Una noche, como toda noche, un giro inesperado aparece en la vida de victoria. Una chica común, pero que no pasa un momento sin no haberse metido en problemas. Pero esta fue para salvar a Raffil Leopardo, un mafioso, cuyo nombre hace temblar el mundo. Apodado el infierno. Victoria se ve envuelta en nuevos lío, pero esos que son mucho más mayores de la que puede salirse con facilidad. Él es un peligro viviente, y ella una chica normal en un mundo de los normales. Ahora es el blanco, el precio de salvar la vida de Raffil es la muerte misma. Para salvarse y a los suyo. Raffil le promete, una mejor vida. Como agradecimiento de vida se casa con ella. Convirtiéndose en la mujer, más buscada por las mafias. ¿Podrá victoria conseguir, la llamada mejor vida prometida? ¿Se abra arrepentido de haber salvado la vida de este hombre imponente?
Leer másEl tiempo había pasado como un río que nunca se detiene, y la familia Leopaldo se encontraba en un lugar de paz y estabilidad que parecía un sueño después de todo lo que habían vivido. Ciudad C, que había sido escenario de tantos conflictos y traiciones, ahora era un lugar donde la familia podía prosperar. La empresa de Raffil estaba en su mejor momento, liderada por él y su hijo Rafael, quien había demostrado ser un digno heredero del imperio familiar. Viola se había convertido en una joven brillante, llena de sueños y ambiciones, decidida a dejar su propia huella en el mundo. Y Victoria... Victoria era el corazón de todo, la mujer que había sostenido a su familia en sus peores momentos y que ahora disfrutaba de la paz que tanto había merecido.Una tarde, mientras el sol se ponía sobre las colinas de su hogar, la familia se reunió en el jardín para celebrar un momento especial. Era el cumpleaños de Victoria, y sus seres queridos habían planeado una pequeña reunión para honrarla. Las
Raffil alcanzó a Danika en una colina cercana, donde ella intentaba escapar en un vehículo. La confrontación fue intensa, con ambos intercambiando golpes y disparos. Finalmente, Raffil logró desarmarla, pero no antes de que Danika sacara un cuchillo y lo atacara.—No puedes ganar, Raffil —dijo ella, con una sonrisa desquiciada—. Incluso si me matas, siempre habrá alguien más dispuesto a destruirte.Raffil, jadeando, la miró con una mezcla de furia y lástima.—Tal vez. Pero tú no vivirás para verlo.Con un movimiento rápido, la desarmó y la inmovilizó. Danika, finalmente derrotada, cayó de rodillas, mirando a Raffil con odio.—Esto no ha terminado… —murmuró.—Sí, lo ha hecho —respondió él, antes de dejarla inconsciente.Cuando regresó a la base con Danika como prisionera, la batalla había terminado. Los hombres de Victoria habían logrado repeler al ejército enemigo, aunque a un alto costo. Victoria corrió hacia Raffil, abrazándolo con fuerza.—Lo logramos —dijo ella, con lágrimas en lo
El silencio de la madrugada fue roto por el sonido de botas marchando y armas cargándose. En lo profundo del pueblo que Danika gobernaba, su ejército improvisado se reunía bajo la luz de antorchas y faroles. Danika, con una mirada fría y calculadora, observaba a sus hombres desde una plataforma elevada. Había convocado a todos los aliados que había ganado a lo largo de los años, enemigos de Raffil que ella había manipulado para que confiaran en ella. Ahora, con su prima Victoria llevándose a Raffil bajo sus narices, Danika estaba lista para tomar represalias.—¡Escuchen! —gritó, su voz resonando sobre el murmullo de los hombres reunidos—. Raffil Leopaldo y su mujer han osado desafiarme, humillarme y robar lo que es mío. ¡No permitiré que se salgan con la suya!Los hombres rugieron en respuesta, levantando sus armas al aire. Algunos eran mercenarios, otros antiguos enemigos de Raffil que habían sido derrotados por él en el pasado, y otros simplemente hombres leales a Danika, dispuestos
La noche había caído sobre la base de operaciones de Victoria, pero la tensión dentro de las instalaciones era tan densa que parecía que el aire mismo podía cortarse con un cuchillo. Los hombres de Victoria habían logrado sacar a Raffil del pueblo bajo las narices de Danika, quien, aunque intentó resistirse, no pudo hacer nada frente a la superioridad numérica y armamentística de los Daville. Victoria había dejado claro que no se iría sin su esposo, y nadie, ni siquiera su prima traidora, iba a detenerla.Raffil, confundido y desorientado, no ofreció resistencia. Mientras lo escoltaban hacia el vehículo, miraba a su alrededor con una mezcla de desconcierto y miedo. No entendía quién era esa mujer que lo llamaba esposo, ni por qué estaba tan furiosa con él. Su mente era un caos, un torbellino de imágenes borrosas y sensaciones contradictorias.Cuando llegaron a la base, Victoria bajó del vehículo con pasos firmes, sus ojos ardiendo de furia. Raffil fue llevado al interior por los hombr
Victoria estaba sentada en la mesa de operaciones improvisada, con mapas y documentos desparramados frente a ella, mientras sus dedos tamborileaban con impaciencia sobre la madera. Su mente trabajaba a toda velocidad, buscando cualquier pista que pudiera llevarla a Raffil. Llevaba días recorriendo la región, enfrentando peligros y desafíos, pero aún no había encontrado a su esposo. Sin embargo, algo en su interior le decía que estaba cerca, que la respuesta estaba justo frente a ella.De repente, un recuerdo cruzó su mente como un rayo. Sus ojos se abrieron de par en par, y su respiración se aceleró. El anillo. Raffil y ella habían diseñado un par de anillos especiales cuando se casaron, no solo como símbolo de su unión, sino también como una medida de seguridad. Cada anillo tenía un pequeño rastreador incrustado, casi invisible, que podía activarse en caso de emergencia.—¡El anillo! —exclamó Victoria, poniéndose de pie de golpe.Los hombres que estaban con ella la miraron con curios
La sala principal de la mansión Leopaldo estaba cargada de tensión. Victoria, con su porte elegante y su mirada decidida, se encontraba de pie frente a sus hijos. Cada palabra que pronunciaba era como un golpe que resonaba en sus corazones. La desaparición de Raffil había puesto a prueba no solo la fortaleza de la familia, sino también su capacidad para mantenerse unidos en medio del caos.—Voy a Colombia —anunció Victoria con firmeza, cruzando los brazos sobre su pecho—. Es mi deber encontrar a su padre y traerlo de vuelta. No voy a delegar esto en nadie más. Raffil haría lo mismo por mí, y como su esposa, como una Daville, es mi responsabilidad.Rafael, el mayor de los hijos, dio un paso adelante. Su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y determinación.—Madre, no puedes ir sola. Es peligroso, y tú lo sabes. Déjanos acompañarte. Si algo te pasa…Victoria alzó una mano, interrumpiéndolo.—Rafael, tú eres ahora el hombre responsable de todo el legado Leopaldo. Tu padre te prepar
—Doctor, quiero que quede claro algo —dijo Danika, con un tono que no admitía discusión—. No tienes idea de quién es este hombre, y no necesitas saberlo. Lo único que debes hacer es seguir mis órdenes.El doctor, aunque intimidado por la autoridad que emanaba de Danika, intentó razonar.—Señora, este hombre claramente ha perdido la memoria. Si no recibe el tratamiento adecuado, podría recuperar sus recuerdos de manera espontánea en cualquier momento.Danika lo interrumpió, acercándose peligrosamente.—No me importa si los recupera o no. Mientras esté bajo mi cuidado, él será mi esposo. Y tú no dirás ni una palabra sobre esto a nadie. Si intentas traicionarme, te aseguro que no vivirás para contarlo.El doctor tragó saliva, comprendiendo que no tenía otra opción más que obedecer. Danika era una mujer poderosa en su zona, y no era prudente desafiarla.Danika no podía creer lo que estaba sucediendo. Durante años había soñado con este momento, con tener a Raffil Leopaldo a su merced. Ahora
Horas después, el bosque estaba en completo silencio, roto solo por el sonido de los insectos nocturnos. Raffil yacía inconsciente en el suelo, con sangre corriendo por su frente. Su paracaídas, ahora inservible, estaba enredado entre las ramas de los árboles cercanos. Su imponente figura, siempre tan llena de vida y poder, parecía ahora vulnerable, casi irreconocible.Sin embargo, el destino no había terminado de jugar con él.Cerca de allí, una figura femenina observaba desde las sombras. Danika, una mujer de belleza exótica y mirada penetrante, se acercó lentamente al lugar donde yacía Raffil. Su corazón dio un vuelco al reconocerlo. A pesar de los años y de las circunstancias que los habían separado, no podía olvidar el rostro del hombre que había destruido su vida.Danika, una vez una poderosa arcan del desierto, había sido exiliada de su tierra natal debido a una serie de decisiones que, directa o indirectamente, estaban relacionadas con Raffil Leopaldo. Ahora vivía en Colombia b
Mientras Laura intentaba recomponerse, un murmullo recorrió el salón. La atención de todos se dirigió hacia la entrada, donde Raffil Leopaldo, acompañado de su esposa Victoria, hacía su entrada triunfal.Raffil, con su imponente figura y su mirada penetrante, era el epítome del poder masculino. A pesar de sus años, su porte seguía siendo el de un hombre que dominaba cualquier habitación en la que entraba. Su traje oscuro, perfectamente ajustado, y su caminar seguro hablaban de un hombre que no solo conocía su valor, sino que lo imponía.Victoria, por su parte, era la definición de elegancia. Con un vestido negro que acentuaba su figura y un collar de diamantes que brillaba bajo las luces del salón, parecía una reina entre plebeyas. Su sonrisa, serena pero poderosa, capturaba la atención de todos. Y, como siempre, sus hijas no se alejaron de ella ni un instante.—Recuerden, niñas —les dijo Victoria a Viola y Sofía mientras caminaban hacia el centro del salón—, siempre manténganse cerca.