capitulo 111

El silencio de la madrugada fue roto por el sonido de botas marchando y armas cargándose. En lo profundo del pueblo que Danika gobernaba, su ejército improvisado se reunía bajo la luz de antorchas y faroles. Danika, con una mirada fría y calculadora, observaba a sus hombres desde una plataforma elevada. Había convocado a todos los aliados que había ganado a lo largo de los años, enemigos de Raffil que ella había manipulado para que confiaran en ella. Ahora, con su prima Victoria llevándose a Raffil bajo sus narices, Danika estaba lista para tomar represalias.

—¡Escuchen! —gritó, su voz resonando sobre el murmullo de los hombres reunidos—. Raffil Leopaldo y su mujer han osado desafiarme, humillarme y robar lo que es mío. ¡No permitiré que se salgan con la suya!

Los hombres rugieron en respuesta, levantando sus armas al aire. Algunos eran mercenarios, otros antiguos enemigos de Raffil que habían sido derrotados por él en el pasado, y otros simplemente hombres leales a Danika, dispuestos
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