Chocolate enredado hasta el anillo
Chocolate enredado hasta el anillo
Por: Josyfer
Capitulo 1

_ ¡Victoria, por Dios, debes enfocarte en ti y en este trabajo! Te está consumiendo, ¡mírate!

Rodé los ojos, detesto que esta mujer tenga razón, pero es mi mejor amiga. Ámbar Wister, mi confidente, mi protectora, mi madre sustituta. Ha sido mi roca en momentos difíciles, aunque a veces su exigencia se asemeja demasiado a la de mi jefe, ese demente desquiciado.

_ Sí, tienes razón. Gracias por venir, necesitaba verte.

_ ¿Y esperas que te dé un cumplido por venir al bar?

Me mira fijamente y arquea una ceja, pareciendo un panda cuando lo hace.

_ Si no quieres que esté aquí, me marcho. Además, tengo cosas que hacer.

_ Escúchame bien, toma asiento en este taburete y no te muevas hasta que yo diga que está bien.

Esa mujer es muy mandona, pero de la buena. Me pasa una cerveza, frunzo el ceño y ella la cambia por un vodka. Esa es otra de las razones por las que la aprecio, siempre sabe cómo alegrarme.

Mientras saboreaba un delicioso trago de mi vokca, que sinceramente necesitaba más que un novio, apareció ese parlanchín llamado Maker. No entiendo por qué siempre tengo la mala suerte de encontrármelo cada vez que vengo aquí. Lo miré con desdén, esperando que entendiera que no quería que se acercara a mí. Afortunadamente, él captó la indirecta y se dio la vuelta. Moví los hombros en señal de victoria, recordándole que mi nombre es Victoria Daville, y que siempre hago honor a mi nombre.

Observé a varios clientes haciendo pedidos en la barra, pero Ambar estaba ocupada atendiéndolos. Decidí dejar mi bolso detrás de la barra y fui a ayudarla. Llevé las bebidas a las mesas que estaban en la lista de pedidos.

"¡Gracias, nena!" Me dijo Ambar.

"¡De nada, bombón!" Respondí con una sonrisa.

"Además, ¿qué quieres para tu cumpleaños este sábado?" me preguntó.

Rodé los ojos, dejando en claro que había olvidado por completo ese asunto. Vaya despiste el mío, olvidar mi propio cumpleaños. Desde que empecé a trabajar en la empresa JowGlam, diseñando exclusivos anillos de élite, los pedidos no paran de llegar. Y cada vez que Maker tiene una nueva inspiración, no tengo ni idea de dónde la saca. Pero cuando sucede, tengo que ayudarlo a plasmarla en un dibujo adecuado. Odio ser la diseñadora principal que él elige, pero supongo que es parte del trabajo.

En fin, aquí estoy, en medio del bullicio del bar, disfrutando de mi vokca y lidiando con las situaciones que se presentan. Al menos puedo decir que siempre cumplo con mi nombre, Victoria, en cada aspecto de mi vida.

Me siento en la barra, sumergiendo mi cabeza entre mis codos, acariciando mi cabello con gesto distraído. De repente, un ligero aroma se cuela en mis fosas nasales, un perfume exquisito que despierta mis sentidos. Ópera primé, de Bvlgari. Solo lo vi una vez, pero su fragancia quedó impregnada en mi memoria, como un recuerdo fugaz pero imborrable. Desde entonces, nunca más volví a toparme con un perfume tan cautivador. Mis ojos escudriñan el ambiente, buscando al portador de tan exquisita fragancia. Solo entonces, mi mirada se topa con una espalda ancha que asciende las escaleras con porte majestuoso. El azul marino del traje le sienta impecablemente, acentuando su presencia imponente que parece abrumar todo el bar.

De pronto, los ojos de Ambar se posan en los míos, y por primera vez, percibo en ellos un destello de intriga. ¿En qué demonios estará pensando y por qué me mira de esa manera?

_ ¿A quién buscabas? _inquire con curiosidad.

_ ¿Ese? A… nadie. ¿Qué te hace pensar que buscaba a alguien? _ replico tratando de ocultar mi sorpresa.

_ Hmmmmm, sabes que eres muy mala para mentir.

Maldición, parece que ha descubierto mi pequeño secreto. ¿Por qué me preguntas si ya has visto lo que querías ver?

_ Sí, claro, como digas _ respondo con evasiva, tratando de desviar la atención.

La fragancia de Ópera primé parece haber desatado una serie de eventos inesperados en este bar. Y mientras el misterio se cierne entre nosotros, no puedo evitar preguntarme qué otros secretos se esconden tras la mirada intrigante de Ambar, ¿conocerá a esta persona?

Me entrego una bandeja que sostenía un cubo de bebidas, y al levantar la mirada, la vi señalando hacia la escalera de arriba. Tomé un sorbo de mi vaso de whisky, que me había pasado ella, y sentí que empezaba a hacer efecto.

Subí las escaleras y me dirigí hacia la puerta, pero al llegar, vi a un tipo con un silenciador apuntando hacia adentro. La puerta estaba entreabierta, y me di cuenta de que nadie en la habitación había notado su presencia.

Mis manos temblaban, no sabía si arrojarle la bebida o hacer algún ruido. Finalmente, di una patada en el suelo, me sentía histérica. Odiaba depender de la ayuda de otros, siempre me metía en problemas. Pensé en acercarme sin dar la impresión de haber visto algo, pero mi instinto quería salir y golpearlo por causar problemas. Un disparo en este bar sería un desastre, y Amber estaría en problemas si alguien resultaba herido.

Vi cómo él arreglaba su arma y apuntaba directamente al corazón. En ese momento, me importaba poco lo que sucediera a continuación. Tenía que actuar. Di unos pasos hacia él, y aunque trató de disimularlo, seguía apuntando.

De repente, lo empujé hacia adentro y cayó al suelo.

- ¡Cuidado! ¡Tenía un arma y los estaba apuntando!

El maldito disparo, un sonido que traspasó el aire y se clavó en el silencio del pequeño bar. Me vi obligada a lanzarme sobre el sofá, cayendo encima de un hombre que yacía allí. Afortunadamente, mi destreza evitó que la bala me alcanzara, pero no pude evitar el corte en mi brazo. El caos de las bebidas derramadas en el suelo reflejaba la tensión del momento. Los hombres que rodeaban al individuo armado lo tenían sometido, pero mi atención estaba centrada en el hombre bajo mí.

Agradecí en silencio por mi habilidad para esquivar el peligro, mientras el hombre tendía su mano para ayudarme a levantarme. La escasa luz en la habitación no me permitía ver claramente su rostro, pero su gesto amable contrastaba con la rudeza del entorno. Al tomar su mano, su perfume invadió mis sentidos, dejándome aturdida. Siempre he tenido debilidad por los hombres que huelen exquisitamente bien, y él desprendía un aroma que mezclaba peligro y elegancia.

Al incorporarme, me encontré con la mirada del individuo que mantenía al agresor bajo control. Su tono era firme y directo, recordándole al intruso que ese no era lugar para cometer actos violentos. Mis labios se deslizaron con determinación, instintivamente defendiendo el ambiente que consideraba mi refugio.

—Hijo de puta, ¿acaso has venido armado para derramar sangre en este pequeño bar? Como te atreves a poner en peligro a mi Ámbar. Si buscas pelea, tendrás que enfrentarte a mí en lugar de recurrir a la violencia cobarde.

El desconocido me soltó la mano sin siquiera dirigirme una mirada, pero su fragancia seguía envolviéndome con su seductora presencia. Al alzar la vista para expresarle mi agradecimiento, me vi cautivada por sus ojos profundos, cuyo color era un misterio bajo la penumbra. Su aroma a tabaco se entrelazaba con su imponente presencia, dejándome sin aliento.

—Gracias —murmuré, apenas consciente de mis propias palabras.

En ese instante, su presencia imponente y su aroma embriagador me hicieron cuestionar quién era realmente ese hombre.

Me dejó en el limbo, sumergido en una profundidad bronca que sacudió mi ser. Sentí su presencia en la habitación, impregnada con su perfume y su respiración que se entrelazaba con la mía cuando caí sobre él.

"De nada, ahora bajo que tengo que curar esa herida", dijo con determinación.

Curar la herida, pero mi trasero solo quería escapar de allí. Su aura me dejaba con los nervios a flor de piel, una sensación que me volvía loca. Y ese perfume, por Dios, ansiaba volver a olerlo. Su aroma era tan rico que me embriagaba.

Bajé las escaleras corriendo y me detuve al lado de Ámbar. Su mirada fija en mí era como si hubiera visto un fantasma.

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