Capitulo 2

¡Vaya, qué situación más complicada! Tu rostro refleja una palidez inusual, como si hubieras enfrentado a un demonio recién. 

"¡Estamos en problemas!" Exclamé sin titubear. Ella me ve con cara de demonio

"¿Victoria, alguna vez podrás evitar meterte en problemas?" Me reprochó con razón. Siempre parezco estar envuelta en algún lío, a veces hasta me planteo cambiar mi nombre a "problema" en lugar de Victoria.

"No, me metí voluntariamente", mentí. Fue mi impulso de sanvarguardiana el que me llevó a actuar.

"¿Puedes contarme qué sucedió por qué estemos en problemas?" Inquirió con preocupación.

"Bueno, te salvé la piel, evité que mataran al tipo que acaba de entrar", expliqué. Observé cómo ella perdía el equilibrio momentáneamente y se aferraba con fuerza a la barra.

"¿Ámbar, es algo grave?" Preguntó con inquietud.

"Victoria, gracias por salvarme de un desastre mayor", expresó con gratitud.

"Está bien, si te salvé, ¿a quién diablos ofendí ahora?" Repliqué con frustración.

"De todas formas, nena, no te preocupes, nos marcharemos inmediatamente", aseguró con determinación.

"¿Y quién se queda?" Cuestioné.

"Tomy acaba de llegar", respondió.

"Ahh, tu amor, ¿verdad?" Bromeé.

"¡Cierra tu bocaza!" Replicó con una sonrisa, y obedecí simulando cerrar mi boca con una cremallera.

Mientras bajaba para recoger mi bolso, pude ver al tipo bajando las escaleras, pero no logré verle la cara. El otro individuo lo arrastraba. Decidí salir por la puerta trasera y en ese momento me encontré con el tipo siendo metido en la cajuela. Ámbar y yo hicimos como si no hubiéramos visto nada y nos subimos a su coche.

Raffil Lepaldo

Recibí noticias sobre Moleno Bastazar, el desgraciado que estaba en ese club. Me vestí rápidamente y salí tras él. A pesar de tener muchas cosas que hacer, sabía que debía lidiar con ese individuo personalmente. Lo saqué de Colombia, pero me traicionó, y eso no quedará impune. Cuando llegué al lugar, noté que no había mucha gente. Subí las escaleras y nos sentamos en el cuarto privado que había pedido a Matías que preparara.

Mientras hablaba con Matías, una mujer entró y se abalanzó sobre mí, advirtiéndome sobre un arma apuntando hacia nosotros. Esa acción me impactó profundamente, ya que la única persona que hizo algo similar perdió la vida por mí. Su tacto era suave y su aroma natural, no quería soltarme de ella a pesar de no haber visto claramente su rostro. Mis hombres lograron inmovilizar al individuo que sostenía el arma, pero ahora dudo si esa mujer vino a salvarme o si está involucrada con ellos.

Le extendí la mano y ella se levantó para comenzar a golpear al tipo, mencionando el nombre de otra muchacha. Su actuación me resultó interesante, como si estuviera interpretando el papel principal. Su rabia y coraje me dejaron atormentado por un momento, pero le agradecí sinceramente. Le pedí que bajara para curar sus heridas. Al asomar la cabeza, la vi hablando con otra chica. Al salir, las vi subir a un coche. Quedé pensando si todo era una actuación, pero su comportamiento tan natural me desconcertaba.

¿Por qué actuaba tan normal?

Raffil exigió a Matías que recopilara toda la información posible sobre la mujer en cuestión. Matías asintió y prometió hacerlo. El hombre le ordenó vigilarla, sospechando que ella estaba involucrada en algo turbio. Matías, sin embargo, no estaba convencido de que ella estuviera al tanto de la situación, creía que ella pudo haber recibido el disparo en un intento de proteger al hombre. A pesar de su desacuerdo, el hombre lo fulminó con la mirada, silenciándolo con su gesto.

Mientras tanto, Matías reflexionaba sobre la suerte que tenía su jefe al encontrar a dos mujeres dispuestas a arriesgar sus vidas por él. La primera, su hermana y su amante Elizabeth, había huido en cuanto sonaron los disparos, pero la segunda, la mujer en cuestión, se había lanzado para protegerlo. Matías movió la cabeza en gesto de incredulidad, pero no dudó en cumplir con las órdenes de su jefe.

Por otro lado, Victoria y Ámbar llegaron a su apartamento con precaución, cerrando las cortinas y asegurando bien las puertas. Victoria se levantó en busca de un vaso de agua, agitada por lo sucedido. Soltó un suspiro de alivio al ver que su amiga cerraba la puerta tras ellas, sintiéndose un poco más segura.

Victoria, Daville y Ámbar estaban visiblemente alteradas, con el corazón en la boca y la incertidumbre rondando sus mentes. Se abrazaron en el sofá, buscando consuelo mutuo, mientras escudriñaban cada rincón de la habitación en busca de alguna señal de peligro. La adrenalina seguía corriendo por sus venas, recordándoles lo cerca que habían estado del desastre.

"¡Mierda, Ámbar, tengo el corazón en la boca!", exclamó Victoria, dejando escapar un suspiro de alivio al sentir el abrazo reconfortante de su amiga.

"¡No solo tú, ¿crees que nos siguieron?!", respondió Ámbar con la voz entrecortada por la ansiedad.

"No tengo idea, espero que no", admitió Victoria mientras se acomodaba en el sofá junto a su amiga. La tensión en el ambiente era palpable, pero al menos estaban a salvo por el momento.

"Bueno, a la m****a, solo salvamos el día. Si hubiera pasado, ahora estaríamos en la comisaría diciendo pila de m****a, que no serviría de nada", expresó Victoria con un dejo de resignación.

"Gracias, budasavatha, por el gran corazón de mi amiga que no puede dejar de meterse en problemas", bromeó Ámbar con una sonrisa irónica. Victoria sabía que su amiga tenía razón; su espíritu intrépido y su tendencia a meterse en situaciones complicadas eran una combinación explosiva.

"Esa pinche vieja tiene toda la razón, tengo el corazón de buda, pero que me deja más involucrada que abundancia y una vida en paz", admitió Victoria con una mueca resignada. A veces, su naturaleza impulsiva y valiente la metía en más problemas de los que podía manejar.

"Oye, eso ya pasó. Solo oremos y que todo, solamente fue un sueño", sugirió Ámbar con un tono de incredulidad. Victoria sabía que su amiga no era dada a las demostraciones de fe, pero en momentos como ese, cualquier atisbo de esperanza era bienvenido.

"Sí, como no un puto sueño, donde nuestra vida corre peligro verdad", replicó Ámbar con sarcasmo. La realidad era innegable, y ambas lo sabían.

"Sé positiva, por Dios, ¡y me llama aburrida!", bromeó Victoria, intentando inyectar un poco de optimismo en la situación. A pesar del peligro latente, siempre encontraba la manera de mantener el ánimo en alto.

"¡Si budasavhata!", exclamó Ámbar entre risas, contagiada por el espíritu optimista de su amiga. A pesar de todo, sabían que juntas podrían enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

Raffil, el hombre de negocios más exitoso y temido del mundo, se encontraba en su lujosa mansión cuando la imagen de Victoria invadió su mente. La sorpresa de que ella se lanzara a protegerlo lo dejó sumido en pensamientos profundos. Recordó a su hermana, quien había caído en una trampa y cuya pérdida lo atormentaba cada día. Raffil, un mafioso internacional sin precedentes, era conocido por su crueldad y frialdad, capaz de hacer temblar a cualquiera con solo una mirada. Nunca imaginó que una mujer se arriesgaría por él, ya que todos sabían que él evitaba cualquier cercanía con el sexo opuesto.

Se sirvió un vaso doble de whisky y lo bebió de un solo trago. Raffil Leopardo, el dueño de una empresa de joyas con presencia global y una vasta fortuna en bienes raíces, era conocido por su implacable inteligencia para aplastar a sus enemigos y competidores. Su reputación de ser frío y despiadado le había valido el apodo de "infierno". Nadie se atrevía a enfrentarlo en el ámbito empresarial, sabiendo que no perdonaba a ningún adversario.

Mientras reflexionaba sobre la inesperada acción de Victoria, Raffil se preguntaba si había sido una actuación o si realmente había sentido la necesidad de protegerlo. A pesar de su apariencia impenetrable, una chispa de duda y curiosidad se encendió en su interior. ¿Podría ser que alguien finalmente lograra traspasar su armadura de indiferencia? A medida que la pregunta rondaba su mente, una sensación desconocida comenzó a tomar forma en el corazón de Raffil, desafiando su creencia de que estaba destinado a permanecer solo en su implacable mundo de negocios.

La presencia de Victoria había despertado algo en él, algo que no podía ignorar. Aunque su reputación como hombre de negocios despiadado seguía intacta, una semilla de cambio había sido plantada en su interior. Raffil Leopardo, el hombre cuyo nombre inspiraba temor en los corazones de muchos, se encontraba enfrentando una nueva e inesperada realidad: la posibilidad de que alguien pudiera llegar a tocar su corazón.

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