puedo ayudarle?

— ¿Podríamos conversar en privado? Es un asunto de suma importancia — insistió la mujer con apremio. Recientemente, Paula le había encomendado la tarea de adquirir un cuchillo para acabar con la vida de Catalina.

Su intención era alertar a Catalina y compartir la carga de esta situación. Catalina percibió que la mujer no parecía albergar malas intenciones. Más aún, había algo en su mirada que le resultaba extrañamente familiar, aunque no lograba ubicar de dónde.

— Pase, por favor — invitó Catalina, abriendo más la puerta.

En ese instante, un teléfono irrumpió el silencio.

La mujer revisó su móvil y su semblante se alteró ligeramente.

— Disculpe, señorita Jiménez. Debo atender esta llamada urgente. Regresaré en breve.

— No se preocupe — respondió Catalina con despreocupación. Dejó la puerta entreabierta y se dirigió a buscar su secador d
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