Capítulo 24
Apenas terminó de hablar, Mateo giró la cabeza y la miró fríamente, con una sonrisa burlona:

—¿Quieres que te diga que fui yo quien te salvó? Catalina, deberías mirarte al espejo. ¿Crees que en el estado lamentable en que estás mereces que alguien te salve? Lo que más deseo es que te mueras pronto.

Catalina se quedó helada, pero insistió:

—Entonces, ¿por qué le mandaste dinero a mi mamá?

—Porque me di cuenta de que si Diego moría demasiado rápido, el juego perdería la gracia. ¿No es más divertido mantenerlo vivo para torturarte?

Mateo hizo una pausa, con desprecio en la mirada:

—En cuanto a quién te salvó, no me importa ni me interesa.

—¡Mateo! ¿Salvaste a mi papá solo para torturarme más?

Catalina lo miró fijamente, temblando de rabia. Mateo era realmente una basura.

Mateo sonrió, elegante pero sádico:

—¿Qué esperabas? ¿Que fuera por amor? Eres más tonta de lo que pensaba.

Catalina sintió un nudo en la garganta. Claro, qué estúpida era. Mateo la odiaba, ¿cómo podría amarla? Si la a
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